Rompiendo con toda la tradición política, el electorado barre así con 61 años de gobiernos colorados (democráticos, fraudulentos o dictatoriales). La alta participación en los comicios es otro síntoma del interés despertado en esta posibilidad de cambio de destino por parte las masas.
Los resultados definitivos le dan la victoria a la Alianza Patriótica para el Cambio, de Lugo, con el 40.8%, frente al 30.7% de la oficialista ANR (partido colorado) que llevaba de candidata a la maestra y ministra de cultura del gobierno de Duarte Frutos, Blanca Ovelar, y al 22% del ex general golpista Lino Oviedo (UNACE). La burguesía paraguaya y el imperialismo norteamericano pensaban que Lino Oviedo le robaría a Lugo los votos suficientes para que Blanca Ovelar ganara la elección, por eso lo indultaron hace unos meses y lo proveyeron generosamente con fondos para lanzar su candidatura presidencial, pero esa táctica fracasó.
Además de terminar con el predominio histórico del Partido Colorado (fundado a fines del siglo XIX por Bernardino Caballero) estas elecciones marcan una nueva época histórica y terminan con otra institución tradicional, el fraude. Este sobrevoló todo el fin de semana como posibilidad concreta y no fue implementado ante el temor de que desatara una rebelión popular. En los festejos que siguieron a la proclamación de Lugo se expresaba el ansia de cambio y el repudio a la corrupción que impregna todas las áreas del aparato estatal y también el ambiente empresarial paraguayo.
Paraguay es el país con menor PBI de Sudamérica (alrededor de 9 mil millones de dólares) y con un ingreso per cápita sólo algo superior al de su vecino Bolivia. Dos tercios de sus algo más de 5 millones de habitantes viven en la pobreza y la concentración de la propiedad de la tierra, en un país predominantemente campesino, es de las más desiguales del mundo. Otros dos millones de habitantes han debido emigrar para poder sobrevivir, fundamentalmente al Gran Buenos Aires, EEUU y España, y de forma increíble fueron privados de sus derechos políticos para esta elección en un inútil intento de impedir el cambio que se inicia.
Fernando Lugo proviene de la militancia social en la Iglesia católica, identificado con la teología de la liberación. Fue maestro y en 1977 se ordenó sacerdote, llegando a obispo en 1994. Conocido como ¨el obispo del pueblo¨ trabajó en favor de los campesinos y pobres. Fue suspendido como obispo por la Iglesia al comenzar su carrera política hace sólo un año y medio, y por la cual estuvo dispuesto a renunciar al sacerdocio, al llegar a la conclusión de la necesidad de intervenir en política para poder cambiar la realidad social.
Ahora deberá enfrentar las grandes tensiones que se avecinan. Por un lado está la voluntad de cambio de las masas y de las organizaciones populares y de izquierda que integran su coalición, que lo presionarán por la izquierda, y por derecha tendrá la presión de sus socios burgueses de la coalición (el PLRA, supervivencia del partido Liberal, la oposición tradicional azul, de centroderecha) y del viejo aparato estatal, aún integrado mayoritariamente por colorados (Lugo no consiguió la mayoría parlamentaria y varios departamentos del interior siguen en manos coloradas, además de la fuerzas armadas y de los terratenientes tradicionales).
La presencia de "la embajada" es insoslayable. Los representantes de EEUU siempre fueron un importantísimo factor de poder y ninguna medida de peso se tomaba en Paraguay sin previa consulta al embajador. Los marines son figuras cotidianas en las calles de Asunción y hace pocos años se ha instalado una base militar en el Chaco Boreal.
Además, está la presión que ejercerán las empresas extranjeras como la petrolera Shell, triunfadora de la Guerra del Chaco hace 75 años, y otras de llegada posterior, fundamentalmente brasileñas, presencia incrementada a partir del Mercosur y del auge de la soja (de la cual Paraguay es el cuarto exportador mundial), que ha desplazado al cultivo tradicional de algodón y a la ganadería.
Pero lo fundamental, si Lugo decide no traicionar las esperanzas populares depositadas en él, serán la contradicciones internas de la Alianza que lo lleva al gobierno. Así, el PLRA, que ha puesto al vicepresidente Federico Franco, ya han comenzado a hablar de moderación y a rechazar el supuesto mote de "chavismo" del nuevo gobierno. Por otro lado, una veintena de organizaciones sociales de izquierda, que sí se identifican con los modelos cubano o venezolano, intentarán no ser desplazados.
Las principales banderas levantadas por Lugo en estas elecciones fueron la Reforma Agraria y terminar con las injusticias sociales. Pero acometer ambas cosas supone atacar la propiedad de los terratenientes y de los monopolios extranjeros. En el marco del capitalismo no hay posibilidad de resolver los graves problemas sociales que aquejan a las masas trabajadoras.
Se acercan momentos decisivos para el destino del proceso abierto con estas elecciones. Las medidas que adopte el nuevo gobierno de Lugo en los próximos meses son cruciales. Los trabajadores, los jóvenes y los campesinos entrarán al escenario por la puerta abierta por estas elecciones y no se resignarán a ser nuevamente defraudados sin grandes luchas.