Azaroaren 20ko hauteskunde gauean, Duran i Lleidak CiUren emaitzak ‘historikotzat’ hartu zituen, 1936az geroztik alderdi ‘katalanista’ batek hauteskunde orokorrak irabazten zuen lehen aldia zelako. Era berean, Artur Masek baieztatu zuen emaitzek katalanek murrizketa sozialei emandako bermea zela. Hain zuzen ere, 48 orduren buruan, CiUren gobernuak herstura plan berria iragarri zuen.

Ciertamente, por primera vez CiU supera al PSC en unas elecciones generales, sumando más de un millón de votos (29,35% del voto, frente al 26,63% del PSC). CiU gana 235.000 votos con respecto a 2008 (una subida de 8,42%). Además, el PP, aunque no cubre sus expectativas, también consigue un aumento significativo de votos, suma 105.000 votos nuevos (716.000 votos, un 20,71% del total), un incremento del 4,31% del sufragio. Sin embargo, la clave para comprender el resultado electoral está en el PSC. La candidatura encabezada por Carme Chacón pierde 770.000 votos con respecto a 2008: un desplome del 18,76%, y una caída de 3,6 puntos más que la del PSOE a nivel estatal.


La debacle del voto socialista no tiene precedentes. Sin embargo es importante relativizar el ascenso de la derecha. Para empezar, el voto al PP no alcanza su techo electoral de las elecciones generales de 2000, cuando alcanzó el 22,79% de los votos (764.000). Pero, además, CiU no alcanza ni en número de votos absolutos (con un censo mayor), ni en porcentaje, los resultados que la coalición conseguía durante el pujolismo (1986, 1989, 1993 y 1996). En aquellos años CiU superaba de calle el millón de votos y obtenía un porcentaje superior al 30% de los mismos; sin embargo, en ningún caso lograba alcanzar al PSC.


Los resultados del PSC en 2008 habían sido récord. Las elecciones de 2008 y 2004 estuvieron caracterizadas por una tremenda polarización política. En ambas ocasiones hubo una movilización electoral para evitar la victoria del PP. En Catalunya, un sector de la actual base electoral de CiU, capas medias catalanistas, votó a Zapatero para cerrar el paso a la derecha españolista. Con el colapso económico y la política antisocial aplicada por el Tripartit en Barcelona y el PSOE en Madrid parte de ese voto volvió a CiU. Este mismo proceso explica el ascenso de ERC, cuando era vista como una opción más a la izquierda que el PSOE, y su posterior declive, que ha continuado en estas elecciones.


Es falso decir que la victoria de CiU sea un respaldo a su política antisocial de recortes. CiU se beneficia del incremento electoral que la formación ya obtuvo en las elecciones autonómicas de 2010 y municipales de 2011. Mantiene agrupada a su base electoral utilizando el caramelo del pacto fiscal y escorando su discurso cada vez más hacia un nacionalismo reaccionario e incluso racista (véanse las declaraciones de Durán acerca de los andaluces). Es el voto de la izquierda el que se dispersa. Frente al descenso del PSC y de ERC, ICV logra incrementar en cerca de 100.000 sus votos (obtiene 280.000, un 8,09% del total). ICV ha sido la única formación política que se ha opuesto a los recortes sociales de CiU y por eso mejora sus resultados. Sin embargo, su paso por el Tripartit asumiendo la política del PSC, su actuación cotidiana allí donde tiene responsabilidades de gobierno o su falta de crítica a la actual dirección de CCOO le han impedido aglutinar la mayoría del voto de rechazo a los recortes.

 
El descontento y la indignación existen y son muy amplios, como hemos visto en las diferentes movilizaciones y luchas, y la polarización política está muy presente, aunque se manifiesta de otra manera. Un reflejo de ese ambiente se revela en la abstención. Si en Catalunya ya era tradicionalmente alta (en 2008, 3,55 puntos por encima de la media estatal), en estos comicios se ha incrementando sensiblemente, hasta el 33,18%, casi 5 puntos por encima de la media estatal. Esta tendencia se acentúa en los barrios y ciudades obreras donde la caída del PSC es aún mayor. En Sant Adrià del Besòs, por ejemplo, la abstención se incrementa un 3,53% (hasta el 35,84%) y, simultáneamente, la caída del PSC alcanza los 21,11 puntos. En Badalona la abstención crece un 3,08% (hasta el 34,64%) y el PSC pierde el 20,45% de sus votos. En contraste, en San Cugat del Vallès, feudo tradicional de CiU, la abstención sólo crece un 2,64% (hasta el 22,54%) y el PSC cae un 16,61%.


