Jarraian Venezuelako FRETECO erakunde iraultzaileak langile kontrolaz eta iraultzaz idatzitako artikuluaren bigarren zatia dakargu:
3) El control obrero de la producción
3.1.- ¿Qué es el control obrero?
Es el control o dominio que tienen los trabajadores sobre una empresa. Es una situación de doble poder: por un lado, la empresa está en poder de los trabajadores que deciden sobre su funcionamiento productivo, administrativo y comercial, pero por otro, no tienen la propiedad de la empresa que sigue siendo del capitalista o del Estado. A través del control obrero los trabajadores establecen un régimen de gobierno de la fábrica basado en la democracia obrera, que se contrapone a la dictadura que ejercía el capitalista que considera que la empresa es su propiedad privada, con los trabajadores incluidos, y, por lo tanto, él decide todo lo que se hace y se deja de hacer en ella, contrata y bota a los trabajadores, les paga lo que él quiere, produce lo que él quiere y cuando le da la gana cierra la empresa y bota los trabajadores a la calle. Tampoco existe democracia en la empresa cuando en lugar del empresario hay un burócrata o un grupo de burócratas reemplazándolo en la dirección de la misma.
3.2.- ¿Cuándo y por qué surge el control obrero?
El control obrero sólo puede surgir en medio de una profunda lucha de clases, de una revolución, en la cual los capitalistas están muy debilitados y ya no pueden ejercer el control político de la sociedad. En esa lucha por el poder entre los capitalistas y los trabajadores las primeras batallas se dan en los centros de trabajo y tienen por objetivo tomar el control de las empresas. El capitalista tratará de cerrar la fábrica y botar a los trabajadores a la calle, y los trabajadores lucharán por mantener abierta la empresa y conservar sus puestos de trabajo. Esto sólo puede ocurrir si los capitalistas no tienen el control del Estado, porque si lo tuvieran mandarían a la policía y al ejército a reprimir a los trabajadores y a sacarlos de las empresas ocupadas. Sin embargo, aunque los trabajadores logren tener el control de las empresas aún no controlan el Estado que sigue siendo burgués, pues, como decía Trotsky: “de otro modo no tendríamos el control obrero de la producción, sino el control de la producción por el Estado obrero como introducción a un régimen de producción estatal basado en la nacionalización. De lo que estamos hablando es del control obrero bajo el régimen capitalista, bajo el poder de la burguesía. En cualquier caso, una burguesía que se sienta firmemente asentada en el poder nunca tolerará la dualidad de poder en sus empresas. El control obrero, en consecuencia, solamente puede ser logrado en las condiciones de un cambio brusco en la correlación de fuerzas desfavorable a la burguesía, por un proletariado que va camino de arrancarle el poder, y por tanto también la propiedad de los medios de producción. Así pues, el régimen de control obrero, un régimen provisional y transitorio por su misma esencia, sólo puede corresponder al período de las convulsiones del Estado burgués, de la ofensiva proletaria y el retroceso de la burguesía, es decir, al período de la revolución proletaria en el sentido más completo del término” (3).
3.3.- ¿El control obrero es un invento de la Revolución Bolivariana?
