Zimbawe paralizatuta dago krisi ekonomiko, sozial eta politiko sakon batekin. Gerra zibilaren arriskua dago. Hauteskunde iruzurra izan da kasu honetan hautsak harrotu dituena.

La negativa de Mugabe a aceptar los resultados de las elecciones del 29 de marzo es una indicación de su desesperación por mantenerse en el poder. El país está paralizado mientras se desenreda la crisis por arriba.

A pesar de haber perdido claramente las elecciones, Mugabe continúa negando la derrota. La comisión electoral zimbabuense se negó a aceptar los resultados en 22 de los 210 distritos parlamentarios. El recuento comenzó el 19 de abril, la oposición consiguió 109 escaños frente a los 97 de ZANU-PF. Bastaría con que la comisión electoral falsificara los resultados en 9 distritos para declarar ganador a Mugabe. La otra opción sería dejar un resultado que obligara a celebrar una segunda vuelta.

Se está presionando a Mugabe para que publique los resultados electorales, pero tiene mucho en juego y la camarilla que le rodea está en la misma posición. Si consigue forzar una segunda vuelta declarando que ninguno de los dos partidos obtuvo una mayoría clara en la primera vuelta, eso le daría tiempo para aterrorizar a la población para que vote a su partido y le permitiría preparar mejor su maquinaria de fraude electoral. Veremos cuando y qué resultados salen en los próximos días, posiblemente semanas, ya que Mugabe quiere desesperadamente ganar tiempo.

La mayoría de los gobiernos sudafricanos que le rodean están preocupados por la situación en Zimbawe y que pueda seguir una espiral incontrolable. También han pedido a Mugabe que haga públicos los resultados. Las principales potencias imperialistas occidentales se han sumado a esta presión y piden a Mugabe que reconozca la victoria electoral del MDC.

De manera asombrosa, Thabo Mbeki, el presidente de Sudáfrica, afirmó recientemente que no existe ninguna crisis en Zimbawe, y ha mantenido relaciones amistosas con Mugabe. Otros dirigentes del ANC tienen una idea más clara de lo que está sucediendo en Zimbawe y han mostrado públicamente su desacuerdo con Mbeki. Jacob Zuma, que sustituyó a Mbeki como líder del ANC el año pasado, ha expresado su preocupación por lo que está ocurriendo en Zimbawe.

Solidaridad de los trabajadores sudafricanos

Los trabajadores de Sudáfrica, sin embargo, no tienen dudas de lo que está ocurriendo en el país vecino, como demuestra la negativa de los estibadores de Durban a permitir que un barco chino, el An Yue Jiang, descargara sus 77 toneladas de armas para el régimen zimbabuense.

Mientras que el gobierno del ANC estaba dispuesto a permitir que las armas fueran transportadas 1.000 millas desde Sudáfrica a Zimbawe, Randall Howard, secretario general del Sindicato de Trabajadores del Transporte Sudafricano (Satawu) avisó que: "en lo que se refiere a nosotros, los contenedores no desembarcarán. El barco debe regresar a China. Si el gobierno de Mbeki trae mano de obra de reemplazo para que haga el trabajo, nuestros militantes no se quedarán quietos mirando y sonriendo". Incluso el sindicato de policía de Sudáfrica avisó a Mbeki contra el uso de la policía como "esquiroles".

Estas son las mejores tradiciones de la solidaridad internacional de la clase obrera. Los trabajadores sudafricanos saben que las armas serían utilizadas y estaban dispuestos a enfrentarse a su propio gobierno para garantizar que no se usan contra sus hermanos y hermanas zimbabuenses.

La implicación de China en la crisis de Zimbawe, sin embargo, confirma una vez más la naturaleza del régimen actual de Pekín, exclusivamente interesado en poner sus manos en las materias primas y así mantener su expansión industrial. Es evidente que está interesado en los minerales zimbabuenses, particularmente el platino, pero también en otros minerales y no siente ninguna preocupación por el sufrimiento de las masas zimbabuenses. Es la línea de lo que está haciendo China por todo el continente africano, llegar a acuerdos con todos para explotar los recursos del continente. Este es otro ejemplo de un conflicto localizado entre China, por un lado, y EEUU y Europa por el otro. China apoya a Mugabe, mientras que Occidente apoya al MDC, los dos simplemente defienden sus propios intereses.

Antecedentes históricos

La pregunta que debemos hacernos es la siguiente: ¿cómo llegó a esta situación Zimbawe? Al mirar los pasados acontecimientos, veremos que aquellos que ahora condenan a Mugabe no tuvieron ningún problema con él cuando aplicó su política económica después de su llegada al poder en 1979. En realidad, el caos actual es la consecuencia directa de estas políticas. Por esa razón, para comprender la situación actual necesitamos remontarnos a su historia.

La situación actual de Zimbawe nace en su pasado colonial, cuando estaba dominado por el imperialismo británico. En 1923 "Rodesia del Sur", como se conocía entonces a Zimbawe, estaba bajo el control de la Empresa Británica Sudafricana (BSAC) que fue creada por Cecil Rhodes, recibiendo estatuto real en 1889. Seguía el modelo de la Compañía Británica de las Indias Orientales que fue la base de la colonización de la India. Rhodes, que la utilizó para la expansión colonial en el sur y el centro de África, era un capitalista sudafricano británico de nacimiento, era un magnate minero y un político. Fundó la empresa de diamantes De Beers y también fue el fundador de Rhodesia (que entonces incluía a lo que hoy es Zambia y Zimbawe, más tarde conocido como Rhodesia del Norte y del Sur).

En 1923, el gobierno británico se hizo cargo de la BSAC. Poco después, en los años treinta, se aprobó la "Ley de Distribución de la Tierra" que concedió el 45 por ciento de la tierra del país a los granjeros comerciales blancos. Ahí nace la terrible distribución desigual que hoy existe de la tierra y que se remonta al dominio colonial. Simplemente robaron la tierra que pertenecían a la población.

