Irailaren 26ean Venezuelan izandako hauteskundeen ondoren eztabaida sakona piztu da mugimendu iraultzailean. PSUVeko oinarri sozialean eta langile mugimenduaren barnean urduritasuna dago zeren iraultzak eta kontrairaultzak lortutako bozken arteko tarteak murrizten jarraitzen du.  

Según los datos del voto lista ofrecidos por el CNE, el PSUV obtuvo finalmente 5.400.000 votos por 5.300.000 de la alianza contrarrevolucionaria. Si vemos los resultados circuito a circuito y la composición de la Asamblea que empezará a funcionar a partir del 5 de enero de 2011, el PSUV tendrá finalmente 98 escaños, 65 la llamada Mesa por la Unidad y 2 el PPT.

Frente al sabotaje capitalista y burocrático, los trabajadores y el pueblo queremos acelerar el avance hacia el socialismo

Un primer dato a destacar es que -pese al sabotaje económico de los capitalistas,  el brutal acoso del imperialismo y el papel de freno y desmoralización que desempeña la quinta columna burocrática- el PSUV logra mayoría absoluta en la Asamblea, gana la mayoría de circuitos y mantiene (aunque por menor margen que en otras elecciones) mayor número de votos que los contrarrevolucionarios. Esto refleja que, en contra de lo que sostienen los reformistas,  los trabajadores y el pueblo venezolano tenemos un enorme nivel de conciencia, madurez, disposición a la lucha y voluntad de llevar esta revolución hasta el final y nos seguimos movilizando masivamente en la calle y en las urnas para frenar a la derecha.

Este es el primer dato a destacar. Como ha dicho muchas veces el Presidente Chávez, la burguesía venezolana y mundial nos ha declarado la guerra.  El sabotaje de los empresarios venezolanos y extranjeros ha cerrado más de 6000 fábricas desde 1998. Aunque el gobierno bolivariano ha llamado a estos señores una y otra vez a invertir e incluso les ha concedido facilidades y ayudas, los empresarios -incluidos aquellos que se dicen apolíticos o incluso los que se declaran bolivarianos- se niegan a invertir en la industria productiva. La utilización de la capacidad productiva instalada  en Venezuela ronda, según datos de los propios empresarios, un pobrísimo 52%. Estos parásitos utilizan los dólares a precio oficial o las ayudas gubernamentales para especular en el mercado de cambio paralelo, evadir capitales mientras suben artificialmente los precios o se dedican a cerrar empresas y a despedir y explotar salvajemente a los trabajadores. El resultado de que más del 70% del PIB se mantenga en manos de los empresarios privados (según datos del Banco Central de Venezuela) es el incremento de la inflación, entorno al 30%, 50% para los productos básicos, y una caída del PIB en el primer trimestre del año de 3,8%.

Cualquier gobierno o partido que se presentase a unas elecciones enfrentando un sabotaje semejante habría sido claramente derrotado. Sin embargo, más de 5.400.000 jóvenes, trabajadores y campesinos venezolanos nos hemos movilizado en apoyo al gobierno revolucionario y al PSUV porque somos conscientes de que -pese al sabotaje capitalista y burocrático, a los problemas que sufrimos, los errores y fallas que existen (que más adelante analizaremos en detalle) y al cuestionamiento que suscitaban algunos candidatos - era imprescindible impedir la victoria de la contrarrevolución.

No sólo eso, entre las bases hay una conciencia creciente de que la revolución está a medias y debe ser completada de forma urgente,  solucionando todos los problemas pendientes mediante la estatización de las principales palancas de la economía y la sustitución del Estado burgués por un genuino Estado revolucionario dirigido por los trabajadores y el pueblo. ¿Cómo es posible que tras esta nueva movilización popular que ha protagonizado el pueblo trabajador todavía tengamos que escuchar a intelectuales y dirigentes reformistas afirmando que no se puede expropiar a los capitalistas y  poner las empresas y la economía bajo la dirección de los trabajadores porque no hay madurez y conciencia suficientes?

