Abenduaren 17an Estatu Batuetako eta Kubako gobernuek akordio historiko bat iragarri zuten bi herrialdeen arteko erlazio diplomatikoa berrezartzeko. Honekin batera, Miamiko erbestealdian duenen ekimen terroristetatik beren herrialdea babesteagatik AEBetan preso dauden bost heroi kubatarrak askatzea ere adostu zuten. Gertakari honek, ezin bestela izan, Kubaren etorkizunaren eztabaida mahai gainean jarri du.

 

 

El pasado 17 de diciembre los gobiernos de Estados Unidos y Cuba anunciaban un histórico acuerdo para restablecer las relaciones diplomáticas entre ambos países, acompañado de la puesta en libertad de los cinco héroes cubanos detenidos en EEUU por proteger a su país de las actividades terroristas urdidas por el exilio de Miami. Este acontecimiento, como no podía ser de otra manera, ha desatado un amplio debate acerca del futuro de Cuba.

Inmediatamente después de hacer pública la decisión, el presidente estadounidense, Barack Obama, alardeaba “del fin del aislamiento de Cuba”. Sin embargo, y contradiciendo la propaganda de la Casa Blanca, si algo confirma este acuerdo es el fracaso del bloqueo criminal que el imperialismo estadounidense impuso en 1961, cuando la revolución triunfante expropió a los capitalistas y terratenientes cubanos terminando con la hegemonía de Washington sobre la economía y la política de la Isla.

El giro del imperialismo estadounidense aparentemente representa un cambio importante; no obstante, si se analizan estos hechos desde una óptica de clase y revolucionaria, la conclusión es inquietante: la burguesía norteamericana quiere ocupar un papel protagonista y de primer orden en los acontecimientos cubanos, en un momento en que las reformas económicas a favor de la economía de mercado se profundizan en la Isla, y cuando China o la UE están posicionándose con fuerza ante la posibilidad de una restauración capitalista en Cuba.

 

¿Por qué ha fracasado el bloqueo?

 

La posibilidad real de que se termine con el bloqueo que sufre el pueblo cubano desde hace 54 años, así como el regreso a su hogar de los cinco héroes cubanos, representan una gran noticia para todos los que luchamos por la revolución socialista internacional. El bloqueo contra Cuba ha sido una de las peores agresiones a los derechos humanos y la soberanía de los pueblos que ha llevado a cabo el imperialismo estadounidense durante el último siglo. Su objetivo real siempre fue el de intentar causar el mayor daño al pueblo cubano y derribar al gobierno surgido de la revolución que en 1959 acabó con la dictadura corrupta y asesina de Fulgencio Batista (apoyada por Estados Unidos).

De hecho, a principios de la década de los 90, animados por el colapso de la URSS y los regímenes estalinistas del Este de Europa, y por la derrota de la revolución sandinista en Nicaragua, los imperialistas estadounidenses no sólo no levantaron el bloqueo sino que intensificaron el acoso contra Cuba, convencidos de que ésta se desmoronaría y acabarían así con un ejemplo para los oprimidos de todo el mundo, y en primer lugar de Latinoamérica.

La causa de que esta estrategia no lograse sus objetivos ha sido la heroica resistencia del pueblo cubano y el apoyo que la revolución cubana sigue teniendo dentro y fuera de la isla. La expropiación de la burguesía y la instauración de una economía planificada permitieron elevar el nivel de vida de la población cubana, conquistar índices de desarrollo y avances históricos en educación, salud, vivienda, etc. desconocidos hasta entonces en la historia del país e incluso en la de otros países más ricos y poderosos de Latinoamérica. Si la revolución se hubiese extendido a otros países del continente estas conquistas habrían sido incluso mayores.

