Oligarka eta inperialistek badakite Humalaren garaipenak milioika perutarrek gehiengoaren miseria gogorra eta gutxiengo baten aberastasun ikaragarria sortu duen egoerarenganako gorrotoa adierazten duela eta milioika nekazari eta langile horiek gobernua kapital handiaren aurkako ezkerreko neurriak hartzera bultzako duen indar bilakatuko diren beldur dira. Horregatik Humalaren aurkako presioak ez du etenik izango.
Por la tarde del lunes 6 de junio, un día después de que la contienda electoral que le diera el triunfo a la izquierda peruana, la agencia Reuters publicaba una nota titulada Humala gana presidencia Perú; mercados se desploman. En dicha nota se destaca que “…la Bolsa de Lima debió suspender por dos horas las negociaciones tras una caída del índice general de casi 9 por ciento, con algunos papeles mineros, los de mayor peso en el mercado, acumulando bajas del 15 por ciento” (…) “En Estados Unidos, el fondo negociable de MSCI de acciones peruanas iShares perdía 10.2 por ciento, mientras que los papeles de las mineras Buenaventura Southern Copper Corp y Hochschild, todas con fuertes intereses en el país andino, cedían entre 8 y 10 por ciento”. La conclusión de Reuters ante esos acontecimientos es la siguiente: “El mundo financiero mira con recelo a Humala y teme que los planes sociales contra la pobreza y la aplicación de un mayor control estatal descarrilen el crecimiento económico, que en 2010 fue de 8.8 por ciento”. Finalmente ese día la bolsa peruana cerraría con pérdidas del 12.45%, el mayor descenso diario de su historia.
El ataque especulativo sufrido por el Perú el 6 de junio es la repetición de la dosis ya antes aplicada por el capitalismo contra los anhelos de justicia del pueblo trabajador andino: en abril pasado, tras la vitoria de Humala en la primera vuelta electoral del día 10 de dicho mes, los inversionistas iniciarían una primer contraofensiva que se extendió por varios días provocando pérdidas en la Bolsa de Valores peruana las cuales, para el 25 abril, ya eran del 14.4%. Según el Banco Central el descalabro económico sumó los 18 mil millones de dólares entre el 8 y el 27 de abril. Para hacernos de una idea gráfica de la magnitud del ataque, basta señalar que las pérdidas económicas ocasionadas los especuladores superan en mucho a los 7 mil 328 millones de dólares que ingresaron a la nación andina en todo 2010 por concepto de Inversión Extranjera Directa (IED). En otras palabras, todo el avance logrado por la economía peruana en IED a lo largo del 2010 fue hecho polvo en tan sólo días por los especuladores de la bolsa.
El ataque especulativo se presenta a pesar de que, tal como lo informa Reuters, “Ollanta Humala ganó una reñida elección presidencial en Perú tras suavizar sus posturas de izquierda más radicales y enviar señales de calma a los inversionistas, pero el lunes los activos del país se derrumbaban tanto en el mercado local como en el exterior”. Lo anterior a pesar de que el mismo día de su triunfo Humala se apresuraría a declarar que "vamos a promover más inversiones, vamos a llevar una economía de mercado que es la consolidación, el fortalecimiento del mercado interno".
Los acontecimientos en el Perú se presentan como una estupenda oportunidad para toda la izquierda latinoamericana para sacar lecciones, en especial para la mexicana y particularmente para López Obrador (AMLO), con miras a las elecciones presidencial en el 2012.
Aspiraciones de cambio y contraofensiva capitalista
Ollanta Humala, quien fuera presa de un fraude electoral que impuso en el poder al Alan García en 2006, es un militar retirado y dirigente del Partido Nacionalista del Perú (PNP), mismo que defiende una política antiimperialista y a favor de los pobres. Frente a la proximidad de las elecciones presidenciales del 2011 Humala y el PNP al frente de la coalición Gana Perú, conectaron con el sentir de las masas empobrecidas y desposeídas (de acuerdo a cifras oficiales la pobreza se extiende al 56% de los 25 millones de peruanos) las cuales no han experimentado ninguna clase de mejora a consecuencia del llamado “milagro peruano”; es decir de un crecimiento económico que en los últimos 10 años, de acuerdo a la CEPAL, ha sido del doble del promedio de la tasa registrada en América Latina. En dólares el Producto Interno Bruto (PIB) peruano del 2010 fue 100% superior al del 2005 y 200% mayor al del año 2000. Contraria a la realidad de las familias obreras y campesinas, los que sí se han beneficiado a manos llenas del “milagro peruano” han sido las familias burguesas, siendo el caso más emblemático el de la familia Romero, al frente del Grupo Romero, segundo consorcio empresarial que opera en el Perú sólo por detrás del Repsol y mismo que anualmente obtiene ganancias que rondan en los 15 mil 500 millones de dólares.
