1917ko Urriko Errusiako iraultza izan zen historia osoan emakumearen askapen borrokan eman den gertakizunik garrantzitsuena. 

Comprender este acontecimiento hace que sea más fácil entender la evolución del movimiento de liberación de las mujeres hasta el día de hoy. Además, la experiencia de la maravillosa lucha de las mujeres bolcheviques contiene muchas lecciones vitales para nosotros, es un ejemplo de la forma más efectiva para acabar con la opresión de la mujer.

Como el resto del mundo, el desarrollo industrial de los siglos XVII y XVIII, que cambiaron radicalmente las relaciones dentro del núcleo familiar, también tuvo un efecto profundo sobre el desarrollo de la conciencia de las mujeres rusas con relación a su propia explotación. Con la consolidación del modo capitalista de producción, el viejo modelo económico familiar se desintegró. Se basaba principalmente en la producción para el consumo familiar, las mujeres estaban condenadas a quedar físicamente exhaustas. En el contexto de la vieja familia basada en el modo de producción, aunque oprimidas firmemente por los hombres, las mujeres no eran conscientes de los límites que imponían sobre su desarrollo individual y menos aún sobre sus derechos sociales fundamentales. Primero como hija, después como esposa y madre, una mujer podía pasar su vida dentro de los límites del hogar y la única sociedad que realmente conocía  era el núcleo familiar. Cuando el modo capitalista de producción se impone, y con ello la extensión del uso de la maquinaria, la opresión de género comienza a ser percibida como una limitación de la libertad de las mujeres. Por eso estas máquinas socavaron totalmente la producción independiente (o familiar) y permitió a las mujeres de la clase obrera ocupar un papel fuera del hogar. Las mujeres comenzaron entonces a adquirir la conciencia que las empujó a defender sus intereses, comenzaron a ver que estaban discriminadas, fueron conscientes de que tenían menos derechos que los hombres.

Históricamente, las reivindicaciones de la emancipación de las mujeres surgieron inicialmente dentro del movimiento feminista burgués que contaba con mayores recursos financieros y culturales. Sin embargo, sólo cuando estas reivindicaciones fueron adoptadas por las mujeres de la clase obrera, adquirieron la fuerza necesaria para conseguir victorias importantes. No obstante, las mujeres de las clases superiores tendían a ver la lucha por los derechos civiles como una manera de defender su propio estatus social. Esto no necesariamente también debía beneficiar a las mujeres trabajadoras.

El marxismo no considera la cuestión de la mujer como un problema de género, la ve también como la opresión de los empresarios que existe bajo el capitalismo, y un papel fundamental en ella es la opresión de las mujeres. Es una explotación capitalsita que favorece el mantenimiento de la discriminación de sexo. Dentro de las diferentes clases sociales, la driscriminación de las mujeres, así como los métodos y objetivos de las luchas de las mujeres, por necesidad asume una naturaleza distinta. En el momento decisivo, cada mujer apoyará la clase social a la que pertenece. Una mujer de la burguesía no vacilará en apoyar leyes antisindicales, incluso aunque vayan dirigidas contra los intereses de sus "hermanas" de la clase obrera, si contribuyen a aumentar su riqueza. Esta situación no significa que los movimientos feministas burgueses, si sienten necesidad de hacerlo, nunca busquen el apoyo de las mujeres de la clase obrera, lo que demuestra que el poder real en la lucha por la emancipación de la mujer, tanto organizativa como numéricamente, está en las mujeres de la clase obrera.

La mujer durante el reinado de los zares

Como señalaba Engels, el círculo Tchaikovsky (1) fue "el primer grupo en Rusia donde las mujeres jugaron un papel activo e independiente". Este grupo se fundó a principios de 1870 y fue organizado por estudiantes de ambos sexos, unidos por principios éticos y morales, pero sin una ideología común. El objetivo de este grupo era extender la propaganda socialista entre la población, para concienciarla tanto de la explotación económica que sufría como de la posibilidad de superar esta situación con una revolución basada en los campesinos. Los grupos socialistas que trabajaban dentro de las organizaciones políticas que se formaron en esa época, tendían a concentrar su atención en el problema del analfabetismo y la necesidad de elevar el nivel cultural de las capas más explotadas de la sociedad. Con ese objetivo desarrollaron la organización de conferencias sobre el capitalismo y la explotación de clase, además de distribuir escritos políticos y económicos con carácter diverso a un precio muy bajo.

La mayor contribución del grupo Tchaikovsky a la lucha por la emancipación de la mujer fue cómo implicaban a las mujeres en las discusiones y en la actividad política al mismo nivel que los hombres. Las mujeres de estos círculos, sin embargo, procedían de grupos que prohibían la participación masculina. El separatismo y la sospecha hacia la mezcla de grupos no debería sorprendernos si recordamos que se producía dentro del contexto de una Rusia zarista atrasada, donde el temor a la dominación masculina se experimentaba en diferentes maneras dentro de la familia y de la sociedad, las activistas socialistas consideraban la presencia masculina como una amenaza a su autonomía. Esta actitud sólo era una fase necesaria, en ese contexto particular, de un proceso de emancipación personal. El separatismo estaba determinado por la necesidad de las mujeres de desarrollar libremente su propia conciencia de su situación de explotación, superar su propia falta de confianza y prepararse para actuar políticamente junto con los hombres, pero sin sentido de subyugación hacia ellos. Después de haber alcanzado cierto grado de conciencia económica, le necesidad de ir más allá de la lucha "personal" y abrazar una lucha más amplia de un carácter social evidente. Mucho del desarrollo político de las mujeres siguió el mismo patrón general, la conquista de la independencia individual las empujaría a abandonar el feminismo, en su forma más limitada (burguesa), este proceso llevó a la radicalización del grupo Tchaikovsky y otras iniciativas similares, donde ambos sexos se unían para hacer propaganda y agitación socialista.

La mayoría de los grupos estudiantiles (2) estaban influenciados por la ideología bakuninista (anarquista), entre ellos estaba el grupo Rosalie Jakesburg (1872). Estaba muy próximo al Partido Tierra y Libertad, reflejaban -no es sorprendente- la orientación hacia la "mayoría campesina" de la época, incluso entre la vanguardia obrera y estudiantil. En los grupos de estudiantes, se educaba políticamente a las mujeres para que hicieran su actividad de propaganda entre los trabajadores, que condenaban a las mujeres la doble opresión del trabajo en la fábrica y en casa, junto con la implicación directa en la gestión democrática de los procesos de producción y la organización de la sociedad, se podría garantizar la emancipación efectiva de las mujeres. Sólo de esta manera las mujeres serían capaces de decidir y crear servicios y estructuras que las emancipara de los deberes privados del cuidado familiar.

Estos eran los objetivos que animaron a muchas mujeres a participar directamente en el trabajo de propaganda en toda una serie de huelgas en Moscú en 1875. Sin embargo, la mayoría de los organizadores de estas huelgas fueron arrestados y pasaron mucho tiempo en prisión hasta que se realizaron los juicios. Éstos fueron conocidos como el "juicio de las cincuenta" o el "juicio de las mujeres moscovitas". Tuvieron una enorme influencia en la elevación de la conciencia política, no sólo de las entonces organizaciones de mujeres, sino también en las futuras generaciones de mujeres trabajadoras. Así es como Kravinsky, el periodista revolucionario del siglo XIX, describe el juicio:

"Antes de este juicio, los socialistas sólo eran conocidos por la juventud. Ahora un público asombrado mira las caras radicantes de estas jóvenes mujeres que con sus sonrisas dulces como las de un niño, se dirigían hacia un camino sin retorno, sin esperanza, hacia la prisión central, hacia largos años de trabajo forzoso. La gente se decía: ‘Regresamos a la época de los primeros cristianos, empieza a existir una nueva fuerza'". (3)

Muchas de las mujeres que fueron a la huelga o simpatizaban con las detenidas "moscovitas" se unieron al grupo terrorista Narodnaya Volya. Este grupo luchaba con un enorme espíritu de abnegación, aunque con métodos muy cuestionables (más tarde criticados por el propio Lenin), en defensa de la causa de la mujer contra la opresión zarista. Entre sus mejores militantes estaban Vera Figner, miembro del comité ejecutivo y activista socialista desde 1850, junto con su hermana Lydia, que fueron llevadas a juicio en Moscú.

