Berrogei urte pasa dira Checoslovaquiaren inbasiotik. Alan Woodsek 1968ko irailaren 4ean idatzitzako textua da hau.

El significado de Dubcek

 

El movimiento en Checoslovaquia comenzó el pasado verano con una sesión tormentosa del Sindicato de Escritores Checos, que aprobó una resolución de apoyo a las protestas contra la censura del autor soviético Solzhenitsyn, además, también afirmaba que su obra nunca "serviría para una función estrictamente propagandística". El fermento entre la intelectualidad checa rápidamente se extendió a los estudiantes, que se manifestaron durante el invierno debido a la falta de electricidad en sus residencias. Desfilaron por las calles con carteles en los que se podía leer la consigna críptica: "Dadnos luz".

 

La policía secreta atacó brutalmente la manifestación y resultaron heridos varios estudiantes. Una prueba del nerviosismo de la burocracia fue su intento de pacificar a los estudiantes ofreciéndose a pagar las facturas hospitalarias de los manifestantes heridos. Su oferta se encontró con la exigencia audaz de que los responsables del atropello debían ser castigados y que la prensa debía publicar toda la información sobre el incidente. Los dirigentes estudiantiles advirtieron que si los periódicos no decían la verdad, entonces acudirían a las fábricas para explicar lo ocurrido a los trabajadores.

 

La división en la burocracia y la caída de Novotny después de estos acontecimientos no se pueden explicar simplemente por los actos de los escritores y estudiantes, hay que situarlos en un contexto de desaceleración económica y en la crisis que atraviesa la economía checa desde hacía unos años. El intento delirante de las distintas burocracias estalinistas nacionales de Europa del Este de construir el socialismo en "sus propios" países, ha llevado a una situación donde cada una de las naciones intenta construir "independientemente" cada una de las ramas de la industria, sin tener en consideración las restricciones inevitables que imponen las viejas fronteras capitalistas nacionales.

 

De este modo, durante los años cincuenta, la burocracia checa intentó forzar el desarrollo de la industria pesada en detrimento de la producción para el consumo, lo que provocó un desequilibrio crónico entre la industria y la agricultura, un desarrollo desequilibrado de la propia industria, escaseces crónicas de productos de consumo y, aunque resulte increíble, ¡sobreproducción real en una economía planificada y nacionalizada! La planificación miope "desde arriba" que decretaba la producción de la industria pesada, junto con la ineficacia, ineptitud y mala gestión de una economía burocratizada, provocaron la extensión de la acumulación de mercancías que, con frecuencia, se volvían inservibles.

 

La necesidad de "cumplir el plan" llevó a sustituir la calidad por la cantidad, los bienes de consumo producidos no se podían vender en el mercado mundial, mientras que, al mismo tiempo, su precio estaba lejos del alcance de los trabajadores checos. En 1964 una comisión estatal informó de que se habían inspeccionado 4.000 líneas de producción en 50 fábricas, sólo un tercio se podían calificar como de nivel competitivo. La economía checa, que durante los años cincuenta estaba considerada la joya del mundo estalinista, comenzaba a paralizarse atascada con la burocracia.

 

La necesidad de racionalizar la economía, además del temor a las consecuencias que tendría entre los trabajadores checos una desaceleración mayor de las fuerzas productivas, provocó una división en las capas superiores de la burocracia checa y el surgimiento del ala "reformista" Dubcek, muy alabada por la prensa capitalista occidental. Para los marxistas, sin embargo, todo este sentimentalismo periodístico se debe sustituir por una pregunta muy sencilla: ¿a quién representa Dubcek? ¿A qué intereses sirve su programa?

 

¿Qué ha estado haciendo Dubcek durante todos estos años de estalinismo Novotny? ¿Por qué en 1967-1968 descubrió de repente todos los males del viejo régimen? Algunos de sus amigos "liberales" sufrieron conversiones muy repentinas. Por ejemplo, Jiri Hendrych, el portavoz del partido para asuntos culturales, que en enero alababa la suavidad y ligereza, que defendía el "reciente acercamiento" a la intelectualidad creativa, en el Congreso de Escritores que se celebró el año pasado, salió de la sala y pronunció estas palabras: "Mi paciencia con esta gente ha llegado al límite", posteriormente, estuvo detrás de la expulsión del partido de varios escritores combativos.

 

El punto principal del programa de Dubcek era la reforma económica. Sus propuestas estaban muy de acuerdo con la política "libermanista" introducida en 1963 en Alemania Oriental y en Rusia en 1965. Según este proyecto, las directivas del plan central se sustituirían por planes elaborados por las empresas o asociaciones de empresas individuales. Lejos de eliminar los privilegios y la riqueza de los burócratas, Dubcek pretende aumentar los diferenciales salariales, garantizar "incentivos" para los directores de fábrica. En realidad se trata de una maniobra bonapartista por parte de la cúpula del régimen, que pretende equilibrarse sobre una capa de burócratas  (directores de fábrica, "técnicos", etc.,) contra otra capa diferente (burócratas estatales).

 

Un artículo publicado en Sunday Times el 21 de julio, revelaba de manera gráfica el estrato social en el que se basaba Dubcek para conseguir su apoyo. En una entrevista a un director de fábrica checo, éste explicaba cuáles eran sus razones para apoyar a la nueva dirección reformista:

 

"Ahora en esta fábrica tenemos mucha más libertad. Ya no están los mismos viejos idiotas interfiriendo en nuestra producción, podemos buscar a nuestros propios clientes, no tenemos problemas con las piezas de recambio o los repartos.

 

"Pero los salarios son un problema. El trabajador medio gana 2.100 coronas mensuales (apenas 50 libras), mientras los ingenieros sólo cobran un seis por ciento más. Necesitamos un diferencial de por lo menos el 30 por ciento...

 

"Tenemos nuestro propio ejército y policía. Si alguien intenta hundir el socialismo aquí en Checoslovaquia, nuestra policía y ejército se pueden ocupar de eso. No necesitamos que los rusos nos ayuden..."

 

La actitud desdeñosa de nuestro director de fábrica "liberal" hacia los trabajadores se puede ver en el siguiente episodio.

 

En ese momento suena el teléfono y Kalousek responde. Después se vuelve hacia el periodista y con un suspiro dice: "Es uno de los trabajadores que me pregunta por la nueva resolución. No estoy de acuerdo en hacer estas resoluciones, incluso aunque esté de acuerdo con lo que dicen. Todos se entusiasman, dejan de trabajar y eso cuesta dinero".

