Burokrazia bolivartarraren programa erreformistaren ondorioz, azken urteetan Venezuelako ekonomiak jasan dituen desorekek pasa den maiatzean erdietsi zuten maila gorena, gabezia eta inflazio tasak ikaragarri igo baitziren. Ekoizpen nazionala garatu ezin duen politika bidera ezinaren ondorio logikoa da.

Los desajustes que se vienen produciendo desde hace varios años en la economía venezolana producto, principalmente, del programa reformista que viene aplicando la burocracia bolivariana, tuvieron un pico en el pasado mes de mayo cuando se dispararon los ya altos índices de la escasez y la inflación. Era el resultado lógico y predecible de una política inviable que no ha logrado desarrollar la producción nacional y que, por ende, depende cada día más de las importaciones financiadas por el petróleo. Cuando los dólares petroleros no le han alcanzado a la burocracia para cubrir el creciente gasto público con el que mueve la economía, ésta ha recurrido, normalmente, a la aplicación de medidas monetaristas, como las devaluaciones, y al endeudamiento externo. En esta ocasión la burocracia devaluó en febrero pero no pudo conseguir nuevos préstamos en el exterior, con lo que la situación se le complicó y la obligó a tener que cerrar momentáneamente el chorro de dólares baratos que les entrega a los capitalistas para que importen lo que no producen.

En un país que importa más de un tercio de lo que consume, lo anterior incrementó fuertemente la escasez y aceleró la inflación, ya de por sí altas gracias al sabotaje económico permanente que realiza la contrarrevolución, a partir del control que aún posee de los medios de producción y las finanzas. En esta situación desesperada, agravada por la ofensiva fascista posterior a las elecciones del 14 de abril, la burocracia bolivariana no tuvo “mejor idea” que hacer un enésimo llamado a la burguesía nacional, al empresariado “patriota” y “consciente”, a los mismos que paralizaron la economía en diciembre de 2002, a trabajar juntos, con el gobierno, para superar la crisis de abastecimiento. Por supuesto que se les ofrecieron a los capitalistas todas las garantías y apoyo necesarios para que puedan cumplir con tan “noble” tarea.

Una cuestión estructural

Desde 1936 a la fecha, con la excepción del período de 1989 a 1999, prácticamente no ha existido en Venezuela un gobierno, sin importar su signo político ni su sistema, democrático liberal o dictatorial, que no haya intentado, así sea de palabra, desarrollar la industria nacional utilizando los altos ingresos petroleros para financiar a la burguesía criolla, la clase social señalada por el reformismo para encabezar dicha industrialización. Esto último tiene un basamento en las tesis etapistas manejadas por la socialdemocracia clásica y el estalinismo de que para llegar al socialismo primero hay que desarrollar un capitalismo nacional. Los proyectos desarrollistas, que buscaban la “diversificación económica”, el “desarrollo de la producción interna”, la “industriali­zación nacional” y la “independencia económica”, tuvieron su época de auge en los primeros veinte años de la IV República, bajo los gobiernos adecos, mientras duró la coyuntura internacional que favoreció el alza de los precios petroleros.

Cuando sobrevino la crisis capitalista de los 80 y el Estado vio menguar drásticamente sus recursos, el desarrollismo desapareció de los programas de gobierno hasta ser rescatado nuevamente por el gobierno bolivariano a partir de 2000. En los diferentes índices económicos que elabora regularmente el BCV se puede apreciar que desde 1979 la burguesía venezolana no ha invertido significativamente en desarrollar ninguna industria, que no sea la especulativa, a pesar del fuerte apoyo que le ha brindado el Estado, sobre todo bajo el gobierno bolivariano.

La pregunta que se plantea, entonces, es ¿por qué a pesar de todo este apoyo del Estado no se ha podido desarrollar en Venezuela un capitalismo productivo como el que existe, o existía, en los países industrializados? La respuesta es muy sencilla aunque para las burocracias reformistas sea una verdad guardada bajo siete llaves. El capitalismo industrial en los países atrasados nació tarde, cuando ya el capitalismo mundial se encontraba en su fase imperialista y controlaba el mercado internacional, lo cual lo condenó a ser un capitalismo dependiente y concesionario del capital multinacional. Es por ello que las pocas veces que produjo algo, siempre bajo la protección y el financiamiento del Estado, dicha producción no fue competitiva y sólo pudo ser comercializada dentro de la seguridad de las fronteras nacionales. Los capitalistas en todo el mundo buscan siempre la mayor ganancia de la forma más rápida y fácil posible, más en los tiempos del capital especulativo.

El capitalismo venezolano no se comporta de una forma muy distinta. ¿Para qué perder el tiempo y pasar trabajo, teniendo que lidiar con los problemáticos trabajadores venezolanos, para producir algo difícil de comercializar si es mucho más sencillo y rentable importar con dólares regulados y luego vender a dólar libre? El capitalismo venezolano es un capitalismo parasitario, que nunca ha producido nada ni lo hará jamás y que sólo existe porque el Estado lo mantiene vivo subvencionándolo con el dinero que produce el petróleo. Esto no lo planteamos por una animadversión perversa hacia los capitalistas, esto lo confirman, como decíamos antes, todos los índices económicos del BCV.

 

Una cuestión política

La burguesía venezolana, más allá que nunca ha desempeñado un papel significativo como productora en la economía nacional, en períodos revolucionarios, de auge de la lucha de clases, ha utilizado su control de los medios de producción y su poder económico como un arma política para acabar con la revolución que hace peligrar su papel privilegiado en la sociedad. Es por esto que sabotea la economía dejando de producir lo poco que produce, acaparando los bienes de primera necesidad, contrabandeando, especulando y remarcando los precios día a día, etc., etc. Una prueba reciente de lo que decimos es que luego de la reunión entre Lorenzo Mendoza, dueño de la empresa Polar, la mayor productora y distribuidora de alimentos de Venezuela, y el presidente Maduro los desaparecidos productos Polar aparecieron en los supermercados como por arte de magia.

Los problemas cíclicos que genera el capitalismo

Todo lo que hemos dicho hasta aquí es algo más que evidente y probado a lo largo de la historia de Venezuela, sin embargo, no podemos dejar de asombrarnos nuevamente al ver como la burocracia bolivariana insiste en transar y someterse al chantaje de los capitalistas “criollos” para tratar de salir de la crisis económica a la que ellos mismos contribuyen cada día. Es como encargarle a tu peor enemigo que te cuide mientras estás enfermo. No se puede buscar la solución a los problemas que genera el capitalismo dentro del capitalismo, como hace el reformismo. Mientras el gobierno bolivariano continúe apostando por la clase capitalista y no por la clase trabajadora, ninguna de estas problemáticas, como la escasez, la inflación, etc., etc., será resuelta y las volveremos a ver reproducirse cíclicamente pero cada vez a un nivel superior. El problema es el sistema y su funcionamiento, pero esto parece ser algo incomprensible para la burocracia reformista que se empeña en repetir una y otra vez sus fórmulas fracasadas, con lo cual también contribuye a que la soga en torno al cuello de la Revolución se aprieta cada día más.

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