Guatemala, Salvador, Panama, Costa Rica, Honduras eta Dominikar Errepublika Kolonbiako finantza sistemaren inbertsio handien jomuga pribilegiatu dira orain. Sartu-irten ikaragarriek agerian utzi dute Europako eta ipar-ameriketako krisia kapitalizatuz eta barne krisien aurrean “blindatuz” onurak dituen herrialdeko bankuen maila apala.
Fue la crisis del año 1998 la que con sus cicatrices dio una ‘lección’ al sistema financiero colombiano, pues con ella aprendió según su léxico retórico, a estar “bien provisionados, a capitalizar los bancos y a tener una mejor regulación” tal cual lo detallaba Santiago Perdomo, presidente de una reconocida entidad colombiana (Colpatria) al destacar parte de las razones por las que el sistema empieza un espectacular acolchonamiento internacional para sortear nuevas crisis, que hoy quieren eludir aterrizando en nuevos mercados.
La crisis de 1998…
Como “Crisis financiera y fin de Upac” titulaba tímidamente la prensa de entonces, una terrible condición económica y social derivada de los masivos procesos de desvalorización hipotecaria, daciones en pago y paralización del sector construcción para la tríada 1998 – 2001, que a miles de hogares colombianos golpeó con la más sombría espada.
Estos años se caracterizaron por una caída en los precios de vivienda, unidos a un incremento exorbitado de las tasas de interés, generando una pobreza desmedida en amplias capas de la población y ahogando los activos de los hogares colombianos con unas cargas financieras sin precedentes desde el año 1982 (Cuando quebraron las entidades financieras del Grupo Grancolombiano y otras empresas bancarias de la época) o en tiempos de la apertura económica de Gaviria.
La misma Asociación Nacional de Instituciones Financieras, ANIF, en una presentación elaborada para el Banco Interamericano de Desarrollo, que data del año 2011 resumiría así las secuelas de la crisis del 98: “El manejo de la crisis hipotecaria ocurrida en Colombia durante 1998-2001 ha dejado tres principales secuelas: i) Permanencia del Impuesto a las Transacciones Financieras -ITF-, ahora la onerosa tasa del 4x1.000; ii) Un elevado ‘contencioso jurídico’ resultante de pleitos hipotecarios y del “activismo judicial” vía tutelas; y iii) Un estancamiento en la profundización financiera de Colombia, en general, y de la cartera hipotecaria, en particular -ahora sólo 3% del PIB frente al 11% pre-crisis-”.
Como bien recuerdan la mayoría de los colombianos, la peor parte de la crisis la llevaron a cuestas los deudores del antipopular sistema Upac, que experimentó la peor debacle luego de veintisiete años de torturar a los alcanzados pagadores con alzas desmesuradas en las tasas de interés, condición ésta que hizo que las obligaciones de los deudores no pudieran ser saldadas de manera masiva, haciendo que muchísimas personas tuvieran que entregar sus propiedades e inmuebles a las entidades acreedoras, generando la declaratoria de la Emergencia económica por parte del Gobierno Nacional.
Así, en noviembre de 1998 el gobierno lanza unas medidas de salvamento al sector bancario, y con paños de agua tibia, socorrió mediocremente a los ciudadanos asfixiados con la banca hipotecaria, tomando medidas entre las que se distinguían: La refinanciación a deudores del Upac por vivienda de interés social. Préstamos con plazos de 10 años para pagar el crédito. “Alivios” a los demás deudores del Upac y que no estuvieran atrasados en tres cuotas mensuales. También se contempló un seguro de desempleo para los que teniendo créditos de vivienda quedaran sin trabajo. Se creó el impuesto bancario dos por mil (que ya va en 4 por mil), con vigencia hasta diciembre de 1999. Como siempre, se socializó la pérdida luego de un período de privatizar millonarias ganancias.
