Guztiak berdinak dira, tankera berekoak. Beren harropuzkeria azpimarratzen has gintezke, oso harroputzak baitira. Ez da kasualitatea Madrilgo Erkidegoko Osasun Sailburuak Teresa Romero osasun-langileaz gezurti eta inteligentzia gutxikoa dela esatea; nahiz eta azken honek boluntarioki hilkortasun maila %50-%90 bitartean duen ebolaz gaixotutako pertsona bat sendatzen laguntzeko eskaini zuen bere burua, eta gaur hiltzeko zorian dagoen. Horrela portatu dira elementu hauek guztiak beti, bizitzeko lan egin behar duenarenganako mespretxuarekin.
Todos son iguales, como cortados por un mismo patrón. Se podría empezar por destacar su arrogancia, porque son muy arrogantes. Que el actual consejero de sanidad de la Comunidad de Madrid llame mentirosa y poco inteligente a la sanitaria Teresa Romero, que se presentó voluntaria para tratar a un paciente contagiado por un virus cuyo índice de mortalidad oscila entre el 50 y el 90% y que hoy, trágicamente, se debate entre la vida y la muerte, no es casual. Así se han conducido siempre estos elementos, con un desprecio infinito hacia la gente que tiene que trabajar para vivir.
La arrogancia
O el ex ministro Arias Cañete, actual comisario europeo, que intentó ocultar su evidente incapacidad señalando que el “debate con una mujer es difícil” porque si “demuestras superioridad intelectual, es machista”. O la ex presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, que afirmó sin despeinarse haber destapado la trama Gürtel y que se lamenta de que con su sueldo “no llega a fin de mes”. O la presidenta del Círculo de Empresarios, Mónica Oriol, nieta ilustrísima de oligarcas franquistas que amasaron su fortuna dando cobertura a un régimen criminal y, que a pesar de ser ella misma mujer, afirma sin pestañear que “prefiere” contratar a mayores de 45 años o con edades inferiores a los 25 años, es decir, mujeres en edad “no fértil” que no se puedan quedar embarazadas, pues sino hay que pagarla bajas maternales y respetar sus derechos. Es la misma Mónica Oriol que afirmó que para contratar a jóvenes sin cualificación se tendría que pagar un “salario inferior al marcado”, porque los tiempos de la esclavitud siguen vigentes para esta raza de desalmados.
Como se ve no importa el sexo. Es una cuestión de clase. Si eres un trabajador, un joven o un desempleado eres culpable. Y esta realidad encuentra su expresión más dramática en casos como el de la auxiliar contagiada de ébola, el conductor del accidente del metro de Valencia o el de su compañero maquinista del Alvia Madrid-Ferrol. Sí, es una cuestión de clase, en eso las cosas no han cambiado nada.
La ineptitud
Esta gigantesca insolencia compite con una pasmosa ineptitud. Como la del actual presidente del gobierno, Mariano Rajoy, famoso por comparar con “hilillos de plastilina” el vertido de la carga del petrolero Prestige, que causó una de las catástrofes medioambientales más grandes de la historia, y que en la actual crisis desatada por la desastrosa gestión de su gobierno ante la infección de ébola no ha tardado en afirmar, ante cámaras y micrófonos para que la cosa fuera inmortalizada: ¡“mis colegas de Europa me felicitan por haber actuado tan bien”! O la Ministra de Sanidad, Ana Mato, cuyos méritos para ocupar un puesto en La Moncloa, aparte de ser miembro ejemplar del Opus Deí y ex esposa de un famoso prohombre del establishment pepero y dimitido forzoso por su implicación en la Gurtel, es que destaca exactamente igual para decir cosas tan o más impresentables que sus colegas de gabinete. La hemeroteca esta llena de su lógica: “no es lo mismo una persona que no está enferma en su consumo de medicamentos que una persona que está enferma”.
Ineptos a la vez que inhumanos, toda una camada inagotable, como la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, que en plena crisis por el asesinato, sí, asesinato, de cinco jóvenes en la macrofiesta de Halloween en el Madrid Arena, tras dar el pésame a los familiares de las víctimas, no tardo en salir como un cohete hacia un hotel de lujo para compartir con su marido, el ex presidente del gobierno José María Aznar, unas horas de relax.
El parasitismo
También son unos parásitos. El hecho de que día sí y día también, nos impartan lecciones de sacrificios, no les impide vivir en el lujo insultante gracias a su posición en la cúspide social, a su poder inapelable y su impunidad para saquear las arcas públicas.
Todavía recordamos a Gerardo Díaz Ferrán, ex presidente de la CEOE y gran amigo de Esperanza Aguirre, la liberal que tanto se empeña intelectualmente por convencernos de lo edificante que es el esfuerzo individual. Aquél, como ésta, no dejaron de repetir a los cuatro vientos que para salir de la crisis los trabajadores deberíamos “trabajar más y, desgraciadamente, ganar menos”, y que había que privatizar todo lo público en aras de estimular la iniciativa privada. Ahora, el otrora empresario de empresarios descansa en la cárcel acusado de los delitos de blanqueo de capitales, alzamiento de bienes y apropiación indebida. Esperanza Aguirre guarda silencio y sigue a lo suyo dando lecciones a diestro y siniestro.