 

Novotny intentó apelar a las fábricas en busca de apoyo y volver a la clase obrera contra los "intelectuales burgueses". A principios de este año, los periódicos occidentales informaban de que muchos trabajadores recelaban de Dubcek, y tenían buenas razones. Es verdad que la "libermanización" de la economía rusa, como esperaban los marxistas, ha tenido el efecto inmediato de impulsar la economía soviética. El año pasado la producción industrial bruta de la URSS creció un diez por ciento, la cifra más elevada desde 1959. Ha supuesto una mejora importante de la producción de bienes de consumo. Pero las reformas de 1957 introducidas por Kruschev también provocaron un efecto similar, antes de que la "descentralización" terminara en una orgía de corrupción y trastornos que llevaron a un giro brusco y a la caída del propio Kruschev.

 

Si se toma el caso de Yugoslavia, que Dubcek y compañía han puesto como modelo para la economía checa, el futuro de la actual escapada "libermanista" se puede ver como si se tratara de un espejo. En 1965 la burocracia yugoslava llevó el proceso de descentralización y "racionalización" hasta nuevas cotas. Entonces, también, la economía yugoslava avanzó, disfrutaba de la tasa de crecimiento más alta de todos los estados estalinistas, excluida China.

 

¿Cuál es la situación actual? La producción en muchos sectores está paralizada. La planificación central se ha derrumbado. En 1967 se esperaba que la producción aumentara un 9 por ciento, en su lugar cayó un 0,4. La descentralización ha provocado un aumento de los conflictos entre las empresas, el desbaratamiento de la economía y una oleada de leyes inter-empresariales ¡para la recuperación de las deudas incobrables! Lo peor de todo es que nos enfrentamos al espectáculo de un país "socialista" con 300.000 desempleados, por no contar los 400.000 yugoslavos que no pueden encontrar empleo en su propio país y que tienen que trabajar en empresas capitalistas en occidente.

 

Sin duda, las reformas económicas de Dubcek, en última instancia, irán en contra de los intereses de los trabajadores checos. La competencia entre las empresas de propiedad estatal significa que numerosas fábricas no rentables se encontrarán contra la pared, provocando desempleo a gran escala, especialmente en la región más atrasada, Eslovaquia.

 

Desde el principio, Dubcek intentó conseguir el apoyo principalmente de los intelectuales y estudiantes, que han sido los más ruidosos en su apoyo. La burocracia checa estaba claramente asustada porque el fermento existente entre la intelectualidad se puede extender a los trabajadores. Las lecciones del "Círculo Crooked" en Polonia y el "Círculo Petöfi" en Hungría, cuya agitación desencadenó violentos movimientos de masas en 1956, no pasan desapercibidas para Dubcek y otros burócratas. Estaban dispuestos a dar concesiones temporalmente, sobre todo a la intelectualidad, para preservar su propia posición privilegiada. Estas reformas son mucho menos radicales que las reformas puestas en práctica por Gomulka en 1956. ¿Entonces por qué ha intervenido la burocracia rusa?

 

Lo primero que alarmó a Breznev y a los dirigentes de la burocracia rusa fue el rápido desarrollo del movimiento de masas en Checoslovaquia. A pesar de toda la timidez de las reformas de Dubcek (ahora el propio Dubcek aparece como un candidato de "compromiso" del Comité Central, es decir, ¡ni siquiera el más radical de los burócratas!) sin duda actuaron como catalizador del profundo sentimiento de descontento que afectaba a la clase obrera.

 

La división en la burocracia precipitó una explosión sin precedentes de la discusión, actos de protesta y manifestaciones. En cada fábrica, instituto y pueblo había una intensa discusión. Por todo el país se aprobaban resoluciones que exigían la destitución de Novotny y la aceleración de las reformas. Por primera vez, las propias reuniones del PC eran el escenario de ruidosas discusiones, críticas e incluso se eliminaban a los candidatos de las listas oficiales. El intento de golpe de los seguidores de Novotny sencillamente actuó como un látigo que azuzó aún más a las masas. El movimiento cobró impulso y la burocracia sólo podía seguir la corriente concediendo una reforma tras otra.

 

El temor de la burocracia rusa a que el movimiento de masas en Checoslovaquia escapara a su control se ve claramente en el siguiente extracto de la carta enviada por los rusos y sus cuatro aliados:

 

"Las fuerzas de la reacción se aprovechan del debilitamiento de la dirección del partido dentro del país, abusando demagógicamente de la democratización, desatando una campaña contra el PCCh y sus cuadros honestos y abnegados, con la intención clara de liquidar el papel dirigente del partido, socavar el sistema socialista, poner a Checoslovaquia en contra de los demás países socialistas".

 

El Kremlin temía que Dubcek y los "cuadros honestos y abnegados" del estalinismo checo fueran incapaces de controlar el movimiento desatado por la división en la dirección. Sobre todo temían por "el papel dirigente del partido", es decir, les aterrorizaba el surgimiento de nuevos partidos obreros que pudiesen proporcionar una verdadera alternativa socialista al estalinismo, la carta continuaba así:

 

"Las organizaciones y clubes políticos que se han formado recientemente fuera del marco del Frente Nacional, en realidad se han convertido en cuarteles generales de las fuerzas de la reacción. Los socialdemócratas exigen obstinadamente la creación de su propio partido, organizan comités clandestinos que intentan dividir el movimiento de la clase obrera en Checoslovaquia, pretenden llegar a la dirección del país con el objetivo de restaurar el sistema burgués".

 

La acusación de que el sistema socialista en Checoslovaquia estaba amenazado por las "fuerzas de la reacción" que desean restaurar el capitalismo, es la fórmula despreciable utilizada habitualmente por la burocracia rusa para atemorizar a los trabajadores del Este, para mantenerlos a raya en una situación de crisis. Breznev y otros miembros del CC hicieron todo lo que pudieron para "demostrarlo", organizaron una serie de montajes que seguían la mejor de las tradiciones estalinista. Por ejemplo, las noticias del famoso "vertedero de armas" de armas de Alemania Occidental emitida por la radio de Alemania Oriental antes de que los checos lo hubieran anunciado.

 

El 30 de julio, el comité de trabajadores de la fábrica Auto-Praka publicó una declaración denunciando como falsificación una carta aparecida Pravda, supuestamente procedente de la fábrica y que condenaba los llamamientos checos a la retirada de las tropas soviéticas. A pesar de las torpes alegaciones, Pravda no ha sido capaz de demostrar la existencia de un grupo, periódico o partido en Checoslovaquia que haya defendido el regreso del capitalismo.