Desde entonces, el movimiento de las mujeres se desarrolló junto a un movimiento obrero más amplio en muchas huelgas espontáneas, especialmente en las industrias textiles, que tuvieron lugar entre 1870 y 1880, donde se empleó a las mujeres a una escala masiva. El resultado de este movimiento fue una ley que prohibía a los niños y a las mujeres trabajar por la noche. Más tarde llegaron las huelgas económicas de 1894-6 de San Petersburgo y la gran huelga del textil de 1896.

La revolución rusa de 1905 y el movimiento feminista burgués

Con la revolución de 1905 cambió radicalmente el cuadro general, muchas mujeres participaron en los acontecimientos como el encabezado por el padre Gapón. Las luchas para la extensión del sufragio, así que las mujeres tendrían el derecho a votar en las elecciones a la Duma, contaron con una participación masiva de las mujeres. Las dificultades iniciales para vincular las luchas contra la opresión específica de género con la lucha de clases más generalizada, a menudo hizo de estas mujeres una presa fácil para el movimiento feminista burgués. Este último jugaba un papel reaccionario porque quería canalizar todas las luchas de las mujeres a través de organizaciones separadas de mujeres, concentrándose sólo en los problemas "universales" de género. La Liga por la Igualdad de las Mujeres y el Partido de las Mujeres Progresistas promovían la armonía entre las empresarias femeninas y las trabajadoras ya que ¡todas eran mujeres! Sin embargo, no tardaron mucho las trabajadores en alejarse de este tipo de organizaciones y comenzar a integrarse más en el movimiento obrero más amplio, y concentrarse en las reivindicaciones sindicales como trabajadores. Desgraciadamente, la guerra contra Japón creó un empobrecimiento general en las zonas rurales, pero también tuvo el efecto de provocar un mayor grado de radicalización entre las campesinas, porque ellas solas tenían que soportar la carga principal de la guerra. Estas mujeres campesinas se convirtieron en dirigentes importantes en las luchas de las mujeres durante los años 1904-1905.

Desafortunadamente, desde un punto de vista político, en 1905-1906, las ideas del movimiento feminista burgués se habían extendido entre los mencheviques, los social revolucionarios e incluso entre algunos activistas bolcheviques. En 1905, en la primera gran conferencia de mujeres celebrada en San Petersburgo, hubo pocas voces en la oposición defendiendo la unidad de la clase obrera frente a la opresión de las mujeres trabajadoras. Para combatir esta influencia burguesa, un grupo de mujeres socialdemócratas (bolcheviques y mencheviques) decidieron dedicar una parte de su actividad de propaganda socialista específicamente a extender las ideas del socialismo entre las mujeres. Estas activistas organizaron una campaña contra el feminismo burgués, oponiendo la interpretación marxista de la cuestión de la mujer. También realizaron un trabajo específico en el partido y los sindicatos destinado a los problemas de las mujeres trabajadoras.

Las diferencias reales en los derechos civiles y políticos entre mujeres y hombres pertenecientes a la misma clase social, se habían ignorado demasiado tiempo dentro del movimiento tradicional de la clase obrera, y era uno de los factores que llevaba a las mujeres a simpatizar con los grupos feministas burgueses que concentraban su atención en la opresión de género. Sin embargo, el trabajo de bolcheviques como A. Kollontai hizo posible que el movimiento de las mujeres asumiera proporciones de masas ya en 1907, sus dirigentes ya organizaban mítines públicos que se oponían públicamente a las feministas burguesas. La propaganda paciente y consecuente de las mujeres socialistas en los centros de trabajo, y en las reuniones organizadas por las feministas, finalmente dio frutos.

El primer círculo de mujeres trabajadores, la Asociación para la Ayuda Mutua de las Mujeres Trabajadoras, se creó en 1907. Podían entrar hombres y mujeres pero los puestos de dirección estaban reservados a las mujeres, la estructura interna del círculo estaba diseñada de tal manera que facilitaba la implicación de las activistas y las permitía participar directamente en las luchas específicas relacionadas con la opresión de la mujer. El objetivo de la asociación era extender las ideas del socialismo entre el proletariado, atraer a las trabajadoras aisladas en los sindicatos y el partido socialdemócrata. No tenían la ambición de convertirse en una entidad política autónoma, separada de las organizaciones tradicionales de la clase obrera, todo lo contrario, proponía que las mujeres deberían entrar en ellas. De esta manera, abrían las puertas a la participación de la mujer en la política. El grupo no centraba su atención sólo en cuestiones relacionadas con la opresión de género, sino que vinculaba estas cuestiones a las condiciones políticas, sociales y económicas que la determinaban. El objetivo no era realizar sólo una agitación feminista limitada, sino también agitación socialista entre las mujeres.

En particular, la asociación tenía fuertes vínculos con el sindicato de trabajadores textiles y estaba representada en diferentes sectores del partido. Participó en la Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas que se celebró en 1907 en Stuttgart. En esa conferencia se discutió qué reivindicaciones plantearían, pero también los métodos que utilizarían para conseguirlas. Clara Zetkin también participó en la conferencia y consiguió que se aprobara una resolución que apelaba a los partidos socialistas de todos los países a "luchar enérgicamente por el sufragio universal (...) tanto en las asambleas legislativas como municipales" (4) Mientras presentaba esta resolución, Zetkin insistió en que el derecho al voto no era un fin en sí mismo, sino simplemente un medio para un fin. Serviría para fortalecer la lucha contra la dominación de clase y la propiedad privada de los medios de producción, la verdadera fuente de la opresión de género, conseguiría que las mujeres trabajadoras estuvieran representadas en las asambleas legislativas y municipales.

La resolución provocó discusiones tanto dentro como fuera de la conferencia, porque algunos activistas (tanto hombres como mujeres) de los distintos partidos socialistas tenían reservas sobre esta cuestión. Uno de ellos fue Wally Zapler, por citar un ejemplo, que pidió que la extensión del derecho al voto se limitara sólo a las elecciones municipales. Victor Adler, el dirigente socialista australiano, quería que la decisión de defender el "sufragio femenino universal" quedara en manos de cada partido.