En 1961, aún bajo dominio británico, se aprobó una nueva constitución que favorecía a los blancos en el poder, en un país mayoritariamente negro (actualmente los blancos son sólo el 1 por ciento de la población).

Cuando Gran Bretaña se preparaba para salir, sus estrategias comprendieron que para mantener algún tipo de estabilidad sería necesario hacer al menos alguna concesión formal de derechos políticos a la mayoría negra. En 1965, Ian Smith declaró, de modo unilateral, a Rhodesia como un estado independiente en un intento desesperado de mantener la supremacía blanca. Comenzó una larga guerra de guerrillas que finalmente llevó a la celebración de elecciones libres en 1979 y la creación de Zimbawe, en 1980, tal y como lo conocemos hoy. Robert Mugabe, como líder del ZANU-PF, la principal fuerza durante la lucha de guerrillas, se convirtió en el primer ministro del país y desde entonces lo gobierna.

El ZANU-PAF en aquel momento encarnaba las aspiraciones de las masas zimbabuenses que anhelaban justicia social e igualdad. Habían estado oprimidas durante generaciones, primero bajo dominio imperial británico y después bajo el odiado régimen racista de Smith. La riqueza estaba concentrada en las manos de una minoritaria elite blanca. La tierra estaba concentrada en manos de los granjeros blancos, mientras los negros se ganaban la vida a duras penas con una agricultura de subsistencia. 6.000 granjeros blancos poseían el 70 por ciento de la tierra productiva. Esa fue la base de la guerra de guerrillas que finalmente acabó con el viejo régimen.

Acuerdo de Lancaster House

La independencia de Zimbawe se consiguió gracias a la lucha de las masas, pero los líderes del movimiento guerrillero firmaron un acuerdo apoyado por el gobierno británico conocido como el Acuerdo de Lancaster House. En ese acuerdo se incluía una moratoria de diez años en la cuestión de la tierra, eso significaba que no se expropiaría nada de tierra ni se distribuiría en un plazo de diez años. El gobierno británico aceptó entregar fondos para la "compra" de tierra de los granjeros blancos para su distribución entre los campesinos negros más pobres. Claramente querían evitar la "expropiación". El mismo acuerdo decía que el estado y la economía capitalista permanecerían intactos.

En los años setenta la situación agraria siempre estuvo bajo el dominio colonial británico: las mejores tierras agrícolas pertenecían a 6.000 granjeros, mientras que 600.000 negros subsistían en comunidades agrarias viviendo de una tierra de muy baja calidad. Como resultado del Acuerdo de Lancaster House la distribución de la tierra se hizo de una manera terriblemente lenta. En el año 2000, sólo 50.000 familias habían recibido tierra mediante este mecanismo. 4.500 granjeros blancos continuaron controlando 11 millones de hectáreas de la principal tierra agrícola de Zimbawe, con 1,2 millones de trabajadores agrícolas negros que trabajan para ellos. En el otro extremo, aproximadamente un millón de negros poseían 16 millones de hectáreas, con frecuencia la tierra menos productiva.

De esta manera se traicionó uno de los principales objetivos de la lucha guerrillera. Las masas estaban dispuestas a tolerar esta situación basándose en que tarde o temprano se resolvería esa situación. El problema es que cuando pasaron los diez años, el gobierno de Mugabe siguió sin hacer nada sobre la cuestión de la tierra. Esa situación frustraba a las masas rurales.

Giro a la derecha de Mugabe

Sin embargo, no fue simplemente el abandono de la cuestión agraria. Una vez en el poder Mugabe giró abruptamente a la derecha y adoptó de manera abierta la economía de "libre mercado". Al principio hubo algunas mejoras económicas. Hubo cierto grado de reconstrucción y algo de recapitalización de la economía local en la medida que se reintegraba en la economía mundial. Como en muchos otros países ex - coloniales, el Estado jugó un gran papel en el desarrollo económico al utilizar los bienes estatales para invertir en infraestructura. También existía un fuerte grado de proteccionismo para defender la débil economía local de los productos más competitivos de los países desarrollados.

A finales de los años setenta, sin embargo, la política de los países imperialistas cambió. Exigieron la apertura de las economías nacionales de los países menos desarrollados. Les obligó a reducir o eliminar sus barreras arancelarias, esta apertura forzó a estas economías débiles a competir en "igualdad de condiciones" con los países capitalistas desarrollados, algo para lo que no estaban preparados. Parte de este proceso también implicaba la extensión de las privatizaciones.

En octubre de 1990, el gobierno de Zimbawe tuvo que, bajo la presión del FMI y el Banco Mundial, implantar un Programa Económico de Ajuste Estructural (ESAP). Se suponía que sería la respuesta a la crisis económica que comenzó en los años ochenta. Las medidas introducidas fueron las siguientes: eliminación de los controles de precios y salarios; reducción del gasto público; devaluación del dólar zimbabuense un 40 por ciento; eliminación de los subsidios estatales a los productos de consumo básicos; liberalización del sistema de reparto de divisas; supresión de la protección a las industrias "no productivas" sustitutivas de la importación y aumento del beneficio que las empresas podían llevarse al extranjero, y una reestructuración radical de las distintas empresas públicas.

Después siguió el Marco para la Reforma Económica entre 1991 y 1995, que implicó más recortes de los subsidios estatales para las empresas de propiedad pública y para su privatización. En 1998 el gobierno inició su segunda etapa de Programa de Ajuste Estructural, conocido como el Programa para la Transformación Social y Económica de Zimbawe (ZIMPREST): el objetivo era reducir el déficit presupuestario a menos del 5 por ciento del PIB.

