Iraultzaile venezolarrok Libiako masen mugimendua babestu behar dugu!

 

Herri komiteak elkartuz eta multinazional inperialistak eta burgesia libiarra desjabetuz posible izango da iraultzak aurrera egitea!

Desde el pasado 17 de Febrero las masas de Libia están protagonizando un impresionante movimiento revolucionario que ha despertado la solidaridad de millones de jóvenes y trabajadores en todo el mundo. La mayoría de las ciudades del país están en estos momentos bajo el gobierno de comités populares creados espontáneamente por la propia población en lucha. Según informan distintas webs antiimperialistas y revolucionarias: “La situación copia el esquema de la revolución egipcia, al más puro ‘estilo Tahrir’(…) Los comités populares se encargan de gestionar y organizar todo, el día a día, la seguridad en las calles, en las carreteras (fuertemente vigiladas por civiles armados), la limpieza, el reparto de comidas…”

http://agenciadenoticasjohnreed.blogspot.com/2011/02/libia-comites-populares-toman-el.html

No es una conspiración, es una revolución

Lo que está sucediendo en Libia es una revolución en toda línea, una insurrección contra una dictadura que está demostrando en la práctica su carácter sangriento y reaccionario atacando con bombardeos y mercenarios las ciudades gobernadas por el propio pueblo organizado en comités. Las masas han roto el dique del miedo y como ocurrió en Venezuela desde el “caracazo” en 1989 y especialmente a lo largo de estos últimos doce años de revolución bolivariana han decidido tomar el destino en sus manos y organizar ellas mismas la gestión de la sociedad. Este maravilloso movimiento revolucionario forma parte de la revolución obrera y popular que recorre todo el mundo árabe. Las masas que luchan en Libia son las mismas que se movilizan en Egipto, Túnez o el Irak ocupado por EEUU en demanda de democracia, empleo, una vida digna y el fin de la opresión y la corrupción. El régimen de Gadafi es igual de odiado por ellos que los de dictadores títeres del imperialismo estadounidense como Mubarak o Ben Alí a quienes de hecho Gadafi apoyó hasta el final.

Los millones de  jóvenes y trabajadores que se han echado a la calle contra Gadafi están cansados de represión, desigualdades sociales, falta de futuro, etc. Para ellos sólo hay dos alternativas: o triunfa la insurrección popular y Gadafi y su régimen son sustituidos por un estado revolucionario basado en los comités que aborde la transformación socialista de la sociedad; o si triunfase Gadafi, o mantuviese el control sobre una parte del país, esto sólo sería el preludio de un baño de sangre superior al visto hasta ahora con el fin de aplastar definitivamente a la revolución y retomar el poder. La tercera opción que plantean los imperialistas, su intervención más o menos directa en el país, no es más que otro modo de abortar la revolución.

En contra de todo lo que se ha dicho acerca de una conspiración organizada por el imperialismo, la realidad se abre paso.  Los videos de la periodista independiente Jihan Hafiz publicados por el medio alternativo antiimperialista The Real News, (www.therealnews.com) muestran sin ningún género de dudas como las masas que han tomado el poder en Bengasi y otras ciudades rechazan una intervención imperialista y defienden que la tarea de completar la revolución y acabar con el régimen de Gadafi es una tarea que puede y debe llevar a cabo el propio pueblo libio.

http://www.youtube.com/user/TheRealNews#p/u/5/2tZ2oTLb2XU

http://www.youtube.com/user/TheRealNews#p/u/5/2tZ2oTLb2XU

El mismo Fidel Castro, en su reflexión titulada "La guerra inevitable de la OTAN", al tiempo que denunciaba planes de Estados Unidos para intervenir en Libia,  reconocía que: "Sin duda alguna, los rostros de los jóvenes que protestaban en Bengasi, hombres, y mujeres con velo o sin velo, expresaban indignación real. (…) El problema que tal vez no imaginaban los actores es que los propios líderes de la rebelión irrumpieran en el complicado tema declarando que rechazaban toda intervención militar extranjera. Diversas agencias de noticias informaron que Abdelhafiz Ghoga, portavoz del Comité de la Revolución declaró el lunes 28 que “‘El resto de Libia será liberado por el pueblo libio’”.(…) Ese mismo día, una profesora de Ciencias Políticas de la Universidad de Bengasi, Abeir Imneina, declaró: “Hay un sentimiento nacional muy fuerte en Libia.”(…)‘Sabemos lo que pasó en Irak, (…) no deseamos seguir el mismo camino (…) ‘existe el sentimiento de que es nuestra revolución, y que nos corresponde a nosotros hacerla’.”

http://www.aporrea.org/actualidad/n176122.html

Este sentimiento entre las masas no tiene nada que ver con el de una conspiración alentada por el imperialismo, refleja el sano instinto revolucionario de las masas en lucha.