No, el control obrero surgió ya en las primeras grandes batallas que libró el proletariado mundial contra el capital y fue la forma natural en que se expresó el poder obrero organizado en torno a los consejos de trabajadores. En la revolución rusa de 1905 fue famoso el soviet o consejo de Petersburgo, del cual estuvo al frente León Trotsky, que era un gran consejo obrero que incluía a la mayoría de los sindicatos de esa ciudad rusa y que no sólo tuvo el control obrero de las empresas sino de casi todas las actividades de dicha ciudad convirtiéndose en un verdadero gobierno obrero. Los consejos obreros o de trabajadores, a través de los cuales se ejerce el control obrero, volvieron a surgir durante la gran Revolución Rusa de 1917 y fueron pieza fundamental, tanto para la toma del poder por los trabajadores como para luego de ésta, estructurar el nuevo Estado obrero que se comenzó a construir en Rusia. En esa época de auge de la lucha de clases mundial, los consejos de trabajadores y el control obrero surgieron por doquier donde estallaba la revolución, destacándose los de Alemania en 1918 y 1919, en Hungría en 1919, en Italia en 1919 y 1920 en lo que se conoció como el movimiento turinés. Posteriormente vuelven a aparecer en la Revolución Española de 1936, en Hungría en 1956, en Francia en 1968, en Portugal tras la revolución que estalló el 25 de abril de 1974. También en América Latina los trabajadores bolivianos se organizaron en consejos de trabajadores y lucharon por establecer el control obrero cuando tomaron el poder en Bolivia en la revolución de 1952. En Chile durante el gobierno de Salvador Allende se establecieron los famosos cordones industriales que fueron una expresión del control obrero, y posteriormente, en la Revolución Sandinista en 1978, en Nicaragua, aparecen nuevamente los consejos de trabajadores y el control obrero de las empresas, aunque una de las razones de la derrota de la revolución fue precisamente que estos órganos de control obrero (Asambleas para la Reactivación Económica, Consejos de Producción…) se mantuvieron limitados a cada empresa, no se extendieron ni se unificaron nacionalmente para conformar un estado de los trabajadores y las decisiones en las empresas las acababan tomando finalmente gerentes y directores al margen de las asambleas. Al cabo de 10 años de revolución este y otros errores llevaron a la desmoralización de las masas y la derrota electoral de febrero de 1990, que abrió la puerta a la victoria de los contrarrevolucionarios. Cada vez que la clase obrera ha entrado en combate revolucionario por el poder se ha organizado en consejos de trabajadores y ha establecido el control obrero, por ello es normal que también en la Venezuela revolucionaria los trabajadores hayan adoptado esta forma de organización y de lucha que es común a todo el proletariado mundial. La clave de la revolución está en que el control obrero, como hemos dicho, sea el primer paso hacia una economía nacionalidad gestionada por los trabajadores.
3.4.- ¿Qué experiencias de control obrero hay en Venezuela?
Las primeras experiencias de control obrero en Venezuela se dieron a la luz de la toma de empresas cerradas luego del paro patronal de 2002-2003. Miles de trabajadores quedaron en la calle por el sabotaje contrarrevolucionario de los capitalistas. Muchos de ellos, que en un primer momento salieron a luchar porque los empresarios les pagaran sus pasivos laborales, en el fragor de la revolución, terminaron convirtiendo estos combates en una lucha por los puestos de trabajo, con la consiguiente toma de empresas y la disputa con los capitalistas por el control de las mismas. Con sus altas y bajas, sus avances y retrocesos o derrotas, las experiencias de estas luchas son un tesoro para el conjunto de los trabajadores que debe ser conocido. De estas luchas nacieron las primeras nacionalizaciones decretadas por el presidente Chávez en 2005: Venepal (hoy Invepal) y CNV (hoy Inveval). En esta última, los trabajadores tuvieron la fortuna que la burocracia no se involucrara demasiado en las tareas de dirección de la nueva empresa, además de contar con el acompañamiento de una organización revolucionaria como la CMR, lo que les permitió desde un comienzo ir desarrollando su propia experiencia de control obrero sin tutelajes de otra clase social. Sin embargo, aunque la burocracia no estuvo presente físicamente en la fábrica, sí se encargó de dotarla con unos estatutos de empresa capitalista y de organizarla en base al modelo cogestionario, donde los trabajadores fueron, a su vez, organizados en una cooperativa. Esta situación generó una serie de contradicciones dentro de los trabajadores que pudieron experimentar en la práctica que el modelo de la burocracia no funcionaba. Fue así como decidieron probar con las instituciones obreras y en enero de 2007 crearon un Consejo de Fábrica (consejo de trabajadores) para administrar la empresa bajo control obrero. No