Los 5.400.000 que nos movilizamos el 26-S en apoyo al PSUV representamos una fuerza enorme, que puede ser mucho mayor todavía si la dirección de nuestro partido  toma las medidas necesarias  para que esos otros dos millones de compatriotas que apoyaron de manera entusiasta la propuesta de ir hacia el socialismo formulada por el Presidente Chávez en 2006 (y que ahora no nos han votado) vuelvan a sentirse identificados e ilusionados. La dirección del PSUV tiene ante sí una enorme responsabilidad: utilizar la mayoría absoluta del PSUV tanto en la AN que existe actualmente como en la que empiece a funcionar el próximo 5 de Enero para aprobar las leyes que acaben de una vez por todas con el sabotaje capitalista y burocrático y, al mismo tiempo, organizar y movilizar a esta enorme masa obrera y popular para que los trabajadores y el pueblo  tomemos realmente el poder y controlemos las fábricas, la tierra, la banca y el conjunto de la economía. Sólo de este modo será posible darle el golpe definitivo al capitalismo  y avanzar al socialismo.

¿Por qué no se lograron los dos tercios de diputados, se redujo la ventaja sobre los escuálidos y se perdió en Zulia, Táchira, Anzoátegui y otros espacios tradicionalmente chavistas?

 

Los resultados de estas elecciones vienen a confirmar una tendencia peligrosa sobre la que los marxistas de la CMR hemos alertado durante los últimos tres años. Amplios sectores de la base social de la revolución se han movilizado para impedir una victoria de la contrarrevolución pero esa movilización no alcanza el nivel de movilizaciones históricas como la del referéndum de 2004 o las presidenciales de 2006. En aquellas elecciones -pese a que la contrarrevolución logró agrupar también masivamente a su base- la movilización entusiasta de las masas obreras y campesinas como un solo puño pudo arrasar a los contrarrevolucionarios e impedir que avanzasen siquiera mínimamente.

Un dato elocuente de lo que decimos es lo ocurrido en Anzoátegui, un Estado en el que siempre ganamos claramente los revolucionarios y donde en estas elecciones perdimos por 8 puntos y más de 50.000 votos de diferencia. También se produce una severa derrota en Zulia, donde después de ganar en las elecciones locales  la mayoría de alcaldías -entre ellas dos fundamentales como San Francisco (la zona sur de Maracaibo) y Cabimas (el municipio petrolero más poblado)- en estas elecciones legislativas perdemos en ambas claramente. Lo mismo se puede decir del Táchira, un Estado en el que la revolución gobernó 8 años y en el que ahora perdemos por más de 80.000 votos de diferencia y unos porcentajes de casi 60% a 40%. Estos resultados en los dos principales estados fronterizos con Colombia son un motivo más de inquietud. Como hemos explicado los marxistas,  la brutal campaña mediática intentando sembrar el miedo en las regiones fronterizas (y especialmente entre la población venezolana originaria de  Colombia, que en estas regiones representa un porcentaje importante) sólo puede ser combatida llevando la revolución hasta el final y resolviendo los problemas de las masas, demostrándoles que el socialismo es la única solución a sus problemas.

Los resultados en estos Estados clave representan una voz de alerta para la revolución y se deben fundamentalmente a que los problemas de las masas no han sido resueltos, y muchos de los que apoyaron la revolución durante los últimos diez años se sienten abandonados. Pero, desafortunadamente, no es sólo en esos Estados donde la luz de alarma que se prendió tras el referéndum de la reforma sigue prendida. Desgraciadamente, se trata de una tendencia generalizada.

