Gobernu eta parlamentu kolonbiarraren artean egon den eztabaidak ezinegona eta haserrea sortu du herritarren artean. Parlamentuak aurrera eraman nahi zuen erreformak narkotrafikoarekin eta paramilitarismoarekin erlazionatutako karguak bere horretan mantentzen zituen. Bitartean, ikasle borrokek eta ezkerreranzko joerak aurrera jarraitzen dute Kolonbian

La polémica alrededor de la reforma de la justicia aprobada inicialmente por el parlamento colombiano y retirada posteriormente por el Gobierno ante el malestar que ocasionó en la opinión pública es un reflejo más de las contradicciones que se acumulan en el seno de la  clase dominante del país hermano. La reforma significaba en la práctica consolidar y sancionar la impunidad de decenas de cargos públicos vinculados a investigaciones en curso por vínculos con el narcotráfico y el paramilitarismo. Promovida por el propio  gobierno de Juan Manuel Santos tuvo que ser retirada por éste ante el escándalo que significaba su contenido. La retirada de la reforma ha vuelto a poner sobre la mesa las contradicciones entre Santos y Uribe. Por otro lado , como ya demostrara claramente la lucha estudiantil, también ha vuelto a evidenciar la debilidad del gobierno y la necesidad de una política unitaria y a la ofensiva por parte la izquierda colombiana

El Ministro de Justicia, Juan Carlos Esguerra, tuvo un destacado papel en la elaboración de la reforma El Parlamento, donde el gobierno de Juan Manuel Santos cuenta con una mayoría absoluta muy amplia basándose en los partidos que forman parte del Acuerdo de Unidad Nacional (el Partido de la Unidad Nacional, fundado por el propio Santos y Uribe tras salirse del partido Liberal, Cambio Radical, otra escisión liberal, el partido Conservador y el propio Partido Liberal) sanciónó la misma haciendo caso omiso de las críticas que  suscitaba en la izquierda, los sindicatos, las asociaciones de derechos humanos y otros movimientos sociales. Sin embargo, una vez se divulgó públicamente la letra pequeña de la reforma -y ante el escándalo que ésta suscitaba en la propia Colombia e internacionalmente- Santos, como un buen tahúr, se sacó de la manga la anulación de la reforma y no tuvo ningún problema en pasar por encima del poder legislativo para retirarla con el fin de minimizar los daños y reforzar su imagen personal. El chivo expiatorio fue el ministro Esguerra, obligado inmediatamente a dimitir.

Pero el escándalo de la reforma de justicia sigue trayendo cola. Desde distintos sectores de la sociedad se sigue exigiendo la dimisión de los parlamentarios que votaron a favor de la misma. Los enemigos de Santos dentro de las filas de la burguesía, y en especial dentro del propio Partido de la U, nucleados en torno a Uribe, están intentando aprovechar el traspiés gubernamental para desgastar la imagen del Presidente y enviar al conjunto de la clase dominante el mensaje de que ,aunque por el momento están reagrupando sus fuerzas, no renuncian a recuperar la iniciativa y la hegemonía en el seno de la clase dominante.


Santos versus Uribe

El reciente anuncio por parte de Uribe de que impulsará un frente de "Puro Centro Democrático" en oposición al Acuerdo de Unidad Nacional que desde su llegada al gobierno patrocina Santos (al que por lo visto el ex presidente considera un izquierdista) y la escenificación de esta ruptura convocando un acto público con 600 cargos públicos, políticos, empresarios, ganderos, etc en el que Uribe presentó su propuesta es una nueva confirmación de que las diferencias en el seno de la burguesía colombiana no son un asunto baladí.

Un estrecho colaborador de Uribe llegó a utilizar el escándalo suscitado a raíz de la aprobación de la reforma de la justicia y las exigencias de dimisión y revocación de los diputados que votaron a favor de la misma por parte de miles de ciudadanos para demandar públicamente la convocatoria de una Asamblea Constituyente. El objetivo de esta propuesta demagógica es doble: crear fisuras en el sector por ahora mayoritario de la clase dominante que apoya a Santos y empezar a movilizar a la base social del uribismo de cara a las elecciones presidenciales del 2014. Por primera vez, el Presidente Santos ha salido públicamente a la palestra respondiendo y criticando a su predecesor.

Como hemos explicado en otros materiales, la pugna entre los sectores de la oligarquía que se agrupanactualmente entorno a Uribe y Santos, obedece a distintos motivos. Los sectores decisivos de la burguesía industrial y financiera, que en estos momentos cierran filas en torno a Santos, buscaban disciplinar tanto a un sector de la burguesía ganadera y terrateniente más directamente vinculado al paramilitarismo (aunque como hemos explicado en otros artículos ambos sectores se han beneficiado de este fenómeno y lo utilizan para atacar al movimiento obrero y popular) como a la camarilla de cuadros de la burocracia del estado y dirigentes políticos consolidada en el poder local, regional y estadal bajo el uribismo. Esta camarilla alcanzó una creciente independencia y se mostraba cada vez más arrogante, disputando además a sectores de la burguesía tradicional el control de algunos espacios políticos y económicos que ésta manejaba a su antojo desde hacía décadas. Los sectores que apoyan a Santos decidieron dar un golpe en la mesa y demostrar quién manda en la casa.