obstante, el consejo de fábrica de Inveval era el segundo que se establecía en Venezuela, ya que el primero se organizó en la empresa Sanitarios Maracay en noviembre de 2006, también impulsado por la CMR y el Freteco, la cual se encontraba tomada por los trabajadores desde septiembre de ese año. Desafortunadamente, la experiencia de los obreros de Sanitarios Maracay terminó abruptamente 9 meses después por culpa de la burocracia, especialmente del ministro del trabajo de entonces José Ramón Rivero. Esta actuación de la burocracia fue facilitada por una estrategia equivocada, sectaria y ultraizquierdista, de Orlando Chirino y sus seguidores que durante un tiempo orientaron la lucha. Tampoco han tenido mejor suerte las experiencias de Inveval e Invepal. En Invepal, la primera empresa expropiada, después de que el presidente Chávez plantease en el Aló Presidente que la asamblea de trabajadores iba a dirigir la empresa, la burocracia intervino, sofocó este inicio de democracia obrera, planteó la desaparición del sindicato e introdujo un esquema basado en el código de comercio de la IV República, convirtiendo a una parte de los trabajadores en accionistas. El resultado fue enfrentar entre sí a los trabajadores e impedir el desarrollo del control obrero. Por su parte, Inveval siempre fue saboteada por la burocracia que no ha visto con buenos ojos el que los trabajadores pudieran dirigir y administrar ellos solos la empresa. Como consecuencia de este sabotaje la empresa nunca ha podido producir válvulas a plenitud, a lo cual habría que sumarle que la lucha por el control obrero quedó aislada dentro de la fábrica, los trabajadores de Inveval no pudieron extenderla a otras empresas. Esto condujo a la desmoralización dentro de la empresa, se abandonó el consejo de fábrica y un grupo de trabajadores, equivocadamente, pensó que la burocracia estatal podía resolver sus problemas, cuando en realidad esta situación sólo se podría revertir si los trabajadores de Inveval rompen su aislamiento y se vinculan con los sectores más combativos y organizados de la clase trabajadora para luchar por poner la planta a producir plenamente y mejorar así sus condiciones de trabajo y salariales, reimpulsando también el sindicato que formaron tiempo atrás. Resultado de todo lo anterior, los trabajadores que estaban en la dirección de la empresa se fueron alejando de los métodos de la democracia obrera: dejaron de informar de todos los aspectos de su gestión a la asamblea de trabajadores y al consejo de fábrica, y no se sometieron a las decisiones de éstos, tomando decisiones al margen de ellos; tampoco aplicaron principios que era posible desarrollar como la elegibilidad y revocabilidad en todo momento o la rotación de toda una serie de tareas, principios muy importantes para evitar el desarrollo de tendencias burocráticas. El aislamiento en la empresa y el abandono de estos métodos ha acabado produciendo elementos de desmoralización y división entre los trabajadores de la fábrica que sólo podrán ser superados sobre la base de recuperar la democracia obrera y que todas las decisiones e información pasen por la asamblea de trabajadores. Unido e inseparable de ello es necesario plantear un programa de lucha y reivindicaciones que de solución a los problemas, necesidades y reivindicaciones de todos los trabajadores.
Últimamente han surgidos numerosas nuevas experiencias de control obrero, en buena parte gracias al impulso que el presidente Chávez le ha dado al tema. Últimamente han surgidos numerosas nuevas experiencias de control obrero, en buena parte gracias al impulso que el presidente Chávez le ha dado al tema. En este sentido, el impulso más importante para el control obrero se viene dando en las empresas básicas de Guayana, donde la reivindicación del control obrero ha tomado mucha fuerza y está siendo asumida por los trabajadores con gran convicción. Hay una lucha entre los trabajadores y la burocracia por implementar el control obrero que actualmente se encuentra en pleno desarrollo, y que aún no se ha decidido. En estas empresa también se ha planteado el modelo que mantiene la estructura de la empresa capitalista con un presidente, directores, etc., lo cual más tarde o más temprano, independientemente que esas funciones sean ejercidas por trabajadores, puede llegar a convertirse en una traba para el desarrollo de la democracia obrera, además de propiciar el surgimiento de desviaciones burocráticas por parte de los trabajadores que se encuentran en tareas gerenciales. Para evitar estas desviaciones es necesario que todo el poder de la fábrica resida en la asamblea general de trabajadores, actuando a través de un consejo de trabajadores. Este consejo debe ser quien ejerza el gobierno obrero de la fábrica, y debe conformarse por voceros elegibles y revocables en cada momento por la asamblea de los trabajadores, con salarios medios y con rotatividad de los cargos entre los trabajadores.