La oposición supera en el voto lista al PSUV en Petare y  el Municipio Libertador

Como ya se viene viendo desde la reforma constitucional, en Petare (otra zona popular) la oposición contrarrevolucionaria vuelve a ganar, y por un margen mayor que en las últimas elecciones a la alcaldía. Pero no sólo eso. Por primera vez desde el inicio de la revolución el PSUV obtiene menos votos que la alianza contrarrevolucionaria en el Municipio Bolivariano Libertador (el centro y oeste caraqueños), que siempre hemos considerado una fortaleza revolucionaria. Esta tendencia de la cual desde la CMR y El Militante ya avisamos tras las elecciones regionales y luego de la enmienda constitucional, se confirma. Lo que entonces era una victoria muy ajustada (cuando en Caracas se ganaba siempre por un 60% a 40%) ahora se transforma en 700 votos menos que la oposición.

El que más de 2 millones de jóvenes, trabajadores y campesinos  que se movilizaron en 2006 entusiasmados por la propuesta socialista del Presidente hoy no voten, o en algún caso incluso hayan podido votar a la oposición, representa un enorme peligro y debe ser corregido de inmediato. Esconder estos datos debajo de la mesa, mirar hacia otro lado o decir que es normal porque tal Estado o ciudad tiene tal peculiaridad, en el otro había un candidato peor o menos conocido, etc., sólo servirá para mantener los problemas de fondo que han llevado a esta situación. Hay un hecho indiscutible: en todas las zonas (incluso donde obtenemos mejores resultados como el Estado Bolívar) una parte significativa de la masa que nos apoyó decididamente y con gran convicción e ilusión en diciembre de 2006 ahora no se moviliza. Es una tendencia que de continuar representa un grave peligro.

            CUADRO COMPARATIVO DIFERENCIA ENTRE CHAVISMO Y OPOSICIÓN EN 2006,2008 Y 2010

Presidenciales 2006

Enmienda

Asamblea 2010

CATIA

PSUV       142.760      (74,2%)

OPOS.        48.790      (25,3%)

PSUV        117.499     (62,1)

OPOS         71.435       (37,8)

PSUV    101.599           (56,7)

OPOS.      69.538        (38,8)

23 DE ENERO

PSUV         37.959       (75,5)

OPOS.       12.087        (24,06)

PSUV          31.699      (63,7)

OPOS.        18.041     (36,2)

PSUV        29.363      (61,1)

OPOS.      16.737       (34,8)

EL VALLE

PSUV            52.358     (69,7)

OPOS.          22.497      (24,9)

PSUV          42.900       (57,8)

OPOS.        31.220     (42,12)

PSUV        38.342     (54,09)

OPOS.      29.414         (41,5)

LA VEGA

PSUV             40.693     (64,7)

OPOS.            21.977     (34,9)

PSUV          34.457       (54,4)

OPOS         28.767       (45,5)

PSUV        30.256       (50,3)

OPOS        26.856       (44,7)

ANTIMANO

PSUV           50.195      (81,7)

OPOS          10.995     (17,9)

PSUV          44.078       (72,2)

OPOS         16.899       (27,7)

PSUV        39.211       (67,9)

OPOS.      15.536       (26,9)

SAN AGUSTIN

PSUV           13.414       (67,4)

OPOS.           6.400        (32,1)

PSUV        11.790       (58,6)

OPOS.        8.310       (41,34)

PSUV      11.680         (57,2)

OPOS.       8.008       (39,27)

PETARE

PSUV            112.150       (53)

OPOS.          96.598       (46)

PSUV         91.864       (43,5)

OPOS.      119.197       (56,4)

PSUV        80.431      (38,8)

OPOS     123.627      (59,7)

LIBERTADOR

PSUV           658.487     (62,7)

OPOS.         387.446      (36,9)

PSUV          544.289     (51,9)

OPOS.        502.899       (48)

PSUV        484.103     (47,7)

OPOS.      484.844     (47,8)

BOLIVAR

PSUV           371.704     (68,5)

OPOS.         168.705      (31,1)

PSUV         210.511      (47,3)

OPOS.        202.126      (45)

PSUV        257.546     (50,3)

OPOS.       243.998    (47,6)