Impacto devastador para la economía

Los efectos de esta política fueron dramáticos. Desde 1991 en adelante, el dólar zimbabuense se ha devaluado muchísimo. La desaparición de medidas proteccionistas abrieron el mercado interior a las importaciones más baratas, la consecuencia fue el cierre de muchas industrias locales que provocaron un aumento impresionante de los despidos y el desempleo, en 2003 era del 60 por ciento y ahora se calcula que está en ¡el 80 por ciento! La productividad manufacturera cayó un 11,9 por ciento y el sector minero un 4 por ciento en 2001. En un período de diez años, 1991-2001, el PIB experimentó una caída real del 11,5 por ciento.

El colapso de la economía real fue acompañado por la inflación rampante. En 2001 superaba el 100 por cien. Desde entonces la inflación se ha disparado hasta el 585 por ciento en 2005 y el pasado mes de noviembre alcanzó el 26.000 por ciento. Estas cifras son oficiales porque el sector privado sitúa la inflación en el ¡100.000 por cien!

Desde un punto de vista puramente capitalista, Mugabe exacerbó esta situación con su forma de intentar salir de la crisis, utilizando limosnas estatales y aumentando el gasto militar. Sufría la presión de los veteranos de guerra que no se habían sublevado a la sociedad burguesa como habían hecho los dirigentes del ZANU-PF. Gastó cuatro mil millones de dólares en las antiguas guerrillas e inició una aventura militar en la República Democrática del Congo (1998-2002) que costó cientos de millones de dólares. Para él era una manera de "mantener a los soldados ocupados".

En el mismo período se produjo un tremendo aumento de los niveles de pobreza. El Estudio sobre la Pobreza del gobierno de 1995 revelaba que el 62 por ciento de la población vivía en la pobreza. En las zonas rurales la pobreza es aún más elevada: el 72 por ciento de las familias (comparado con el 46 por ciento en las zonas urbanas).

Los recortes del gasto público llevaron a la introducción de tasas educativas y el pago por la sanidad, de esta manera se negaba el acceso sobre todo a las capas más pobres, que son la aplastante mayoría de la población. Además de todo esto, hay que sumar la caída de los salarios reales debido a la inflación, así que se puede ver lo dramática que se está volviendo la situación.

Responsabilidad del imperialismo

Toda esta situación no fue el resultado de la política loca de Mugabe. Sino que fue el resultado directo de la política impuesta en Zimbawe por el FMI, el Banco Mundial y las principales potencias imperialistas. Entonces ninguno de los gobiernos occidentales se quejaba de Mugabe, estaban contentos viendo como abría el país e imponía medidas draconianas sobre las ya empobrecidas masas zimbabuenses.

El grado de apoyo a Mugabe por parte de las potencias occidentales, incluido el FMI y el Banco Mundial, todos estos hipócritas que repente han descubierto la necesidad de la democracia en Zimbawe, se pudo ver cuando la 5ª Brigada del ejército fue utilizada contra el pueblo Ndebele en enero de 1983.

Los 3.500 hombres de la 5ª Brigada, formada totalmente por Shona, el grupo étnico al que pertenece Mugabe, fueron los responsables de la masacre de 20.000 aldeanos. Torturaron y atacaron a muchos otros. Los imperialistas cerraron los ojos mientras se masacraba al pueblo Ndebele.

Mientras que los imperialistas y le elite blanca local se beneficiaban de la política de Mugabe, las masas pasaban los días esperando que el nuevo régimen de ZANU-PF mejorara la justicia social, la igualdad y mejorara las condiciones de vida. Comenzó entonces la desilusión con este régimen. Sobre todo en las zonas urbanas donde el ZANU-PF comenzó a perder significativamente apoyo.

El período anterior se podía describir como un "período de luna de miel" entre el Congreso de los Sindicatos Zimbabuenses y el gobierno. Existía un vínculo histórico natural entre los dos, el ZANU-PF era visto como una fuerza progresista y antiimperialista. Este hecho les daba a los dirigentes del ZANU-PF una enorme autoridad entre los trabajadores y campesinos del país. Pero cuando el gobierno comenzó a girar cada vez más a la derecha, ese período terminó, aproximadamente en 1990, el mismo período en que se iniciaba el Plan de Ajuste Estructural.

Antes de la llegada el poder, los dirigentes del movimiento guerrillero vivían en unas condiciones modestas y estaban más cerca de las masas a las que representaban. Una vez en el poder, se fueron convirtiendo en políticos respetables que viven en la opulencia y con grandes salarios. De esta manera cambió su perspectiva. Determinados por su posición real de riqueza, muchos de ellos se han convertido en burgueses propietarios directamente de granjas y empresas.

Los trabajadores comenzaron a comentar que los dirigentes alababan el socialismo por el día y practicaban el capitalismo por las noches. Después de adquirir una posición privilegiada, estos dirigentes ya eran incapaces de romper con el capitalismo. En lugar de convertirse en un instrumento para la emancipación de los trabajadores y campesinos zimbabuenses, se convirtieron en herramientas corruptas de los intereses capitalistas. Así llegó la corrupción rampante y el nepotismo.

Una revolución traicionada

En The Times apareció un artículo interesante sobre Zimbawe titulado: El gusto amargo de una revolución traicionada, publicado el 13 de abril de este año. En él se describe cómo Mugabe intenta explotar el heroico pasado del ZANU-PF, cuando dirigía la lucha guerrillera para reunir apoyo hoy. Explica cómo el ZANU-PF "lucha por reclamar sus credenciales revolucionarias frente a las masivas pérdidas electorales a favor del partido de la oposición [el MDC], muchos de sus miembros están sacados de las filas del antiguo movimiento de liberación".

El artículo habla de la figura histórica de la lucha de liberación, Josiah Magama Tangogara, el principal rival para el poder de Mugabe en el movimiento de liberación exiliado. Tongogara era el comandante del Ejército de Liberación Nacional Africano de Zimbawe, el ala militar del ZANU y fue una figura importante en el movimiento de independencia de Zimbawe. Ahora muchas comparan la evolución de Mugabe y dicen que él se habría indignado al ver la situación actual del país.

