Catalunyan azaroaren 9n 2.305.290 pertsonak bozkatu zuten Auzitegi Konstituzionalak eta Alderdi Popularrak debekatutako kontsultan. PPren autoritarismo neofrankistaren aurkako desafio masiboa izan da. Kontsulta legez kanporatzeko mehatxu eta abisuek parte hartzea areagotu dute, eta aurreikuspen guztiak gainditu dira, baita bi milioi pertsona aurreikusten zituzten optimistenak ere. Parte hartze hau kolpe gogorra izan da PPren Gobernuarentzat eta estatu-aparatuko elementu atzerakoienentzat.
En Catalunya, el 9 de noviembre, 2.305.290 personas acudieron a votar en la consulta prohibida por el Tribunal Constitucional y el Partido Popular. Se ha producido un desafío masivo al autoritarismo neofranquista del PP. Todas las amenazas y advertencias sobre la ilegalidad de la consulta no han hecho más que espolear la participación que ha superado todas las previsiones, incluso las más optimistas, que la estimaban en dos millones de personas. Esta participación ha supuesto un auténtico mazazo para el Gobierno del PP y los elementos más reaccionarios del aparato del Estado.
La imagen patética del Ministro de Justicia, Rafael Catalá, saliendo ante los medios de comunicación para quitar cualquier valor a la votación y leyendo un escueto y lamentable comunicado en un escenario vacío, es una nueva muestra del completo aislamiento del Gobierno del PP; un gobierno que está absolutamente deslegitimado, en Catalunya y en todo el Estado. Por otro lado los intentos de la derecha de movilizarse tanto en Catalunya, como especialmente en el resto del Estado, en Madrid y otras ciudades, de cara a defender la “unidad de España” y condenar esta votación, resultaron también un auténtico fracaso: apenas 300 personas se concentraron en Madrid encabezadas por el ex secretario general de CCOO y ahora amigo del PP y de Aznar, José María Fidalgo.
La jornada del 9-N transcurrió con absoluta normalidad, a pesar de los intentos histéricos de UPD y las organizaciones fascistas “Plataforma per Catalunya” o Falange Española, y de miembros del PP, de paralizar la votación interponiendo diversas denuncias exigiendo el desalojo de los edificios donde se llevaban adelante las votaciones y la incautación de los materiales, así como la detención de los organizadores y responsables. Aunque el juez descartó las medidas solicitadas por considerarlas desproporcionadas, admitió sin embargo a trámite dichas denuncias, lo que es un auténtico atropello, y más teniendo en cuenta que parte de dichas denuncias provienen de organizaciones abiertamente fascistas, contra las que sí se deberían iniciar actuaciones por su defensa abierta del genocidio franquista.
La insistencia histérica del PP y los elementos más reaccionarios de la derecha españolista acerca de la falta de valor de esta consulta demuestra su impotencia frente a un movimiento de masas que exige un derecho democrático elemental. Que una consulta de estas características alcance una cifra similar de participación a la que se produjo en la votación de la reforma del Estatut (2.570.478) o en las últimas elecciones europeas (2.532.629), concretamente 265.188 y 227.339 votos menos respectivamente, supone un éxito y una clara reafirmación de la necesidad de que el pueblo de Catalunya pueda decidir libremente su futuro. Hay que tener en cuenta, para subrayar la importancia que ha tenido la participación, que además de la prohibición por parte del PP, el propio gobierno de Mas, tras acatar la primera prohibición del Tribunal Constitucional, relegó la consulta del 9-N a un papel secundario en el proceso de consecución del derecho a decidir.
En cuanto a los resultados el 80,67% de las personas que participaron votaron por el Sí-Sí, un 10,67% por el Sí-No, y un 4,54% por el No. Una parte importantísima de los que han optado por el SI-SI lo han hecho porque esta era la opción más contundente para expresar su rechazo a la actitud reaccionaria y antidemocrática del PP. La derecha española, de forma demagógica, habla constantemente de una “mayoría silenciosa” favorable a sus posiciones, en referencia a la los que no han participado en la consulta. Esta interpretación es tan falsa y retorcida que no resiste el menor análisis. Hay que recordar que el PP no llegó ni al 10% de apoyo en Catalunya en las pasadas elecciones europeas, y Ciutadans alcanzó el 6,8%. Muy poco para ser una “mayoría silenciosa”. La mayoría de la gente que no ha participado en la consulta no lo ha hecho en oposición al derecho a decidir sino porque tenían la sensación de que su participación podía ser capitalizada políticamente por CiU, el partido de los recortes y de la represión, igual que el PP. Eso no quiere decir, ni mucho menos, que la mayoría de la gente que sí ha participado lo haya hecho como una forma de apoyo a CiU.
¡Basta de hacer seguidismo a CiU!
Por otra parte, es obvio que CiU tratará de utilizar el éxito de la votación y de los resultados para continuar con su particular hoja de ruta, centrada en aprobar unos nuevos presupuestos antisociales y tratar de agotar los dos años de legislatura abriendo negociaciones con el gobierno del PP. Sin embargo, el gobierno del PP se encuentra condicionado por el ala todavía más reaccionaria del partido y por el sector más ultra del apartado del Estado, que reclama venganza por el desafío que supuso el 9-N.