Después de 1907, las relaciones con las organizaciones feministas burguesas se volvieron particularmente tensas. Sin embargo, cuando éstas decidieron celebrar un congreso de todas las mujeres de Rusia en 1908, las activistas socialdemócratas, con el apoyo importante de Alexandra Kollontai, aprovecharon este acontecimiento para llevar la propaganda socialista a capas más amplias de la sociedad. Organizaron reuniones y discusiones individuales en condiciones de semiclandestinidad para elegir delegados de los grupos del partido y el sindicato. A pesar de sus esfuerzos, las delegadas de la clase obrera que participaron en la conferencia sólo fueron 45, frente a las 700 feministas burgueses. Las participantes socialdemócratas no se desanimaron y aprovecharon cada oportunidad para dejar clara ante todas, su identidad política independiente. Formaron un grupo separado dentro de la conferencia y presentaron resoluciones revolucionarias sobre cada uno de los temas del orden del día, desde la seguridad en el trabajo, a las relaciones de las mujeres con los partidos políticos o el derecho al voto de las mujeres. La mayoría de las delegadas rechazó todas las resoluciones que presentó el ala revolucionaria. Las feministas burguesas rechazaron totalmente la necesidad de luchar contra la propiedad privada de los medios de producción. Cualquier intento de unir a las trabajadores en una única organización "interclasista" con las feministas burguesas demostró ser imposible. La intervención de las mujeres socialistas en esta conferencia sirvió para trazar una línea divisoria clara entre las feministas burguesas y el movimiento socialista revolucionario, sirvió para elevar la conciencia de clase de las trabajadoras.

El sufragio universal

La segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas se celebró en 1910 en Copenhague y se centró en la cuestión del sufragio femenino. En esta cuestión, Clara Zetkin era la más experimentada ya que durante años luchó contra las tendencias burguesas que querían limitar este derecho sólo a aquellas mujeres que tenían propiedad.

La lucha por el "derecho al voto" dividió a las mujeres en líneas de clase. Había varias asociaciones feministas que veían la necesidad de unir a todas las mujeres en la lucha por los derechos de la mujer, además de las divisiones de clase. De una manera hipócrita, consideraban la lucha como un simple medio de obtener el voto para las mujeres propietarias. Clara Zetkin explicó que conceder el voto sólo a las que tenían propiedad fortalecería a los partidos burgueses frente a las reivindicaciones de más derechos y garantías para todos los trabajadores (ya fueran hombres o mujeres). De esta manera, socavarían la lucha por la emancipación de la clase obrera, conceder el derecho al voto a las mujeres burguesas de ninguna manera significaba que la lucha por el derecho al voto a todas las mujeres fuera más sencilla en el futuro. El proletariado y la burguesía eran clases antagónicas, tanto hombres como mujeres de la clase burguesa, consiguen el beneficio de la explotación de las mujeres trabajadoras, así que nunca apoyaran de buena gana su emancipación.

Estas son las palabras que en 1907 pronunció Clara Zetkin en el congreso en el congreso de la Internacional Socialista en Stuttgart:

"El derecho al voto ayuda a las mujeres burgueses a derribar esas barreras en forma de privilegios para el sexo masculino que son un obstáculo para su propio desarrollo y actividad. Para las mujeres trabajadoras, este derecho se convierte en un arma en la batalla que debe realizar para que la humanidad supere la explotación y el dominio de clase. Las permite una mayor participación en la lucha por la conquista del poder político y construir el orden socialista, el único que permite una solución radical a la cuestión de la mujer (...). Las trabajadoras no pueden por tanto contar con el apoyo de las mujeres de la burguesía en la lucha por los derechos civiles. Las contradicciones de clase excluyen la posibilidad de que las trabajadoras se conviertan en aliadas del movimiento feminista burgués. Esto no significa que rechacen a las feministas burguesas si estas últimas, en la lucha por el sufragio universal femenino, están con ellas en la lucha contra el enemigo común en diferentes frentes. Sin embargo, las trabajadoras deben ser plenamente conscientes de que el derecho al voto no se puede ganar a través de la lucha del sexo femenino sin la discriminación de clase contra el sexo masculino, pero sólo a través de la lucha de clases de todos los explotados, sin discriminación de sexo, contra todos los explotadores, siempre sin ninguna discriminación de sexo". (5)

Los conflictos dentro del movimiento sufragista subrayaron las diferencias de clase. Estaban aquellas que consideraban el conflicto de género como el tema principal, pero luego estaban las que subordinaban esta lucha a la emancipación de la clase obrera en su conjunto. Aunque esta situación no resolvía la cuestión por sí misma, sí que era una condición previa necesaria para la emancipación de la mujer.

Las organizaciones de las mujeres trabajadoras en el período que llevó a 1917

El movimiento de mujeres socialistas estaba en la difícil situación de tener que responder a las tendencias burguesas mientras que, al mismo tiempo, debía hacer frente a la falta de confianza por parte de los miembros masculinos de los propios partidos socialdemócratas. Los activistas masculinos que no sufrían directamente la discriminación de género tendían a confundir las reivindicaciones de sus compañeras femeninas con un cierto radicalismo pequeño burugés. En este período, la oposición a nivel internacional de los partidos socialdemócratas demostró ser un obstáculo par la creación de un secretariado especial de agitación entre las trabajadoras, algo que había pedido Kollontai. No se entendía la importancia de tener estructuras adecuadas, con un cierto grado de autonomía organizativa, pero vinculadas estrechamente al partido política y estratégicamente, podían atraer a las mujeres al proceso revolucionario. Existía un temor a que si se hacían concesiones eso llevara a una política separada.

A pesar de estas dificultades, el 19 de marzo de 1911, se proclamó el primer día internacional de la mujer. Gracias al trabajo de la dirigente socialdemócrata alemana, Clara Zetkin, se organizaron en Alemania mítines y manifestaciones en los que participaron decenas de miles de mujeres. Gracias a un trabajo similar por parte de Samoilova y Kollontai, el 8 de marzo de 1913, el Día Internacional de la Mujer, consiguió un éxito similar en Rusia.

Cada vez aparecían más artículos en la prensa del partido sobre la necesidad de hacer un trabajo entre las mujeres y sobre los problemas específicos de la mujer. Después, bajo la presión de Lenin, apreció un periódico especial dedicado a las mujeres trabajadoras: La obrera (Rabotnitsa). (7) Los miembros del primer comité de redacción fueron detenidos por la política zarista, pero aún así, el primer número apareció en 1914. Ese mismo año, el Comité Central bolchevique decidió crear un comité especial para organizar los actos del Día Internacional de la Mujer. Se celebraron reuniones en las fábricas y lugares públicos para discutir temas relacionados con la opresión de las mujeres, eligieron representantes entre los participantes en las discusiones y propuestas, para crear un nuevo comité.

Pero también fue el año en que los partidos de la Segunda Internacional traicionó las aspiraciones de millones de trabajadores al votar a favor de la guerra mundial imperialista, apoyaron a sus respectivas burguesías nacionales en el parlamento. En este contexto, los bolcheviques jugaron un papel importante en la defensa de la posición revolucionaria sobre la cuestión de la mujer y fueron capaces de reconstruir una nueva internacional marxista sobre una base sólida.

Mientras tanto, la guerra imperialista significó que muchos trabajadores fueron enviados al frente, y que las mujeres y los niños ocuparon sus lugares en las fábricas. En Petrogrado, entre 1914 y 1917, los trabajadores constituían un tercio de la fuerza laboral total. Una nueva masa de trabajadores comenzó a participar en la producción capitalista a gran escala, en las fábricas, la conciencia de los trabajadores crecía. Empezaban a ser conscientes del papel que su clase podía jugar en la construcción de una nueva sociedad, según participaban en la organización industrial del trabajo y en las estructuras sindicales iban ganando confianza.

La revolución de 1917

Durante 1917, aumentó el consenso general de oposición a la guerra imperialista, fortaleciendo a los bolcheviques que desde 1914 habían denunciado valientemente la guerra. El 23 de febrero, el gobierno intentó detener las manifestaciones convocadas para conmemorar el Día de la Mujer y provocó enfrentamientos con los trabajadores, especialmente en Putilov, la fábrica de San Petersburgo, que acabó con una movilización de masas de los trabajadores. Las mujeres salieron a las calles y se dirigieron a los soldados, que después se negaron a disparar contra los manifestantes volviendo sus bayonetas contra la monarquía zarista. De este modo, a los pocos días de las manifestaciones colapsó el corrompido régimen zarista y comenzó la revolución.

