Los resultados de las elecciones regionales del 23 de Noviembre confirman la victoria del PSUV en el 80% de las Alcaldías del país y en 17 gobernaciones, incluidas Sucre, Aragua y Guárico, cuyos gobernadores se habían pasado tiempo atrás al campo de la derecha. Mientras, las gobernaciones de Zulia y Nueva Esparta siguen en manos de la derecha. A esto hay que añadir la pérdida de dos plazas importantes cómo son la Alcaldía Metropolitana de Caracas a manos de Antonio Ledezma y el Estado Miranda, ahora en manos de Capriles Radonsky. Finalmente, Carabobo y Táchira, donde el resultado estuvo muy apretado hasta el final cayeron también en manos opositoras. (En Táchira la victoria de la oposición ha sido por poco más de un punto). La Alcaldía del Municipio Libertador de Caracas (el más poblado de la capital) quedaría en manos de la revolución, mientras que el Municipio Sucre, el segundo con más población de Caracas, pasaría a manos de la oposición. Una hora después de conocer estos resultados el Presidente Chávez intervenía y señalaba que estas elecciones habían sido una victoria para la revolución y "daban el mensaje del pueblo de que Chávez debe seguir por el mismo camino" .
5,3 millones de votos para el PSUV y 4 millones para la oposición
El PSUV ganó en 8 estados con más de 10 puntos de diferencia, entre 20 y 30 puntos en 4 estados, en 2 estados con más de 30 y en otras 2 regiones con más de 50 puntos de diferencia (Monagas y Lara). La oposición sólo gana en un estado (Nueva Esparta) por más de diez puntos, en el resto su triunfo es bastante ajustado, reflejando la polarización social que existe en todo el país. Un ejemplo de las tendencias contradictorias y polarización social que revelan los resultados electorales de este 23 de Noviembre es lo ocurrido en el Zulia. Aunque no se recupera la Gobernación del Estado, como esperaban amplios sectores de las bases chavistas, y se pierde la Alcaldía del Municipio Maracaibo, el PSUV pasa de gobernar en 5 municipios a gobernar en 13, destacando la victoria en todos los municipios de La Guajira (zona fronteriza con Colombia), y la recuperación del municipio petrolero más importante (Cabimas) ,gobernado tradicionalmente por la derecha copeyana, así como del Municipio San Francisco, el segundo más importante del estado, en la zona sur (más popular y proletaria) de Maracaibo. En el total de los votos a nivel nacional, el 55%, cerca de 5 millones 300 mil votos, fue para la revolución, lo que supone aproximadamente un millón de votos recuperados respecto al referéndum constitucional del 2007. A primera vista estos datos suponen un ligero retroceso en gobernaciones (aunque aumento en votos) respecto a las elecciones de octubre de 2004 donde la oposición tenía sólo dos gobernaciones, frente a las 5 que tendrá ahora más la Alcaldía Metropolitana, que también han recuperado. Pese a ganar en 17 gobernaciones, y considerando además la importancia de Miranda, Carabobo y Distrito Capital, tanto por su volumen de población como por su valor estratégico y simbólico, así como la expectativa que se había generado en el sentido de que otro estado de los más poblados como Zulia pudiese ser recuperado, estos resultados siguen mostrando las señales de alarma que la Corriente Marxista Revolucionaria ha estado señalando desde la derrota en el referéndum constitucional hace un año. Varios dirigentes de la oposición, como era de esperar, han utilizado su victoria en la Alcaldía Metropolitana (que fue la gran sorpresa de la jornada) para magnificar su avance y plantear la idea de que esto es una victoria de la oposición y un mensaje al Presidente Chávez de que es necesario construir Venezuela "entre todos", "acabar con la polarización", etc. La ceremonia de la confusión y la demagogia han llegado al extremo de que golpistas como Ledezma, Rosales o Capriles Radonsky (organizador del ataque fascista a la Embajada Cubana tras el golpe de abril de 2002 y la persecución de cuadros y dirigentes chavistas) salían "tendiendo la mano" al Presidente y llamándole a reunirse para "trabajar juntos". Por el momento, la respuesta de Chávez ha sido la de recordar el pasado de estos burgueses y hacerles la advertencia de que si volvían a intentar desestabilizar el país desde las posiciones que han ganado no vacilaría en actuar. Al mismo tiempo, Chávez les exigía que reconociesen que el ganador de las elecciones a nivel general es el PSUV y destacaba el millón de votos más que obtiene el Partido