Ante la cerrazón del PP a permitir una consulta legal o cualquier otra mínima concesión, y como continuidad de 9-N, CiU ha situado como siguente paso la convocatoria de elecciones plebiscitarias, aunque con el margen suficiente para poder elaborar una candidatura unitaria, no sólo con ERC, tal y como dijo el propio Artur Más en el programa “Salvados”, sino con el resto de fuerzas políticas a favor la consulta, “como las CUP”. Este mismo planteamiento fue el que realizó Carme Forcadell, presidenta de la ANC (Asamblea Nacional de Catalunya), exigiendo cuanto antes elecciones plebiscitarias, pero pidiendo a la vez unidad a todas las fuerzas preconsulta. Esta unidad le interesa a CiU para disfrazar lo mejor posible su política reaccionaria y para tratar de minimizar al máximo el impacto que sin duda tendría en Catalunya una eventual victoria de Podemos en las eleccioens generales de 2015.
Por la misma razón nos parece muy lamentable, y un profundo error, la actitud de dirigentes de las CUP como la David Fernández dándose un abrazo con Artur Mas, gesto que refleja una subordinación total a la estrategia de la derecha catalana y que no sirve más que para dar un aval progresista a CiU, cuando esta formación no defiende realmente el derecho a la autodeterminación y sí está totalmente comprometida con la preservación del sistema capitalista y de su maquinaria estatal represiva. Claro que es necesaria la unidad, pero no con CiU, sino de toda la izquierda que lucha; no de los empresarios con los trabajadores catalanes, sino de los trabajadores y jóvenes catalanes con la de los trabajadores y jóvenes del resto del Estado, que también luchan cada día contra el Gobierno neofranquista del PP, en las calles de Madrid, Sevilla Valencia o de nuevo en Gamonal.
La ola de participación en la votación del 9-N no refleja otra cosa que los anhelos de cambio de cientos de miles de catalanes y parte del proceso de movilización que tanto en Catalunya como en el resto del Estado venimos viviendo desde hace más de dos años. El ejercicio del derecho a decidir y la lucha contra los recortes tanto del PP como de CiU, es todo parte de una misma rebelión social contra este sistema podrido, donde unos pocos deciden por la mayoría, donde unos pocos se enriquecen a costa de condenar a la miseria a la mayoría.
Para acabar con la opresión nacional hay que luchar no solo contra el PP sino contra la explotación política que hace CiU (con el fin de preservar el poder político y económico de la burguesía catalana) de los sentimientos democráticos del pueblo catalán. Una candidatura unitaria de la izquierda que defienda el derecho a la autoderminación vinculado a un programa de transformación social (que tenga como puntos fundamentales acabar con los recortes, la derogación de todas las leyes antisociales aprobadas por el PP y por CiU en los últimos años, el fin del saqueo del dinero público por parte de la banca, la participación efectiva de la población en todos los ámbitos de la administración y de la vida pública para acabar con la corrupción y la nacionalización del sector financiero y de las grandes empresas para poner en marcha) tendría un impacto masivo en Catalunya. Lejos de restar fuerza al derecho a la autoderminación, la vinculación del mismo a un programa claramente anticapitalista, a una alternativa socialista coherente a la crisis del capitalismo, a una apelación explítica a la movilización de la clase obrera, le daría una fuerza y una consistencia todavía mayor, involucrando de forma todavía más activa a millones de trabajadores y jóvenes que, aunque indudablemente están a favor del derecho a la autodeterminación, no están de acuerdo con que este proceso esté siendo capitalizado por CiU, por el mismo partido en el que militan los empresarios y los jefes que los explotan cada día en su empresa.
Un frente de izquierdas en Catalunya con esta orientación, en lo que podría ser una extensión de Guanyem Barcelona a toda Catalunya, que una a toda la izquierda que lucha, a todas las organizaciones y entidades que han estado al frente de las movilizaciones contra el PP y contra CiU en los últimos años, tendría en un impacto político brutal. La formación de un frente de izquierdas por el derecho a decidir de carácter anticapitalista y en oposición frontal tanto al PP como a CiU, tendría un efecto movilizador imbatible, tanto en la calle como en el plano electoral.
Los marxistas defendemos el derecho a la autoderminación, pero también el socialismo y la unidad de la clase obrera, de la juventud, del conjunto del pueblo oprimido por encima de las fronteras nacionales. Llamamos a la lucha por los derechos democráticos nacionales de Catalunya, Euskal Herria y Galiza, incluido el derecho de autodeterminación, ligándolos al combate por el socialismo. La auténtica libertad de Catalunya, de Euskal Herria, de Galiza y de las naciones oprimidas sólo podrá alcanzarse con justicia social e igualdad, librándonos de todo tipo de opresión, comenzando por la opresión de clase y económica. Nuestra alternativa es clara: una Federación Socialista de Catalunya, Euskal Herria, Galiza y del resto de los pueblos que componen la península Ibérica, en el marco de una República Socialista Federal que se vincule fraternalmente con una Federación Socialista Europea.