Los noticieros de televisión y los periódicos de la época se llenaron de historias, que no podemos olvidar, pues ilustraban las condiciones más paupérrimas de familias que tenían que irse a vivir a la calle, a los salones comunales de las unidades residenciales, soportar los lanzamientos que las entidades implementaban en connivencia con la policía y las autoridades judiciales, todo, con los oídos sordos de una clase política incapaz de estar a la altura de semejante problema.
Según el periódico El Tiempo, en su publicación del 5 de agosto de 2002, la situación se saldó parcialmente cuando “El Gobierno decretó la emergencia económica y se vio en la obligación de subsidiar a los deudores. Finalmente, el Upac desapareció y fue remplazado por un nuevo sistema de financiación hipotecaria conocido como UVR. En diciembre de 1999 se expidió la Ley 536 (o ley de vivienda) que es la que rige hoy el sector hipotecario”.
Aún hoy, vivimos algunas de las consecuencias de esta crisis, la misma que el Gobierno estimó en su momento, con un costo conservador de 12,5 billones de pesos.
Puntada con dedal
Guatemala, El Salvador, Panamá, Costa Rica, Honduras, República Dominicana empiezan a recibir cada vez más y con mayor frecuencia productos y servicios colombianos en sectores tan diversos como las concesiones viales, construcción, alimentos, energía, comercio, e incluso químicos.
Perú, Chile y Uruguay también absorben inversiones colombianas en Seguros y similares. Pero el sector financiero le está apostando de manera más centralizada -por la rentabilidad que significan- a sectores fuertes, como la infraestructura, la energía y el comercio; los Bancos tragan saliva viendo las posibilidades de financiar grandes obras de infraestructura en los países centroamericanos, por los grandes rendimientos que deja (ver licitación y financiación aeropuerto de Panamá).
Compensarse y blindarse de malos momentos en crisis regionales, es entonces sin lugar a dudas otra de las razones del apetito comprador, situación que les ha abierto una disputa abierta con entidades financieras de Brasil y Chile, pero con un gran punto a favor: los competidores internacionales de la banca colombiana no cuentan con la liquidez para respaldar obras de infraestructura; “Trabajar en ese campo va a ser la gran estrategia anticrisis que podemos implementar” afirma sin ruborizarse Santiago Perdomo de Colpatria para la prensa burguesa.
Y no es para menos, enfrentar la crisis financiera externa, que hace estragos en Europa y otros países del mundo desarrollado requiere de medidas extremas. Lo dicen con garbo sendas publicaciones que siguen pasando inadvertidas en el debate público: “En los momentos difíciles se hacen los grandes banqueros.” [Revista Dinero]; “La clave de toda esta expansión ha estado en saber aprovechar las oportunidades que se han presentado en los últimos años con la crisis financiera y las importantes desvalorizaciones presentadas en algunas compañías. ING tuvo que vender sus operaciones en la región; la división financiera de General Electric, que era propietaria de BAC Credomatic, también se vio obligada a salir de sus inversiones y lo propio ocurrió con el HSBC, que optó por vender sus activos en América Latina.” [Revista Semana].
Sin un asomo de duda, los banqueros colombianos acceden como tigres hambrientos a banquete suculento aprovechando esta coyuntura, en momentos en los que en Europa y EEUU empiezan a implementarse medidas agresivísimas de ajuste fiscal, con sus consabidas reformas financieras y reestructuración (no expropiación) del sistema bancario.
Un ejemplo concreto, fue la compra más reciente del 40% del Banco AgroMercantil (BAM) de Guatemala. Una adquisición hecha por el Grupo Bancolombia, y catalogada por un sector de la prensa como “una muestra más de que la guerra comercial de los bancos colombianos se trasladó a Centroamérica”. Previa a esta compra, se habían registrado otras jugadas como la compra del Banco Agrícola (900 millones de dólares), la mayor institución de El Salvador con un millón de clientes, y el 30 por ciento del mercado (crédito y depósitos) también por parte de Bancolombia, pero a su vez, el Grupo Aval, a través del Banco de Bogotá, había logrado hacerse al BAC Credomatic por la módica suma de 1.900 millones de dólares: una red bancaria con presencia en toda Centroamérica incluido Panamá, y operaciones en México y Estados Unidos, y que cuenta con alrededor de dos millones de clientes.