Socialista con respecto a la oposición como un mensaje de que "debemos seguir por el camino del socialismo bolivariano". Para los marxistas estos 5.300.000 votos confirman el análisis que hicimos tras la derrota en el referéndum de diciembre del año pasado. La correlación de fuerzas sigue siendo favorable a la revolución, decíamos entonces, pero entre las masas que apoyan el proceso revolucionario crece la impaciencia, el cansancio y entre capas importantes cierta sensación de escepticismo que, si no se revierte, puede ser fatal para el destino de la revolución. Se extiende la sensación de que hay muchos discursos pero no se le ve "el queso a la tostada". Tras 10 años de revolución siguen ser resueltos los problemas más inmediatos y acuciantes (desempleo, vivienda, inseguridad,...). A esto se une el descontento con los sectores burocráticos y reformistas que existen dentro del movimiento bolivariano. El que se haya recuperado más de un millón de votos con respecto al referéndum demuestra que las masas siguen estando con Chávez y que es perfectamente posible revertir esta tendencia. El Presidente Chávez tiene razón cuando dice que los resultados electorales confirman que las masas siguen apoyando la marcha hacia el socialismo pero, en nuestra opinión, se equivoca, y gravemente, cuando en sus discursos insiste en la idea de que no pasa nada, hemos ganado y debemos seguir igual, atribuyendo el avance de la oposición en toda una serie de lugares únicamente a la movilización de su base social de clase media. La participación para estos comicios regionales ha sido la más alta en este tipo de elecciones de los últimos años, con más de un 65% (15 puntos por encima del 2004). Es evidente que ha habido una movilización de la base de la derecha, aunque perdiendo votos respecto al referéndum (la contrarrevolución se quedó a 300 mil votos de su techo electoral del referéndum constitucional) Sin embargo, este factor por si sólo no explica la derrota en la Gran Caracas o el que el margen de diferencia con el que el chavismo se impone a la contrarrevolución se haya recortado en casi 2 millones de votos respecto a las presidenciales de hace sólo 2 años. La movilización masiva de la base social de la contrarrevolución ya se produjo en el referéndum de 2004 y se intensificó en las presidenciales de 2006, pero entonces la derrotamos de manera aplastante porque la propuesta del Presidente de ir hacia el socialismo, acelerar la revolución y acabar con el capitalismo despertó el entusiasmo generalizado de las masas. Eso fue lo que permitió que en aquellas elecciones ganásemos en la inmensa mayoría de las ciudades y estados, incluidos estados que gobernaba la oposición como Zulia (cuyo gobernador era el candidato de la contrarrevolución y fue derrotado en todo el país y en su propio feudo).
La abstención dio la victoria a la derecha en estados importantes
El principal factor que ha impedido que en estas elecciones pudiésemos volver a derrotar por ese mismo margen aplastante de votos que alcanzamos en las presidenciales de 2006 a los contrarrevolucionarios ha sido la abstención de una parte de la población de los barrios en los que se concentra la base chavista. La entrada del Presidente Chávez en campaña polarizó unas elecciones que se preveían con una abstención altísima. Estas elecciones a alcaldías y gobernaciones han sido más bien un plebiscito a favor y en contra de Chávez. Esta entrada de Chávez en campaña permitió que se recuperen más de un millón de votos respecto al referéndum constitucional pero, a pesar de la enorme autoridad y simpatía hacia Chávez que sigue existiendo entre las masas, no logró movilizar el otro millón y medio de las elecciones presidenciales de 2007. Esta abstención se agudiza sobre todo en los estados, municipios y parroquias que más apoyan tradicionalmente a la revolución. Mientras, la reacción sí movilizó prácticamente a toda su base social. Un caso claro es el del Municipio Sucre, en Caracas, y particularmente el gran barrio popular de Petare (donde se encuentra una de las mayores concentraciones de ranchos del país). Tras 8 años de un gobierno municipal bolivariano fuertemente criticado por parte de los propios revolucionarios y desprestigiado entre la población, hemos pasado de ser mayoría a conseguir un 43% de los votos frente a un 56% de la contrarrevolución. Como explicaba Nelson Merentes (ex Ministro de Finanzas y actualmente Presidente de una empresa encuestadora) en VTV, "si uno