En varias de las empresas que se han ido expropiando o que se han creado desde el gobierno, a las cuales se denomina como empresas “socialistas”, se ha planteado establecer el control obrero de las mismas. Estas experiencias generaron, en un primer momento, un enorme entusiasmo dentro de los trabajadores, sin embargo, en la medida que este control se ha implementado desde arriba, orientado y tutorado por la burocracia, dicho entusiasmo se ha enfriando un poco, ya que lo que en realidad se ha estado construyendo es una caricatura de control obrero, porque es un control que en la práctica no controla nada, puesto que las palancas de las empresas continúan estando en manos de la burocracia y no de los trabajadores. Igualmente, la burocracia reformista, tanto la gubernamental como la sindical, han distorsionado el concepto de lo que debe ser un consejo de trabajadores, convirtiéndolo en una institución inocua donde los trabajadores se reúnen para estudiar, hablar de distintos temas, o hacer planteamientos reivindicativos, sin ejercer un poder real. Ejemplos de lo que decimos se oyeron a través de las múltiples quejas y reclamos planteados por los trabajadores de La Gaviota, Cementos Andinos, Central Azucarero Sucre, Café Venezuela, Pescalba, etc., en el Primer Encuentro Nacional sobre Control Obrero y Modelo de Gestión Socialista (4).
3.5.- ¿Qué significó la cogestión en Venezuela?
Control obrero y cogestión son dos cosas totalmente distintas, aunque en un primer momento los trabajadores de las empresas que se organizaron bajo este modelo lo asumieron como sinónimos o como el primer paso hacia un verdadero control obrero. La cogestión, como su nombre lo dice, implica una gestión compartida de la empresa entre trabajadores y capitalistas, y la inventaron los reformistas socialdemócratas alemanes en los años 50, aunque ya existían antecedentes en los años 20, para sacar adelante las empresas capitalistas en crisis que trataban de resurgir luego de la segunda guerra mundial, haciendo copartícipes a los trabajadores en las pérdidas y comprometiéndolos a sacrificar sus derechos para rescatarlas, a cambio de una participación en la gestión y en las ganancias. La cogestión es un engendro contranatural ya que se basa en una colaboración entre clases antagónicas y lo que busca es frenar la lucha de clases en perjuicio de los trabajadores. “A los capitalistas no les importa que un grupo de trabajadores aumente sus derechos en alguna fase del proceso de producción con tal que el control del capital sobre el proceso de reproducción en su conjunto se mantenga en sus manos…Cuando los trabajadores aceptan asociarse con los capitalistas en la gestión de “su” fábrica, están asumiendo los intereses de la empresa frente a sus competidores” (5). Ésta es la mejor forma para que el germen del capitalismo se introduzca en la sangre de la clase obrera, y éste fue, precisamente, el modelo que eligió el Ministerio del Trabajo en 2005 para gestionar las empresas que se acababan de nacionalizar, Invepal, Inveval e Invetex. En los dos primeros casos la cogestión se estableció entre Estado y trabajadores, en el tercero, entre Estado y empresarios. Más tarde se repitió el modelo, impulsado esta vez por el Ministerio de Industrias Ligeras y Comercio (Milco), en su versión clásica, es decir, entre trabajadores y empresarios, en lo que se llamó la misión Fábrica Adentro. Demás está decir que los únicos beneficiarios de todas estas experiencias cogestionarias han sido los capitalistas, que obtuvieron créditos blandos, pudieron vender chatarra a precio de oro y recapitalizaron a sus empresas. Los trabajadores, como siempre, fueron finalmente estafados y muchos de ellos se encuentran actualmente en unas condiciones de explotación peores que antes de la cogestión, como es el caso de los trabajadores de Invetubos en Carabobo.
En Venezuela, en un principio y pese a la orientación que le dio la burocracia, la cogestión fue un cascarón vacío que con la lucha e iniciativa de la clase trabajadora pudo haberse rellenado de auténtico control obrero. Sin embargo, la UNETE, que debía encabezar esta lucha y dar una orientación correcta, se encontraba en ese momento paralizada por las luchas internas entre las distintas corrientes. Por ello, el que la cogestión derivara en líneas burguesas es, en gran medida, responsabilidad de los dirigentes nacionales de la UNETE de entonces.