Contra los planes contrarrevolucionarios de Gadafi y de los imperialistas

Tras los primeros días de avance imparable de la revolución, que se impuso en el este del país y en varias ciudades del oeste, el movimiento revolucionario enfrenta graves peligros: tanto el de una contrarrevolución sangrienta a manos de Gadafi  como distintos planes de intervención y maniobras imperialistas que con la excusa de “ayudar a conseguir la paz”, “evitar el caos y la guerra civil”, etc. intentan descarrilar la revolución y arrebatar a las masas el control del país.

Diferentes potencias imperialistas están maniobrando en la zona con el objetivo de proteger los grandiosos negocios que mantienen desde hace años en colaboración con la familia Gadafi y su camarilla. Tanto el imperialismo estadounidense como las potencias imperialistas europeas, pero también el emergente imperialismo chino e incluso la burguesía rusa, tienen intereses en la región y harán todo lo posible por acabar con el movimiento revolucionario de las masas. Al tiempo que buscan desactivar la situación revolucionaria, luchan entre ellos para sacar el máximo provecho posible de la actual situación. Cada uno intenta tomar la delantera sobre sus competidores en la carrera por el saqueo de los recursos del país.

El plan inicial de todos ellos era auspiciar una negociación entre Gadafi y la oposición que no afectase la producción petrolera y permitiese llegar a algún tipo de acuerdo para repartirse el control del país. No obstante, tras la victoria de la revolución en toda una serie de ciudades y la sangrienta represión desencadenada por Gadafi, las masas no aceptarán sin lucha cualquier componenda que suponga mantener a Gadafi en el poder o dividir el país.

Los revolucionarios venezolanos debemos apoyar a las masas revolucionarias de Libia, contra la represión de Gadafi y cualquier plan de intervención de los imperialistas

Los militantes del PSUV, la JPSUV y la UNETE agrupados en torno a El Militante y la Corriente Marxista Revolucionaria manifestamos una vez más nuestro apoyo a la revolución que están protagonizando las masas en Libia y rechazamos tanto la brutal represión organizada por el régimen reaccionario de Gadafi como cualquier plan de intervención militar, maniobras o injerencia en Libia por parte de cualquier potencia imperialista. Estas maniobras, vengan de la potencia que vengan, y busquen negociar con Gadafi o sustituir a éste por otro gobernante burgués, sólo intentan acabar con el movimiento revolucionario  y arrebatarle a las masas el poder.

La revolución en Libia y en todo el mundo árabe ofrece una oportunidad única para la revolución venezolana. Millones de jóvenes y trabajadores de todo el mundo tienen los ojos puestos en Libia y el resto del mundo árabe. Muchos de ellos esperan de los dirigentes de nuestra revolución apoyo y orientación.

Desgraciadamente sectores de la izquierda latinoamericana y dirigentes del propio proceso revolucionario venezolano en lugar de ponerse al frente de la solidaridad internacional con las masas revolucionarias en lucha han mostrado sus dudas respecto a que haya ninguna revolución en Libia, achacando lo que ocurre a una conspiración del imperialismo estadounidense y considerando a Gadafi un revolucionario antiimperialista. El Presidente nicaraguense Daniel Ortega dio su apoyo explícito a Gadafi. También, como recoge Aporrea, "Chávez, quien reiteró la amistad que lo une con Gaddafi, dijo que no puede decir que apoya ‘o estoy a favor o aplaudo cualquier decisión que tome un amigo mío en cualquier parte del mundo. No’. ‘Nosotros sí apoyamos al Gobierno de Libia, a la independencia de Libia, queremos la paz para Libia, la paz para todos los pueblos del mundo y nos tenemos que oponer rotundamente a las pretensiones intervencionistas’. (http://aporrea.org/tiburon/n175909.html)

Gadafi no es ningún revolucionario sino un contrarrevolucionario. ¡El gobierno bolivariano debe apoyar a las masas revolucionarias de Libia!