"'No habría permitido que las cosas degeneraran hasta llegar a esta situación', decía esta semana un antiguo soldado del Heroes Acre. ‘Él no era una persona hambrienta de poder. Luchó por la igualdad y la justicia, quería ver cómo todos los zimbabuenses disfrutaban de los mismos derechos constitucionales. Era el líder favorito aquí en Zimbawe. Tenía valor y no habría temido a Mugabe ni de decir la verdad al poder. Si se mira nuestra historia después de la independencia veréis que Mugabe siempre intentó eliminar su contribución a la lucha de liberación. ¿Será porque representa una amenaza para él?'"

El mismo artículo cita a Bina Dube, vicepresidente del Sindicato Nacional de Estudiantes Zimbabuenses, quién dijo que si personas como Tongorara y Chitepo vivieran hoy verían cómo se ha abandonado todo por lo que ellos lucharon y añadía:

"Ellos creían en la idea de que un día Zimbawe sería libre. Por eso lucharon. Las ideas por las que lucharon ahora son reprimidas. Si estuvieran hoy aquí, quizá incluso habrían realizado otra guerra. Realmente tenemos la situación de Rebelión en la Granja, donde todos los animales se supone que son iguales pero en realidad algunos animales son más iguales que otros. Lo que se prometió al pueblo no se ha cumplido".

Lucía Matibenga, vicepresidenta primera del ZCTU y antigua activista de ZANU-PF también aparece citada en el artículo. Su marido, Saviour, fue parlamentario por el ZANU-PF a principios de los años ochenta. Ahora ella es parlamentaria por el MDC. Recuerda las discusiones que ella tenía con su marido cuando él estaba en el parlamento:

"Él me decía: ‘Veo como cambia el partido. La gente está ocupada con haciendas, granjas, con grades lugares en Borrowdale. Ahora están llevando el partido a la derecha".

Cómo habrían evolucionado estos dirigentes nadie lo puede decir. Pero el hecho de que muchas personas miren a ellos es una señal de cómo ven todo el proceso. Respetan la vieja tradición del ZANU-PF y sienten que sus líderes actuales han traicionado los ideales originarios y esta situación explica también la pérdida de apoyo de Mugabe.

¿Por qué giró a la derecha el ZANU-PF?

En el período de la posguerra la correlación de fuerzas a escala mundial era compartida por dos superpotencias, la Unión Soviética y EEUU. La Unión Soviética había pasado en décadas de ser un país relativamente atrasado a una potencia industrial desarrollada, con un aumento generalizado de los niveles de vida. Esta situación comenzó a desacelerarse en los años sesenta y en los setenta se estancó. En 1949 la Revolución China liberó a millones de personas del yugo del capitalismo y el latifundismo. La revolución cubana de 1959 tuvo unos efectos similares para la población de la isla.

Así vimos el surgimiento de muchos movimientos guerrilleros en los países coloniales atraídos por los modelos chino o ruso. En estos países se podía ver cómo la economía planificada, a pesar de su carácter deformado, había conseguido desarrollar las fuerzas productivas donde el capitalismo fracasó. Aparecieron movimientos guerrilleros en Angola y Mozambique que tomaron una perspectiva "socialista", es decir, se basaban en la idea de la propiedad estatal de los medios de producción y la planificación centralizada. Igualmente influyeron en Etiopía y Somalia.

El ZANU-PF estaba influenciado por toda esta situación, como ocurría con el ANC en África. A los ojos de las masas eran organizaciones "socialistas". Pero sus dirigentes nunca fueron verdaderos marxistas. Reaccionaban empíricamente a los acontecimientos. El debilitamiento de la Unión Soviética, su colapso final y el giro hacia el capitalismo por parte de la burocracia china, todo tuvo un efecto en su pensamiento. Llegaron a la conclusión de que ya no era posible el "socialismo", lo que afectó a la dirección que tomaron los dirigentes del ANC. También afectó a Angola y Mozambique, y por supuesto a los dirigentes del ZANU-PF.

El ejemplo más claro de todos fue la evolución de los sandinistas en Nicaragua. Tomaron el poder, expropiaron a la camarilla de Somoza, terminaron con un 60 por ciento de la economía en manos del Estado, pero aconsejados por la Unión Soviética no completaron el proceso y desde entonces han girado a la derecha.

Una vez en el poder, los dirigentes del ZANU-PF no tenía una perspectiva socialista ni comprendían el papel de la clase obrera en la revolución. Su única alternativa era intentar gestionar el capitalismo en Zimbawe. Una vez tomaron este camino, los consiguientes Planes de Ajuste Estructural, recortes del estado del bienestar y ataque general a todas las conquistas de las masas zimbabuenses, todo era algo perfectamente lógico.

Al otro lado de la frontera, en la vecina Sudáfrica, la dirección del ANC siguió un camino similar. Adoptaron también una política económica en la línea de los intereses del capitalismo. El imperialismo y la burguesía blanca sudafricana comprendían que no podrían mantener el sistema de apartheid mucho más tiempo. La presión de la aplastante mayoría de la clase obrera y el campesinado negros eran demasiado grande como para continuar. Recurrieron a los dirigentes del ANC que conscientemente se prepararon y corrompieron. De esta manera, las aspiraciones de las masas sudafricanas también fueron traicionadas.

Sudáfrica es con mucho la potencia dominante en el sur de África y es el país más desarrollado del continente. Por lo tanto, la clase obrera sudafricana tiene un papel decisivo en la región. Cuando la lucha de clases de nuevo esté en primera línea, este país clave sin duda influirá en los acontecimientos de los países vecinos, y por supuesto en Zimbawe.

Dentro de este contexto histórico y regional es en el que debe entender el camino que tomó la dirección del ZANU-PSF. Nunca fueron marxistas y por esa razón primero fueron en una dirección y después en otra, dependía de las fuerzas dominantes a escala mundial. Eso es lo que les llevó finalmente a la traición de las masas zimbabuenses.