ANZOATEGUI

PSUV          374.724     (61,2)

OPOS.        235.156      (38,4)

PSUV        311.344       (55)

OPOS.      288.814     (40,49)

PSUV      278.717     (44,9)

OPOS.    323.701     (52,21)

ARAGUA

PSUV          537.769      (71,8)

OPOS.        208.603       (27,8)

PSUV        382.845      (58,9)

OPOS.      258.684       (39,8)

PSUV      354.638       (50,2)

OPOS.     328.165       (46,5)

 

CARABOBO

PSUV        583.773          (61,7)

OPOS.      359.519              (38)

PSUV       381.950       (44,5)

OPOS.     407.520        (47,5)

PSUV     390.834      (43,18)

OPOS.   484.390        (53,5)

Elaboración propia sobre datos oficiales de la web del CNE

Las peculiaridades locales o regionales pueden explicar por qué en un lugar esta tendencia es más acusada y en otro menos pero el que la tendencia sea general y se mantenga exige de los dirigentes nacionales y regionales del PSUV un balance crítico y, sobre todo, presentar un plan de acción para corregirla.

Es perfectamente posible cambiar esta tendencia pero no lo lograremos negando que existe y sin aplicar, de manera drástica y urgente, políticas socialistas que la corrijan. Es bueno señalar que estos avances de la reacción no se basan en méritos propios sino en las fallas de la revolución, y la mejor prueba de ello es que, prácticamente, apoyó toda su campaña electoral en resaltar y exagerar dichas carencias. Como hemos explicado los marxistas de la CMR en numerosas ocasiones,  tras casi 12 años de revolución se han logrado avances indudables a la hora de redistribuir la riqueza, reducir la pobreza, extender el acceso a la salud y a la educación... Sin embargo, al mismo tiempo la mayor parte de la economía sigue en manos de los empresarios privados (un 70% del PIB según el Banco Central de Venezuela) y el control del Estado no está en manos de la clase obrera y las comunidades sino de una burocracia reformista que habla de revolución y socialismo pero a menudo  hace lo contrario de lo que espera el pueblo y el propio Presidente Chávez.

La falta de vivienda, la inflación, la inseguridad, la informalidad, la tercerización, la pobreza, la corrupción y el burocratismo son males que siguen desatados y actúan como un cáncer en el cuerpo de la revolución. Este cáncer mina nuestras defensas, desmoraliza a muchos camaradas y les empuja a la apatía, el escepticismo y la desmoralización... La revolución es una gran esperanza colectiva, si la desmoralización sigue extendiéndose el resultado antes o después -y tal y como vimos en otros procesos revolucionarios- será la derrota. Cerrar los ojos ante este peligro real sólo ayuda a facilitar la labor a nuestros enemigos.

Es urgente e imprescindible nacionalizar la banca, la tierra y las empresas importantes bajo control de los trabajadores y las comunidades

El Presidente Chávez en determinadas ocasiones incluso ha citado estos problemas y ha llamado a hacer "la revolución dentro de la revolución" y luchar con el burocratismo, también ha llamado a ocupar las empresas abandonadas por los patrones y ha dicho que las empresas deben ser gestionadas por los trabajadores. Muchos trabajadores están intentando llevar adelante estos planteamientos pero al hacerlo chocan con la represión de los capitalistas y de sectores de la propia burocracia reformista. Eso es lo que vemos en Mitsubishi (Anzoátegui) donde más de 260 trabajadores han sido despedidos por la multinacional imperialista japonesa con el apoyo del Ministerio del Trabajo y de algunos dirigentes regionales del PSUV, o en Vivex (ubicada también en Anzoátegui) donde los trabajadores tienen 21 meses con la empresa tomada tras el abandono del empresario Ernesto Viso sin que hayan recibido respuesta. Eso es lo que vemos -como demostraba el reciente encuentro sobre control obrero organizado por la UNETE- en la inmensa mayoría de empresas que han sido expropiadas: la lucha de los trabajadores por hacer realidad el control obrero choca con la actuación de gerentes y burócratas que impiden su participación y desarrollan políticas que reproducen las viejas prácticas capitalistas.