 

La carta de Varsovia nombraba a un grupo al que consideraba particularmente peligroso, un grupo de 80 intelectuales y trabajadores que defendían la aceleración de la democratización en el documento conocido como "los dos mil mundos". Esta "plataforma de la contrarrevolución", como es calificada por la carta de Varsovia, defendía el uso de las huelgas y manifestaciones para acelerar la purga de los hombres de Novotny que aún estaban en el cargo. La prensa rusa se indignaba por la sugerencia de que "bajo el socialismo" pudiera haber huelgas. Pero Lenin explicaba ya en 1921 que en un Estado obrero con deformaciones burocráticas, los trabajadores tienen el derecho a defenderse, incluso contra su propio Estado, y en ese caso era un Estado obrero relativamente sano.

 

En cuanto al "papel de dirección del partido" que, los estalinistas afirman es un "principio fundamental del leninismo", también es una absoluta distorsión. Como señalaba correctamente un dirigente checo en televisión, Lenin siempre estuvo a favor de la existencia de varios partidos soviéticos como salvaguarda necesaria para la democracia obrera. Después de Octubre, el único partido prohibido fueron las fascistas Centurias Negras. Incluso el Partido Cadete, un partido burgués, no fue prohibido inmediatamente. Sólo se prohibió debido a la presión de la Guerra Civil y la intervención imperialista, que obligaron a imponer un partido único, en ese caso los bolcheviques, era una medida desagradable que debía terminar tan pronto como fuera posible. Sólo después de la victoria de la contrarrevolución estalinista, que usurpó el poder de las manos de la clase obrera y lo puso en manos de la casta privilegiada de funcionarios, se descubrió el "principio leninista" del partido único estatal.

 

Las burocracias estalinistas de Rusia y Europa del Este temían a las huelgas como si fuera una plaga porque de ellas puede surgir un movimiento que derroque su dominio. Incluso temen aún más el surgimiento a su alrededor de organizaciones políticas donde pueda cristalizar rápidamente un programa socialista alternativo a la caricatura de socialismo que existe en estos países.

 

La intensa presión del Kremlin provocó la respuesta deseada en Praga. Respondiendo a la carta de Varsovia, el Presidium del partido checo se dio prisa en asegurar a sus compañeros soviéticos que:

 

"Los distintos temores expresados en la carta también se manifestaron en la resolución de nuestra sesión plenaria de mayo del Comité Central del Partido Comunista de Checoslovaquia".

 

La carta estaba de acuerdo con la existencia de "tendencias extremistas" y "restos de fuerzas antisocialistas en nuestra sociedad", y que éstas "nos impiden conseguir los resultados que deseamos de nuestro trabajo político". Pero la carta continúa advirtiendo a Breznev contra el intento de atrasar el reloj en Checoslovaquia por temor a provocar a la clase obrera.

 

"Cualquier señal de regreso a estos métodos suscitaría la resistencia de la clase obrera, los trabajadores, los campesinos cooperativistas y la intelectualidad. El partido podría arriesgar su papel político dirigente y crearía una situación donde se podría producir un conflicto de poder.

 

La fracción "liberal" era claramente consciente de que continuar con el uso de los viejos métodos de dominio, el puño de hierro y la porra, ahora estaba descartado. Si las concesiones y las reformas creaban una situación peligrosa para la burocracia, entonces el intento de imponer los viejos métodos sería diez veces más peligroso. Cuando todo un pueblo se pone en pie y dice "no", no hay fuerza sobre el planeta que pueda detenerlo.

 

La intención inmediata de Dubcek era hacer concesiones, mientras eliminaba las causas que provocaban más descontento, dejaba intacto el poder y los privilegios de la camarilla dominante:

 

"En general, el partido ha sido capaz de superar la demagogia política en estas cuestiones que intentaban utilizar las reivindicaciones justificadas de los trabajadores para desorganizar nuestro sistema, y que avivaban un movimiento espontáneo en nombre de las ‘reivindicaciones de los trabajadores' para hacer que la situación económica y política de nuestro país se volviera más difícil. Al mismo tiempo... estamos solucionando algunos problemas sociales y políticos urgentes, como el aumento de las pensiones bajas e incrementos salariales".

 

La dirección checa estaba totalmente de acuerdo con los compañeros rusos en la condena de las "campañas y calumnias injustificadas de la nueva dirección del Partido Comunista de Checoslovaquia, procedentes desde posiciones extremistas tanto a derecha como a izquierda". Condenaba las "dos mil palabras que piden a la población que emprenda actos anarquistas y aíslan el carácter constitucional de nuestra reforma política". Pero una vez más, la burocracia checa advertía que la supresión de estas "tendencias extremistas" no se podría realizar inmediatamente. El congreso extraordinario del partido de septiembre elaboraría nuevas leyes sobre los partidos políticos y los grupos "no oficiales", clubes y partidos.

 

La presión de Moscú no debe ser vista como la causa de la reincidencia de Dubcek. Desde el principio, la consideración principal de Dubcek era descabezar y restringir el movimiento de las masas checas. Mientras con una mano, a raíz del nuevo movimiento de protesta, los "liberales se daban prisa en hacer concesiones, al mismo tiempo, advertían reiteradamente a los trabajadores de que debían "evitar a toda costa otra Hungría".

 

Los llamamientos a la "calma", la "paciencia" y la "dignidad", eran la constante y el tema monótono del nuevo régimen en su intento de provocar la pasividad de las masas. Pero cuando la presión de las otras camarillas burocráticas asustadas se intensificó, la burocracia checa comenzó a retirar paso a paso las limitadas concesiones que había hecho hasta entonces.

 

Después del famoso "Acuerdo de Bratislava", la prensa checa lazó advertencias contra los artículos "demasiado críticos" de la Unión Soviética. Primero fue destituido el general Pochilk de su cargo como responsable del departamento de defensa del Comité Central por sus críticas públicas al Pacto de Varsovia, después se comenzó a preparar la purga de la prensa checa.

 

En una reunión conjunta con Causescu en Praga el 16 de agosto, Dubcek denunció las peticiones que exigían el abandono de la milicia popular (policía): "Necesitamos el orden en nuestro país", dijo, "las reuniones en Praga (es decir, discusiones públicas), si continúan, tendrán un efecto negativo en el avance de la democratización". (The Times. 17/8/1968) Claramente, la burocracia checa estaba tomándose muy en serio los avisos de sus camaradas soviéticos fraternales para que "pusiesen la casa en orden". 

 

¿Por qué invadió el Kremlin? 

 

El movimiento en Checoslovaquia no alcanzó el nivel de desarrollo que el de Hungría o Polonia en 1956. No se crearon consejos obreros, los trabajadores no estaban armados como en Hungría, donde intervinieron los rusos.

 

Incluso en Polonia en 1956 ¡hubo una huelga general y una insurrección en Poznan! Los rusos permitieron a Gomulka controlar la situación en Polonia a través de reformas, pero no permitieron que Dubcek hiciera lo mismo en Checoslovaquia en 1968. ¿Por qué?