El nacimiento del MDC

Todo este proceso llevó a la creación del MDC, Movimiento por el Cambio Democrático. La principal fuerza detrás del MDC es el ZCTU, el Congreso de los Sindicatos Zimbabuenses. Aquí tenemos un ejemplo claro de un partido obrero formado a partir de los sindicatos, intentando dar una expresión a los trabajadores zimbabuenses. La formación del partido despertó las esperanzas de muchos.

Desgraciadamente, sus dirigentes se declararon socialdemócratas y su objetivo es trabajar dentro de los límites del capitalismo. En lugar de adoptar una política verdaderamente socialista, tenían como modelo ¡a Tony Blair! Aquí  vemos una contradicción entre los que las masas ven en el partido y lo que realmente defienden sus dirigentes. Por ejemplo, el aumento del apoyo al MDC fue consecuencia de la oposición de masas a los programas de ajuste estructural impuestos por el FMI, mientras que los dirigentes del MDC declaraban que estas mismas políticas "eran necesarias pero insuficientes", es decir, ¡querían ir más allá!

El MDC también tenía carencias en su política agraria. Se negó a apoyar la expropiación de los grandes granjeros blancos y de esta manera en esta cuestión se posicionó junto al imperialismo. Eso explica por qué tienen más apoyo en las ciudades e intentan avanzar en las zonas rurales, precisamente Mugabe intenta explotar esta situación.

A pesar de todo eso, el surgimiento del MDC demostró que es posible crear un partido obrero de masas a partir de los sindicatos y que tal partido puede ser un éxito. El partido nación de las luchas de la clase obrera zimbabuense. La huelga general de diciembre de 1997 contra el aumento de impuestos fue un punto de inflexión importante. Después siguieron protestas de masas en 1998 contra el aumento de la inflación y las medidas de austeridad impuestas por el FMI.

En su reunión fundacional en Harare el 11 de septiembre de 1999, participaron 20.000 jóvenes y trabajadores. Los discursos prometieron mucho, "continuación con la vieja lucha de clase obrera". El partido prometió educación primaria y secundaria gratuita, sanidad gratuita y un masivo programa de construcción de vivienda.

Rápidamente, la dirección giró a la derecha. Eso no es sorprendente si su modelo es Tony Blair. Descubrieron las ventajas de la "economía social de mercado", que implicaba recortes del gasto público, un programa de privatización de todas las empresas públicas y eliminación de todos precios subvencionados. ¡Precisamente el MDC se creó para luchar contra esa política!

Como señalábamos en otro artículo anterior (Building a workers' party? Lessons of the MDC experience for Nigeria):

"¿Cómo podría ocurrir un cambio profundo en esa situación? Patrick Bond (un experto en Zimbawe y autor del libro: Uneven Zimbabwe: A Study of Finance, Development and Underdevelopment) escribía hace poco el siguiente comentario revelador: ‘... ¿es casualidad, como en febrero, que el MDC comenzara a recibir una financiación generosa de los capitalistas extranjeros y nacionales (blancos), incluidos granjeros blancos? En ese momento, ¿el MDC simplemente borró de su propaganda de campaña las sesgadas relaciones agrarias y los abominables derechos de propiedad? ¿No pusieron a un representante de las grandes empresas a cargo de su sección económica y en su primer discurso no defendió firmemente al FMI y todo el programa de privatizaciones para el período postelectoral zimbabuense? En realidad, el estratega de la Confederación de Industrias de Zimbawe, Eddie Cross, ¡fue nombrado secretario de política económica del partido!

"De esta manera, el partido, que fue creado por los trabajadores de Zimbawe a través de los sindicatos, ahora es visto por la clase capitalista como un instrumento para llevar adelante las mismas políticas desacreditadas del gobierno Mugabe. Los capitalistas en Zimbawe no tienen un partido propio e intentan corromper al partido de los trabajadores y lo intentarán utilizar en su beneficio. Aproximadamente un tercio de la ejecutiva nacional del MDC está formada por dirigentes y activistas sindicales, y sólo nueve de los parlamentarios del MDC proceden del campo sindical. El resto son académicos de clase media, abogados, algunos empresarios y uno o dos granjeros. Precisamente esta capa no obrera es la que cada vez está jugando un papel más dominante en la decisión de la política del partido".

Mientras Mugabe aplicaba una política que permitía enriquecerse a la elite blanca le toleraban. Cuando sus intereses y los de la camarilla que rodea a Mugabe entraron en conflicto, la elige blanca burguesa comenzó a buscar una alternativa política. El problema de la minoría de capitalistas y terratenientes blancos es construir una base social de apoyo que les permite crear una expresión política de sus propios intereses. Por sí solos no pueden hacerlo. Son vistos como los herederos del viejo sistema explotador colonial británico y no pueden hacer ningún tipo de llamamiento a los trabajadores, campesinos y pobres urbanos zimbabuense. Resulta irónico que hayan resuelto parcialmente este problema basándose en la cúpula de los sindicatos y del MDC.

Como explicamos antes, al no tratar de una manera seria la cuestión de la redistribución de la tierra, los dirigentes del MDC han encontrado menos apoyo entre la población rural, donde se encuentran algunas de las capas más pobres de la sociedad zimbabuense. Los campesinos sin tierra empezaron a mostrar su furia y comenzaron a ocupar algunas granjas. Entre ellos estaban veteranos de guerra impacientes después de casi quince años de espera. Después de perder apoyo en las ciudades, con los sindicatos en su contra y el apoyo creciente al MDC, Mugabe comenzó a sentir la presión.

Muchos preguntaban donde estaban las conquistas de la independencia. Los combatientes de la lucha guerrillera también eran víctimas de la políticas de ajuste estructural. En 1995, el 10 por ciento más bajo de la población consumía sólo el 2 por ciento de riqueza, mientras que el 10 por ciento consumía la asombrosa cifra del 40,4 por ciento. Al mismo tiempo, podían ver como los granjeros blancos conseguían mucho dinero y además podían mantener más divisas en su poder de las que podían tener en el pasado.