En un número cada vez mayor, los trabajadores jóvenes, tanto hombres como mujeres, se unieron a sus sindicatos y también al Partido Bolchevique. Desde ese momento, no se detendrían hasta que aplastaron la fuente de todo su sufrimiento, no sólo en el centro de trabajo, sino también la guerra imperialista. Los trabajadores de las lavanderías, considerados uno de los sectores más atrasados de los trabajadores, fueron a la huelga y exigieron la nacionalización de las lavanderías bajo el control de los ayuntamientos. No obstante, aunque los bolcheviques naturalmente apoyaron esta reivindicación, los mencheviques y los social revolucionarios [SRs], que eran la mayoría en esa época, consideraban que esta reivindicación era prematura y se opusieron a ella.

El trabajo de propaganda del periódico Rabotnitsa se convirtió en un punto central del trabajo de los bolcheviques. En su comité de redacción había partidarios de la liberación de la mujer como Krupskaya, Innessa Armand, Stahl, Kollontai, Eliazarova, Kudelli, Damailova y Nikolayeva, además de otras trabajadoras de San Petersburgo. Estas mujeres estaban absolutamente dedicadas a la causa revolucionaria, organizaron mítines, y en general centraron el trabajo desarrollando la revolución. Cada fábrica tenía sus propios representantes en el comité de redacción de Rabotnitsa y se reunía semanalmente, donde participaban todas y revisaban los artículos que recibían de las distintas zonas. El periódico también era utilizado como un instrumento para elevar el nivel de comprensión tanto en las estructuras sindicales como políticas, que todavía iban rezagadas con relación a la conciencia de las masas, para un mejor entendimiento del papel de las trabajadoras. En marzo de 1917 los bolcheviques crearon un buró para promover el trabajo revolucionaria entre los trabajadores, pero durante algún tiempo este plan se quedó sólo en el papel, con poca acción. Sin embargo, gracias a la obstinación y perseverancia de las compañeras, consiguieron finalmente implicar al partido en la convocatoria de un congreso de todas las trabajadoras, para discutir la mejor manera de participar y organizar a las mujeres en las luchas revolucionarias que tenían lugar. En este período, Lenin escribió muchos artículos sobre la necesidad de encontrar nuevas estrategias y modelos organizativos específicos para atraer a las trabajadoras al socialismo.

El congreso, organizado a través de los soviets, se celebró entre 1917 y 1918, pero se retrasó inicialmente durante los días de la conquista del poder por el Partido Bolchevique. Muchas mujeres participaron activamente en este proceso y consiguieron cambios importantes en la posición de las mujeres. La victoria sobre el régimen zarista permitió a la recién nacida Rusia soviética implantar varios derechos civiles que el régimen capitalista nunca podría haber concedido en ese período. La implicación de las trabajadoras en la administración y control directo de la producción de mercancías y servicios, a través de los soviets, abría una nueva época de verdadera emancipación de la mujer.

Las "Mujeres de Oriente" saludaron a las trabajadoras y campesinas de la Rusia soviética con discursos en la primera Conferencia Pan-rusa de Mujeres y Militantes Comunistas celebrada en 1921:

"Nosotras, nacidas como esclavas y utilizadas hasta morir como esclavas. Así es como miles, millones de mujeres, pasan su vida, parece que sería su destino eterno, que nunca se romperían sus cadenas. Pero entonces, en octubre de 1917, apreció una estrella roja que nunca antes se había visto y, de este modo, las trabajadoras y campesinas se unieron a la revolución que cambió sus vidas. Las noticias de estos acontecimientos llegaron a nosotros tarde y de una manera confusa y parcial, pero las noticias que nos llegan a Oriente, han derribado los muros, los barrotes de hierro y nuestro parandjà [Velos largos que cubren a la mujer desde la cabeza a los pies].

"Durante mucho tiempo no lo creímos. Los mulás nos amenazaron y aterrorizaron con la condena celestial, mientras que nuestros maridos, padres y hermanos hicieron todo para impedir que tuviéramos contacto con el mundo exterior. Las compañeras trabajadoras que llegaron a nosotros desde la Rusia soviética ganaron nuestra confianza y muchas de nosotras comenzamos a responder a sus llamamientos, a seguir su ejemplo, a enseñar a otras mujeres cómo liberarse de la subyugación, a ya no estar avergonzadas ni temerosas... Creemos en vuestra energía y conocimiento de que en el futuro siempre vendréis en nuestra ayuda, así que nosotras, las mujeres de Oriente, ya no volveremos a la antigua esclavitud, a los barrotes de hierro cerrados, sofocadas bajo los velos de la sumisión y la soledad". (8)

En este momento tan importante para el joven proletariado ruso, que necesitaba demostrar su capacidad de defender el nuevo modelo social de la agresión externa de los otros países capitalistas, la formación política era particularmente importante. Por eso el Congreso de Trabajadoras Industriales de Petrogrado decidió crear una comisión especial, con una participación mayoritaria de mujeres, para formar a las mujeres sobre cómo ejercer sus nuevos derechos. También, el nuevo gobierno bolchevique implantó la legislación más avanzada, garantizando en los centros de trabajo el derecho de las mujeres a participar directamente en la actividad social y política, eliminando todos los obstáculos formales y concretos que en el pasado habían significado la subordinación de su actividad social y política, y su servilismo ante el hombre. En diciembre de 1917 se propuso nueva legislación sobre maternidad y salud, se creó un fondo sanitario público que no deducía nada de los salarios de los trabajadores y que beneficiaba tanto a trabajadores como a trabajadoras, además de a las esposas de los trabajadores.

Después del triunfo de la revolución, Kollontai entró en el nuevo gobierno soviético como comisaria para los servicios sociales. Este puesto le permitió participar en la aprobación de nuevas leyes que reconocían a las mujeres como ciudadanas, con los mismos derechos que los hombres. Seis semanas después de la revolución, se introdujo el matrimonio civil y un año después el nuevo código civil reconocía en el matrimonio el mismo estatus entre el marido y la mujer. La distinción entre hijos legítimos e ilegítimos desapareció, el divorcio era mucho más fácil, se basaba en el concepto del acuerdo mutuo entre los cónyuges y permitía el divorcio inmediato, y el mantenimiento estaría garantizado en casos de desempleo o dificultades económicas.

En enero de 1916, el departamento para la "protección de la maternidad y la juventud" se estableció oficialmente. Garantizaba la ayuda a las trabajadoras embarazadas y a las madres que acababan de dar a luz, garantizando que esta ley se respetaba. Esta ley era particularmente firme antes y después del nacimiento. Se estableció que no deberían hacer trabajo duro, se prohibió el traslado o el despido de las mujeres embarazadas. También se prohibió el trabajo nocturno para las embarazadas y las madres que acababan de dar a luz, se crearon clínicas maternales especiales.

Las comisiones creadas durante el congreso de 1917 se clausuraron después de manifestarse a favor de una implantación rápida de todas estas reformas. Las comisiones estaban formadas por delegados de los Soviets de Trabajadores, Soldados y Campesinos, los sindicatos junto con especialistas sociales y en cuidado infantil. La atención que se dio a los problemas de las mujeres, especialmente por parte de los miembros del Partido Bolchevique, demuestra la importancia que daban a esta cuestión, que ya no estaba relegada a unas cuantas compañeras aisladas. La principal tarea de la comisión era promover la aceptación de las reformas por la gran parte de la población, tuvo que superar los viejos prejuicios que quedaban del período pasado de opresión capitalista.