3.6.- ¿Deben los trabajadores dirigir la empresa bajo control obrero con las instituciones de la empresa capitalista, esto es, un presidente, una junta directiva, gerentes, etc.?
No, los trabajadores en control de la empresa se deben organizar en base a la democracia obrera a través de sus propios órganos tradicionales de dirección, que NO son los mismos que los de la dictadura del capitalista, como quieren hacer creer los burócratas reformistas. Aquí ocurre algo similar a lo que pasa con el Estado burgués. Del mismo modo que las instituciones de este Estado no le sirven a los trabajadores para hacer la revolución porque no están diseñadas para hacer revoluciones sino para que la burguesía pueda controlar y explotar a los trabajadores, la estructura de la empresa capitalista cumple idéntica función pero en la fábrica. Por eso es que los trabajadores no pueden organizar la empresa bajo su control con un presidente, una junta directiva, gerentes, etc., esas no son instituciones de los obreros, son instituciones del capitalista, y cuando tratan de utilizarlas se encuentran con enormes problemas y corriendo el riesgo que quienes las integren se terminen burocratizando, como ya hemos dicho. Los trabajadores se deben organizar en un consejo de fábrica, consejo obrero o consejo de trabajadores, para dirigir la empresa bajo su control.
3.7.- ¿Cuál debe ser la máxima autoridad en una empresa bajo control obrero?
Cuando los trabajadores toman la fábrica y la ponen bajo control obrero acaban con la dictadura del capitalista e implantan la democracia obrera, liberando con ese acto al esclavo del empresario: el propio trabajador. Como corresponde a una verdadera democracia la máxima autoridad, a partir de ese momento, queda en manos de la asamblea general de trabajadores, en la cual no debe existir ningún tipo de discriminación entre trabajadores sindicalizados o no, si este fuera el caso.
3.8.- ¿Qué es y para qué sirve el consejo de trabajadores?
Aunque la máxima autoridad en una empresa bajo control obrero es la asamblea de trabajadores, es imposible dirigir y administrar dicha empresa a través de una asamblea, y más si la empresa tiene un gran número de trabajadores. Las reuniones se harían interminables con todo el mundo pidiendo la palabra y dándose discusiones de nunca acabar, la situación se volvería anárquica y al final la fábrica se paralizaría por falta de toma de decisiones. Es por ello, que la asamblea de trabajadores elige un consejo de trabajadores, consejo obrero o consejo de fábrica (todos significan lo mismo) para que se encargue de administrar y dirigir la empresa. Este consejo no debería tener más de 15 ó 20 miembros, todos trabajadores (allí no deben haber burócratas ni capitalistas), que son los que planifican la producción en función de las necesidades establecidas por una instancia superior, que debería ser un Estado revolucionario basado en la unificación de todos los consejos de trabajadores a distintos niveles: los consejos obreros de cada centro de trabajo deberían elegir en asamblea voceros para los consejos locales, éstos a su vez para un consejo de trabajadores central por cada región y sector productivo, y todos ellos para un consejo de trabajadores central de carácter nacional. Este sistema de democracia obrera, extendido a las comunidades y unificado nacionalmente, formaría la base de un Estado gobernado realmente por la clase obrera y los demás oprimidos y permitiría que éstos administrasen y planificasen no su fábrica o barrios aisladamente sino el conjunto de la economía, que debería ser estatizada al mismo tiempo. Como explica Trotsky, “los congresos provinciales, regionales y nacionales de los consejos (de trabajadores) pueden servir como base para los órganos que desempeñarán de hecho el papel de los soviets” (3), es decir, la base del Estado obrero. El socialismo sólo se puede construir sobre esta base, desarrollando el poder de los trabajadores hasta abarcar todas las actividades económicas a nivel nacional, primero, luego continental y finalmente, mundial, en una sociedad socialista planificada que integre a toda la humanidad.