A todo esto se une que el Presidente Chávez ha vacilado a la hora de tomar medidas decisivas contra los capitalistas y contra el burocratismo, y no ha aplicado hasta el momento un auténtico programa socialista de nacionalización que estatice bajo control de los trabajadores y las comunidades toda la banca y las fábricas importantes. Sin esto es imposible planificar democráticamente la economía. El resultado es que, pese a muchas políticas sociales progresistas que intenta implementar el gobierno, no se resuelvan los problemas que crean el capitalismo y el aparato estatal burgués. Lacras como el déficit habitacional, la pobreza, la tercerización laboral, la informalidad, la inflación, los despidos, la inseguridad, el burocratismo, la corrupción, etc.,  siguen existiendo y la impaciencia entre sectores de las masas crece.

El descontento frente el mantenimiento de estos problemas y a la actuación contraria a los intereses populares de la burocracia  reformista   es evidente, y constituye una de las principales causas de que no hayamos logrado generar la movilización necesaria para lograr los dos tercios de la AN, y de que una parte de la base social de la revolución esté desanimada, y que el margen de diferencia en el  terreno electoral entre revolución y contrarrevolución siga acortándose.

¿Cómo recuperar los 7.300.000 chavistas que se movilizaron en 2006  e incluso sumar más?

Los casi 2 millones de compatriotas que se movilizaron en 2006 para refrendar la propuesta del comandante Chávez de romper con el capitalismo y construir una Venezuela socialista que no han votado en estas elecciones, no han actuado de este modo porque ya no quieran el socialismo o  la revolución vaya demasiado rápido. El que piense así vive en Júpiter. Estos sectores están decepcionados porque la revolución va demasiado lenta, sus problemas no han encontrado solución y "no le ven el queso a la tostada".

El argumento de algunos camaradas dirigentes del PSUV en el sentido de que estamos ante diferentes tipos de elecciones  y que debemos comparar estos resultados, no con las batallas más recientes del referéndum de 2004 o las presidenciales de 2006, sino con legislativas de hace ocho e incluso diez años nos parece, honestamente, un sinsentido. Como el mismo Presidente Chávez y todos los que participamos en primera línea en esta campaña explicamos durante la misma, estas elecciones no eran unas legislativas "normales" de un país donde no hay revolución, sino una batalla decisiva entre revolución y contrarrevolución. Con Chávez o contra Chávez, así se plantean las cosas en Venezuela cada vez que hay una elección importante. Por otra parte, cualquier elección  no es un fin en sí mismo ni resuelve por sí sola nada. Es sólo una batalla dentro de la guerra, además de una especie de foto que nos dice cómo está la moral, la salud, de las tropas revolucionarias: la nuestra y la del enemigo, en un momento dado.

El destino final de la revolución se decidirá en las calles, en las fábricas, en los campos... y sólo dependerá de una cosa: si los trabajadores y el pueblo acabamos tomando efectivamente el poder, eliminando el capitalismo e instaurando una economía estatizada, gestionada y planificada democráticamente  por la clase obrera y el resto de los oprimidos, que permita resolver todos los problemas que sufrimos, o si la economía y el Estado siguen bajo el control de capitalistas y burócratas y eso impide solucionar los problemas pendientes y avanzar definitivamente hacia el socialismo.

Los dirigentes del PSUV y de la UNETE deben impulsar un plan para tomar las empresas cerradas, extender las nacionalizaciones y poner el Estado y la economía bajo el mando de los trabajadores y el pueblo

Para lograr el objetivo comentado es imprescindible determinar si estamos fortaleciéndonos, incorporando más efectivos al ejército revolucionario y ampliando la ventaja sobre el enemigo o si, por el contrario, nos encontramos con que compañeros a los que antes conseguíamos convencer y movilizar, empiezan a caer en la apatía y nuestra ventaja sobre el enemigo, en lugar de incrementarse (que es lo que debería ocurrir luego de varios años gestionando el gobierno nacional, la Asamblea y la gran mayoría de gobernaciones y alcaldías), tiende a reducirse. ¿Por qué ocurre eso? Y lo más importante, ¿cómo cambiar esa tendencia?