Gadafi no es ningún revolucionario, antiimperialista ni por supuesto socialista. Gadafi se ha convertido en un dictador capitalista, socio de la Unión Europea y aceptado por Estados Unidos, con quien en los últimos años se ha aliado en la mal llamada “guerra contra el terrorismo”. El pueblo libio que es quien sufre las medidas  pro-imperialistas aplicadas por Gadafi durante los últimos años siguiendo las directrices del FMI. Como explica en la web revolucionaria Rebelión el profesor Vicenc Navarro, conocido por sus críticas al neoliberalismo y al imperialismo: “Una de tales medidas fue favorecer la privatización de las empresas productoras y distribuidoras de petróleo, facilitando y estimulando la inversión extranjera, la cual alcanzó su máxima expresión en la década de los noventa. (…) Las compañías que se beneficiaron de estas privatizaciones estaban incluidas en un amplio abanico, desde Occidental Petroleum, a China Nacional Petroleum. Ni que decir tiene que los gobiernos occidentales, y muy en especial los europeos, compitieron para conseguir favores de Gadafi. El gobierno de Blair incluso liberó a los responsables del atentado terrorista del avión PanAm, que había ocurrido en territorio británico y Berlusconi realizó campañas de promoción de Gadafi que alcanzaron niveles histriónicos que el presidente italiano justificó indicando que ‘la prevención de la inmigración ilegal y el petróleo” bien valían sus agasajos’. Y para no ser menos el Presidente Aznar primero, seguido del Presidente Zapatero y del Monarca español, todos ellos visitaron a Gadafi con su lista de ruegos e inversiones. Estas privatizaciones alcanzaron a la mayoría de las empresas públicas, que realizadas dentro de un sistema dictatorial, fueron acompañadas de una gran corrupción que enriqueció a los miembros de la familia Gadafi, y muy en especial a uno de sus hijos que aspiraba a ser su sucesor. Todos estos cambios privatizadores (que fueron alabados por el entonces Presidente Aznar) se hicieron bajo la supervisión del Fondo Monetario Internacional (FMI) que, en su último informe, señalaba el estado de la economía de Libia como muy bueno”. En sus informes el FMI se refiere a Libia como un ejemplo de políticas privatizadoras y de apertura a las multinacionales.

El presidente Chávez y el gobierno venezolano deberían basarse en el magnífico instinto y voluntad revolucionaria que están demostrando las masas obreras y populares de Libia y el resto del mundo árabe cuando rechazan la intervención imperialista y al mismo tiempo rechazan cualquier acuerdo con dictadores como Gadafi o antes Mubarak o Ben Alí. Deberían declarar su apoyo a la revolución que están protagonizando las masas, y, sacando conclusiones de la propia experiencia de nuestra revolución, llamar a los trabajadores, campesinos y desempleados de todo el mundo árabe, desde Túnez a Libia o Irán, a no detener su lucha hasta tomar el poder, desarrollando comités obreros y populares basados en voceros elegibles y revocables, tomando las fábricas para ponerlas a funcionar bajo control obrero y popular, nacionalizando las principales empresas bajo control  de los trabajadores y sustituyendo al actual estado capitalista por un genuino estado socialista  dirigido por la clase obrera y el conjunto de los oprimidos.

Los imperialistas quieren aprovecharse de las dificultades de las masas insurrectas

Desde  sectores de la izquierda, como la red en defensa de la humanidad, que agrupa a artistas e intelectuales de izquierda, se llama  a una solución pacífica al conflicto en Libia siguiendo el llamado del presidente Chávez. http://www.vtv.gov.ve/noticias-internacionales/56906. Obviamente lo mejor sería el desarrollo pacífico de la revolución. Pero lo que hay que entender es que actualmente se libra un conflicto armado entre el pueblo libio y un régimen dictatorial que está recurriendo a toda la crueldad posible. Lo que estamos viendo Libia es un combate desigual entre las masas revolucionarias alzadas pero descoordinadas y mal armadas, sin un claro programa revolucionario socialista e internacionalista, que se enfrentan a la  contraofensiva de Gadaffi, que con tanques, aviación y mercenarios trata de retomar a sangre y fuego las ciudades en manos de los revolucionarios. Señalar, por parte de estos sectores de la izquierda, que la situación en Libia es confusa y por eso no se puede tener una posición, no responde a la naturaleza de los acontecimientos confirmados por numerosos reportes de medios independientes que señalan el carácter revolucionario del movimiento en las ciudades libias y el carácter corrupto y mafioso del régimen de Gadafi.