 

La respuesta se encuentra, en parte, en el cambio de la correlación internacional de fuerzas de clase que se había producido desde 1956. En ese período posterior se había producido el resquebrajamiento del monolito estalinista mundial debido a una serie de divisiones en líneas nacionales. De una manera impresionante durante los años sesenta se había confirmado el pronóstico que hizo Trotsky en 1923: que la teoría del "socialismo en un solo país", la sustitución de los intereses de la clase obrera internacional por los estrechos intereses nacionales de la burocracia rusa, inevitablemente llevaría a la degeneración nacionalista de la Internacional Comunista.

 

Desde los acontecimientos de 1956, el bloque estalinista ha sufrido la escisión de China, que ha llevado no a la creación de dos campos estalinistas, sino a la apertura de todo un espectro de "caminos nacionales al socialismo".

 

Con la escisión chino-soviética, la política de las burocracias rumana y yugoslava, el "camino polaco" de Gomulka, etc., se ha debilitado mucho el control de la burocracia rusa sobre las demás burocracias y también sobre los partidos comunistas de occidente. El alcance de la degeneración se puede calibrar en los intentos frenéticos de la burocracia rusa de conseguir apoyo para una reunión mundial de los partidos comunistas con el propósito de excomulgar solemnemente a China.

 

Si se compara esta situación con la creada cuando Stalin consiguió expulsar a Yugoslavia de la Cominform, la diferencia es evidente. Hoy en día, incluso la burocracia de Castro en Cuba, que descansa sobre bases más estrechas que cualquier otro estado estalinista, puede defender su "propio" camino al "socialismo", como hemos visto en la purga del ala pro-Moscú del PC cubano en enero de este año.

 

Incluso más significativa fue la conferencia de partidos comunistas celebrada en Budapest en marzo, sólo asistieron 67 partidos mientras que en 1960 fueron 81.

 

Cuba, Yugoslavia, Corea del Norte y Vietnam del Norte no asistieron. Rumanía abandonó y de los partidos comunistas asiáticos sólo asistió el pro-moscovita Partido Comunista Indio.

 

En la década anterior, el estalinismo había sufrido una serie de golpes que socavaron su poder y prestigio a nivel internacional. La "línea de Moscú" ya no provocaba la obediencia fanática ciega que sí tenía antes de la guerra.

 

Pero más importantes aún son los procesos que se han dado entre las masas de Europa del Este y de la propia Rusia. El fermento entre los escritores rusos es sólo la punta del iceberg del descontento que existe entre las masas rusas.

 

Un ejemplo asombroso de la debilidad del régimen burocrático ruso es que cincuenta años después de la revolución, después de todo un período de supuesta "desestalinización" y "deshielo", después de todas las promesas sobre la "construcción del comunismo en veinte años", el régimen haya tenido que condenar a trabajos forzados a algunos escritores por el crimen de defender la implantación de la Constitución soviética. Pero más significativo aún que el juicio a los escritos de principios de este año, fue el torrente de protestas de intelectuales soviéticos que siguió a las sentencias.

 

El nieto del famoso diplomático soviético Litvinov publicó una carta abierta condenando el juicio, firmó con su nombre y dirección como señal de desafío abierto a la policía secreta. El hijo del general soviético Yakir, asesinado por Stalin en las horribles purgas, publicó una protesta similar, en ella advertía que el estalinismo aún existía y defendía la rehabilitación de León Trotsky.

 

Yakir también firmó con su nombre y dirección. Después de las protestas, la burocracia intentó poner frenos y amordazar a la intelectualidad. Las obras de Alexander Solzhenitsyn que sólo unos años antes eran saludadas por la prensa soviética como un "nuevo Dostoievski" fueron prohibidas. Solzhenitsyn ha estado encabezando liderando la campaña contra la censura y por la libertad de las artes en Rusia.

 

La burocracia rusa no podía tolerar los acontecimientos de Checoslovaquia debido al efecto que podrían tener sobre el pueblo soviético, comenzando por la intelectualidad. El efecto en Ucrania, que tiene frontera con Eslovaquia y que durante los últimos ocho meses ha estado en estado de ebullición debido al descontento existente, habría sido particularmente serio.

 

La abolición de la censura en Checoslovaquia habría conseguido que la burocracia rusa tubviera que enfrentarse al insistente clamor de un número cada vez mayor de intelectuales soviéticos para exigirían la eliminación del peso muerto que supone el control burocrático sobre la literatura y las artes. Pero más serio aún sería el efecto que tendría en la propia clase obrera.

 

La libertad de expresión en la prensa podría convertirse en un foco para que aparecieran expresiones organizadas de descontento, llevando inevitablemente en dirección a un nuevo programa y partido. Ya en Rusia hay cientos de miles de círculos de estudio clandestinos, donde los trabajadores leen y sacan sus propias conclusiones de las obras de Lenin, que aún se distribuyen en cientos de miles por la Unión Soviética. 

 

No quedaba ninguna de las salvaguardas de Lenin 

 

El ostensible contraste entre la realidad soviética y las ideas de Lenin es cada vez más evidente. El programa del Partido Bolchevique de 1919, elaborado principalmente por Lenin, establecía los siguientes requisitos previos básicos para el poder obrero, no "bajo el socialismo", no "bajo el comunismo", sino en las primeras etapas del poder soviético, en el período de transición del capitalismo al socialismo:

 

•1)    Elecciones libres y democráticas, con derecho a revocación.

 

•2)    Ningún funcionario recibiría un salario superior al de un trabajador cualificado.

 

•3)    No al ejército permanente sino el pueblo armado.

 

•4)    No a la burocracia permanente: "Todo cocinero debería ser capaz de ser primer ministro".

 

De estas salvaguardas elementales de la democracia obrera no queda hoy nada, ni en Rusia ni en Europa del Este. Por eso el movimiento de los trabajadores en el Este inevitablemente debe defender el regreso a Lenin, no al capitalismo, sino purgar el estado soviético de burócratas, arribistas y parásitos, defender una auténtica democracia obrera soviética.

 

En Checoslovaquia, como en 1956 en Hungría (donde los trabajadores crearon consejos obreros para dirigir el país, soviets en todo menos en el nombre), la clase obrera sin duda podría haberse movido en esta dirección. Ya, al menos en un periódico checo, la idea de los soviets (órganos democráticos y genuinos de poder obrero) se ha planteado esta idea. En el transcurso de los acontecimientos, los trabajadores aprenderán de su propia experiencia la necesidad de evitar las limitaciones que impone sobre ellos la camarilla de Dubcek.