Mugabe entra en conflicto con el imperialismo

Cuando aumentaron las tensiones políticas y el país llegó a un callejón sin salida política, Mugabe pudo ver que con la aplicación de las políticas impuestas por el FMI sólo conseguiría perder su base social. El MDC crecía en las zonas urbanas y al mismo tiempo aparecían fisuras en el propio ZANU-PF, algunas capas dentro de su dirección veían como se iba el apoyo de las masas rurales.

En 1999 Mugabe entró en conflicto con sus maestros imperialistas. Ralentizó el ritmo de la llamada "reforma", es decir, la política pro-capitalista que había seguido hasta ese momento e impuso controles de precios, era un intento desesperado de controlar la inflación. Pero ignoró el hecho de que en una "economía de mercado", donde el estado no tiene el control directo del proceso productivo, los controles de precios simplemente llevaban al florecimiento del mercado negro sin aliviar realmente la carga que soportan las masas.

Por esa razón descubrió, demagógicamente, la cuestión agraria. Las cifras oficiales demostraban que en 1996, el 66 por ciento de la fuerza laboral aún trabajaban en la tierra, mientras que sólo el 10 por ciento lo hacía en la industria y el 24 por ciento en el sector servicios. La población rural todavía es el sector más importante en Zimbawe.

Para no perder apoyo tuvo que basarse en los veteranos de guerra y campesinos sin tierra. En ese momento las expropiaciones de tierra se cancelaron. Hoy se habla mucho de los granjeros blancos "produciendo alimentos" pero es una realidad que un sector de ellos no utiliza en absoluto la tierra y muchos de ellos ni viven allí. Es típico de muchos grandes terratenientes en los antiguos países coloniales. Algunos de las granjas de los blancos eran utilizadas como rancho de juegos, no exactamente para la actividad productiva que era lo que necesitaban las masas empobrecidas. Es verdad que el tabaco, la principal exportación, se produce en las grandes granjas de blancos, pero los pequeños granjeros realmente producen el 70 por ciento de los alimentos del país. Esta situación permitió a Mugabe señalar con el dedo a los grandes terratenientes blancos. La realidad es que muchos de ellos habían apoyado al antiguo régimen racista de Smith y habían luchado activamente en las guerrillas racistas.

Ahora los medios de comunicación occidentales están llenos de propaganda sobre el "robo de tierra" y se han vuelto en contra de Mugabe. Nos presentan una imagen de Mugabe utilizando a la muchedumbre para consolidar su base de poder político. Todos ignoran que la cuestión agraria no se ha solucionado durante los años que lleva en el poder Mugabe, las mismas personas que hoy protestan por la "expropiación" estaban contentas con llegar a acuerdos con Mugabe cuando convenía a sus intereses.

Mugabe  realmente había traicionado a las masas negras pobres que le apoyaron para llegar al poder y en cambio él se ha acercado a la adinerada elite blanca. En el proceso una minoría de negros se ha integrado en esa elite rica y ha aparecido una burguesía negra al lado de su homóloga blanca. Una parte importante de la elite que rodea a Mugabe vive en los mismos barrios ricos que los blancos y comenzaron a tener su misma perspectiva de clase.

Un monstruo de Frankenstein

Ahora Mugabe es como un monstruo de Frankenstein. Es una criatura de la burguesía, pero ahora los imperialistas y la elite blanca zimbabuense ya no le controlan, tiene las palabas del poder político firmemente en sus manos. Ahora tiene su propio orden del día y está dispuesto a mantenerse en el poder a toda costa. En este proceso está devastando aún más la economía.

Un hecho importante que debemos tener en consideración es que la expropiación de la tierra con frecuencia ha beneficiado a los compinches de Mugabe y no a las familias campesinas pobres. Las cifras oficiales proporcionadas por el propio gobierno dicen que más de un millón de trabajadores agrícolas, sólo aproximadamente el 10 por ciento se han convertido en terratenientes, el resto vive en la pobreza desesperada.

Esta redistribución desigual de la tierra es parte del intento de Mugabe de crear una elite privilegiada leal a su persona. Muchos por arriba en la burocracia militar y estatal se han beneficiado de este proceso. Pero muchos de estos nuevos "campesinos" tienen escasos conocimientos de agricultora y con frecuencia dejan la tierra en barbecho.

El país ha sufrido estos últimos años de seguía y la reforma agrícola no ha ayudado en nada. Los sistemas de irrigación no funcionan y durante los últimos dos años se ha perdido dos tercios de la producción de cereales. La cantidad de tierra plantada con maíz, soja y tabaco ha caído significativamente y se calcula que como resultado de este descenso, la mitad de los 12 millones de habitantes de Zimbawe necesitan ayuda alimentaria para sobrevivir.

Los marxista apoyamos la expropiación de las grandes granjas, pero la expropiación por sí sola no es suficiente. Las grandes granjas eran productivas porque estaban mecanizadas. La mecanización a gran escala de la agricultura es mucho más productiva que la agricultura de subsistencia a pequeña escala. Un ejemplo es el de una granja del sur de Harare, donde una granja comercial se ha dividido en 35 parcelas más pequeñas. Ahora la tierra es arada por campesinos pobres, pero sin inversión, sin maquinaria, sin irrigación ni fertilizantes, ni siquiera ayudas para comprar semillas, así que se dedican a una agricultura de apenas subsistencia. La granja comercial solía emplear a 100 trabajadores.

Expropiación socialista

Sobre la base de una verdadera expropiación socialista esta granja comercial no se habría dividido. Se habría colectivizado, manteniendo el alto nivel de mecanización, bajo el control de los propios trabajadores agrícolas de la granja. De esta manera, la tierra habría sido mucho más productiva y habría beneficiado a esa parte de la población más amplia que necesita desesperadamente cultivar.