En 1918 vimos el inicio de los ataques al nuevo estado soviético de las principales potencias imperialistas y el estallido de la guerra civil. Esto puso en primera línea las tareas concretas de preparar a las trabajadoras, junto a los hombres, para resistir la invasión imperialista. Los organizadores del congreso de San Petersburgo decidieron convocar una conferencia de todas las trabajadores y campesinas, ya sean militantes de un partido político o no, de la nueva república soviética. Sverdlov, en nombre del Comité Central de los bolcheviques, apoyó esta iniciativa y participó activamente en la organización de las reuniones para elegir a las delegadas que asistirían a esta conferencia. Hubo una enérgica respuesta de las campesinas y las trabajadores en las fábricas, y de todo el Partido Bolchevique. Finalmente, más de mil delegados consiguieron asistir a la conferencia, toda una conquista si se tiene en cuenta las condiciones de viaje difíciles que muchos delegados tuvieron que superar para llegar a San Petersburgo desde las diferentes regiones de la Unión Soviética.

La conferencia sirvió como un instrumento útil para el establecimiento de una mayor coordinación y unidad de acción entre las zonas desarrolladas y principalmente urbanas de la revolución, y de las zonas más distantes y lejanas. Muchas mujeres se sentían atraídas por el socialismo y se unieron al Partido Bolchevique, se crearon las milicias femeninas de las "Hermanas Rojas", para oponerse activamente a los ejércitos blancos. Aunque las comisiones especiales hicieron un tremendo esfuerzo que finalmente consideró que sus estructuras organizativas eran inadecuadas para las tareas a las que se enfrentaban y en el otoño de 1919 se reorganizaron y se convirtieron en el sector formal del comité central y se les dio el nombre de Genotdel, que publicó un periódico mensual, el Komminitska. Se desarrolló una red de grupos en estrecho contacto con los comités locales del partido. (9) El Genotdel estaba dirigido por los bolcheviques pero no era una estructura de partido que estuviera dirigida por las mujeres, tanto militantes o no, con el objetivo de atraer a las mujeres no politizadas a las ideas del socialismo y el partido.

Alejandra Kolontai y Lenin tenían muy claros los objetivos de este organismo. Su papel era atraer a las mujeres al partido e implicarlas directamente en el trabajo de los soviets y el Estado. Su objetivo también era promover la conciencia dentro de los soviets y llevar adelante un verdadero trabajo de las reivindicaciones específicas de las trabajadoras. Para conseguir estos objetivos, eran necesarias organizaciones especiales y medidas de propaganda, porque era más difícil implicar a las mujeres y politizarlas debido a su aislamiento dentro de la familia. Además, algunas veces la presión violenta de los maridos y la oposición de los padres, ambos porque no toleraban su emancipación efectiva. Por tanto, el Genotdel nunca fue visto como una organización separada, inició la participación de las mujeres en la política, empujándolas al trabajo dentro de los sindicatos, el partido y los soviets.

El Partido Bolchevique organiza a las mujeres después de la revolución

Los bolcheviques organizaron conferencias y congresos por toda Rusia a través del Genotdel, estos acontecimientos atraían a las mujeres campesinas y las ayudaba a participar en las luchas de las mujeres trabajadoras en general. En 1920, en el segundo congreso de la Tercera Internacional, se aprobaron las directrices para crear organizaciones, nacional e internacionalmente, de mujeres bolcheviques.

"Las militantes del Partido Comunista de cualquier país no deberían estar organizadas en asociaciones separadas, deberían miembros de pleno derecho, con las mismas obligaciones y derechos, de los órganos regionales del partido y deberían participar en todos los órganos y niveles del partido. Sin embargo, el Partido Comunista debe tomar medidas específicas y crear órganos especiales cuya tarea será llevar a cabo la agitación entre las mujeres, la organización y la formación de las mismas". (10)

Se crearon una serie de comités para la "agitación entre las mujeres" en cada organizaciones regional y local, su tarea era promover actividades y la militancia de las mujeres en el Partido Bolchevique, sindicatos y otras organizaciones proletarias de lucha. Estos comités tendrían que papel de proporcionar formación política y teórica a los militantes del partido. También fueron importantes en la movilización y organización de las conferencias, cada comité tenía el mandato de trabajar en estrecho contacto con la dirección del partido, todas las resoluciones y decisiones debían estar aprobadas por la dirección nacional del partido. Para avanzar en esta cooperación con la dirección nacional se creó un secretariado para la mujer que mantenía contactos regulares con los comités a todos los niveles. En cuanto a la organización internacional citaremos lo siguiente:

"Dentro de la ejecutiva de la Internacional se formó un secretario para la mujer, estaba compuesto por entre tres y cinco compañeras, nombradas por el congreso de la mujer de la Internacional Comunista y ratificado por el Congreso de la Internacional Comunista o, lo representaba, por la Ejecutiva. El secretariado de la mujer trabaja de acuerdo con la ejecutiva de la Internacional, a la que está vinculada por resoluciones y medidas adoptadas por este organismo. Un representante de este secretariado participa en todas las reuniones y deliberaciones de la Ejecutiva, con voto consultivo en las cuestiones generales, con voto decisorio en las cuestiones que conciernen particular al movimiento de las mujeres.

"Sus tareas son las siguientes:

"1. Lazos activos con los comités nacionales de la mujer de los partidos comunistas individuales y mantener relaciones entre los comités individuales.

 "2. Agitación y material de documentación conjunto de las actividades de los comités nacionales para su consulta". (11)

La necesidad de socializar el trabajo en el hogar y organizar servicios como comedores y lavanderías para el beneficio de toda la población trabajadora era crucial. Un nuevo avance llegó en 1920 con la legalización del aborto, con un apoyo social limitado las mujeres trabajadores tenían difícil continuar sustentando a la familia debido a la pobreza entonces endémica del país. Rusia se había convertido en el primer país del mundo en introducir el derecho legal al aborto, esta medida por sí sola permitió terminar con el sufrimiento horrible e incluso la muerte en abortos clandestinos, tanto de la madre como del niño.

 

Los problemas sin resolver en la Rusia postrevolucionaria

 

Los primeros años de la revolución fueron muy difíciles y los bolcheviques tenían que luchar en muchos frentes, en condiciones duras, para consolidar la revolución. La Primera Guerra Mundial provocó enormes dificultades para conseguir suministros. Después comenzó la guerra civil, junto con la agresión de los imperialistas contra el recién creado Estado soviético, todo en medio del atraso general de la Rusia zarista. El triunfo de la revolución en uno o más países europeos desarrollados habrían permitido reducir el sufrimiento que soportaba el pueblo ruso, desgraciadamente, en este artículo no tenemos espacio para analizar por qué la revolución no triunfó fuera de las fronteras rusas, sin embargo, la oleada revolucionaria de internacionalismo fue derrotada y durante el invierno de 1921, Rusia estaba devastada por la escasez de comida y la población estaba hambrienta.