En el paradigmático caso de la utilización de las tarjetas “black” de Caja Madrid, donde chapotean en la ciénaga los representantes de CCOO, UGT, PSOE e IU con estos malnacidos, dando fe que la clase dominante ejerce la corrupción entre las cúpulas de las organizaciones de los trabajadores como un medio eficaz para domesticar y subordinar a sus dirigentes, los nombres de Rato y Blesa, cuyos vínculos directos e indirectos con el PP son públicos, se mezclan con muchos otros. Por ejemplo, con los del empresario Arturo Fernández, actual presidente de la patronal madrileña CEIM, que adeuda varias nóminas a sus empleados y a los que además hace pagos en “black”. Arturo Fernández, considerado por el presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, como “un gran empresario” y “uno de los más reputados grandes hosteleros” de la región, figura en una de las piezas desgajadas del sumario de la trama Gürtel por donar dinero a Fundescam, fundación presidida por Esperanza Aguirre y cuya sede está en la primera planta de la calle Génova, 13. Obviamente el ex tesorero del PP, Luís Barcenas, siempre estuvo arropado por gente de primera categoría.
Y este cuadro de lo más granado no quedaría completo sin la monarquía, esa institución representativa de una moral hedionda. Juan Carlos I designado a dedo por el dictador, lucrado en negocios multimillonarios gracias a sus buenas labores como comisionista, ha hecho escuela, o mejor dicho, ha continuado la tradición familiar. Desde su abuelo, hasta su yerno, pasando por el jefe de la casa de su Majestad hasta el 24 de junio de este año, Rafael Espottorno, y dimitido como consejero privado de Felipe VI por haber gastado 200.000 euros de las tarjetas “black” de Caja Madrid, incluidos gastos de masajes… el regio linaje también se revuelca en el charco.
Ahora que la sanidad está en la picota, recordemos también que otro responsable de sanidad del PP en Madrid, Juan José Güemes, se aupó como consejero delegado de Unilabs, empresa que se hizo con los laboratorios de análisis clínicos de seis hospitales y 27 centros de salud gracias a la privatización de la sanidad pública auspiciada por el PP y frenada en seco por las movilizaciones de la Marea Blanca.
Y, respecto al ejemplo moral que el actual consejero, Javier Rodríguez, pretende darnos declarando que si tiene “que dimitir, dimitiría” porque no tiene “ningún apego al cargo”, hay que hacer algunas matizaciones. Este señor inició su carrera política en el año 1983 como concejal en Las Rozas, desde donde dio el salto al parlamento regional de Madrid en el que lleva ya ¡ocho legislaturas!, a lo que hay que sumar su designación como consejero en TeleMadrid entre 1995 y 2001. ¿Se puede ser tan cínico como para afirmar que no tiene apego al cargo? Si, se puede.
De casta le viene al galgo
No se trata de un caso, ni de dos ni de tres. Hablamos de las señas de identidad, del ADN, de los rasgos que definen la naturaleza de la derecha y la burguesía española, incluida la monarquía de los Borbones, determinados por las condiciones materiales y políticas en las que se ha gestado el capitalismo español. Y, sin duda, dentro de esta evolución, los 40 años de dictadura franquista fueron decisivos.
Burgueses, terratenientes y reaccionarios de todo tipo, que han hecho carrera en las finanzas, en el aparato del Estado, o en la política actual bajo las siglas PP, han gozado de una impunidad prácticamente absoluta desde siempre y se han acostumbrado a ella. El hábito hace al monje, o de casta le viene al galgo, dice el refrán. Estos son los herederos de las grandes familias de siempre, y que gracias al triunfo del golpe de estado del 18 de julio 1936 concentraron un poder casi absoluto y fortunas aún más fabulosas.
Es imposible mencionar a todos los hombres del franquismo que hoy militan en el PP. Pero volveremos a subrayar que el Partido Popular, anteriormente Alianza Popular, fue fundado por Fraga Iribarne, ministro franquista y una de las cabezas visibles de la dictadura desde mediados de los años sesenta (antes es imposible porque era un adolescente). A José María Aznar, presidente honorífico del PP y figura ilustrísima, la casta también le viene de atrás. Su abuelo, Manuel Aznar Zubigaray, era un periodista del régimen, y su padre, Manuel Aznar Acedo, ocupó puestos relevantes en la radio y la televisión franquista. Josep Piqué, ex ministro de Asuntos Exteriores, es hijo del último alcalde franquista de Vilanova i la Geltrú. Jesús Posada, ex ministro de Administraciones Públicas, es hijo del que fuera gobernador civil de Soria con Franco. Jaime Mayor Oreja, es sobrino del que fuera subsecretario del Ministerio de Información y Turismo, Marcelino Oreja Aguirre.