El primer punto debe ser resolver los problemas de las masas,  sólo así frenaremos esta tendencia al desencanto que existe entre sectores de nuestra base social y recuperaremos e incluso ampliaremos todavía más la ventaja que teníamos en 2006. Esto es perfectamente posible. Pero para ello es necesario demostrar con medidas y actuaciones prácticas, y no con palabras, que el socialismo significa acceder a una vivienda y un empleo dignos, acabar con la pobreza, erradicar la tercerización de las empresas públicas, subir los salarios y reducir los precios, y por encima de todo que la economía (todos los bancos, las fábricas, la tierra) estén en manos de los propios trabajadores y el pueblo y sean administradas por nosotros mismos. Como decía Trotsky, "en una lucha revolucionaria no se puede vencer si no se esgrime un programa audaz que dé satisfacción a las aspiraciones del pueblo".

Tanto la Asamblea nacional actualmente existente lo que le queda de legislatura como la nueva Asamblea nacional deben aprobar una batería de leyes que completen la revolución y hagan realidad ese "programa capaz de dar satisfacción a las aspiraciones del pueblo" del que hablaba Trotsky. Los marxistas del PSUV agrupados en la Corriente Marxista Revolucionaria (CMR) y El Militante proponemos a la dirección del partido y al conjunto de los militantes que ese programa de lucha debería incluir como mínimo los siguientes puntos:

-Extender las expropiaciones y nacionalizaciones a las palancas fundamentales de la economía estatizando de forma inmediata y sin indemnización todos los bancos y empresas fundamentales del país, para ponerlos bajo control obrero y popular y planificar democráticamente la economía.

-Expropiación de todos los latifundios para poner la tierra en manos de los campesinos y trabajadores y desarrollar un plan para incrementar la producción agropecuaria con el objetivo de alcanzar en el más breve plazo posible la soberanía alimentaria y productiva

-Organización de PDVSA y la CVG bajo control obrero.

-Desarrollo en cada centro de trabajo público o privado y en los barrios populares de Consejos de Trabajadores y Comunales elegibles y revocables en todo momento para luchar contra el sabotaje capitalista y/o burocrático (especulación, desabastecimiento, violaciones de la legislación laboral, represión contra los sindicatos, corrupción, ...) y garantizar la defensa y avance hacia el socialismo de la revolución.

-Formación de Consejos de Trabajadores unificados a nivel local y regional, así como de un Consejo de Trabajadores Central a nivel nacional, constituidos por delegados elegibles y revocables elegidos por los Consejos Obreros y comunales de cada fábrica o barrio. Ese Consejo de Trabajadores central debería tener como objetivo elaborar un plan democrático, discutido en todas las asambleas y consejos de trabajadores y ratificado por ellas, para desarrollar la producción nacional y garantizar empleo, vivienda, educación y salud de calidad para todos.

-Todos los miembros de estos Consejos así como todos los cargos públicos deben cobrar un salario que no sea superior al de un trabajador cualificado.

-Aumento general de salarios y escala  móvil de salarios que garantice que estos suben por encima de la inflación.

-Reducción de la jornada de trabajo sin reducción salarial.