 

Los trabajadores húngaros en 1956 puede que entraran tarde en escena, después de que la escena estuviera ocupada por el movimiento de los estudiantes e intelectuales, pero cuando lo hicieron, fueron más allá de lo que habían previsto los "liberales" burocráticos Nagy y Kadar. El movimiento sobrepasó la "calma", la "solemnidad" y el sinsentido "constitucional" de los Nagys y Dubceks, convirtiendo la situación en una verdadera revolución obrera, no una contrarrevolución social para derrocar las relaciones socialistas de propiedad, sino una revolución política para expulsar a la burocracia y establecer un genuino estado obrero democrático.

 

El movimiento de los trabajadores húngaros sólo fue aplastado por los tanques de la burocracia rusa con un coste y esfuerzo tremendos. Ahora, en 1968, se enfrentan a una elección peligrosa: intervenir significaría otro golpe terrible al poder y prestigio del estalinismo mundial; no intervenir probablemente llevaría a una situación aún más peligrosa para la burocracia, y que no se detendrá en las fronteras de Checoslovaquia.

 

La invasión rusa lleva el sello de un auténtico movimiento apresurado y de pánico. El comportamiento de los dirigentes rusos durante los últimos meses ha sido inconsistente, vacilante y lento. Podría tener algo de verdad la especulación de los comentaristas burgueses sobre una división en la burocracia.

 

Pase lo que pase, la invasión de Checoslovaquia no debe ser vista como una prueba de la fortaleza de la burocracia rusa, sino como un movimiento dictado por el temor, un acto que demuestra más allá de toda duda las bases extremadamente inestables sobre las que descansa el estalinismo en Rusia y en Europa del Este.

 

A juzgar por las apariencias, la aparición de los tanques rusos en las calles de Praga presagiaba la derrota inmediata e inevitable del movimiento en Checoslovaquia. Pero esta conclusión estaba equivocada. Por supuesto, si se aborda la cuestión desde un ángulo puramente militar, entonces todo lo que se habla de la resistencia de los checos ante el poderoso ejército de la Rusia Soviética, con su arrolladora superioridad de hombres y recursos, sería ridículo.

 

Para los marxistas los factores militares por sí solos no pueden ser decisivos en la guerra. Si eso fuera así, entonces la joven república soviética, que en determinado momento quedó reducida a dos provincias, alrededor de Moscú y Petrogrado, habría sido aplastada por los veintiún ejércitos de intervención, pero eso no ocurrió.

 

¿Por qué Lenin y los bolcheviques pudieron salir victoriosos de la guerra civil con unas tremendas desventajas? La respuesta está en la clara posición internacionalista de los bolcheviques y los llamamientos de clase que hicieron a los trabajadores uniformados de los ejércitos extranjeros de intervención. El resultado de la propaganda bolchevique y la confraternización con las ya desmoralizadas tropas provocaron motines en los ejércitos de intervención que se "contagiaron" de la "gripe bolchevique".

 

Una verdadera dirección leninista habría preparado al pueblo checo para la eventualidad de una invasión, tanto política como militarmente. El enfrentamiento del Ejército Rojo con una clase obrera armada, organizada en soviets, habría tenido un efecto tremendo sobre los trabajadores rusos uniformados.

 

Y así fue, llegaron numerosos informes de testigos presenciales que señalaban la perplejidad y desmoralización de las tropas del Pacto de Varsovia cuando fueran conscientes de que sus líderes les habían engañado. Hubo ejemplos de tropas rusas derrumbadas y llorando en las calles, protestando porque no sabía que estaban en Checoslovaquia, no deseaban luchar contra los trabajadores checos, etc., En estas circunstancias, la confraternización basada en líneas claras de clase e internacionalistas, sin duda habría provocado un tremendo descontento en el Ejército Rojo.

 

Incluso sin esto, una prueba de la total desmoralización de las tropas es que unidades enteras hayan tenido que retirarse después de una semana de ocupación. Ningún ejército, no importa lo desmoralizado que esté, puede esperar un motín a menos que exista una alternativa enérgica y clara.

 

Los trabajadores y estudiantes checos demostraron su instinto revolucionario al comprender la necesidad de la confraternización. Pero no basta con la simple resistencia pasiva. Las tropas intervencionistas deberían haber sentido la absoluta determinación del pueblo checo a luchar hasta la muerte si era necesario para defender sus conquistas. Se habrían enfrentado con una fuera tan implacable que les habría animado a desobedecer al oficial con la pistola a su espalda. Sin este enfrentamiento, la casta de oficiales siempre puede someter a los trabajadores uniformados con la amenaza de un pelotón de ejecución.

 

También, en relación con la propaganda utilizada por los checos, la mayoría era de tipo nacionalista que no tenía ningún atractivo para las tropas rusas. Consignas como: "Iván vete a casa", sin duda tienen un efecto desmoralizador, pero no valen para ganar a los trabajadores extranjeros uniformados como sí hizo la propaganda internacionalista del bolchevismo.

 

La tragedia de Checoslovaquia fue que el pueblo checo se encontró sin dirección, desarmado y no estaba preparado. La camarilla de Dubcek prefería ver el país ocupado en lugar de armar a la clase obrera. A pesar todas sus valientes palabras, Dubcek estaba dispuesto a comer basura, en lugar de arriesgarse a encender la mecha de un movimiento de masas espontáneo de la clase obrera. 

 

Los trabajadores aprenden las lecciones de 1968 

 

Una medida de la cobardía de la burocracia checa y de su temor a los trabajadores, fue que descartase la lucha industrial, excepto un paro de una hora. Los acontecimientos en Francia demostraron lo rápidamente que una huelga "tranquila" y "solemne" (es decir, una huelga controlada y limitada desde arriba) se puede convertir en un movimiento revolucionario.

 

En el curso de una huelga general aparecen los consejos obreros, órganos embrionarios de poder obrero, que no pueden ser tolerados por la burocracia. Es característico de la burocracia "liberal" utilizar las únicas armas que quedan en sus manos, la supuesta radio "libre", la utilizan para hacer llamamientos a la "calma" y la "solemnidad", es decir, una manera de evitar toda resistencia a la invasión.

 

Sin duda, la intervención soviética es una derrota para la clase obrera checa y para todo el movimiento en dirección a la revolución política del Este. La burocracia rusa es consciente de que es imposible retroceder y restaurar a la camarilla de Novotny, por esa razón está dispuesta a permitir la continuación de la "liberalización", desde arriba y bajo un control estricto. Dubcek se vio arrastrado, atado a Moscú y enrejado por sus "fraternales camaradas soviéticos" que le presentaron una alternativa: o llegas a un acuerdo o vas a la cárcel.