Durante los últimos años, el surgimiento y desarrollo de la revolución en Venezuela supuso un importantísimo balón de oxígeno para la revolución cubana. Venezuela ha sido el principal aliado político y económico de Cuba durante los últimos 12 años. En 2010 las relaciones comerciales entre ambos países representaban cerca del 40% del comercio exterior de Cuba. Pero igual de importante que el apoyo económico fue la enorme inyección de moral que supuso el triunfo de Chávez y su decisión de avanzar hacia la ruptura con el capitalismo en Venezuela. Y ésta esperanza se reforzó con el giro a la izquierda en el continente, y su reflejo político en los triunfos electorales de Evo Morales, Correa o Cristina Kischner.

Que Obama y un sector de la burguesía estadounidense hayan tenido que reconocer públicamente que el bloqueo “ha sido un fracaso” y que “está obsoleto”, es una nueva demostración de que el poder del imperialismo no es absoluto. A pesar de su indudable potencia militar, están en una posición objetiva de mucha debilidad derivada de la rebelión social que recorre todo el mundo, al calor de la crisis capitalista, y de los fracasos militares que han cosechado en Iraq o Afganistán.

Entre amplios sectores de la población cubana, como es lógico, la posibilidad de que finalice el bloqueo ha despertado esperanza e ilusión en que esto suponga una mejora en sus vidas. La dirigencia cubana (y muchos ciudadanos de la isla) esperan que el fin del bloqueo facilite la llegada de inversiones y oxigene su maltrecha economía, que además de sufrir desde hace décadas las consecuencias económicas del cerco imperialista, ha visto muy mermada su productividad en los últimos tiempos. Según algunos estudios el número de turistas que recibe Cuba podría pasar con el fin del bloqueo de 3 a 5 millones. Las remesas de los ciudadanos cubanos que viven fuera del país (otro concepto que en los últimos años ha incrementado su aportación al PIB) también podrían verse sensiblemente incrementadas.

 

La lucha interimperialista por el dominio de los mercados

 

Las negociaciones del acuerdo EEUU-Cuba, que se han desarrollado en secreto durante meses, abarcan una amplia gama de aspectos de gran trascendencia. Se ha acordado la ampliación de los permisos de viajes desde EEUU a la Isla, y la autorización de transacciones financieras entre ambos países (las instituciones financieras estadounidenses podrán abrir cuentas en los bancos cubanos). También aumenta la lista de productos que empresas estadounidenses pueden exportar a Cuba, o que los estadounidenses pueden llevarse de la Isla, junto con facilidades para acceder a material informático e Internet para los ciudadanos cubanos.

Este acuerdo, que tiene una gran trascendencia, debe ser colocado en el contexto de la política mundial. Si la lucha por acabar con el bloqueo sigue siendo una tarea imperiosa para todos los militantes internacionalistas y socialistas del mundo, no es menos importante comprender qué objetivos y planes persiguen los imperialistas con su cambio de táctica respecto a la isla.

El anuncio de Obama no responde a ningún ejercicio de “buena voluntad” por su parte, como tampoco son la “amistad”, el “respeto a la soberanía” ni la “simpatía por el pueblo cubano” los motivos que guían a la Unión Europea, las burguesías latinoamericanas o la naciente burguesía china cuando invierten en la isla y critican el bloqueo. Es evidente que el fin pretendido por el gobierno estadounidense sigue siendo igual de reaccionario e imperialista. Lo que ocurre es que un sector creciente de la burguesía norteamericana comprende que el bloqueo, lejos de conseguir sus objetivos, provoca un rechazo creciente entre la población latinoamericana, y dificulta sus aspiraciones hegemónicas tanto en la Isla como en el continente frente a la iniciativa de otras potencias capitalistas (China y la UE).

Todo esto ha sido reconocido por la prensa capitalista de EEUU: The New York Times The Economist, Bloomberg, columnistas del Washington Post y Newsweek, han hecho una ruidosa campaña durante años por un cambio de política, reflejando los intereses de sus amos. La misma posición adoptó la Cámara de Comercio y muchas grandes empresas estadounidenses, que desean invertir en Cuba en turismo, agricultura, construcción, servicios de telecomunicaciones y financieros. Incluso sectores del exilio cubano, los llamados de la segunda o tercera generación, están a favor de levantar el bloqueo, y también algunos de los que en el pasado se situaban en el ala dura del anticastrismo, como la familia Fanjul.