ve los datos de abstención en este municipio la media es 35% pero mientras en las zonas en las que gana más claramente la oposición la abstención baja al 30% e incluso menos en las que gana el chavismo la abstención ronda el 40%". Así, en la Parroquia Leoncio Martínez, cuya población es mayoritariamente de extracción pequeñoburguesa, donde la oposición siempre gana y obtiene en estas elecciones un 81% de los votos frente a un 19% del PSUV, la abstención se sitúa en la media nacional del 35%. Por contra, en los barrios populares la abstención es significativamente superior. En Caicaguita, donde ganamos 64% a 34%, se abstiene un 43% de los votantes. En Filas de Mariches, donde la victoria del PSUV es de 75% a 23% la abstención registrada es incluso mayor: 44%. Esta tendencia no es excepcional de Petare sino general. Mientras la media nacional de abstención se supera claramente en parroquias constituidas mayoritariamente por los barrios chavistas como Antímano (44%) o Sucre (Catia), con 41%, en Caracas; en zonas tradicionalmente escuálidas la abstención es mucho más baja: en El Hatillo (Caracas) donde la oposición gana con 81% o San Antonio de los Altos (Miranda), donde se impone con el 78% de los votos, la cifra de abstencionistas es de 31% y 28% respectivamente. En Antímano, la revolución sigue obteniendo un 73% de apoyo pero si esta abstención hubiese sido menor el margen a favor de la revolución habría sido más amplio. Esta misma tendencia la observamos en Maracaibo y otras grandes ciudades. En la capital del Zulia mientras en Venancio Pulgar, donde gana el PSUV 53% a 45%, la abstención supera la media nacional en dos puntos (37%) en cambio en Coquivacoa o Santa Lucía, donde Un Nuevo Tiempo alcanza 69 y 63% de los votos la abstención es de 29%. Que la base social de la contrarrevolución se movilizó masivamente es, pues, evidente, la pregunta es ¿porqué una parte de la base social de la revolución no se movilizó como lo hizo en otras ocasiones?
La pérdida de Distrito Capital, Miranda, Táchira y Carabobo : más señales de alarma para la revolución
Las señales de alarma por la posibilidad de que este retroceso continúe y las causas de la abstención de un sector de la base chavista lo ha desarrollado la Corriente Marxista Revolucionaria durante el último año. La derrota del referéndum constitucional daba todas las señales de alarma: sectores de la base revolucionaria chavista estaban cayendo en la apatía y el descontento fruto de que, tras 10 años de revolución, los problemas fundamentales de vivienda, empleo, inseguridad, subidas de precios, etc., siguen sin resolverse. Si esta situación no se corrige, la tendencia a que un sector de las bases de la revolución caiga en el desánimo y no acuda a votar continuará. Señalar este hecho no significa derrotismo ni pesimismo, todo lo contrario; es el único modo de evitar que el enorme potencial revolucionario que sigue existiendo pueda desaprovecharse y de preparar y garantizar de este modo la victoria de la revolución. Como hemos explicado los marxistas, los problemas del desempleo, pobreza, inseguridad, falta de vivienda, etc. no se pueden resolver sobre la base del capitalismo y del actual estado burgués. El estado y la economía creados por los capitalistas, que siguen en pie, son la base de la corrupción y el burocratismo que atenaza la revolución. Al mismo tiempo la gestión de alcaldes y gobernadores que no resolvieron ni uno de esos problemas ha sido otra pesada losa que ha lastrado el apoyo electoral a la revolución. Solucionar todos esos problemas que hemos citado sólo se puede hacer estatizando las principales fuentes de riqueza: los bancos y las grandes empresas y poniéndolos bajo control obrero. Las nacionalizaciones parciales emprendidas por el Gobierno, como hemos explicado en otros artículos, son medidas progresistas pero son insuficientes por si solas para resolver el problema de la anarquía capitalista y el sabotaje económico. Lo mismo que con otras medidas que se hacen en beneficio de las masas pero que no resuelven si no que acentúan todas las contradicciones del capitalismo y que sufren las masas cómo los gastos sociales y una redistribución más justa de la renta petrolera. En el marco de una economía que sigue siendo capitalista estas medidas tienden a generar inflación y quien paga las consecuencias de la inflación son precisamente los trabajadores y los sectores más pobres de la sociedad.
Ni reír, ni llorar. Comprender... ¡y actuar!