Además, cada uno de estos dos sectores de la burguesía colombiana tiene vínculos con los que también existen en el seno del imperialismo estadounidense. Santos está más vinculado a Obama y su estrategia para mantener el poder del imperialismo apelando a un uso más selectivo de la represión y un discurso seudoreformista. Uribe ,no es un secreto para nadie, está estrechamente vinculado al sector del imperialismo estadounidense que se agrupó bajo el mandato de George W. Bush: los neocon y el Tea Party. Como también hemos explicado, eso también explica el cambio táctico respecto a Venezuela por parte de Santos. Los sectores más lúcidos de la burguesía colombiana, en un contexto de mayores dificultades para penetrar el mercado estadounidense (su principal socio comercial) a causa de las políticas proteccionistas de Obama y la sobrevaluación del peso respecto al dólar, ha buscado recuperar su segundo mercado (Venezuela) y diversificar sus vínculos en la arena internacional, intentando mejorar sus negocios y relaciones diplomáticas con Brasil y demás socios latinoamericanos, así como con la UE y la propia China. Todo ello ,por supuesto, sin renunciar a la relación privilegiada que desde hace décadas mantienen con EE.UU, como demuestra la reciente firma del TLC entre los gobiernos de Santos y Obama.

!Ningún pacto o ilusión en ningún sector de la burguesía!

Debemos insistir en que Santos y el sector de la burguesía que representa son enemigos jurados de la revolución venezolana y de cualquier causa progresista. Sus diferencias con el sector de Uribe obedecen a los motivos tácticos ya comentados: lucha por la hegemonía dentro de la clase dominante, cómo reubicar al capitalismo colombiano en la división mundial del trabajo,  y como  hacer frente al creciente malestar social que, como expresó la lucha estudiantil y ahora vuelve a poner sobre la mesa el rechazo a la reforma de la justicia, existen en la sociedad colombiana. En última instancia se trata de definir qué sector de la clase dominante controla el poder económico y político e impone su estrategia para preservar el dominio del conjunto de la burguesía.

Para la izquierda es urgente analizar el significado del cínico retroceso del gobierno respecto a la reforma de la justicia y la victoria parcial obtenida por la lucha estudiantil, la cual despertó una simpatía generalizada en la sociedad y obligó a Santos a retirar temporalmente su reforma educativa y abrir una discusión sobre la misma. Esta victoria pudo haber sido mayor de haber continuado la lucha y haber obtenido el movimiento estudiantil el apoyo decidido  de las direcciones del movimiento sindical con la convocatoria de una huelga general. Con todo ha significado un revulsivo y un ejemplo para el conjunto de las masas populares.

Es fundamental entender que las divisiones en el seno de la clase dominante reflejan una debilidad política en el seno de ésta y una oportunidad para que el movimiento obrero y la izquierda puedan pasar a la ofensiva. Pero para ello es una precondición no alimentar ilusiones en ningún sector de la burguesía, comprender que ambos son enemigos irreconciliables de nuestros intereses y definir un programa unitario de lucha que parta de las reivindicaciones y necesidades inmediatas de los trabajadores, campesinos y la juventud: empleo y salarios dignos, no al cierre de empresas, no al TLC, reforma agraria verdadera que acabe con el latifundio y dé la tierra a los campesinos, eliminación de las empresas de salud privadas y creación de un sistema público de salud controlado por los propios trabajadores y usuarios, encarcelamiento y juicio a todos los responsables directos e intelectuales del paramilitarismo,...

Todas estas reivindicaciones deben ir unidas a la explicación de que sólo si los recursos que produce el pueblo colombiano son gestionados y planificados democráticamente por los propios trabajadores, campesinos y la juventud, nacionalizando la banca y las grandes empresas  será  posible resolver los problemas del país (desde la emigración masiva de colombianos en busca de trabajo y oportunidades en otros países hasta la consecución de una verdadera paz y el fin del conflicto armado)

Por un frente unitario de la izquierda colombiana con un programa socialista que dé respuesta a las necesidades del pueblo

Durante los últimos meses en el seno de la izquierda colombiana ha habido reagrupamientos importantes. Estos expresan por un lado la búsqueda de un camino para hacer frente al dominio político de la derecha pero también la crisis política de la fuerza que durante la última década ha representado la principal expresión política de la izquierda colombiana: el Polo Democrático Alternativo (PDA).

Aparte de la escisión socialdemócrata de Gustavo Petro, Alcalde de Bogotá, creando el movimiento Progresistas han surgido iniciativas por la izquierda como Marcha Patriótica, en el que junto a la ex senadora Piedad Córdoba participan sectores del movimiento obrero y popular vinculados al Partido Comunista (el cual a su vez sigue formando parte como organización del PDA) y muchos colectivos obreros y sociales. Este fenómeno político en el que muchos han querido ver paralelismos con el surgimiento de la Unión Patriótica en los años 80 ha arrancado con fuerza con una marcha de alrededor de 100.000 personas en Bogotá.

Paralelamente, y con el mismo objetivo de agrupar a distintos sectores y movimientos en lucha, hemos visto desarrollarse el Congreso de los Pueblos, a cuya primera conferencia asistieron más de 20.000 activistas juveniles, obreros y populares Tanto estas iniciativas como el importante apoyo electoral que sigue manteniendo el PDA o la victoria de Petro en las elecciones a la Alcaldía de Bogotá , el segundo cargo de representación popular más importante del país, reflejan el ambiente de búsqueda de alternativas  y movilización que existe entre los activistas y la evidencia de que el camino en Colombia pasa por la lucha y la movilización de masas.

Una tarea central para los activistas de la izquierda es que este desarrollo de distintas expresiones y ensayos de programas no signifique volver a la fragmentación y división que en otros momentos facilitaron sus planes a la burguesía. Al mismo tiempo que se desarrolla el debate acerca de qué programa y métodos necesitamos para hacer frente a la crisis del capitalismo y responder a las necesidades y aspiraciones del pueblo hay que defender un frente unitario de todas las organizaciones de izquierda para luchar por un programa común que responda a las necesidades de la clase obrera y el pueblo. En nuestra opinión ese programa debe pasar por los puntos anteriormente planteados y defender de manera clara una alternativa socialista para Colombia.
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