En la lucha cada vez más despiadada por el control de los mercados mundiales que sostiene EEUU con otras potencias imperialistas, y en primer lugar con China, Washington ha ido perdiendo terreno durante la última década. El imperialismo chino ha avanzado de manera especialmente rápida y decidida en lo que los imperialistas estadounidenses consideran como su patio trasero. La mayoría de países latinoamericanos, entre ellos Brasil (la principal economía del subcontinente), Argentina o Chile, se han convertido en mercados y fuentes de materias primas preferentes del gigante asiático. Aunque el principal comprador de petróleo venezolano sigue siendo EEUU, los vínculos comerciales y políticos de China con Venezuela, y con otros productores de petróleo y materias primas de la región, como Ecuador o Bolivia, también se han fortalecido. Además, en estos momentos existe una pugna soterrada en Centroamérica y el Caribe, tanto por el control presente y futuro de distintos recursos naturales (agua, minerales, alimentos…) como de las vías marítimas y terrestres que faciliten un acceso privilegiado a ellos. El anuncio de la construcción de un canal en Nicaragua con financiación china representa un desafío a la hegemonía y control de la zona que desde la construcción del Canal de Panamá, a principios del siglo XX, ha mantenido el imperialismo estadounidense.

Un factor que se combina con los anteriores son los planes de inversión para desarrollar una zona franca en Cuba que han adelantado distintas empresas chinas y europeas. En un contexto de crisis mundial del sistema, en el que las distintas burguesías y empresas capitalistas pugnan por cada palmo de mercado, Cuba resulta un caramelo apetecible al que no quieren renunciar las multinacionales estadounidenses. Además, la Casa Blanca quiere recuperar la iniciativa en la región e impedir el establecimiento, a escasos kilómetros de Florida, de un “bastión-símbolo” de la creciente influencia china.

Obama ha dicho que, al tender “una mano de amistad” al pueblo cubano, apuesta por “una Cuba más libre y más próspera”. Esto, en el lenguaje cínico y calculado de los imperialistas, significa que las inversiones estadounidenses en Cuba, además de fortalecer las tendencias hacia la restauración del capitalismo, permitirían a las grandes multinacionales de EEUU colocarse a la cabeza en la carrera por el control de los recursos, riquezas y el mercado de la isla. Según The Wall Street Journal “Desde General Motors hasta el gigante de la agroindustria Cargill y el minorista de muebles para el hogar Ethan Allen, aplaudieron el anuncio de la Casa Blanca”. “Cuba necesita todo lo que producimos en EEUU”, señaló Bill Lane, director global de asuntos gubernamentales para Caterpillar. Lane declaró que la compañía espera abrir pronto un concesionario en Cuba que venda equipos para la agricultura, la minería y la construcción. “Hemos estado pidiendo una nueva política hacia Cuba desde hace 15 años”.

Al tiempo que da este paso hacia Cuba, el Congreso estadounidense votó, con el apoyo del propio Obama, la llamada “ley de defensa de los derechos humanos en Venezuela”, que contempla sanciones y amenazas contra miembros del gobierno legítimo y democráticamente elegido de Venezuela. Es la vieja política del palo y la zanahoria. El objetivo es presionar aún más al gobierno venezolano para frenar la revolución, que abandone paulatinamente el legado revolucionario y socialista de Chávez y que proyectos como el ALBA y la alianza que han mantenido Cuba y Venezuela —que sirvieron para desafiar y frenar el ALCA o los TLC impulsados por Washington— se vean debilitados e incluso eliminados.