De este modo, podemos ver como Mugabe ha aplicado de manera demagógica la política de expropiación agraria, sin realmente ofrecer una mejora genuina para las vidas de los trabajadores agrícolas y la población en general. En su mente no está la transformación socialista de la sociedad. Está totalmente ligado a los valores capitalistas y aplica sólo esta política como un intento desesperado de mantenerse el poder.

Esta situación combinada con todos los demás elementos que hemos explicado han llevado a la economía zimbabuense al borde del colapso total. El "ajuste estructural" del FMI devastó la economía, después siguió la política de zigzag seguida por Mugabe, incluida la manera caótica de tratar la cuestión de la tierra. La agricultura comercial, la fuente tradicional de las exportaciones y divisas, que proporciona 400.000 empleos, se ha visto seriamente dañada y ha convertido a Zimbawe en un importador neto de productos alimenticios. Ahora se están extendiendo las escaseces de productos básicos.

El PIB en 2007 se calcula que cayó un 6 por ciento. La población que vive por debajo de la línea de pobreza está cerca del 70 por ciento. Zimbawe se ha convertido en una de las sociedades más desiguales del mundo, el índice Gini, que mide la distribución de los ingresos familiares, se situó en 2006 en 50.1. Los analistas burgueses dicen que cuando el coeficiente Gini en un país supera el 40 entonces la situación es totalmente insostenible. La esperanza de vida se ha desplomado a una media de 39,73 años, en 1990 era de 60 años. El servicio sanitario está en una situación de colapso, mientras que el SIDA afecta a casi una quinta parte de la población. La deuda pública se ha disparado hasta el 189,9 por ciento del PIB y la deuda externa ha alcanzado los 4.876 millones de dólares (datos estimados en 2007).

En mayo de 2005, el gobierno zimbabuense añadió más sufrimiento terrible para las masas con su infame "Operación Murambatsvina" (Restaurar el Orden). Al principio el objetivo era la demolición y desahucio de las chabolas superpobladas que provocó un desplazamiento interno de unas 570.000 personas, muchas de las cuales ahora viven en rudimentarios campamentos. Estas personas son pobres urbanos que han estado apoyando al MDC. Parece que Mugabe está dispuesto a pisotear a la clase obrera y pobres urbanos.

Tan mala es la situación que la Organización Internacional de Migración (OIM) calcula que unos 3,4 millones de zimbabuenses han abandonado el país, la mayoría ha emigrado a Sudáfrica. El gobierno sudafricano ha situado a personal militar en la frontera para intentar detener esta marea de humanidad empobrecida.

Esta situación económica devastadora de Zimbabue puede arrastrar al país al abismo del infierno, incluso a la absoluta barbarie. Si no se encuentra una alternativa, el futuro puede ser la guerra civil. También la cuestión nacional ha resurgido de nuevo. El 98 por ciento de la población son africanos negros, pero está dividida entre un 82 por ciento de shonas y un 14 por ciento de ndebeles.

En Matabeleland, desde las masacres de 1983-1985, existe un enorme resentimiento entre los ndebeles locales con Mugabe y el ZANU-PF. La población de región han llegado a un límite insoportable. Si Mugabe se mantiene mucho tiempo en el poder esta zona podría estallar en un conflicto violento. Las escenas bárbaras que hemos visto en otros países africanos podrían verse de nuevo en Zimbawe, como ocurrió en 1983.

El imperialismo está aterrorizado con esta perspectiva que desestabilizaría toda la región y que tendría un impacto importante en la vecina Sudáfrica. En esta situación, Mugabe podría continuar durante un período pero cada vez irá perdiendo más apoyo. Su régimen en determinado momento correrá el riesgo de ser derrocado. El hecho de que hayan aparecido divisiones dentro del ZANU-PF son una indicación de que incluso sus colaboradoes están buscando una salida al callejón sin salida.

Divisiones por arriba

El anterior ministro de economía de Mugabe, Simba Makoni, rompió con el ZANU-PF y se presentó a estas elecciones con un grupo escindido del MDC, lo que es una señal de lo que podría ocurrir después, que un sector importante de la camarilla que rodea a Mugabe se vuelva en contra de su amo. Un colapso total de la economía les afectaría seriamente y quieren actuar antes de que sea demasiado tarde.

En el pasado hemos visto otros ejemplos en países africanos de déspotas destituidos por que ya no representaban los intereses de la elite dominante. Viene a la mente el ejemplo de Nigeria, cuando la cúpula militar se movió contra Abacha  comenzó un proceso hacia el gobierno civil y preparó la llegada al poder de un régimen más en la línea de los intereses del imperialismo. Abacha también se enfrentó al imperialismo después de aplicar su propia agenda. Como evidentemente ya no era útil, fue echado... ¡con la ayuda de una manzana envenenada!

Un artículo reciente publicado en The Economist (28/2/2008) decía lo siguiente:

"Makoni pretende que le apoya la mayoría de la dirección del ZANU-PF. Ninguno de los pesos pesados del partido gobernante ha admitido en público su apoyo; casi con toda seguridad  harán apuestas compensatorias hasta las elecciones. Pero pocos le han criticado o intentado bloquear su candidatura (...).

"El ejército, la policía y la muy temida Organización Central de Inteligencia (CIO) puede que yo no estén unidos tras el viejo presidente de 84 años de edad. Su partido se ha fracturado, gracias a la intervención hace seis semanas, como aspirante desde dentro, de Simba Makoni, un antiguo ministro de economía a quien muchos de la clase media blanca y negra de Zimbawe le ven como la cara decente y competente del ZANU-PF (...).

"Pero está poco claro que la popularidad del presidente, tal y como está, haya menguado, incluso entre su vieja guardia. Si de alguna manera aguanta, y muchos observadores experimentados piensan que lo hará, el mantra en Harare es que ‘algo grande ha cambiado', gracias al desafío de Makoni. Muchos de los buitres del partido dominante sienten claramente que es el momento de ojear restos frescos".