Los bolcheviques, bajo la dirección de Lenin, evaluaron la situación e hicieron cuentas, se inició una política de concesiones y se introdujeron algunas leyes económicas capitalistas, se permitieron ciertos elementos de propiedad privada, particularmente en el campo, para mejorar la circulación de mercancías. Esta política se conoce como Nueva Política Económica (NEP) y,  desafortunadamente, también provocó una desaceleración del movimiento hacia la emancipación de la mujer. La socialización del trabajo en el hogar se retrasó y muchas mujeres comenzaron a perder sus empleos. Las guarderías y comedores públicos, debido a sus bajos beneficios, no era una inversión atractiva para la naciente burguesía que estaba surgiendo con la CEP. El período de "comunismo de guerra" ya había dejado los servicios públicos en una situación precaria, pero la NEP los condenó totalmente. Después siguió el colapso de las organización de arrendatarios, que se crearon para organizar la socialización de la vida familiar y, por tanto, promover el "espíritu comunista" durante la falta temporal de vivienda adecuada. Reaparecieron los viejos prejuicios que encontraron un terreno fértil en la miseria e infraestructura limitada que entonces existía y, aparentemente, no existía ningún medio de solucionarlo.

Así es como Trotsky describe la situación:

"La revolución trató heroicamente de destruir el antiguo "hogar familiar" corrompido, institución arcaica, rutinaria, asfixiante, que condena a la mujer de la clase trabajadora a los trabajos forzados desde la infancia hasta su muerte. La familia, considerada como una pequeña empresa cerrada, debía ser sustituida, según la intención de los revolucionarios, por un sistema acabado de servicios sociales: maternidades, casas cuna, jardines de infancia, restaurantes, lavanderías, dispensarios, hospitales, sanatorios, organizaciones deportivas, cines, teatros, etc. La absorción completa de las funciones económicas de la familia por la sociedad socialista, al unir a toda una generación por la solidaridad y la asistencia mutua, debía proporcionar a la mujer, y en consecuencia, a la pareja, una verdadera emancipación del yugo secular.  

"[...] No fue posible tomar por asalto la antigua familia, y no por falta de buena voluntad; tampoco porque la familia estuviera firmemente asentada en los corazones. Por el contrario, después de un corto periodo de desconfianza hacia el Estado y sus casas cuna, sus jardines de infancia y sus diversos establecimientos, las obreras, y después de ellas, las campesinas más avanzadas, apreciaron las inmensas ventajas de la educación colectiva y de la socialización de la economía familiar. Por desgracia, la sociedad fue demasiado pobre y demasiado poco civilizada. Los recursos reales del Estado no correspondían a los planes y a las intenciones del partido comunista. La familia no puede ser abolida: hay que reemplazarla. La emancipación verdadera de la mujer es imposible en el terreno de la "miseria socializada". La experiencia reveló bien pronto esta dura verdad, formulada hacía cerca de 80 años por Marx". (12)

Muchos rusos huían de las comunas a pesar de los intentos que hicieron los bolcheviques por revitalizarlas (sobre todo Trotsky). Con la revolución limitada a sus propias fronteras y el capitalismo internacional imponiendo el aislamiento, y también la pobreza, la marea revolucionaria se detuvo y se tuvo que mantener en espera la gestión revolucionaria de la economía. El desempleo aumentó y el 58 por ciento de los parados eran mujeres, hubo momentos en que esta cifra alcanzó el 80-90 por ciento.

Aunque la burguesía decía que no era posible acabar con la prostitución, los bolcheviques sí se comprometieron a hacerlo, el problema era que en estas condiciones en lugar de disminuir se extendió. La venta del cuerpo de la mujer, un resto del pasado capitalista, se convirtió en una función económica para algunas mujeres y las relaciones personales se regulaban por el beneficio. El capitalista que compraba la fuerza de trabajo de una trabajadora, ahora consideraba que podía hacer lo mismo con su cuerpo. Bajo el capitalismo, el nexo entre el dinero y la propiedad no permite el pleno florecimiento de una relación de igualdad entre el hombre y la mujer, en muchos matrimonios, a menudo, la esposa suministra servicios sexuales y trabajo en la casa a cambio de seguridad en el hogar. Una herencia cultural y tradiciones que siempre vimos la mujer dependiente del hombre, en ciertas circunstancias de dificultad económica, una mujer puede encontrarse en que su única salida está en la prostitución. Existe un vínculo estrecho entre crisis económica y crecimiento de la prostitución, igual que aumenta el desempleo, históricamente también lo hace el número de mujeres en las calles.

Aunque aparentemente condena las mujeres que son víctimas de la prostitución, el propio sistema capitalista promueve el sexo como una entidad económica. Tanto Lenin como Rosa Luxemburgo, explicaban que la única solución a esta plaga social se encontraba en la reinserción de estas desafortunadas mujeres en el mundo productivo, con su participación en los sindicatos y partidos obreros para luchar contra las causas de su pobreza. La explotación de la mujer que la obliga a vender su cuerpo sólo puede desaparecer con el derrocamiento del sistema económico, social y cultural que es endémico dentro del capitalismo. La única clase capaz de dirigir este proceso tiene primero que liberarse de esa influencia cultural burguesa, que durante este período aún está arraigada en muchos trabajadores. Por tanto, para que las prostitutas puedan conseguir su plena emancipación primero tienen que ser conscientes de su potencial revolucionario como parte de la clase obrera y, de este modo, unirse a los trabajadores abandonando la prostitución. Esto implicaba una rebelión contra su propia degradación y su sumisión total a las leyes de la economía de mercado.

No atajos legales que puedan eliminar este fenómeno, la prostituta no es un criminal que comete un crimen, es una víctima de la sociedad y de las condiciones económicas que ésta impone a las mujeres. En Rusia se estaba creando una nueva sociedad y tenía el potencial de sacar a los trabajadores de la pasividad que engendra la esclavitud capitalista. Se podría (y debería) haber construido una nueva sociedad basada en modelos culturales que eliminen la discriminación entre los trabajadores. Pero en su lugar, debido a las terribles condiciones económicas del país, rodeado por 21 ejércitos y una guerra civil contra el Estado soviético, el triste fenómeno de la prostitución ganó terreno una vez más en un clima fértil de devastación económica.

"El otoño último, Izvestia publicó repentinamente que ‘cerca de mil mujeres que se entregaban en las calles de Moscú al comercio secreto de su carne, acaban de ser detenidas'. Entre ellas: ciento setenta y siete obreras, noventa y dos empleadas, cinco estudiantes, etc. ¿Qué las arrojó a la calle? La insuficiencia de salario, la pobreza, la necesidad de ‘procurarse un suplemento para comprar zapatos, un traje'. En vano hemos tratado de conocer, aunque fuese aproximadamente, las proporciones de este mal social. La púdica burocracia soviética impone el silencio a la estadística. Pero ese silencio obligado basta para comprobar que la ‘clase' de prostitutas soviéticas es numerosa. No puede tratarse aquí de una supervivencia del pasado, puesto que las prostitutas se reclutan entre las mujeres jóvenes. Nadie pensará en reprocharle personalmente al régimen soviético esta plaga tan vieja como la civilización. Pero es imperdonable hablar del triunfo del socialismo mientras subsista la prostitución. Los periódicos afirman, en la medida en que les está permitido tocar este delicado punto, que la prostitución decrece; es posible que esto sea cierto en comparación con los años de hambre y, de desorganización (1931-33). Pero el regreso a las relaciones fundadas sobre el dinero provoca inevitablemente un nuevo aumento de la prostitución y de la infancia abandonada. En donde hay privilegios también hay parias". (13)

La degeneración estalinista

El Estado soviético luchó magníficamente por la liberación de la mujer, veía esta lucha como parte de la necesidad vital de implicar directamente a las masas en la gestión del poder estatal. El nuevo estado obrero podría defender los intereses revolucionarios del proletariado sólo si los trabajadores controlaban la economía. La política bolchevique hacia la mujer formaba parte de una más amplia, destinada a mejorar la alfabetización y la formación cultural de las masas soviéticas, prepararlas para las tareas que la historia las había impuesto. Además, debido a la pobreza, la miseria y el bajo nivel cultural que existía entonces, los bolcheviques tuvieron que basarse en otras clases para la administración de la maquinaria estatal. Lenin y sus colaboradores más estrechos eran conscientes de que se trataba de una batalla para ganar tiempo que implicaba la vida o la muerte de la revolución. La realidad era que el proletariado ruso estaba demasiado subdesarrollado y así era incapaz de controlar solo el Estado. Era vital que la clase obrera elevase su nivel cultural y también que la revolución triunfase a niel internacional, la extensión de la revolución a otros estados europeos. ¡Si estaba batalla se perdía ocurriría lo mismo con la revolución en Rusia!