 

El aislamiento de Cuba y el programa de reformas

 

En un contexto de crisis mundial como el actual, los capitalistas seguirán buscando con ahínco mantener su tasa de ganancia a costa de incrementar la explotación de los trabajadores, privatizar empresas públicas, y recortar gastos y derechos sociales. El resultado de las inversiones imperialistas, sobre todo si estas se hacen masivas, no será elevar de manera significativa y duradera las condiciones de vida de los jóvenes, trabajadores y campesinos de Cuba, sino generar una fuente de negocios formidable para el capital monopolista internacional al tiempo que maduran las condiciones para el desarrollo de una nueva burguesía cubana.

Es un hecho incuestionable que Cuba quedó aislada tras el colapso del estalinismo y el triunfo de la restauración capitalista en la URSS y en los países del este europeo, en Angola, en Mozambique, en Vietnam, y finalmente en China. La revolución cubana ha resistido en las circunstancias más adversas, pero la situación económica de la isla se ha ido deteriorando de manera paulatina. La producción de artículos de consumo es insuficiente, la distribución es lenta e ineficaz y los casos de corrupción se extienden. El salario medio real de los trabajadores se mantiene estable entre 350-400 pesos cubanos mensuales, algo totalmente insuficiente, máxime cuando el desarrollo de la economía ligada al turismo o las remesas generan diferencias de ingresos importantes y crean distorsiones en los precios y en el acceso a muchas mercancías. Todo ello obliga a muchos cubanos a buscar la manera de tener mayores ingresos, acercándose al turista, como taxista ilegal, vendiendo mercancías “despistadas” de las empresas estatales o vendiendo ropa y otros artículos importados de Estados Unidos y otros países a precios menores que los del Estado. En enero de 2014 se adoptaron medidas para tratar de controlar la actividad del “mercado negro”, pero esta realidad surge de las insuficiencias de la economía y las medidas administrativas no la suprimirán.

El despilfarro, la ineficiencia, el desvío de mercancías de propiedad estatal al mercado negro, son lacras que reflejan la insuficiencia del desarrollo económico, los efectos terribles del bloqueo, pero también la ausencia de democracia obrera, es decir, de la participación democrática, real y no formal, de las masas cubanas en la administración y gestión de la economía, de la política y de la vida social en la Isla. Sí, hay una realidad objetiva determinada por el bloqueo imperialista y el aislamiento, pero también existe un saldo negativo provocado por las fuertes tendencias burocráticas desarrolladas en el Estado y en el Partido Comunista de Cuba (PCC). Y la solución de los dirigentes del PCC a las dificultades y la esclerosis económica y política no es una reorientación hacia el socialismo internacionalista y la rectificación del burocratismo, sino un viraje semejante al que en su día emprendió Gorbachov en la URSS y que culminó en la destrucción de la URSS.

Durante los últimos años el gobierno cubano ha aplicado distintas reformas para mejorar la eficiencia económica, pero en la práctica están sirviendo para fortalecer la lógica capitalista del mercado. Tras aprobar los “Lineamientos de la Política Económica y Social” en el VI Congreso del Partido Comunista Cubano, realizado en abril del 2011, el trabajo por cuenta propia ha mantenido su tendencia ascendente. Según el Ministerio del Trabajo y Seguridad Social, en noviembre de 2013 la cifra había llegado ya a 444.109 personas (9,1% de los 4.846.647 ocupados). Se puede decir que todavía es una cifra pequeña, pero el salto puede ser muy rápido, sobre todo en sectores decisivos como la industria y la agricultura (economías mucho más poderosas como la de la URSS lo vivieron en un lapso asombrosamente reducido de tiempo).

