“Ladran, luego cabalgamos”
Después de que la reacción fuera derrotada por el movimiento de masas en las elecciones de diciembre del año pasado ahora están utilizando cualquier recurso para sembrar dudas y confusión con el régimen de Chávez y presentarlo como un régimen que se encamina hacia una dictadura.
Cuando Chávez cambió los ministros de su gabinete hace unas semanas, la prensa burguesa resaltó el nombramiento de Adán Chávez (hermano de Hugo Chávez) como nuevo Ministro de Educación como una señal de sus tendencias “dictatoriales y corruptas”.
Carentes de argumentos, ahora se han vuelto hacia la nueva Ley Habilitante, que da a Chávez el derecho a gobernar por decreto en ciertos aspectos de la política venezolana. Presentan esto como una “consolidación de la dictadura”. Su objetivo claramente es intentar asustar a los trabajadores y jóvenes de todo el mundo para que dejen de mostrar su solidaridad con la revolución venezolana.
Resulta increíble que incluso algunos grupos de la izquierda hayan comenzado a difundir los mismos prejuicios. Están defendiendo la oposición a la Ley Habilitante por que es “antidemocrática”. Para ello utilizan discursos demagógicos sobre la “democracia desde abajo”, etc.,
Su concepto de democracia es totalmente idealista. Es democracia sacada de su contexto material, alejada totalmente del momento, lugar y de acontecimientos políticos más amplios. Con este tipo de posición cualquier activista de izquierdas –aunque sea honesto− puede engañarse al decir y promover cosas que realmente benefician a la burguesía en una situación determinada.
La hipocresía de la burguesía internacional
La Ley Habilitante no es –como algunos desesperadamente intentan presentar− algo nuevo. No es algo que repentinamente Chávez se haya sacado de la manga. Las leyes habilitantes en realidad son una característica común en Venezuela y se han utilizado en varias ocasiones por gobiernos anteriores. El gobierno Chávez utilizó el mismo método para aprobar 49 leyes en diciembre de 2001 que hicieron que la enfurecida burguesía tomara las armas contra el gobierno y preparara el fallido golpe de estado de abril de 2002.
Debemos hacer una pregunta directa: ¿Por qué la prensa internacional no protestó cuando anteriores presidentes venezolanos recurrieron a poderes similares para leyes habilitantes? Por ejemplo, ¿dónde estaban todos los críticos cuando Jaime Lusinchi presidente venezolano desde 1983 a 1988) aprobó una Ley Habilitante similar en el parlamento en junio de 1984? ¿Dónde estaban sus protestas cuando el gobierno de Carlos Andrés Pérez envió al ejército para masacrar a miles de venezolanos inocentes en la fracasada insurrección del Caracazo de 1989?
Debemos tener clara una cosa: la burguesía y la prensa no están en absoluto interesadas en la democracia. Su propia versión de democracia se puede ver en Iraq donde han hundido al país en la miseria, los asesinatos y el uso de la tortura contra los prisioneros. Eso demuestra su hipocresía. No tienen autoridad moral para discutir sobre democracia con Venezuela. Sus intereses son tan claros como el cristal, sólo quieren sembrar dudas sobre la naturaleza progresista del gobierno bolivariano y ocultar la cuestión real: las nacionalizaciones, a las que odian tanto como al demonio.
Un punto de vista de clase
Es necesario ver la nueva Ley Habilitante en su contexto concreto y verla desde un punto de vista de clase. Como Chávez ha señalado, el objetivo principal de la ley es permitir varias expropiaciones y la nacionalización de varias empresas, especialmente las que habían sido privatizadas por gobiernos anteriores.
Debemos hacer una pregunta concreta: ¿ésta beneficiará o no a las masas explotadas de Venezuela? ¿Será un paso adelante para la revolución? ¿Aceleraría la revolución hacia el socialismo?
Sólo puede haber una respuesta a esta pregunta por parte de los verdaderos revolucionarios: estamos totalmente a favor de las medidas radicales contra el capitalismo que ha anunciado Chávez. Las apoyamos mientras defendemos aún más la radicalización del proceso y que la revolución acaba de una vez por todas con el capitalismo.
Al hacer un análisis de clase del significado real de la ley también hay que tener en cuenta los debates que se están produciendo entre las masas venezolanas. ¿Cuál es la reacción de los trabajadores y jóvenes corrientes venezolanos hacia la nueva ley?