 

Y Dubcek, ese valiente "liberal" que juró solemnemente a su pueblo que no iba a dar marcha atrás en las conquistas que habían conseguido, adoptó la única solución "honorable" y ¡regresó a Praga! Todas las palabras sobre la retirada de las tropas soviéticas sólo son arena arrojada a los ojos de los trabajadores checos. En realidad, lo que ocurrirá es que las tropas desaparecerán del ojo público y quizás de las ciudades. Pero se quedarán como salvaguarda contra los trabajadores checos.

 

Ya hay noticias sobre unos 800 agentes rusos trabajando en las oficinas del gobierno en Checoslovaquia, como hicieron anteriormente bajo Stalin. Este estrecho cerco se mantendrá con Dubcek y sus amigos por si de nuevo se produce presión desde abajo. Varios de los "reformistas" comprometidos por sus declaraciones de las últimos meses ya han sido destituidos.

 

La censura se ha restablecido. De modo inquietante Pravda ha pedido la detención de unos 40.000 "jóvenes contrarrevolucionarios". Sin duda, las detenciones y deportaciones ya han comenzado. Muchos intelectuales han huido del país. Desgraciadamente, los trabajadores, como siempre, no tienen tanta facilidad para escapar, deben quedarse y sufrir las consecuencias.

 

El efecto inmediato de la invasión sobre los trabajadores checos será claramente la desmoralización y la desilusión. Con todos los puntos estratégicos ocupados, con todas las palancas de poder en manos de la casta de oficiales soviéticos, no es posible ninguna resistencia en este momento, aunque toda una serie de provocaciones protagonizadas por los rusos pueden promover enfrentamientos con los trabajadores checos, sin dirección y desorganizados, que sufrirán una derrota sangrienta.

 

Pero a pesar de la desmoralización temporal, los trabajadores checos aprenderán lecciones importantes de estos acontecimientos. La experiencia de la realidad de las "reformas" de Dubcek hará que los trabajadores busquen una nueva alternativa.

 

Durante la misma invasión ya aparecieron consignas como: "Lenin despierta, Breznev se ha vuelto loco". En una manifestación en Yugoslavia había dos pancartas, una de ellas con un retrato de Lenin y esta frase: "Él nunca nos habría hecho esto", la otra era de Stalin y se podía leer: "Esto es lo que él haría".

 

Sin duda, ciertos sectores de los trabajadores y estudiantes de Checoslovaquia ya han buscado a tientas un nuevo programa antiburocrático, un programa que sólo se puede basar en las ideas democráticas de Lenin y los bolcheviques. El ambiente actual de derrota dará paso a un nuevo movimiento, pero a un nivel superior.

 

Incluso los comentaristas burgueses entienden que la fuerza decisiva en Checoslovaquia no ha dicho nada todavía. Un reciente artículo aparecido en The Sunday Times (4/9/1968) resumía muy bien la situación: "Paradójicamente, los intelectuales comenzaron el movimiento de liberación con poco apoyo obrero y ahora los trabajadores demuestran una mayor determinación, mientras los intelectuales corren hacia la frontera con sus visados de salida adquiridos sigilosamente. Quizá haya un gobierno en el exilio, pero será menos relevante que una campaña de resistencia lanzada y dirigida por los trabajadores".

 

Europa del Este en agitación, los efectos golpean a los partidos estalinistas

 

El movimiento en Checoslovaquia no ha terminado. Apenas acaba de comenzar. Estamos presenciando los inicios de la revolución política en Europa del Este. Los acontecimientos checos, aunque menos avanzados que los polacos y húngaros en 1956, han sacudido el corazón de cada una de las camarillas burocráticas de Europa del Este y Rusia.

 

En marzo, como resultado directo del fermento en Checoslovaquia, estallaron disturbios en Polonia, en determinado momento, una multitud de 10.000 personas rodearon al ministro de cultura gritando: "viva Checoslovaquia" y enfrentándose a la policía. Y mientras en 1956 los estudiantes y trabajadores cantaban consignas nacionalistas polacas, en 1968 comenzaron su manifestación cantando La Internacional.

 

Consiguientemente, el comité "liberal", con un cinismo ruin, intentó azuzar los prejuicios antisemitas más corruptos del pueblo polaco para desacreditar el movimiento, para demostrar que no tenía ningún apoyo entre los "trabajadores polacos". Y aún así, las cifras de detenidos, publicadas más tarde, demostraban que de 1.208 detenidos sólo 367 eran estudiantes. El resto eran descritos como "gamberros".

 

En Polonia, como en Checoslovaquia, la economía dirigida de manera burocrática ha entrado en un callejón sin salida. Durante los últimos dos años, los salarios han estado congelados, mientras que los precios se han disparado. En los seis meses anteriores a las manifestaciones de marzo, el coste de la vida prácticamente se dobló. La mayoría de las concesiones realizadas por Gomulka en 1956 (que en aquel momento era idolatrado por la prensa occidental e incluso por algunos presuntos "trotskistas"), se han esfumado o se ha retrocedido.

 

El creciente descontento e impaciencia de los trabajadores, y especialmente entre la juventud, fácilmente puede estallar si consigue una dirección. Esa es la explicación de la brutal represión de las manifestaciones estudiantiles en Polonia.

 

Incluso más significativo fueron los recientes disturbios en Yugoslavia. Inspirados por los acontecimientos franceses, influenciados por la crisis de la economía yugoslava y el creciente sufrimiento de las masas, los estudiantes en Belgrado realizaron manifestaciones de protesta contra la riqueza y privilegios de la burocracia, exigiendo la equiparación salarial, el final del poder de la "burguesía roja" y terminar con la política que quebraba la economía planificada y entregaba la propiedad estatal a propietarios privados.

 

Los estudiantes incluso tomaron todo un barrio y lo dirigieron durante un tiempo. Los panfletos de los estudiantes eran acogidos con entusiasmo por los trabajadores. Los periódicos informaban de grupos de personas de pie, estudiando y discutiendo las ideas expresadas en los panfletos. Era tal la simpatía del conjunto de la población que la represión violenta estaba descartada. El "árbitro" Tito tuvo que dar un paso adelante y prometió "estudiar" las reivindicaciones de los estudiantes.

 

Allí donde se mire en Europa del Este, la imagen es de una agitación cada vez más intensa entre las masas, expresada en primer lugar entre la intelectualidad. La intelectualidad en general y los estudiantes en particular, como explican los marxistas, es un barómetro muy sensible del descontento social. Y es dos y tres veces más cierto en Europa del Este y Rusia, donde la aplastante mayoría de los estudiantes no son, como en occidente, una parte de la minoría privilegiada de la sociedad, sino que son los hijos e hijas de los trabajadores y campesinos.