Según informó Marino Murillo, vicepresidente del Consejo de Ministros, hasta diciembre de 2013 se habían autorizado 270 Cooperativas en el sector no agropecuario y 228 más estaban en proceso de aprobación. Otra de las reformas más recientes fue la libre importación y comercialización de automóviles nuevos. Anteriormente los autos nuevos eran importados por el Estado. Con los impuestos que se esperan obtener, se pretende establecer un fondo especial para el desarrollo del transporte público, ahora muy deficiente. Pero esta medida, de aplicarse, acabará beneficiando a los pequeños empresarios y agricultores que han ganado poder adquisitivo con las más recientes reformas, o las personas que reciben dinero de familiares que han emigrado. Otra reforma aprobada a fines del año pasado fue la de un Nuevo Código del Trabajo que, como señaló el Ministerio del Trabajo y Seguridad Social, tiene como fin disciplinar a los trabajadores, reforzar el papel de gerentes y patrones, y poner los sindicatos al servicio de estos últimos y de sus objetivos productivos. La Ley de Inversión Extranjera de 1995, que asignaba al capital extranjero un papel de “complemento” a las inversiones estatales cubanas —cuyas acciones debían ser más de 50% en cada empresa mixta creada— y aportar básicamente tecnología y mercado, también ha sido modificada. En marzo de 2014 el Parlamento aprobó una nueva Ley de Inversión Extranjera que permitirá al capital foráneo jugar un mayor papel que hasta ahora.

En el balance global, estas medidas incrementarán las desigualdades sociales y formarán una base social de pequeños empresarios y propietarios que podría presionar en el sentido de más reformas de mercado. No resolverán los problemas de fondo de la economía cubana, pero sí pueden tener un efecto que ningún revolucionario socialista puede desear: debilitar la moral del pueblo y favorecer el desarrollo de las tendencias capitalistas en la economía cubana.

 

La defensa de la revolución cubana y el internacionalismo proletario

 

La principal causa de que la revolución cubana se haya sostenido hasta el momento no ha sido otra que el apoyo masivo que durante décadas consiguió entre la población cubana y entre sectores muy importantes de jóvenes y trabajadores de todo el mundo. Este apoyo fue resultado directo de la expropiación de la burguesía nacional y de los imperialistas, y de las conquistas subsiguientes que aportó la economía nacionalizada y planificada. A 55 años del triunfo de la revolución, y pese al lastre tremendo que ha significado el bloqueo, Cuba ha logrado reducir la tasa de mortalidad infantil de 37,3 (en 1960) a 4,2 por cada mil nacimientos; ha conseguido erradicar la pobreza extrema y el hambre, mantener la enseñanza primaria universal, avanzar en la promoción de la igualdad de género y seguir garantizando el acceso universal y gratuito a la salud pública.

El futuro de la revolución cubana, como el de la venezolana y el de toda América Latina, no está decidido. Será el resultado de un proceso de lucha de clases contradictorio y prolongado, en el que la última palabra no se dirá en las cumbres diplomáticas ni en los palacios de gobierno sino en las calles, los barrios y las fábricas. Si algo demuestran las experiencias de Cuba desde 1959 y de Venezuela durante los últimos años, es que la revolución sólo será definitivamente victoriosa e irreversible más que expropiando los medios de producción (bancos, tierra, fábricas…) para ponerlos bajo la gestión directa y democrática de la clase obrera, y extendiéndola a todo el continente. La revolución socialista triunfante en el conjunto de Latinoamérica, permitiría la integración planificada de sus economías para resolver las grandes necesidades sociales aún pendientes.

 

En esta gran lucha de clases que se está librando, y de las que todavía quedan las batallas decisivas, los marxistas, internacionalistas proletarios, tenemos claro cuál es nuestro sitio: defendiendo las conquistas de la revolución cubana, por la democracia obrera y contra las reformas procapitalistas, por el triunfo de la revolución socialista en Venezuela; contra todas las maniobras e intentos del imperialismo para aplastarlas (ya sea mostrando su cara más violenta y agresiva, o bajo la sonrisa cínica de Obama y otros hipócritas por el estilo); construyendo una dirección revolucionaria digna de tal nombre, que se apoye en la voluntad y en la conciencia de clase de los oprimidos para lograr la expropiación total y definitiva de los capitalistas y la toma de todo el poder político y económico por los trabajadores. No queremos un capitalismo de rostro humano, no perseguimos quimeras reaccionarias, sino conquistar una vida digna que construya el socialismo en Latinoamérica y en todo el mundo.

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