Las desgarradoras contradicciones que rigen al capitalismo peruano no sólo crearon el descontento social que puso a Humala en la mira de las aspiraciones de cambio del pueblo trabajador de dicha nación, sino que además, ya antes habían provocado una significativa recuperación de la lucha de clases tal como lo describe la compañera Micaela Saldaña en su artículo titulado Elecciones en Perú. Humala debe dotarse de un programa socialista para derrotar a la reacción, quien destaca que “ [en Perú] las masas han salido a la calle en repetidas ocasiones: fueron responsables de la caída de Fujimori, volvieron a salir a la calle contra la corrupción del gobierno Toledo, trataron de aupar a Humala al poder en el 2006, y bajo el gobierno de Alan García han protagonizado luchas muy intensas como, por ejemplo, en julio del 2007 cuando el Perú se quedó paralizado por un Día Nacional de Lucha convocado por la Confederación General de Trabajadores Peruanos (CGTP); la huelga general del 9 de julio de 2008 o la lucha contra los decretos amazónicos en junio del 2009. Actualmente en Puno se está llevando a cabo una gran movilización en contra del saqueo de las multinacionales mineras: la población de esta región ha salido a tomar las calles y en el momento de escribir este artículo controlaban la ciudad de Puno y la frontera con Bolivia”. Acto seguido nuestra compañera suscribe correctamente la siguiente conclusión: “El apoyo social de Humala hunde sus raíces en el ascenso de la lucha de clases”.
Caso contrario a la forma en que reaccionó la bolsa es el de Keiko Fujimori, cuyo anuncio de su candidatura para la presidencia del Perú sería recibida con un alza en la Bolsa de Valores superior al 6%; posteriormente, el 2 de junio, ante un sonde de opinión que le daba ventaja a Keiko sobre Humala, la bolsa cerraría con ganancias del 7.24%, siendo esta última la mayor alza diaria desde el 4 de mayo del 2008. Y no era para menos pues recordemos que durante la década de los 90 Alberto Fujimkori, padre de Keiko, suscribía los llamados convenios de estabilidad tributaria con empresas mineras para congelar el pago de impuestos, factor que posibilitó que las diez principales empresas del ramo no pagaran regalías al Estado y que prácticamente tampoco cumplieran con sus obligaciones tributarias. El apoyo para Keiko de parte de los inversores no es otra cosa más que su deseo de asegurar una política de privilegios para engrosar más sus ganancias.
Tras la primera vuelta electoral y frente al embate de los inversores y la bolsa, Humala optó por un mandar mensajes tranquilizadores a los capitalistas, pensó que con una actitud más conciliadora ganaría la confianza de los inversionistas y por ello le tomó la palabra al ex presidente Alejandro Toledo, odiado por las masas por su severa política de derecha, quien le ofreció su apoyo. Resultado de ello fue la participación abierta en la campaña de Humala de Kurt Burneo, ex viceministro de de Hacienda con Toledo y ex director del Banco Central, y mismo que un día después del triunfo de Humala declararía que el equipo económico del ahora presidente electo del Perú será el mimos que el de Alejandro Toledo. Esta declaración está en sincronía con el mensaje de Humala en twitter respondiendo al planteamiento de apoyo vertido por Toledo y en el que el futuro presidente del Perú señalaría que “Es posible un gobierno de concentración nacional…”.
Sin embargo los intentos fueron en vano pues no impidieron que los capitales descargaran su ira contra el pueblo peruano por cuestionar el orden existente a través de las elecciones; pero otro costo de la táctica adoptada por Humala para la segunda vuelta fue la confusión que éste generó entre las masas peruanas y que estuvo a punto de costarle el triunfo a la izquierda, pues mientras que en la primera vuelta Humala superó a Keiko por 1.2 millones votos, 8.2% de diferencia, ya en la segunda ronda la distancia que le dio el triunfo a la izquierda sobre la derecha fue de apenas del 3%,un poco más de 400 mil votos.