-Elaboración de una Ley Orgánica del trabajo Socialista por parte de los propios trabajadores para recoger estas y otras muchas necesidades y reivindicaciones que surjan de las asambleas

-Creación de una empresa estatal bajo dirección de los consejos de trabajadores y consejos comunales unificados a escala local, regional y nacional que decida y ejecute todas las exportaciones  e importaciones

-Creación de una empresa estatal de construcción bajo control obrero y de las comunidades  para desarrollar un Plan Nacional de Vivienda e Infraestructuras elaborado por trabajadores y las comunidades en función de sus necesidades

La UNETE debe encabezar la lucha por este programa organizando la toma de las empresas cerradas o que sabotean la economía y poniéndolas a funcionar bajo control de los trabajadores

La coordinación nacional de la UNETE puede desempeñar un papel clave en el debate acerca de cómo completar la revolución y evitar que la contrarrevolución siga recortando distancias. En el último Encuentro de la UNETE sobre control obrero, y en varios congresos, los dirigentes de la UNETE de Anzoátegui, el sindicato revolucionario de Mitsubishi (SINGETRAM), el sindicato que dirige la toma de Vivex (SUTRAVIVEX), el Frente Revolucionario de Trabajadores de Empresas por el Control Obrero (FRETECO) -todos ellos camaradas de la CMR- propusieron que la UNETE organice la toma de 100 o 200 empresas a nivel nacional y las pongamos a funcionar bajo control obrero.

Esto daría un empuje enorme a la lucha por el socialismo y el control obrero y convertiría el programa antes planteado, no en una buena idea, sino en un poderoso imán que atraería a todo el movimiento bolivariano. Como decía Lenin, para las masas cada paso concreto adelante del movimiento vale más que todas las ideas y teorías que podamos explicar. ¡Es el momento de convertir los discursos e ideas en acciones prácticas! ¡Demorarse en hacerlo es arriesgarse a perder! La vanguardia de la clase obrera, organizada en la UNETE, debe impulsar el programa de acción antes propuesto y llamar a la dirección del PSUV a asumirlo y aplicarlo.

Expropiando la banca, la tierra y las empresas, y estatizándolos bajo control de los trabajadores y el pueblo, pero no para que los dirijan gerentes y burócratas al margen de los trabajadores sino los consejos de trabajadores y los consejos comunales, sometidos a las asambleas e integrados por voceros elegidos y revocables en todo momento, sería posible elevar las fuerzas productivas y resolver los grandes problemas del país. Una vez formados estos consejos de trabajadores en cada fábrica deben unificarse mediante voceros elegibles y revocables a nivel local, regional y nacional hasta constituir un consejo obrero y popular de dirección y planificación central.

Este sistema basado en consejos elegibles y revocables de trabajadores, donde ninguno de sus miembros cobre más que un trabajador cualificado y en el que todas las tareas que sea posible se realicen de forma rotativa, permitiría sustituir al actual Estado (que mantiene la estructura y los vicios capitalistas) por un Estado revolucionario, y acabar de una vez por todas con la corrupción y el burocratismo.

La nueva Asamblea Nacional se verá saboteada por la oposición contrarrevolucionaria, sobre todo, a la hora de tener que aprobar algunas cuestiones que exijan la mayoría de los dos tercios. Ello significa una razón más para acabar con la estructura burguesa del Estado, (sus instituciones separadas del control obrero y popular: parlamentarismo burgués, democracia representativa, gobernaciones, alcaldías) y sustituirlas por el pleno desarrollo del poder obrero y popular. Sólo de este modo terminaremos las tareas pendientes y llevaremos la revolución hasta el final. Esto no es una tarea para varias generaciones sino para ahorita mismo. De lo contrario, seremos derrotados.

Si conseguimos romper con el capitalismo, el reformismo y el burocratismo y llevamos este programa adelante la revolución fortalecerá enormemente su base social. Las victorias de 2002, 2004 o 2006 se quedarían pálidas ante el apoyo social que podríamos lograr y la revolución venezolana, en un contexto de crisis mundial del capitalismo, se extendería al resto de América Latina e incluso a otras zonas del mundo. Los trabajadores de Asia, África, Europa y hasta los propios Estados Unidos se sentirían atraídos por el ejemplo de una revolución socialista genuina y triunfante y sería posible abrir una nueva etapa en la historia mundial.  

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