En esta situación, la muerte de Lenin en 1924 aceleró el proceso de burocratización, ya evidente en la dirección y órganos dirigentes del partido. Toda una capa de funcionarios, encabezados por Stalin, cuyo objetivo principal era proteger sus privilegios, habían abandonado ya la perspectiva de la revolución mundial y ahora estaban en primera línea. El hambre y la guerra civil habían diezmado a los mejores elementos del proletariado y su presencia dentro de los soviets declinaba. Elementos que solían jugar un papel secundario ahora estaban en una posición prominente. Inicialmente, Stalin apoyó la NEP y permitió que a los "nepistas" unas libertades políticas y económicas enormes. En realidad, la NEP fue concebida como una concesión al capitalismo necesaria para salvar la revolución mientas se esperaba el éxito de una revolución en Occidente. Pretendía ser una medida temporal y se reconocía que era una amenaza porque reintroducía en el Estado obrero elementos de economía de mercado. Desde 1922, cuando se introdujo la NEP, el número de guarderías y casas protegidas para las madres comenzó a descender, hasta que rápidamente alcanzó la cifra absurda de 9,3 plazas por cada 1.000 mujeres. En los periódicos aparecían muchos artículos, sobre todo en Kommunitska, que explican el temor de los trabajadores del servicio público sobre el futuro incierto de su empleo.

Con el giro de Stalin hacia la industrialización forzosa después de 1929, el desempleo comenzó a descender. Sin embargo, la Oposición de Izquierdas, dirigida por Trotsky, consideraba el plan de industrialización de Stalin una aventura, concebida sin tener en cuenta el atraso de la economía rusa, que en ese momento aún se basaba principalmente en la agricultura. Sin embargo, la industrialización se aplicó alocada e implacablemente, a un ritmo rápido. El desempleo, que en 1929 era de 1,74 millones, cayó a 1,08 millones en abril de 1930 y simplemente 250.000 en octubre de 1930. (14) Todo esto se consiguió sin los servicios sociales adecuados que habrían­ ayudado a facilitar la carga que tenían las mujeres que trabajaban largas horas y también en el hogar. Stalin subordinaba todo al fortalecimiento de la industrialización soviética, para que el llamado modelo "socialista real" se aplicada en Rusia y así demostrara su superioridad. El grueso de los recursos humanos y materiales se concentraban en la construcción de la industria soviética, pero sin crear la infraestructura educativa y social para los trabajadores que habría garantizado no sólo la cantidad, sino también la calidad productiva.

El plan de industrialización, que afectó principalmente a sectores de la industria pesada, implicó a muy pocas mujeres. En aquella época las mujeres estaban sobre todo empleadas en la industria ligera o en el hogar como amas de casa. El Genotdel, que era la única institución que se podría haber utilizado para aliviar la situación, fue desmantelado por ser considerado "inútil". En realidad, esta institución había sido la responsable de muchas grandes conquistas para las mujeres trabajadoras. Promovió la extensión de los periódicos para las mujeres, hasta el punto que en 1927 había al menos 18, con una distribución superior a los 400.000 ejemplares. En 1929, más de dos millones y medio de mujeres participaban en su trabajo de formación política, además, jugó un papel importante en el incremento del número de delegadas a los soviets y de militantes en el Partido Bolchevique. En Oriente, la tarea del Genotdel había sido particularmente difícil, había hecho un enorme trabajo ayudando a las mujeres a liberarse de la opresión del velo y la reclusión dentro del hogar. Estas tareas no fueron fáciles y hay muchos ejemplos del precio tan elevado que con frecuencia pagaban las jóvenes, las golpeaban simplemente por haber participado en reuniones de los círculos de mujeres. En 1928, en Uzbekistán, se informó de 203 casos de mujeres asesinadas por sus padres, maridos o hermanos por haber participado en la lucha por la liberación de la mujer.

Para garantizar un mayor margen de maniobra en el reclutamiento de las mujeres para la industria pesada, era necesario eliminar el Genotdel. Eso se hizo mientras que al mismo tiempo se declaraba que la emancipación de la mujer ya se había conseguido. El plan industrial tenía ahora capítulos especiales dedicados a las trabajadoras, pero con unos servicios sociales mínimos. Así se reintrodujo la división histórica de género en el trabajo, por ejemplo, al calcular el número de comidas que se proporciona a los trabajadores en los comedores estatales, sólo era posible garantizar 700.000, los otros 3 millones de trabajadores tenían que basarse en sus esposas para la comida, una vez más, en Leningrado, donde 74.000 mujeres comenzaron a trabajar fuera del hogar, sólo se creó una guardería.

El esfuerzo de educar a las mujeres se volvió inútil porque a menudo tenían que dejar las clases para hacer el trabajo de la casa. Las mujeres que entraron en el mercado laboral durante el primer Plan Quinquenal fueron asignadas mayoritariamente a la categoría laboral más baja. En Leningrado, en 1932, las mujeres eran el 58,6 por ciento de la capa menos cualificada de la fuerza laboral, en Moscú era el 70 por ciento. En otras zonas más alejadas el porcentaje era aún mayor.

El número de trabajadores creció a la fuerza pero sin la formación necesaria que garantizaría una mejora cualitativa de la producción. El Partido Bolchevique de Lenin y Trotsky se había comprometido en erradicar la doble explotación de la mujer en la sociedad y en la familia, la burocracia estalinista, con su política, acentuó esa explotación. Los nuevos funcionarios soviéticos, separados de las masas e independientes de ellas, tenían la necesidad de tener un control firma de la sociedad. El modelo de familia burguesa era muy útil para conseguir este objetivo. El modelo burgués dividía a la clase obrera en sus respectivas unidades familiares, obligaba a buscar dentro de la familia lo que el Estado era incapaz de garantizar. La familia era ahora el lugar donde el trabajador se veía obligado a buscar aliviar sus dificultades económicas ajustando el presupuesto familiar, esclavizando tanto a la esposa como a los hijos, aislándoles dentro de la unidad familiar, no permitiéndoles que participaran en la actividad política. De este modo, el modelo burgués de familia se convirtió en un medio para cortar la disidencia contra la burocracia.

"El retroceso reviste formas de una hipocresía desalentadora, y ya mucho más lejos de lo que exige la dura necesidad económica. A las razones objetivas de regreso a las normas burguesas, tales como el pago de pensiones alimenticias al hijo, se agrega el interés social de los medios dirigentes en enraizar el derecho burgués. El motivo más imperioso del culto actual de la familia es, sin duda alguna, la necesidad que tiene la burocracia de una jerarquía estable de las relaciones sociales, y de una juventud disciplinada por cuarenta millones de hogares que sirven de apoyo a la autoridad y el poder". (15)

La burocracia estalinista comenzó a eliminar todas las leyes introducidas al principio por los bolcheviques y que permitían tanto a hombres como a mujeres la plena expresión de su potencial. La homosexualidad y la prostitución se declararon ofensas criminales en 1934, castigadas con un mínimo de ocho años de prisión. En 1936 se ilegalizó el aborto y el divorcio para los trabajadores corrientes se convirtió en algo difícil y costoso.