 

El creciente malestar, por un lado, y el aumento del nerviosismo de la burocracia por el otro, se vio claramente en el último Festival Mundial de la Juventud celebrado en Sofía, donde el habitual y amañando teatro de títeres estalinista de "Paz y amistad" dio lugar a divisiones, desencuentros y violencia abierta cuando la policía búlgara golpeó a varios delegados y cámaras.

 

Las autoridades búlgaras, aparte de otras cosas, probablemente estaban preocupadas por los efectos de las discusiones en sus propios trabajadores, que habían sufrido duras restricciones para pagar el suntuoso espectáculo, en enero por decreto se habían doblado los precios de todas las necesidades básicas y el gobierno confiscó además una cantidad de los ahorros bancarios.

 

Los acontecimientos checos no pueden sino ejercer una poderosa influencia sobre la población de Europa del Este y Rusia. En particular los miles de soldados rusos, alemanes orientales, polacos, búlgaros y húngaros estacionados en Checoslovaquia que llevarán a casa el "bacilo de la revolución". Una semana después de la invasión, los efectos ya eran evidentes en el régimen estalinista más represivo de Europa del Este: Alemania Oriental.

 

Los intentos de Ulbricht de conseguir que los obreros de Alemania Oriental firmen las peticiones de apoyo a los actos del Pacto de Varsovia se encontraron con negativas. Cientos de personas entraron en la embajada checa y otros edificios de delegaciones checas desafiando al gobierno que había rodeado los edificios con policía.

 

Hubo incluso una manifestación con 4.000 trabajadores en Eisenhüttenstadt protestando contra la invasión.

 

A pesar de todos los desvaríos de la prensa Ulbricht, las interferencias de las emisoras occidentales y la prohibición del idioma alemán checoslovaco en los periódicos, la verdad rápidamente ha llegado a la clase obrera de Alemania Oriental.

 

La intervención de los tanques rusos ha paralizado temporalmente el movimiento en Checoslovaquia. Pero el movimiento de los trabajadores del Este contra el dominio burocrático puede estallar en cualquier otra parte, provocando nuevas y aún más profundas crisis dentro del estalinismo. El gobierno de la burocracia ahora representa un freno absoluto para el desarrollo de las economías planificadas de Rusia y Europa del Este. Las necesidades de la población ya no pueden ser satisfechas por un sistema que rezuma burocracia por cada poro, caracterizado por el despilfarro y la mala gestión.

 

En la misma Rusia, a pesar de todos los sorprendentes avances que ha conseguido la economía nacionalizada planificada, la cifra de despilfarro de la producción está entre el 30-50 por ciento. Por este camino no se pueden conseguir más avances. Las necesidades de las propias economías planificadas exigen el final del dominio de los parásitos y la introducción de un plan de producción democrático para satisfacer las necesidades de la población.

 

Este plan sólo podría tener éxito sobre la base de una Federación Socialista de Europa del Este y Rusia. La continuación de las viejas divisiones nacionales capitalistas es el freno más poderoso que existe para las fuerzas productivas de Europa del Este. Que actualmente Rumania y Rusia "socialistas" tengan disputas territoriales es una monstruosa distorsión del socialismo.

 

Es una locura que, mientras Alemania Oriental sufre escasez de mano de obra, haya 400.000 yugoslavos obligados a buscar empleo en el occidente capitalista. A principios de este año, "Bulgaria Popular" sufría de escasez de mano de obra lo que suponía que algunas empresas funcionasen sólo al 45-50 por ciento de su capacidad (The Economist. 20/1/68), mientras en la frontera de Yugoslavia y Macedonia, donde la población habla el mismo idioma, hay desempleo de masas.

 

Pero lo más criminal de todo es el espectáculo de las divisiones rusas y chinas enfrentándose por una línea totalmente artificial trazada en el siglo pasado por el zar ruso y el emperador chino. La burocracia rusa intenta desesperadamente obligar o engatusar a los trabajadores  para que abandonen Moscú o Leningrado para desarrollar el enorme potencial de riqueza del Lejano Oriente, mientras deportan por la fuerza a los chinos que intentan entrar en esta región.

 

La supervivencia de estas divisiones nacionales anticuadas y sin sentido no es el resultado del "nacionalismo" entre las clases trabajadoras del Este. A ellas nunca les han preguntado sobre esta cuestión. Es pura y simplemente el resultado de la avaricia egoísta y el estrecho nacionalismo de las camarillas burocráticas, que no están dispuestas a sacrificar ni un ápice de "su" territorio, a compartir sus privilegios, poder e ingresos con las demás burocracias.

 

Sólo acabando con el dominio de la burocracia, los trabajadores y campesinos de Rusia, Europa del Este y China podrán por fin unir sus manos en una poderosa federación socialista, que abriría el camino para un desarrollo tremendo de las fuerzas productivas, combinando toda la riqueza, recursos y conocimientos de los tres continentes, como el primer paso en dirección a un mundo socialista.

 

Los partidos comunistas

 

Uno de los efectos de mayor alcance de los acontecimientos checos será la aceleración del proceso de degeneración nacionalista de los partidos estalinistas. En 1956 los partidos comunistas perdieron miles de militantes en las escisiones que siguieron al aplastamiento de la revolución húngara.

 

Ahora los dirigentes del partido comunista no están dispuestos a poner en práctica las acciones de los burócratas rusos. Después de la traición del Partido Comunista Francés en mayo, los acontecimientos checos de nuevo han dividido a los partidos comunistas extranjeros como se puede ver con una sola ojeada de una columna publicada por The Morning Star.

 

El Partido Comunista Británico junto con el francés, italiano y otros partidos, se han apartado de las acciones rusas. Difícilmente podría ser de otra forma, después de que Gollan (secretario general) describiera el Acuerdo de Bratislava como una "prueba de la unión duradera de los países socialistas".

 

Sin embargo, la explicación de los acontecimientos checos dada por los estalinistas británicos es falsa de cabo a rabo. Intentan presentar el conflicto como un "error" por parte de los "compañeros soviéticos". De la misma manera que anteriormente describieron los crímenes de treinta años del estalinismo como un "error" y los errores de un solo hombres.

 

En lugar de un análisis serio, ellos hablan de "tragedia" y derraman lágrimas de cocodrilo, pretenden que este fue ¡el primer ejemplo de este tipo en todos los anales del estalinismo ruso! (The Morning Star. 22/8/1968).

 

Pero la tarea de los marxistas "no es ni reír ni llorar, sino comprender". Los dirigentes del Partido Comunista son incapaces de explicar estos acontecimientos a su base. Para hacerlo tendrían que analizar el papel de las burocracias que ellos han defendido enérgicamente durante cuarenta años.

 

Como los propios burócratas checos, ellos describen el enfrentamiento con Rusia como un "desacuerdo entre amigos", una "riña familiar". ¡Los "desacuerdos" de los estalinistas se expresan en el lenguaje elocuente de los tanques, aviones y armas! Este "análisis" es un insulto a la inteligencia de los militantes del Partido Comunista.