Hablar de una solución pacífica en estos momentos es, lamentablemente, una forma de dar cobertura diplomática y mediática a la represión de Gadafi contra el movimiento revolucionario. Significa lavarse las manos ante la masacre contra la clase obrera y los pobres que puede darse en Libia y abrir las puertas  a la intervención imperialista si hay una  derrota  militar de las masas revolucionarias. Si el imperialismo no ha intervenido hasta ahora es por el carácter del movimiento revolucionario que no controla, y por los efectos que una nueva intervención armada puede provocar en el mundo árabe. Cínicamente está esperando a que las tropas de Gadafi cometan las mayores atrocidades contra el movimiento para forzar a las masas desesperadas a que imploren la ayuda militar del imperialismo, al mismo tiempo que maniobran e intentan atraerse a diferentes representantes del llamado Consejo Nacional Libio de Transición (CNLT). Su intención es clara: colocar a las masas revolucionarias ante una situación insostenible y llegar a acuerdos con determinados representantes políticos de cara a que asuman sus puntos de vista y aseguren los negocios imperialistas en el país.

Es evidente que en el lado de los insurrectos hay diferencias políticas y estratégicas. Las masas ansían la libertad, los derechos democráticos y barrer a la dictadura. Todas estas demandas sólo pueden ser satisfechas a través de una lucha sin cuartel contra la camarilla de Gadafi, y los imperialistas, con el fin de transformar la sociedad de arriba abajo en líneas socialistas. Pero también, el movimiento revolucionario ha atraído a todo tipo de arribistas y oportunistas que tienen sus propios planes, incluso a sectores desgajados de la cúpula política de la dictadura, como el ministro de Justicia de Gadafi, que no luchan por el poder del pueblo, sino por convertirse en los nuevos dirigentes de una Libia liberada de Gadafi, pero que siga conservando el carácter burgués de su Estado y los negocios con las multinacionales y corporaciones imperialistas. Estos sectores se aprovechan del arrojo revolucionario de las masas, pero quieren que la lucha se mantenga en límites aceptables para las grandes potencias. No quieren que el poder de los comités se extienda, se coordine y pueda alumbrar un Estado socialista revolucionario en Libia.

No es la primera vez que esto sucede en la historia de las revoluciones. En 1936 en el Estado español, durante la guerra civil contra el ejército fascista de Franco, las masas de campo y la ciudad luchaban militarmente contra el fascismo pero al mismo tiempo llevaban a cabo una profunda revolución social. Las masas organizaron milicias, decisivas para frenar el golpe militar en los primeros días, patrullas de control sustituyendo la vieja policía, tomaron las fábricas y las tierras, colectivizando y estableciendo el control obrero en una parte considerable de la economía,  y establecieron comités populares en sustitución de las alcaldías. Sin embargo, esta orientación revolucionaria no encontraba su correspondencia en la política del gobierno republicano. Los dirigentes del Frente Popular apelaban a la ayuda militar de las potencias “democráticas” de Francia y Gran Bretaña, y constriñeron el movimiento de las masas a la defensa de la democracia burguesa. Los imperialistas franceses e ingleses respondieron con la criminal política de la “No Intervención” porque temían más el establecimiento de una república socialista, un Estado obrero, en suelo español, que al triunfo del fascismo. Lamentablemente, Stalin respaldaba esta política criminal que finalmente abrió las puertas al triunfo de Franco.

Los imperialistas, encabezados por la UE y los EEUU quieren hacer fracasar la revolución a toda costa, pero son conscientes de que si se deciden por una intervención militar, debido a la situación explosiva que existe en toda la región, incluidos los países mediterráneos de Europa, toda la situación se volvería aún más inestable. Por eso tratan de asegurarse puntos de apoyo sólidos dentro del país antes de tomar una decisión de esta envergadura. Si queremos evitar la intervención extranjera en Libia y la victoria militar  de la reacción capitalista de Gadaffi, hay que unificar el conjunto de los comités revolucionarios  que deben hacer un llamado internacionalista a los trabajadores y jóvenes del resto de países árabes, del norte de África y del conjunto de la clase obrera de todo el mundo a que apoye a los revolucionarios en Bengasi y el resto de ciudades. Deben ser las masas obreras árabes las que apoyen y armen al ejército revolucionario que lucha contra Gadaffi, no el imperialismo. La derrota de la revolución en Libia a manos de Gadaffi, aparte de ser un baño de sangre,  sería un golpe a la revolución en todo el Medio Oriente. Es por ello que la dirección de los comités debe hacer un llamado internacionalista a la clase obrera de la región y del resto  del mundo a que apoye la revolución y vaya a combatir a Gadaffi y a la posible intervención imperialista. Al mismo tiempo debe llevar a cabo un programa político que pase por la abolición del capitalismo en Libia y en todo Oriente Próximo y luchar por la revolución socialista en la zona.