Un dato a destacar es que pese a todos estos problemas que no ha resuelto la revolución, pese a las esperanzas frustradas por muchos alcaldes y gobernadores durante los últimos 4 años y a las dudas que generaban no pocos candidatos, la conciencia revolucionaria de las masas se sobrepuso y éstas se volvieron a movilizar masivamente. Ello permitió que de perder el referéndum de la reforma por 300.000 sufragios hayamos pasado a obtener en estas elecciones 1 millón de votos más que todos los partidos de la oposición juntos. Que el Presidente Chávez insista en que esto representa una victoria importante nos parece correcto. Sin embargo, la insistencia del Presidente y otros dirigentes del PSUV en destacar solamente ese aspecto puede hacer que entre distintos activistas y militantes del Partido se extienda cierta sensación de impotencia, desorientación e incluso desesperación. Especialmente en Caracas, donde la pérdida de la Alcaldía Metropolitana ha caído como un tobo de agua fría y es necesario hacer una valoración que ayude a los activistas a comprender qué ha pasado, porqué hemos perdido votos y sobre todo cómo combatir esta tendencia. Ese es el único modo de rearmar ideológica y moralmente a las bases. Hacer lo contrario, decir que se han perdido algunas posiciones pero se han ganado otras (como dijo el Presidente la noche electoral) puede contribuir a que ciertos elementos de desorientación e impaciencia que ya existen en sectores de la base del Partido crezcan. Como decía un camarada del PSUV caraqueño: "Si hemos ganado ¿porqué me siento tan mal?" Los más de 5 millones de votos alcanzados este 23 de Noviembre representan uno de los mayores apoyos electorales que ha alcanzado la revolución en estos 10 años, solamente superado por la espectacular marea roja de diciembre de 2006, cuando 7.300.000 venezolanos apoyaron entusiastamente la propuesta del Presidente Chávez de ir hacia el socialismo. Este es un apoyo consciente a avanzar con más fuerza y rapidez hacia el socialismo. Lo que piden las masas no es seguir igual sino avanzar más rápido. Es más, como hemos dicho, si el Presidente Chávez diese un giro claro a la izquierda, y tomase medidas decisivas contra los capitalistas y hacia una economía estatizada y planificada que permita resolver los problemas sociales, no sólo mantendríamos el apoyo de los 5.300.000 que han votado por el PSUV en estas elecciones sino que recuperaríamos esos casi 2 millones de votos perdidos hacia la abstención. Los resultados de estas elecciones regionales muestran la tremenda base de apoyo que posee la revolución después de 10 años. Muestran así mismo el tremendo espíritu combativo de las masas y su elevado nivel de conciencia. Ante este nuevo llamado a votar hubo una gran movilización, aunque -como ya hemos dicho-un sector no fue a votar por los factores ya explicados. Como señalaba el Presidente Chávez en su alocución tras los resultados, estas elecciones muestran que se debe continuar el camino de la construcción del socialismo en Venezuela. Pero también estos resultados muestran las señales de alarma que ya se vieron el 2-D, que si bien se han recuperado votos, el peligro del escepticismo continua extendiéndose en la base chavista. Es necesaria una transformación profunda de la sociedad para resolver los problemas más acuciantes de las masas y esto sólo se puede dar sobre la base una economía planificada y nacionalizada democráticamente. Sobre la base de una economía mixta, de intentar conciliar el capitalismo y socialismo sin destruir el aparato estatal heredado de la IV república , y sin expropiar a la burguesía , la oposición seguirá ganando espacios. Y más aún , con la crisis de la economía capitalista mundial que afectará a Venezuela. Una nueva etapa se abre en la revolución: la polarización a izquierda y derecha se acentúa, la recuperación de gobernaciones importantes por la oposición será utilizada para sabotear la revolución e intentar tumbarla. Este equilibrio sólo puede ser roto por la entrada en escena de la clase trabajadora de un modo organizado mostrando el camino del autentico socialismo.