 

En el seno de los partidos comunistas reina la confusión. No preparados teóricamente para la conmoción de la invasión rusa, desorientados por la mala educación sistemática del último período, sectores de la base del Partido Comunista han atacado a la dirección y defendido la acción rusa. De una manera confusa, incluso aquellos militantes del Partido Comunista que apoyan a los rusos, se están agrupando en dirección a una revisión total de las ideas de la dirección del Partido Comunista.

 

Tarde o temprano, comprenderán la necesidad de regresar a las posiciones teóricas básicas del marxismo, a las obras de Marx, Engels, Lenin y también León Trotsky, que fue el único que defendió estas ideas contra las mentirosas distorsiones del estalinismo después de la muerte de Lenin. Sólo en esta dirección los compañeros del Partido Comunista encontrarán las respuestas a los problemas que han dividido y desorientado a los partidos comunistas durante el último período.

 

Día de maniobras para la propaganda capitalista

 

Como en 1953 y 1956, la prensa capitalista ha tenido un día de maniobras, explotando la invasión rusa de Checoslovaquia como una "prueba" de la barbarie del comunismo, la imposibilidad de combinar socialismo y democracia, etc., etc.,

 

Es una prueba del cinismo de estos representantes de la "democracia occidental", cuyo ejemplo más típico son las lágrimas de cocodrilo de Johnson, que está llevando a cabo una guerra atroz contra el pueblo de Vietnam en nombre del imperialismo mundial. Las palabras "libertad" y "democracia" en labios de estos caballeros apestan.

 

Mientras los imperialistas y sus amigos derraman lágrimas de cocodrilo por el destino de los "pobres checos", no están dispuestos, por supuesto, a mover un solo dedo en su ayuda. Y con buena razón. Saben perfectamente que toda la propaganda del Kremlin sobre la "contrarrevolución" en Checoslovaquia es una mentira categórica.

 

Son bien conscientes de que los trabajadores y campesinos de Europa del Este no van a luchar por la restauración del capitalismo sino para crear una verdadera democracia obrera. Los capitalistas no tienen ningún interés en permitir que esto ocurra. Más bien lo contrario. Están muy contentos al ver a la burocracia rusa aplastar a los trabajadores de Europa del Este, mientras al mismo tiempo se aprovechan de la propaganda barata  proporcionada por el socialismo desacreditado.

 

Las autoridades de occidente saben muy bien que la revolución no respeta fronteras. El movimiento huelguístico en el este fácilmente podría provocar un movimiento de simpatía en occidente, con consecuencias desastrosas para el capitalismo. En cada casa donde los trabajadores se han levantado, los capitalistas han mirado con deleite cuando eran encañonados por las tropas de la burocracia.

 

Desde hace décadas, la clase capitalista en occidente y la burocracia en el este se han basado una en la otra en busca de apoyo.

 

Por un lado, los capitalistas fueron capaces de utilizar los crímenes del estalinismo para desacreditar la idea del socialismo y el comunismo en las mentes de los trabajadores. Hungría, el Muro de Berlín y ahora Checoslovaquia, todos estos crímenes de la burocracia rusa han arrastrado la bandera del marxismo leninismo por el lodo, han conseguido que estas palabras apesten  para los trabajadores del mundo.

 

Por otro lado, las monstruosas acciones del imperialismo norteamericano en Vietnam, el aplastamiento de los movimientos de independencia y la brutal represión de los negros en EEUU, la acumulación de armas nucleares y la memoria de 20 millones de muertos en la guerra con la Alemania nazi, son utilizadas por la burocracia para asustar a sus propios trabajadores y así apoyen acciones como la intervención actual en Checoslovaquia.

 

De esta manera, el estrato gobernante en el Este y Occidente se apoyan entre sí para tener estabilidad frente a sus respectivas clases trabajadoras. Las teorías de la "coexistencia pacífica", la "construcción de puentes hacia el Este", la "distensión", etc., son una prueba de la creciente conciencia de esta situación por ambas partes.

 

Mientras que nunca será posible que dos sistemas sociales contradictorios e irreconciliables lleguen a un acuerdo final, sin embargo, en la situación actual arriesgada en la que se encuentran tanto el mundo estalinista como el capitalista, ellos están dispuestos a echarse mutuamente una mano para preservar el status quo y evitar que llegue lo peor.

 

De esta manera, los caballeros rusos tuvieron la "cortesía" de informar a los jefes occidentales por anticipado de su intención de invadir. Los capitalistas norteamericanos, a pesar de todas sus protestas y ultimátum, no tenían ninguna intención de intervenir en Checoslovaquia ya que la burocracia rusa les había ayudado a evitar el desarrollo de la revolución a principios de este año en Francia.

 

En cuanto a la sugerencia planteada por los reaccionarios tories de este país sobre que Gran Bretaña boicotear los productos rusos, nuestra principal importación es madera y resulta que es muy barata... Hay otros productos también muy útiles... ¡pero la sugerencia final fue boicotear el caviar ruso!

 

El período de los últimos veinte años ha llevado a la estabilización del imperialismo en occidente y de las burocracias en el este, y al aislamiento de los marxistas de las masas. Pero ahora, de una manera difícil de prever, el movimiento revolucionario está levantando su cabeza en todas las zonas principales del globo simultáneamente.

 

Las correlación real de fuerzas a escala mundial se reveló de manera contundente en los acontecimientos de Vietnam, Francia y Checoslovaquia. El sistema capitalista está totalmente corrompido. De ser un sistema progresista, con un rápido desarrollo de las fuerzas productivas, se ha convertido en su contrario.

 

En el Este también, el estalinismo ha entrado en una fase de crisis que amenaza ano sólo a las camarillas estalinistas parasitarias del Este, sino también al sistema capitalista en occidente.

 

¿Dónde se producirá el próximo levantamiento revolucionario? ¿Polonia? ¿España? ¿Grecia? ¿Brasil? Los capitalistas y estalinistas esperan el futuro con inquietud. Han perdido su derecho a continuar gobernando el mundo porque su gobierno, cada vez más, se convierte en un obstáculo para el desarrollo de la producción, la cultura y la humanidad. Saben que cualquier explosión, en el Este o en Occidente, amenaza con alterar todo el delicado equilibrio sobre el que se basa su gobierno "estable".

 

El movimiento de los trabajadores en los países capitalistas desarrollados o la revolución política contra la burocracia en el Este, pondrá fin a la pesadilla bárbara del estalinismo y el capitalismo, pondrá en el orden del día un sistema social humano nuevo, en una federación socialista mundial.

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