En ese sentido, si un dirigente de masas con una influencia reconocida como el comandante Chávez plantease estas ideas públicamente, la lucha revolucionaria por el socialismo  en estos países se vería enormemente reforzada y contribuiría a derrotar los planes del imperialismo y aumentaría enormemente la autoridad de la revolución latinoamericana en la zona. Por el contrario, de mantenerse la posición actual se facilitarán los planes del imperialismo para separar y aislar a la revolución árabe de la revolución latinoamericana, así como para intentar identificar a un revolucionario honesto como el Presidente Chávez con  un dictador como Gadafi e intentar sembrar confusión y debilitar el apoyo a nuestra revolución entre los jóvenes y trabajadores de todo el mundo.

Unificar los comités populares para crear un estado revolucionario y nacionalizar bajo control obrero y popular las propiedades de las multinacionales, la familia Gadafi y la burguesía libia

El surgimiento de los comités populares es un ejemplo de la rapidez con que están sacando conclusiones las masas. Representa, en potencia, una forma embrionaria de estructura soviética y de un estado socialista que sólo puede desarrollarse destruyendo y sustituyendo la estructura de un estado burgués, que es la que el imperialismo intentará por todos los medios recomponer. Cualquier intervención imperialista si se produce tendrá como objetivo no el de impedir el caos o un desastre humanitario, como dicen Hilary Clinton y otros imperialistas, sino recuperar el poder burgués en Libia acabando con la movilización independiente de las masas, cuya principal expresión hasta el momento son los comités.

En Libia, tal como explicaba León Trotsky en la teoría de la revolución permanente, es imposible separar la lucha por los derechos democráticos de la lucha por acabar con el Estado y las relaciones de producción capitalistas. Sólo habrá autentica democracia con justicia social y económica, y eso pasa por acabar con el poder de la burguesía libia, empezando por la camarilla de nuevos ricos surgida entorno a la familia Gadafi, y de las multinacionales imperialistas luchando por una federación socialista de los pueblos árabes.

La unificación de los comités populares debe ser la base de un estado revolucionario basado en la elegibilidad y revocabilidad de todos los cargos públicos, que ningún "funcionario" cobre más que un trabajador cualificado; que todas las tareas de la administración de la vida social sean realizadas rotativamente, y se sustituya el ejército permanente burgués por el pueblo en armas, organizado en milicias obreras y populares. Ese estado revolucionario basado en los comités populares además de destituir y juzgar al actual gobierno y a todos los responsables de la represión, garantizar los derechos democráticos y organizar la defensa y victoria militar de la revolución, debe confiscar todas las propiedades de la familia Gadafi y sus cómplices así como estatizar la banca, la tierra y las principales empresas bajo control obrero y popular para poder planificar democráticamente la economía y a resolver los problemas de la población (desempleo, pobreza, bajos salarios, vivienda, etc.)

Al mismo tiempo es necesario explicar que, aunque el impulso espontáneo de las masas puede crear esa estructura revolucionaria que sirva de embrión o base a un estado revolucionario –como vemos hoy en Libia-, para que ésta se desarrolle plenamente, se consolide e imponga, es imprescindible que, a causa del papel central que desempeña en la producción capitalista en cualquier sociedad moderna la clase obrera, ésta se ponga al frente de la revolución. Junto al papel dirigente del proletariado es imprescindible construir y desarrollar una organización marxista que gane a los miles de activistas y líderes naturales que están surgiendo a un programa para tomar el poder y llevar a cabo la transformación socialista de la sociedad.

Este es el mejor modo de garantizar la defensa de la revolución tanto frente a Gadafi como frente al imperialismo. La derrota de la revolución en Libia sólo ayuda a los capitalistas y a los burócratas, a quiénes desconfían de la iniciativa independiente, el instinto y el movimiento revolucionario de las masas y sólo buscan defender sus privilegios. El establecimiento de un estado revolucionario basado en los comités populares en Libia beneficia a todos los oprimidos del mundo. Una victoria semejante se extendería como un reguero de pólvora por todo el mundo árabe y se convertiría en un ejemplo y un refuerzo para las revoluciones latinoamericanas y la lucha de la clase obrera en todo el mundo.