Las elecciones en Venezuela
Nork idatzia Alan Woods
(hauteskundeen aurretik idatzia)
El domingo 23 de noviembre de 2008 Venezuela se enfrenta a una de las elecciones más decisivas de su historia. Estas elecciones determinarán quién controla los gobiernos y los puestos municipales clave de todo el país. Lo que ocurra el domingo tendrá un impacto profundo en el futuro de la Revolución Bolivariana. Si el PSUV pierde las elecciones la oposición saldrá fortalecida. Utilizará su control de las regiones clave para intensificar su campaña contra el gobierno central. Podría intentar imitar las tácticas de la burguesía contrarrevolucionaria boliviana, exigiendo "autonomía" para los estados ricos como Zulia (en realidad ya lo está haciendo). En unas condiciones de crisis la victoria de la derecha significará profundos recortes de los niveles de vida. Si los chavistas ganan, las masas se animarán y la oposición se desmoralizará. La reivindicación de socialismo se intensificará. Habrá un nuevo movimiento a la izquierda. Pero de ninguna manera este proceso está asegurado. El PSUV se enfrenta a su primera gran prueba en 23 estados y en más de 300 municipios. En principio el PSUV ganaría con facilidad. El gobierno Chávez ha llevado a cabo reformas importantes que han beneficiado a millones de venezolanos corrientes, sobre todo a los pobres y no privilegiados. El Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) tiene una militancia formal superior a los cinco millones de personas. Esta sería una fuerza formidable si se pudiera movilizar de una manera efectiva. Pero esto depende de la calidad de la dirección y de su capacidad para despertar el mismo entusiasmo que existía en el pasado. Pero el entusiasmo no se puede crear de manera artificial con discursos y mítines. Depende de si la masa de trabajadores y campesinos creen que la dirección va a tratar de una forma seria sus problemas más fundamentales y hacer avanzar la revolución. Esto, a su vez, depende del programa y la política que defiende la dirección. En el pasado, la amenaza de la derecha siempre ha provocado una movilización de las masas para bloquear la contrarrevolución. Pero en esta ocasión las cosas son diferentes. El problema es que después de diez años la revolución aún no ha cumplido la tarea central de expropiar la tierra, los bancos y las principales industrias. Este hecho ha provocado una situación peligrosa donde la economía en parte está nacionalizada pero donde los elementos clave permanecen en manos privadas. Es una receta para el caos, la inflación y el desempleo. Las masas permanecen leales a Chávez y la revolución, pero esta lealtad está siendo sometida a una prueba severa. Hasta ahora la economía venezolana en gran medida ha estado protegida de la crisis gracias a los beneficios del petróleo y las reformas sociales puestas en práctica por Chávez. Pero Venezuela no puede escapar a los efectos de la crisis económica mundial. La caída de los precios del petróleo amenaza con socavar todos los logros, restringir la posibilidad de reformas y provocar una reducción profunda del empleo y los niveles de vida. El aumento del gasto gubernamental en programas locales y otras reformas ha estimulado los resultados de los candidatos gubernamentales en las encuestas durante las últimas semanas de campaña. Pero es difícil predecir cuál será el resultado.
¿Una oposición "democrática"?
La sociedad venezolana está profundamente polarizada entre derecha e izquierda, revolucionarios y contrarrevolucionarios, ricos y pobres. La oposición venezolana defiende los intereses de la oligarquía, los ricos terratenientes, los banqueros y los capitalistas, que constituyen una sólida barrera para el progreso. Pero las consideraciones tácticas les obligan a enmascarar sus repulsivas características contrarrevolucionarias detrás de la máscara sonriente de la "democracia". Durante los últimos diez años la oposición ha intentado de modo sistemático subvertir la democracia y derrocar al gobierno de Hugo Chávez. En abril de 2002 organizaron un golpe que intentó instalar una dictadura. Sólo se evitó por una insurrección de las masas. Más tarde organizaron un sabotaje de la economía nacional a gran escala, que fue derrotado por el movimiento espontáneo de los trabajadores que ocuparon las fábricas y las instalaciones petroleras, poniéndolas en funcionamiento bajo el control de los trabajadores. La oposición anteriormente se abstuvo en las elecciones, como ocurrió en las elecciones a la Asamblea Nacional de 2005, alegando que estaban amañadas. Pero un intenso escrutinio por parte de los observadores internacionales (que en su mayoría son hostiles a la Revolución Bolivariana) declaró que las elecciones en Venezuela habían sido limpias. No había ninguna prueba de fraude electoral. Una vez más las elecciones del próximo domingo serán vigiladas de cerca por 130 observadores internacionales, incluido un representante de cada uno de los 34 miembros de la Organización de Estados Americanos (OEA). No se mostró este interés cuando George W. Bush descaradamente amañó las elecciones presidenciales en EEUU. La oposición ahora parte de una posición débil. Sus líderes ya saben que Chávez disfruta de un nivel de popularidad sin precedentes (un 60 por ciento de aprobación). Esto les ha obligado a cambiar su táctica. No le atacan de la misma forma histérica que en el pasado, en su lugar, se concentran en las cuestiones locales y evitan cuidadosamente dar la impresión de que son reaccionarios de extrema derecha.