"Después de haber demostrado su incapacidad para proporcionar los socorros médicos necesarios y las instalaciones higiénicas para las mujeres obligadas a recurrir al aborto, el Estado cambia bruscamente y se lanza a la vía de las prohibiciones. Y, como en otros casos, la burocracia hace de la necesidad virtud. Uno de los miembros de la Corte Suprema soviética, Soltz, especializado en problemas del matrimonio, justifica la próxima prohibición del aborto diciendo que, como la sociedad socialista carece de desocupación, etc., etc., la mujer no puede tener el derecho de rechazar ‘las alegrías de la maternidad'.  

"[...] Evidentemente estos señores han olvidado que el socialismo debería eliminar las causas que empujan a la mujer al aborto, en vez de hacer intervenir indignamente al policía en la vida íntima de la mujer para imponerle ‘las alegrías de la maternidad'.

"[...] La rehabilitación solemne de la familia que se llevó a cabo -coincidencia providencial- al mismo tiempo que la del rublo, ha sido una consecuencia de la insuficiencia material y cultural del Estado. En lugar de decir: aún somos demasiado indigentes y demasiado incultos para establecer relaciones socialistas entre los hombres: nuestros hijos lo harán, los jefes del régimen recogen los trastos rotos de la familia e imponen, bajo la amenaza de los peores rigores, el dogma de la familia, fundamento sagrado del ‘socialismo triunfante'. Se mide con pena la profundidad de este retroceso". (16)

La burocracia comenzó a inundar la prensa de alabanzas al matrimonio, la belleza del cuidado de los hijos y la familia, elevándose a un principio moral comunista, opuesto al "amor libre" degenerado de la sociedad burguesa. En 1945 se dejó de reconocer la "ley de matrimonio común", a pesar de que estaba reconocido como legítimo desde los años veinte. La nueva conciencia sobre la igualdad de los sexos que se desarrolló en ese período fue duramente restringida.

La asombrosa victoria de la URSS sobre la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial, garantizó una mayor estabilidad al Estado soviético. A pesar del cáncer de la burocracia que sufría la sociedad soviética, la economía planificada permitió un desarrollo asombroso impensable en una economía de mercado. Este crecimiento de la economía fue lo que permitió al sistema adquirir un cierto grado de apoyo entre las masas, a pesar de los enormes reveses en el terreno político. Todos los esfuerzos titánicos de los bolcheviques por implicar a las masas directamente en el partido y el trabajo soviético, se evaporaron de la memoria de las masas.

Gracias a la economía planificada introducida por la Revolución de Octubre, a pesar del papel reaccionario de la burocracia estalinista, la mujer comenzó a jugar un papel más importante en la sociedad. En los años sesenta y setenta, el número de mujeres en la universidad sólo era sobrepasado por tres países occidentales: Francia, Finlandia y EEUU. Se aprobaron leyes que moraban la situación de la mujer, se prohibió el trabajo en las minas y nocturno. Entre 1960 y 1971, el número de plazas en preescolar pasó´ de medio millón a 5 millones, estos cambios permitieron a la mujer buscar empleo fuera del hogar. Unas estadísticas de 1971 mostraban que el número de mujeres en el terreno paramédico era del 98 por ciento de la fuerza laboral total. De modo similar, la mujer en la medicina y en la enseñanza estatal suponía el 75 por ciento de la fuerza laboral total, el 90 por ciento de los bibliotecarios eran mujeres. Las mejoras en la sanidad pública gracias al servicio nacional de salud garantizaron que la esperanza de vida de la mujer, que en 1927 era de 30 años, subiera en 1970 a los 74 años. La mortalidad infantil bajó un 90 por ciento. Estos resultados demostraban las ventajas de la economía planificada. Aunque también se hicieron mejoras en los niveles de vida de los países occidentales durante el mismo período, de ninguna manera se pueden comparar con los impresionantes cambios ocurridos en la URSS, sobre todo si consideramos que los países occidentales tenían como punto de partida un nivel económico muy superior.

La eliminación gradual de todos los beneficios derivados del crecimiento económico en el período de la posguerra, permitieron la rendición final a las leyes de la economía de mercado, que llevó inevitablemente al abandono de las conquistas del pasado, con el regreso a la barbarie del capitalismo. Citaremos directamente a Ted Grant:

"El movimiento hacia el capitalismo hizo retroceder rápidamente las conquistas del pasado, retrocedió la posición de la mujer hasta la esclavitud abyecta en el nombre hipócrita de la ‘familia'. La parte más grande de la carga de la crisis se situó sobre los hombros de las mujeres. Las mujeres fueron las primeras en ser despedidas, para evitar tener que pagar subsidios sociales, como los de maternidad o por hijos. Dado que las mujeres formaban más del 51 por ciento de la fuerza laboral rusa y de éste el 90 por ciento de las mujeres trabajaba, el crecimiento del desempleo ha significado que más del 70 por ciento de los trabajadores parados en Rusia son ahora mujeres. En algunas cifras la cifra alcanza el 90 por ciento. 

"El colapso de los servicios sociales y el aumento del desempleo significa que todos los beneficios de la economía planificada par las mujeres sistemáticamente desaparecieron.

"(...) En el régimen anterior, las mujeres recibían el 70 por ciento de los salarios masculinos. La cifra ahora es del 40 por ciento. Mantener a una familia con un salario ya era difícil en la antigua URSS. Ahora, con el aumento de la pobreza es prácticamente imposible. De este modo, las mujeres son las víctimas principales de este régimen reaccionario".  (17)

Nunca antes las palabras de Marx y Engels en La sagrada familia han sido tan verdaderas:

"El cambio de época histórica siempre se puede determinar por el avance de las mujeres hacia la libertad, porque aquí, en la relación de la mujer con el hombre, del débil con el fuerte, la victoria de la naturaleza humanidad sobre la brutalidad es más evidente. El grado de emancipación de la mujer es la medida natural de la emancipación general". (18)

El empeoramiento de las condiciones de las mujeres bajo el capitalismo subraya la necesidad de continuar la lucha por el derrocamiento de este sistema social y económico, no sólo en un país, sino en todo el mundo. El capitalismo empuja a la sociedad hacia el atraso y es directamente responsable de la aparición de elementos de barbarie dentro de la sociedad. La transformación socialista de la sociedad es la única solución.

18 de julio de 2002

 

NOTAS

 

1.       •1.    Ver Socialist Women. European socialist feminism in the nineteenth and early twentieth centuries. Editado por M. J. Boxer & J. H. Quataert, Greenwood Pub, Gropu. 1978.

2.       •2.    Donne in rivolta nella Russia zarista. Cathy Porter. Feltrinelli editore. 1977.

3.       •3.    M. J. Boxer & J. H. Quataert. Op. cit.

4.       •4.    Zetkin femminista senza frontier. G. Badia. Erre emme edizioni. 1994.

5.       •5.    G. Badia. Op. Cit.

6.       •6.    Natasha. A Bolshevik Woman Organiser. A short biography. L. Katesheva.   

7.       •7.    Bolshevism. The Road to Revolution. A. Woods. Wellred Publications. Londres. 1999.

8.       •8.    www.tightrope.it/user/chefare/donne/burga/dorient.htm

9.       •9.    Donne. Resistenza e Rivoluzione. S. Rowbotham. Piccola Biblioteca Eiunaudi. 1972

 

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