Y la estocada final la había ofrecido Davivienda con las operaciones del HSBC en Costa Rica, El Salvador y Honduras. Mercado que le ha valido no pocos ingresos.
La misma Superintendencia Financiera ha venido señalando que “desde el año 2007 hasta la fecha los grupos financieros colombianos han multiplicado por cuatro el número de entidades subordinadas en el exterior. De 35 aumentaron a 140. En ese mismo lapso, los activos en el exterior pasaron de 10.490 millones de dólares a alrededor de 27.300 millones, para un crecimiento del 160 por ciento. Esto equivale aproximadamente al 13 por ciento del total de los activos del sistema financiero”.
Este reacomodo del Banco de Bogotá, Bancolombia, y Davivienda, las tres entidades más importantes del país, inicia un violento ciclo para llegar a un mercado que iguala en términos reales y demográficos a la población de Colombia, que ofrece ciertos atractivos por cuenta de su crecimiento positivo del PIB, y con posibilidades de conquista con base en iniciativas de innovación, profundización y modernización financiera.
Lo anterior lo ratifica Carlos Raúl Yepes, presidente de Bancolombia, cuando al socializar la compra del BAM, afirmó que la región, “tiene un enorme potencial para las entidades financieras, pues en su concepto, las economías mantienen un ritmo creciente”.
La Revista Dinero, en su artículo “Tiburones financieros” (Mientras la banca en el mundo colapsa, en Colombia pasa por su mejor momento. Vienen meganegocios en pensiones y crédito hipotecario), no pudo ser más clara: “Con la crisis que viene, los bancos van a tener que capitalizarse en el mundo, lo cual será un proceso que tomará varios años y que cambiará el mapa de la industria global. Esto, sin duda, creará grandes oportunidades y para eso nos estamos preparando’, afirma Efraín Forero, presidente de Davivienda. Su idea la corrobora el presidente del Banco de Bogotá, Alejandro Figueroa, quien dice que gracias a la pasada crisis de 2008, cuando colapsó Lehman Brothers, entidades como General Electric (GE) e ING se vieron forzadas a reducir su operación y a vender. Así, su entidad pudo adquirir el BAC Credomatic y la familia Pacheco recomprar la parte de Colpatria que le había vendido a GE, para luego venderla de nuevo, mucho más cara, al Scotiabank”
Compañías colombianas en Centroamérica
Desde el año 2000 vienen aumentando las exportaciones de Colombia hacia Centro América, un elemento que se certificó en las cifras del 2012, el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo de Colombia. Esta investigación revelaba los rubros de las exportaciones que se hacían a El Salvador, Guatemala, Honduras, Costa Rica y Nicaragua desde ese período. El estudio señalaba que los índices habían aumentado “en más del 50% frente a años anteriores”.
Lo mismo certifica el Banco de la República de Colombia: el crecimiento promedio anual de los flujos de inversión directa de Colombia a los países centroamericanos ha sido del 29% desde el año 2000.
Pero en los mismos informes financieros que periódicamente destacan las entidades crediticias, (destacamos uno reciente que publicó el Grupo Bancolombia desde su área de Investigaciones económicas) puede leerse la magnitud de este ‘desembarco’: “Basta con asistir a un centro comercial en Ciudad de Panamá, para ver con familiaridad la presencia de restaurantes como Crepes & Waffles y Juan Valdez, o almacenes como Totto, Mario Hernández, o Armi. Sin embargo, los sectores van mucho más allá del comercio…” –Bancolombia por ejm. cuenta en Panamá con una robustísima filial-.