El problema de la burocracia
Durante meses Chávez ha estado apoyando con su autoridad a los candidatos municipales. La fotografía del presidente está presente en los carteles electorales de los candidatos, pero se trata de una estrategia arriesgada. La burocracia es corrupta e ineficiente en todos los niveles. A nivel local, con montones de basura podrida en los barrios pobres y el aumento del crimen y la inseguridad, los problemas son vistos por la gente corriente de una manera más manifiesta y dolorosa. El coste de la vida está aumentando, la inflación supera el 30 por ciento. Para empeorar las cosas, la población puede ver a los funcionarios corruptos, y una actitud arrogante e indiferente por parte de los funcionarios que ignoran las quejas e incluso niegan la existencia de los problemas. Es esto lo que corroe el apoyo a la Revolución Bolivariana. La oposición y los medios de comunicación de derechas han utilizado esta situación de manera muy efectiva. En lugar de atacar directamente a Chávez, concentrar su artillería en la administración local. Por esta razón es difícil prever el resultado exacto de las elecciones del domingo. Por su parte, la campaña del PSUV se concentra en insistir en los éxitos de la política nacional, la nacionalización reciente del acero, el cemento y bancos; los aumentos salariales para los trabajadores del sector público y el final de la escasez de alimentos. Chávez es popular, pero él no es quien se presentará a estas elecciones sino los dirigentes chavistas que controlan los gobiernos municipales y regionales. El presidente Chávez ha apoyado con su autoridad considerable a los candidatos del PSUV. Ha recorrido incansablemente el país para conseguir apoyo para los candidatos oficiales. ¿Pero será suficiente? Mis propias observaciones me han convencido de que existe un sentimiento de malestar profundo, no sólo entre las masas sino también entre la base chavista. Las elecciones serán un referéndum sobre la actuación de los alcaldes y gobernadores bolivarianos. En julio hablé con el presidente sobre esta situación y expresó su frustración ante ella. Chávez me dijo: "Ese es el problema al que nos enfrentamos. Algunos gobernadores, después de ser elegidos perdieron el contacto con la base. Se rodearon de personas ricas, mujeres maravillosas, etc., perdieron el contacto con la población. Este es un problema ideológico. En la medida que no tenemos gobernadores que estén ideológicamente preparados siempre tendremos el mismo problema. Debemos ganar la batalla de las ideas". Y respondí: "Estoy de acuerdo con que es necesaria una lucha ideológica en el partido, pero también necesitamos los mecanismos de control desde abajo". En este punto, por primera vez, la voz del presidente sonó un poco cansada: "No puedo hacer todo", dijo, "es absolutamente necesario que el pueblo participe en este proceso y tome el control en sus propias manos". Creo que esta es la respuesta a los problemas que afronta la Revolución Venezolana.
La derecha bolivariana
A pesar de la derrota en el referéndum constitucional en diciembre de 2007, parece probable que un futuro referéndum permitiría la reelección de Chávez. Los enemigos de la revolución, tanto externos como internos, comprenden la importancia de esta cuestión. La salida de Chávez sería el primer paso de una campaña para entregar la dirección del movimiento a los reformistas de derechas y a los elementos pro-burgueses que han estado a la ofensiva incluso desde la derrota de diciembre. Si la oposición hace avances importantes el domingo, los reformistas (y sus "teóricos" como Heinz Dieterich) harán sonar de nuevo el tambor y clamarán "moderación" y la necesidad de conciliar a la oposición (es decir, rendirse a la oligarquía) para "salvar la revolución". Con "salvar" la revolución ellos quieren decir destruirla totalmente y preparar el camino para la futura victoria de la contrarrevolución por medios parlamentarios. Dirán que la derrota en las elecciones significa que la revolución ha ido demasiado lejos, demasiado rápido. Todo lo contrario, el problema es que la revolución ha ido demasiado lenta y no suficientemente rápida. Dirán que la correlación de fuerzas no es favorable, cuando en realidad durante diez años la correlación de fuerzas fue la más favorable que se puede imaginar. Incluso ahora la gran mayoría de los venezolanos (los trabajadores y campesinos) son ferozmente leales a la revolución y al presidente. Quieren una transformación fundamental de la sociedad. Pero la burocracia reformista constantemente sabotea la revolución y de esta manera crean descontento y desmoralización entre las masas. ¡Esa es la principal amenaza a la correlación de fuerzas y no otra! Los reformistas dirán que es necesario ganar a la clase media. Pero