Junto al acomodo que encontraron periodistas, abogados, ingenieros y religiosos sin escrúpulos bajo el ala protectora del franquismo, durante la dictadura se hicieron grandes fortunas a costa de la explotación laboral sistemática de centenares de miles de prisioneros políticos. José Luís Gutiérrez Molina, en su obra Franquismo y trabajo esclavo, una deuda pendiente, cita noventa empresas que se lucraron usando como esclavos a condenados republicanos entre 1937 y 1970. Treinta corresponden a organismos oficiales, once a la iglesia católica, ocho al Ministerio del Ejército y el resto a compañías privadas e incluso una fundación supuestamente benéfica. Desde la Secretaría General del Consejo de Estado y los Astilleros de Cádiz, pasando por parroquias y conventos, hasta firmas relevantes como Babcock & Wilcox, Carbones Asturianos, Duro Felguera, Minería Industrial Pirenaica, Sociedad Constructora Ferroviaria, Ibérica de Construcciones y Obras Públicas, decenas de empresas del sector de la siderurgia, la minería, la construcción, la agricultura, fábricas de muebles, cristal…. se llenaron los bolsillos de la explotación de cientos de miles de seres humanos tratados como bestias, con saña e indignidad.
Esa mezcla de odio y desprecio de Mónica Oriol hacia los jóvenes, las mujeres trabajadoras y los parados a la que anteriormente hacíamos referencia, también tiene profundas raíces. Su abuelo, José María de Oriol y Urquijo, voló muy alto gracias a sus compromisos con el fascismo español. Fue Alcalde de Bilbao entre 1939 y 1941, Jefe Provincial de Falange en 1939, procurador en Cortes, Académico de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas desde 1959. Su intensa vida política no fue impedimento para llegar muy lejos en la empresa fundada por su abuelo, Lucas de Urquijo, Hidroeléctrica Ibérica (actualmente Iberdrola) en la que ocupó el cargo de Presidente entre 1941 y 1985.
¿Nos puede extrañar que se desenvuelvan con esta insolencia y prepotencia cuando saben que hagan lo que hagan nunca asumirán responsabilidades por ello? Tras asesinar, torturar y explotar a cientos de miles de seres humanos, ninguno ha ido a la cárcel, ninguno ha ido a juicio, ninguno ha dado cuentas de cómo amasó su fortuna.
No pretendemos ocupar su lugar, queremos transformar la sociedad
Si queremos cambiar de raíz este estado de cosas necesitamos conocer la verdad, y comprender porque se ha mantenido esta cloaca sin limpiar durante tanto tiempo. Esta realidad tan lacerante no hubiera sido posible sin la anuencia de los dirigentes de las organizaciones sindicales y políticas de la clase obrera. Tras el derrumbe de la dictadura, posible gracias a la movilización masiva y al sacrificio de cientos de miles de trabajadores, jóvenes y activistas que lo dieron todo, los máximos dirigentes del PSOE y el PCE fueron invitados a participar en la reconciliación nacional, a establecer una ley de ‘punto y final’ que dejaba impunes los crímenes del franquismo y elevaba a la categoría de demócratas a muchos de sus responsables.
Ese primer paso fue seguido por su asimilación al nuevo sistema de democracia, burguesa, que se levantó para prevenir un desenlace revolucionario de la crisis política, social y económica de los años setenta. Los dirigentes de las organizaciones obreras renunciaron a la transformación de la sociedad y asumieron que el capitalismo era el mejor de los sistemas posibles. ¿Alguien podía creer que la burguesía les abría las puertas de los consejos de administración de la empresa pública y privada, ponía en sus manos cuantiosas cantidades de dinero público y alababa públicamente su buen hacer, sino era porque contribuían a apuntalar eficazmente su sistema? Todos los repugnantes escándalos que están saliendo a la luz: la participación de los consejeros del PSOE, IU, CCOO y UGT en el saqueo infame de Caja Madrid; la fortuna obscena del máximo dirigente sindical, socialista, en la minería asturiana; el de los EREs de Andalucía, y un muy un largo etc., no son más que la punta del iceberg; pero, por encima de todo, demuestran que el sistema no se cambia desde dentro.
Al igual que los años 30 y los 70 del siglo XX, los trabajadores y los jóvenes nos encontramos en una encrucijada histórica. Cada día que pasa, cada nuevo recorte en nuestros derechos, cada nuevo y escandaloso caso de corrupción, alimenta nuestro anhelo de justicia social, de una democracia genuina y profunda. Hoy, nos movilizamos contra los ataques de este gobierno de pesadilla. Mañana, los echaremos de las instituciones a través de las urnas. Pero nuestro objetivo no es que otros ocupen su lugar con la esperanza de que puedan hacer más humano este sistema. Nuestro objetivo es acabar con la fuente de la desigualdad, la corrupción y la explotación, nuestro objetivo es acabar con el capitalismo y construir el socialismo.