Sin duda los imperialistas estarían dispuestos a colaborar con estos "buitres" si consideran que son instrumentos útiles para seguir con sus planes en Zimbawe. Igual que colaboraron con Mugabe en el pasado, lo harán con estos gánsteres.

No podemos decir qué nivel han alcanzado estas divisiones por arriba y en qué momento será inminente la ruptura. Pero todo parece indicar que hay divisiones importantes dentro del grupo dirigente del ZANU-PF y que en algún momento esto llevaría a un movimiento contra Mugabe. Cuánto más tiempo se aferre desesperadamente al poder Mugabe, peor serán las cosas.

En determinado momento Mugabe será echado a un lado y el MDC ocupará su puesto. Un sector del ZANU-PF incluso podría romper y ofrecer un gobierno de coalición con el MDC. Después de todo, como hemos visto, aparte de la cuestión de la expropiación agraria, sobre todos los demás defienden una política muy similar. Temen la desestabilización y preferirían una transferencia de poder "tranquila". Una coalición parece la mejor opción.

La idea de formar una coalición también ha surgido estos últimos días en la prensa zimbabuense, controlada por el régimen. Pero hay una diferencia: ellos defienden una coalición con Mugabe al frente de ese gobierno. Esa opción parece prácticamente imposible en este escenario, pero si se podría dar algún tipo de coalición que permitiera a Mugabe retirarse sin alterar sus privilegios, sin que tenga que enfrentarse a las consecuencias.

La política de este gobierno estaría dictada por el FMI, el Banco Mundial y las principales potencias imperialistas. En el contexto actual de desaceleración económica en los países capitalistas desarrollados, las economías más débiles también resultarán afectadas. Lo que desean las masas: tierra, empleo, salarios decentes, no llegará. Si las potencias imperialistas consiguen poner en el poder a un gobierno más a tono con sus propios intereses, veremos una continuación de las mismas viejas medidas de austeridad. Exigirán recortes severos del gasto público y una apertura aún mayor de la economía.

Tendrían que hacer frente a la cuestión agraria que es un tema acuciante. Pero no cumplirían los deseos de millones de campesinos sin tierra. El MDC ha planteado la idea de una compensación a los granjeros blancos (¿de dónde sacará el dinero el gobierno?) mientras que otros han planteado la idea de una auditoría. Para mantener algún tipo de estabilidad podrían tener que aceptar algunas expropiaciones, pero también tendrían que desenmarañar mucho de lo que han hecho.

Mientras que el MDC dice que reducirá el gasto público y buscará dinero de los campesinos blancos. Podemos asegurar que los recortes serán en sanidad, educación y otros servicios públicos. Algunos de los problemas más urgentes puede que se intenten arreglar a corto plazo, como la distribución de alimentos. Para ayudar a estabilizar la situación y consolidar el grillete del imperialismo sobre el país, podría llegar ayuda alimentaria y crear una mejora temporal del sufrimiento de las masas.

Este sería un intento de estabilizar la situación, pero sólo para permitir la imposición de la política económica capitalista. No solucionarían ninguno de los problemas fundamentales. De esta manera si y cuando el MDC llegue al poder, disfrutaría de un breve período de luna de miel. Despertaría muchas esperanzas pero finalmente quedaría al descubierto en que se ha convertido, en otro partido burgués.

Necesidad de una alternativa socialista

Ni el ZANU-PF ni el MDC, o cualquiera de sus escisiones, son capaces de ofrecer una solución real a los trabajadores y campesinos zimbabuenses. Mientras el capitalismo domine el país no habrá salida para las masas. Especialmente en las actuales condiciones mundiales con unas perspectivas económicas sombrías.

Lo que hace falta es un programa socialista, basado en la expropiación socialista de la tierra y la industria. Muchos de los antiguos activistas del ZANU-PF y también muchos de los que inicialmente miraron al MDC, deben preguntarse que estaba equivocado. Los marxistas somos  los únicos que podemos explicar cómo ha ocurrido todo esto y cuál es la solución.

Los marxistas en Zimbawe también necesitan basarse en una perspectiva internacionalista. Por sí solo Zimbawe no puede construir el socialismo. Sin embargo, un Zimbawe socialista tendría un impacto enorme sobre la clase obrera sudafricana. De la misma manera que Lenin veía la revolución rusa como la chispa que iniciaría la revolución europea, la revolución zimbabuense podría poner en movimiento al proletariado sudafricano y al de toda la región. El socialismo en un país no es posible, como demuestra la experiencia de todos los antiguos regímenes estalinistas.

Un papel clave lo jugará la clase obrera sudafricana. La negativa de los estibadores de Durban a descargar el cargamento de armas chino destinado a Zimbawe, demuestra gráficamente que el destino de los trabajadores y campesinos zimbabuenses están estrechamente unido al movimiento de sus hermanos sudafricanos. Cualquier movimiento serio de los trabajadores zimbabuenses inmediatamente tendría un impacto sobre los trabajadores sudafricanos, y el de la clase obrera sudafricana tendría un impacto decisivo en los acontecimientos en Zimbawe.

Los trabajadores sudafricanos han probado la escuela del reformismo del ANC. El año pasado vimos una gran huelga contra el gobierno del ANC y veremos más. La lucha de clases en todas partes está aumentando, incluida en África. La reciente oleada de luchas en Egipto y la impresionante huelga general en Nigeria del año pasado fueron otra prueba de lo que está por venir.

La tarea de los marxistas en Zimbawe es "explicar pacientemente" todas estas ideas a las capas avanzadas de los trabajadores y jóvenes, trabajar dentro de los sindicatos y organizaciones juveniles. Una perspectiva internacionalista, combinada con la construcción paciente de las fuerzas del marxismo a largo plazo es la única solución al sufrimiento actual de las masas zimbabuenses.