la oposición no representa a la clase media sino a la oligarquía. Un sector importante de la clase media baja, empleados públicos, trabajadores con pequeños negocios, se balancea entre Chávez y la oposición. Los reaccionarios dirán: ¡Votad a los chavistas y veréis donde os llevan! Los precios subirán, vuestros niveles de vida caerán y temeréis el futuro. ¡Eso es lo que significa el socialismo! Lo que quieren los reformistas es un acuerdo con la oposición (es decir, la oligarquía). ¡Pero no puede haber acuerdo entre la revolución y la contrarrevolución! Es imposible reconciliar intereses mutuamente irreconciliables, igual que es imposible combinar fuego y agua. La oligarquía exigirá una política capitalista de recortes que afectará no sólo a los trabajadores y campesinos, sino también a la clase media. Esto provocará más a la clase media, pero alejará y desmoralizará a las masas. ¡Es el momento de elegir! Los reformistas dirán que es necesario construir puentes con Obama, que para ello sería necesario que el presidente Chávez se retirara y dejase paso a alguien más "moderado". Es el argumento más estúpido de todos. Un cambio de administración en Washington no significa un cambio fundamental de la política exterior norteamericana. Su política está determinada por los intereses del imperialismo estadounidense, los grandes bancos y monopolios. En esto no existe una diferencia fundamental entre Republicanos y Demócratas. ¡Obama dice que quiere sacar a las tropas de Iraq para enviar más soldados a Afganistán! Obama es menos hostil a la revolución venezolana que Bush. No olvidemos que fue un presidente demócrata "progresista", John Kennedy, quién organizó la invasión de Cuba. Los imperialistas estadounidenses no han cambiado su actitud hacia Venezuela. El Pentágono continúa intrigando con la oposición venezolana. Mientras públicamente alaba las virtudes de la democracia, en secreto no han abandonado sus conspiraciones. Saben que la aplastante mayoría de los soldados rasos y muchos oficiales apoyan a Chávez, pero también saben que no escasean los reaccionarios en la policía, la Guardia Nacional y en el ejército. ¿Cuántos Badueles aún existen en los escalafones superiores de las fuerzas armadas? La derecha domina los medios de comunicación, que utilizan para extender todo tipo de mentiras y calumnias contra Chávez y el gobierno. Han fracaso en tres ocasiones en tomar el poder mediante el asalto directo, están obligados a ser más cautos y jugar a la democracia y las elecciones. Pero si recuperaran el poder en Venezuela, la máscara sonriente de la democracia pronto desaparecería. ¡Los trabajadores y campesinos saben lo que se puede esperar de ese gobierno! El tiempo no está de parte de la revolución. La recesión económica mundial aún no ha impactado en la vida cotidiana de la mayoría de los venezolanos. La caída del precio del petróleo venezolano (de 146 dólares barril a mediados de 2008 a 52 dólares en noviembre) no ha significado recortes profundos en los programas sociales del gobierno. Pero esta situación no puede durar. Según se profundice la recesión mundial Venezuela pronto comenzará a sentir el efecto de la caída de la demanda de petróleo, La realidad es que la economía venezolana se mantiene sólo por el sector estatal. Los capitalistas están realizando una huelga de capital. A pesar de los masivos incentivos del gobierno, el capital privado está desinvirtiendo o negando el crédito. A pesar de los controles de capital, la huida de capital es desenfrenada. Ya pronostiqué esta situación en julio cuando Chávez celebró un encuentro fracasado con los empresarios para convencerles de que invirtiesen. Ahora el gobierno debe afrontar los hechos. No puede continuar subvencionando a la empresa privada y al mismo tiempo continuar con proyectos públicos económicos y sociales a gran escala. Un reciente artículo de Venezuela Analysis lo decía muy claramente: "El año 2009, por necesidad, es el año de las duras decisiones de clase: o el gobierno recorta el gasto para los capitalistas o para los trabajadores y campesinos. O se reducen drásticamente los programas sociales o se acaban las subvenciones a las empresas privadas. El enrome ejército de empleados financiados con fondos públicos (e improductivos) se ponen a trabajar en el sector productivo o serán despedidos. En cualquier caso, la elite empresarial, el ejército de importadores de automóviles de gama alta y bienes de lujo, y sus consumidores, se verán severamente afectados y eso provocará una histeria adversa. Cuando todo el impacto de la recesión golpee a Venezuela, la polarización de clase explotará, se desparramará y desbordará los canales institucionales/electorales". (James Petras. The Larger Meaning of the Venezuelan Elections. 23/11/2008).