Lejos de los ataques histéricos que se encuentran en la prensa burguesa internacional, las masas venezolanas realmente han dado la bienvenida con entusiasmo a esta ley. Para ellas la cuestión acuciante es el cambio de sociedad, cambiar sus miserables condiciones de vida y convertirse en los amos de la sociedad. Sienten que una ley que acelere el proceso es progresista y en el contexto actual la vemos como una medida revolucionaria que desafía el grillete férreo de los burócratas en el viejo aparato del estado.
Esto fue descrito muy acertadamente en un artículo que escribió recientemente Michael A. Lebowitz para Monthly Review Press (http://mrzine.monthlyreview.org/lebowitz010207.html).
“La noche pasada fui a cenar con dos amigos (uno de ellos visitante por primera vez), que habían pasado todo el día hablando con personas activas en los consejos comunitarios de dos barrios de Caracas (uno de ellos extremadamente pobre). Y, ellos me hablaron de la frustración y la rabia de muchos con los funcionarios locales y ministeriales que frenaban el cambio, y sobre su identificación con la impaciencia de Chávez, en quien ellos confiaban. No es sorprendente, esto nos llevó a una discusión sobre la Ley Habilitante y la entrevista de López Maya. No, dijeron, las personas que lo vieron no estaban preocupadas en absoluto, estaban de acuerdo con la necesidad de la aceleración. Qué queréis dice, pregunté, ¿qué la gente tiene prisa? Sí, afirmaron de inmediato (para mi sorpresa), uno comentó que ellos están menos interesados en la democracia como proceso que en la democracia en la práctica”.
Democracia revolucionaria
Chávez ganó las elecciones con un 63 por ciento de los votos. Dijo abiertamente que si ganaban, su próximo mandato estaría dedicado a la construcción de una sociedad socialista en Venezuela. Eso es lo que está haciendo ahora y por eso es necesario acelerar el proceso y tener el poder necesario para hacerlo. Uno podría pensar que por sí solo esto justifica la nueva Ley Habilitante o que al menos tiene sentido decir que el pueblo venezolano es totalmente consciente de lo que estaban votando el 3 de diciembre.
Sin embargo, para ciertos grupos de la izquierda esto no es suficiente. Ellos deben luchar para mantener sus credenciales “democráticas”, es decir, deben ser vistos como demócratas respetables y decentes. Saltan al vagón y se unen al coro de quejicas. Denuncian la Ley Habilitante como “un paso hacia el gobierno antidemocrático”. Incluso hay algunos grupos de la izquierda que han comenzado a exigir un “parlamento soberano” y promueven esto como progresista e incluso como una reivindicación “socialista” en el momento actual.
Esta es una consigna totalmente equivocada. En primer lugar, no cambiaría nada fundamental porque los partidos chavistas mantienen la mayoría absoluta en el parlamento como resultado del boicot de la oposición en las elecciones parlamentarias de diciembre de 2005. Sólo conseguiría ralentizar mucho el proceso. En segundo lugar, esta consigna centra el movimiento revolucionario en el parlamento. La pregunta es: ¿Quién creen que debería ser la principal fuerza motriz en la transformación de la sociedad venezolana? Si se plantea la consigna de un “parlamento soberano” realmente se está diciendo que la principal reivindicación es dar poder a los 167 diputados de la Asamblea Nacional, muchos de ellos provocan amplia desconfianza entre las masas, y junto a ello la tarea de la construcción del socialismo en Venezuela.
Los marxistas revolucionarios responden a la pregunta de esta manera: no defendemos un “parlamento soberano” sino un movimiento revolucionario soberano. Es decir, luchamos por el fortalecimiento de la democracia revolucionaria desde abajo, los consejos comunales en los barrios pobres, los consejos sociales de control, las fábricas ocupadas. También defendemos el fortalecimiento del control de los trabajadores en las empresas estatales y el fortalecimiento del sindicato revolucionario: la UNT. Todos estos órganos son embriones de verdadera democracia revolucionaria y deben estar coordinados y construir desde abajo, con el derecho a revocación de todos los representantes, donde los dirigentes obreros recibirán un salario obrero y otras medidas similares. Lo mismo ocurre con el nuevo Partido Socialista Unido de Venezuela, PSUV. Debe construirse como un instrumento del gobierno del pueblo. Sólo de esta manera se puede conseguir una verdadera democracia revolucionaria.
Los falsos llamamientos a la “democracia” de la burguesía deben ser rechazados por los revolucionarios en todos los países. Nunca compartimos la misma visión de la democracia y nunca lo haremos. Nuestra tarea no es unirnos a los ataques contra Chávez, sino defender la revolución venezolana, mientras que al mismo tiempo damos nuestra perspectiva al movimiento.