Tras la primera vuelta Humala ganó las elecciones en 16 de los 25 departamentos peruanos, incluidos todos los más pobres, contra tan solo seis ganados por keiko. Este último dato por sí mismo ya dejaba en claro que el camino a seguir para asegurar un triunfo abrumador sobre la derecha en la segunda vuelta era el de girar más aun a la izquierda y no el de buscar las simpatías del gran capital. El resultado de ello fue una elección cerrada en la que la derecha estuvo a punto de arrebatarle el triunfo a Humala, pues debido a ello todo Perú fue testigo de cómo la hija del dictador Fujimori pasó del 23% de votos logrados en abril al 48% alcanzado el 5 de junio.
Perú: piratas capitalistas al asalto
Perú es un jugoso botín para la oligarquía y las trasnacionales, tan sólo su Bolsa de Valores es ya calificada como la más rentable del mundo, por ejemplo en 2006 esta cerró con ganancias del 200%. Si bien dicha tendencia fue afectada por la crisis financiera mundial del 2007-2008, años en los que la bolsa peruana cerraría con ganancias del 30% para después sufrir pérdidas del 59.8% respectivamente, la recuperación llegaría en 2009 a pesar del tratarse del año más álgido de la crisis económica, al lograr un cierre con ganancias del 101%. Para 2010 las ganancias acumuladas serían del 65%, y si bien se trató de un promedio menor al de un año antes éste no dejó de ser uno de los más altos del mundo durante aquel año. En este último caso este porcentaje se explica en mucho por la entrada en vigor en 2010 de la ley aprobada en diciembre del 2009 que establece el pago de impuestos a las ganancias en la bolsa, siendo de un 5% para los títulos de propiedad individual y del 30% para los empresariales.
Otro magnifico negocio para la burguesía y las trasnacionales, y que está en total relación con el anterior, ha sido la industria minera, en la cual tan sólo las tres principales empresas del rubro reportaron utilidades de aproximadamente 20 mil millones de dólares entre 2005 y 2010. Otro ejemplo que habla de ello es el de Yanacocha, empresa minera de oro más grande de Sudamerica, cuyos beneficios en 2009 fueron 255% superiores a los de un año antes.
Los altos precios de los metales (el valor la onza de oro pasó de los 250 dólares en 2000 a los 1505 en que se cotizó en 2010; la plata pasó de 5 a 46 dólares la onza entre 2005 y 2011 y el cobre y el zinc incrementaron su valor a lo largo del 2010 en 47% y 31% respectivamente) junto al papel que desempeña su industria minera transformando al Perú en el primer productor mundial de plata, el segundo en cobre y en zinc, además del sexto en oro, hacen de dicha nación un nicho de fuertes intereses ante el cuales los capitalistas no están dispuestos a ceder ni un centímetro.
Todos ello es lo que está atrás del constante acoso sobre el Perú ante el peligro que puede significar para los intereses capitalistas el gobierno de Humala, a quien pretenden arrodillarlo para que no dejar rastro de la más minina huella de una política de real beneficios para los pobres, más allá de migajas. Los oligarcas y los imperialistas saben que tienen que acosar con todo Humala antes de que las enormes presiones de los trabajadores peruanos se traduzcan en medidas que no favorezcan los beneficios empresariales, entre ellas por ejemplo la de no derogar de la ley tributaria sobre las ganancias de la bolsa. Además otra preocupación de mucho peso para la burguesía es el proceso continental de revolución de América Latina y que éste junto con el reciente auge de la lucha de clases en el Perú, se trasforme en un catalizador que catapulte las enormes tradiciones evolucionarias del pueblo trabajador andino.
Con el objetivo de defender sus intereses los burgueses, tal como lo han hecho desde abril pasado, sabotearán la economía peruana cuantas veces lo crean necesario; incluso la asfixiarán totalmente si así su estrategia lo requiere. Además de la economía, los burgueses también se apoyarán en el frente político por medio de un Congreso de la República de oposición de derecha, en el cual los partidarios de Humala sólo cuentan con 44 de los 130 escaños que lo conforman.