Continúa uno de estos apartes:
“La banca es quizás uno de los sectores más agitados a raíz de los movimientos que han hecho las tres entidades más grandes del país [Bancolombia, Davivienda y banco de Bogotá]… Otro sector representativo es el energético, en donde sobresalen EPM, ISA y EEB. La regulación colombiana tiene disposiciones muy estrictas respecto a la participación que puede tener cada jugador en el mercado y es por esto que empresas como EPM ven en su expansión a Centro América la oportunidad de seguir creciendo. La apuesta que ha hecho esta compañía ha sido bastante clara. En distribución atiende más de 1,623,000 clientes en Guatemala, Panamá y El Salvador; y tiene proyectos de generación en Panamá y Guatemala. Por su parte ISA adelanta el ambicioso proyecto de interconexión con la región, que a la vez abrirá la posibilidad de exportar energía a ese mercado. Por último EEB adelanta el proyecto de interconexión más grande de Guatemala.
A nivel de Grupos Empresariales también existen casos de referencia como lo es el del Grupo Empresarial Antioqueño (GEA). Además de la expansión de Bancolombia, las otras empresas del Grupo recientemente también han hecho importantes movidas hacia la región. Suramericana adquirió la empresa de seguros Proseguros en República Dominicana, con lo que complementa las operaciones que tenía en Panamá y El Salvador.
Nutresa adquirió la empresa de helados Bon en República Dominicana, lo que suma a sus operaciones vigentes de galletas y chocolates en Costa Rica, chocolates en México y cárnicos en Panamá. Por último, Cementos Argos dentro de su visión estratégica de posicionarse en el Caribe y Sudeste de Estados Unidos, adquirió las operaciones de Holcim en Panamá, República Dominicana y Haití”.
Las jugadas que se están haciendo, en este ajedrez centroamericano no son de bajo calado, ni a la gallina ciega… llama la atención, que las entidades comerciales y financieras se estén fijando en aspectos como “la afinidad cultural, la cercanía geográfica, el tamaño del mercado, los acuerdos de libre comercio, el entorno político […], las condiciones de vida, el idioma, la religión… que generan una idiosincrasia en común” (Investigaciones económicas G.B.), todo como parte de una movida mucho más grande que apunta a un acumulado de conocimientos o un adiestramiento previo, para ejecutar un proyecto de internacionalización mucho más amplio y ambicioso. Los Grupos financieros colombianos no van por sobrados, eso está más que claro.
El riesgo es mínimo, pues muchos de los gobiernos realizan la monumental bajada de calzones, tratando de dinamizar sus economías, con acuerdos comerciales que “son complementados con zonas francas y beneficios tributarios sobre inversiones de capital y exención de impuesto de renta se realizan, por periodos entre 5 y 15 años, dependiendo de la zona donde se realice la inversión” (Investigaciones económicas G.B.).
Con este panorama pues, se alza la voz de alerta para los pueblos hermanos, y para los oprimidos del mundo en general, para descreer de las buenas intenciones de las instituciones financieras, expoliadoras históricas de nuestros pueblos y trabajadores, máquinas oportunistas y especuladoras, que en el caso colombiano, viajan a Centroamérica, no para prestar los mejores servicios de una banca nueva, “humanizada” y etc, sino a morder una gran torta, que representa “la tercera población más grande de América Latina después de Brasil y México, con 53 millones de habitantes” (IEGB).
Los cálculos son más amplios, porque en términos de PIB el Fondo Monetario Internacional ha rankeado a los países centroamericanos como la séptima economía regional y la sexta en comercio internacional, tema que unido a las ventajas arancelarias en el “Mercado Común Centroamericano”, dentro del cual el 96% de los productos se encuentran libres de aranceles con tres excepciones, hacen irresistible construir una plataforma de operaciones en uno de estas naciones para desangrar a toda luces la ya desangrada región y perfilarse con una mayor fuerza hacia EEUU, Taiwan y China.