Sumando los nuevos abstencionistas al incremento del voto en blanco, nulo o a opciones de protesta extraparlamentaria se alcanza la friolera de 303.000 votos en Catalunya, más votos que los cosechados por ICV, y que refleja el tremendo descontento social que existen en la sociedad catalana. Un descontento que no encuentra un cauce claro de expresión porque no hay, hoy en día, ninguna organización a la izquierda del PSC con autoridad suficiente como para aglutinar el rechazo a los recortes y a la política de la burguesía.

Los nuevos recortes

Engrandecido por los resultados electorales, Mas está impulsando el “programa oculto” de la burguesía. Ya ha anunciado una nueva batería de medidas a sumar a las que ya ha aplicado a lo largo del año: 


· Una nueva subida de las tasas universitarias del 7% (este año ya han subido un 7,6% y CiU quiere subirlas aún más aumentando la “autonomía universitaria”).


· El cobro de una tasa por receta (lo que equivale a introducir el copago sanitario) de hasta un euro.


· Doblar el impuesto de gasolinas (el llamado céntimo sanitario), pasándolo a 4,8 céntimos por litro de combustible.


·  Aumentar el precio del transporte público en torno a un 10%. La T-10 de Barcelona, que actualmente cuesta 8,25 euros, podrá alcanzar los 10 euros.

· Aumento del canon de agua en un 10% (que se suma al aumento anunciado en octubre de más de un 8%).


·  Reducción de las pagas extras de julio y septiembre a los funcionarios, que supondrá un recorte de hasta un 3% del sueldo bruto anual.


Además, el Govern estudia fórmulas para “equiparar los derechos laborales del personal en la administración a los del sector público”, es decir para deteriorar las condiciones laborales del funcionariado, aumentar la precariedad, etcétera. Las empresas públicas también están en el punto de mira de CiU, ya han anunciado el cierre de dos cadenas de TV3 y quieren culminar la privatización de la empresa pública de aguas Ter-Llobregat.


Frente a estos gravísimos ataques que además sitúan en perspectiva una ofensiva aún más salvaje, la respuesta sindical no ha estado, una vez más, a la altura de las circunstancias: CCOO ha respondido a Mas pidiéndole que haya un “espacio de concertación social con empresarios y sindicatos para negociar medidas urgentes para reactivar la economía”. A esto se suma las declaraciones de Toxo de que “en invierno hace frío para las movilizaciones”.


El principal sostén de Artur Mas no está en su mayoría electoral, sino en la falta de cualquier oposición por parte del PSC y de los sindicatos que, con una vergonzosa pasividad, están permitiendo que CiU aplique recorte tras recorte.

¿Y ahora?

CiU sigue reclamando el pacto fiscal con el apoyo de ERC y de ICV (ésta defiende el “pacto fiscal solidario”, que en la práctica supone apoyar a la burguesía catalana en este tema). Sin embargo, ante la mayoría absoluta del PP, los dirigentes de la coalición han tenido que reconocer que no conseguirlo en esta legislatura no sería un fracaso. Desde luego, CiU y el PP seguirán utilizando la cuestión nacional para dividir y enfrentar a los trabajadores y desviar la atención de los recortes sociales. Sin embargo, en lo fundamental están llegando a un acuerdo tras otro. En Barcelona capital no está descartado que el PP entre en el gobierno municipal de la mano de Xavier Trías. Y en el parlament, pese a los constantes ofrecimientos de ERC —cuyo giro a la derecha no tiene límites—, Mas sigue contando con el PP como socio preferente para llevar adelante los ataques sociales. A nivel estatal, Duran se ha ofrecido a Rajoy para apoyar las contrarreformas económicas que el PP va a llevar adelante.


Tampoco está descartado que el PSC pueda llegar a sumarse a esos acuerdos. Destacados dirigentes de CiU han propuesto durante la campaña electoral al PSC un gobierno de unidad en Catalunya cuando se resuelva el debate sucesorio en este partido. Además ninguno de los candidatos que actualmente compiten por sustituir a Montilla plantea una verdadera línea de ruptura con la situación actual. Mientras tanto, en la práctica han consentido los recortes de CiU, apoyándolos directamente, como en el caso de la ley ómnibus, o con una vergonzosa inacción y silencio.