¡Es el momento de elegir! ¡Por una victoria chavista! ¡Por una política socialista revolucionaria!
Las elecciones del domingo son sólo una batalla más en la larga lucha por el poder. Los resultados nos suministrarán una información valiosa sobre la etapa en la que está la revolución, la correlación de fuerzas de clases y sobre todo el ambiente de las masas. Debemos luchar para ganar esta batalla, pero independientemente de lo que ocurra las masas pasarán por una escuela y aprenderán algunas lecciones importantes. La lección más importante es que no es posible hacer una revolución a medias. No es posible conciliarse con los enemigos de la revolución. Al final debe ganar una de las partes y otra debe perder. La oposición está dividida. En varios estados y municipios las rivalidades, las camarillas y diferencias políticas han hecho imposible que se unan tras un solo candidato. Estas divisiones en las filas de la oposición han incrementado la posibilidad de una victoria chavista, incluso con una caída del número de votos. En realidad, la oposición no ganó el referéndum constitucional de noviembre de 2007, lo perdieron los chavista debido a tres millones de abstenciones. Esta ya fue una señal de advertencia del creciente descontento en la base chavista. No está claro que este resultado se replicará el domingo. Por un lado, la base chavista verá el peligro de una Victoria de la oposición y se unirá con la revolución. Por otro lado, puede producirse un aumento de la apatía debido al desencanto de los resultados concretos de la revolución después de diez años. Los aumentos salariales no han cubierto las subidas de precios. El incremento de la inflación ha golpeado sobre todo a las capas más pobres. Los programas del gobierno contra el crimen no han solucionado el problema. A su vez esta situación está relacionada con la corrupción entre los funcionarios locales y la policía. Una participación alta favorecería a los chavista. ¿Pero se materializará? Los marxistas de la CMR lucharán por la victoria del PSUV el próximo domingo. Haremos todo lo que esté en nuestro poder para derrotar a los candidatos de la oligarquía y frenar el avance de la contrarrevolución. Pero la única manera de movilizar a las masas es defendiendo firme y consistentemente una línea revolucionaria. Una revolución debe estar constantemente a la ofensiva. La parálisis invita a la derrota. Después de diez años las masas están cansadas de discursos y desfiles. Buscan una acción decisiva para derrotar a la contrarrevolución. Cada vez que el presidente anuncia la nacionalización de otro banco o fábrica se produce una oleada de entusiasmo. Pero cada vez que los reformistas imponen una nueva retirada, cada vez que intentan la conciliación con los banqueros y capitalistas, el ambiente de desencanto se profundiza y con ello el peligro de la apatía electoral. Para que el PSUV materialice todo su potencial debe defender implacablemente el socialismo, no sólo en palabras sino también en los hechos. La crisis mundial del capitalismo amenaza con socavar todas las conquistas de los últimos diez años. ¡No es el momento del compromiso y la vacilación! ¡Es necesario expropiar la tierra, los bancos y las principales industrias bajo el control y administración de los trabajadores! Es inútil imaginar que pueda llevar a cabo una política realmente socialista una burocracia corrupta que está inseparablemente vinculada a los banqueros y capitalistas. Para triunfar debemos dar un hachazo a la raíz del árbol venenoso de la burocracia, no sólo en el aparato del estado y los ministerios, sino también en el propio PSUV. ¡No a la burocracia, el arribismo y la corrupción! ¡Por un verdadero estado obrero donde todos los funcionarios sean elegidos con derecho a revocación y con salarios que no superen los salarios de los trabajadores cualificados! Estamos firmemente al lado de los trabajadores y campesinos venezolanos y contra la oligarquía reaccionaria y el imperialismo. La victoria del socialismo en Venezuela dará un tremendo impulso al movimiento revolucionario en América Latina y en todo el mundo. ¡Hay mucho en juego!
¡Manos fuera de Venezuela!
¡No a la oligarquía y el imperialismo!
¡Vida la revolución socialista!