El giro de Humala suavizando sus posiciones y mandando gestos positivos al gran capital no sólo ha fracasado, sino que además pusieron en serio peligro el triunfo electoral de la izquierda, pero también regresó energías a una derecha que pudo ser aplastada totalmente en el marco de la segunda vuelta. Ahora la derecha y la burguesía se sienten con confianza y pasarán a un contraofensiva mayor contra Humala para no parar hasta sentir que el objetivo de mantener intactos sus privilegios se ha cumplido desdibujando al gobierno de izquierda y poniéndolo a su servicio o, incluso si no lo logran por ese medio y si se sienten con la fuerza necesaria, quitando a la izquierda del camino por medios institucionales o por la fuerza. La historia de América Latina está plagada de esa clase de ejemplos.
No existen caminos intermedios
Los oligarcas y los imperialistas saben que el triunfo de Humala expresa el odio de millones de peruanos contra una situación plagada de miseria para la mayoría al lado de cuantiosas fortunas para unos cuantos, y temen que esos mismos millones de trabajadores y campesinos se transformen en una fuerza que obligue a un gobierno de izquierda a impulsar medidas que choquen con los intereses del gran capital. Es por ello las fuerzas de la reacción no cesaran sus presiones contra Humala, apoyándose para ello en su monopolio sobre los principales motores de la economía peruana y en la complicidad con la derecha tanto en el Congreso de la República como del ala de Toledo infiltrada en el nuevo gobierno.
La experiencia reciente de la lucha de clases en el Perú es una muestra especialmente gráfica respecto a la imposibilidad de una política que amalgame los intereses capitalistas con las expectativas de justicia social de las masas obreras y campesinas. Los intentos de Humala en este sentido han fracasado, traduciéndose ello en una clara disyuntiva: o el futuro gobierno gira hacia la izquierda apoyándose en los sindicatos y las organizaciones campesinas e indígenas o termina siendo transformado en un herramienta al servicio de los ricos contra los pobres e incluso, más aún, es paralizado y echado a un lado por los capitalistas.
Humala tiene que romper con la derecha empezando por cerrar de par de par todas las puertas a los agentes de Toledo en su gobierno; también para romper el cerco que le impondrá la derecha por medio del Congreso de la República cada iniciativa del gobierno de izquierda, en particular aquellas a favor de los explotados y las que atenten contra los intereses del capital, tiene que ser acompañada de llamados de Humala a la movilización e incluso a huelgas generales para forzar su aprobación.
Pero incluso Humala tendrá que ir mas lejos pues mientras no sea eliminado el centro neurálgico sobre el que descansa el control político del imperialismo y la oligarquía sobre el Perú, es decir el monopolio de la clase dominante sobre los principales medios de vida, la economía de la nación andina estará sujeta al sabotaje permanente para tratar a toda costa de descarrilar al gobierno de izquierda, pagando el pueblo trabajador peruano el costo de todo ello. Es por ello que para frenar a la reacción es necesario expropiar la banca, la industria, las tierras y demás palancas fundamentales de la economía y ponerlos bajo el control democrático de los trabajadores y campesinos, los cuales además tienen que ser armados y organizados en milicias para defender sus conquistas y al gobierno de Humala contra la tradición golpista de la oligarquía peruana.
No existen caminos intermedios, la oligarquía peruana y las trasnacionales se han encargando de demostrar dicha realidad de forma demoledora, es por ello que si Humala tiene como objetivo revertir la pobreza que azota al Perú tiene que adoptar un programa socialista en el que se llame abiertamente a eliminar la propiedad privada capitalista y a sustituir al Estado burgués por una democracia obrera, además de impulsar un economía planificada y una federación socialista de América Latina.
Si la oligarquía y los imperialistas no logran poner a Humala a su servicio y en contra de lo trabajadores, estos pasaran a una contraofensiva aún mayor a la que hemos vista hasta el momento, por consecuencia, para impedir que los ataques de la reacción prosperen, Humala tendrá que llamar a los trabajadores y campesinos peruanos y del resto de América Latina a salir a las calles en defensa de su gobierno. Por ello la medida más firme para lograr ese apoyo es la adopción de una política que rompa totalmente con el capitalismo.