La administración de la empresa bajo control obrero por parte del consejo de trabajadores se refiere a todas las tareas que hay que realizar en ella para que funcione, desde adquirir los insumos para la producción hasta estar pendiente de pagar los servicios como la luz o el teléfono, pasando por los salarios de los trabajadores, el mantenimiento de la maquinaria, la disciplina interna, etc. Para poder realizar estas tareas, en el consejo de trabajadores se crean comisiones de trabajo que presentan sus conclusiones al consejo que es quien finalmente toma las decisiones de una forma democrática por mayoría de votos de sus integrantes. Como se puede ver el consejo de trabajadores es una institución obrera, basada en la democracia obrera, que le sirve a los trabajadores para dirigir la empresa bajo control obrero, así como la directiva y la gerencia le servían al capitalista cuando éste tenía el control de la empresa. Cualquier otro significado que se le quiera dar sólo es un intento para desvirtuar su verdadera función y engañar a los trabajadores.
3.9.- ¿Quiénes integran el consejo de trabajadores?
La asamblea de trabajadores elige de entre sus miembros, por áreas de la empresa, de tal forma que todas estén representadas, los delegados obreros que integrarán el consejo de trabajadores. Como dijimos en el punto anterior, no deberían ser más de 15 ó 20. Estos trabajadores que integran el consejo de trabajadores están sujetos a los principios de la democracia obrera, es decir, que pueden ser revocados en cualquier momento por la misma asamblea que los eligió, en cuyo caso, ésta elegiría a quienes habrían de reemplazar al o a los revocados. El consejo de trabajadores es un órgano de dirección colectiva que responde a la asamblea y que está bajo el control de ésta, por lo que debe presentarle informes periódicos de su gestión para que ella los apruebe o no. El mantener esta estructura donde todos los trabajadores pueden y deben cumplir funciones de dirección evita los peligros de la burocratización. Como decía Lenin, si todos somos burócratas por turnos nadie es burócrata.
3.10.- ¿De quién debe ser la propiedad de la empresa bajo control obrero?
Como ya citamos en el punto 3.2, Trotsky explicaba que el hecho que exista una empresa bajo control obrero es una prueba que aún el Estado sigue siendo burgués, pues de lo contrario no tendríamos control obrero sino el control del Estado obrero sobre todos los medios de producción. Esta última no es la situación actual en Venezuela donde aún tenemos un Estado burgués, sin embargo, el gobierno y, principalmente, el presidente Chávez ha impulsado el control obrero, y en algún momento, más precisamente en 2005, también la toma de empresas cerradas o que estuvieran saboteando a la revolución, al igual que ha nacionalizado numerosas empresas. Bajo estas circunstancias, es evidente que la propiedad de las empresas tomadas y bajo control obrero tiene que estar en manos del Estado aunque éste no sea aún obrero, ya que en teoría representa a toda la sociedad y le daría a la empresa en cuestión el carácter de empresa pública. Por eso, una de las principales reivindicaciones de los trabajadores que toman una empresa y la colocan bajo control obrero, debe ser reclamar del gobierno su expropiación pero manteniendo dicho control obrero, de tal forma que se garantice la administración y dirección de la misma por parte de los trabajadores.
3.11.- ¿Cuál debe ser el carácter de la producción de una empresa bajo control obrero?
Lo que hace mover a la sociedad capitalista es la competencia ya que ella es el móvil económico para la acumulación de capital, que en definitiva es el fin último del capitalismo. El éxito en la competencia viene determinado por el nivel de productividad que tenga cada empresa y que la llevará a realizar o no la plusvalía. Las empresas que estén por encima del nivel medio de productividad serán las más eficaces, desde el punto de vista del capitalismo, ya que habrán realizado completamente la plusvalía y por lo tanto habrán obtenido un beneficio completo. Obviamente éste no puede ser el parámetro para medir el éxito de una empresa que está produciendo bajo control obrero, tal como erróneamente plantea la burocracia reformista. El carácter de la producción de una empresa de este tipo no puede estar fundamentado ni en la competencia ni en la obtención del mayor beneficio económico, sino en satisfacer las necesidades de la sociedad participando como un eslabón más de la economía planificada y cumpliendo con las metas que la propia sociedad le impuso a través de dicha planificación. Esto es que una empresa que, según el criterio capitalista, es deficitaria porque no da beneficios económicos, desde la óptica socialista puede ser beneficiosa porque satisface unas determinadas necesidades de la sociedad.
3.12.- ¿Deben organizarse en un sindicato los trabajadores de una empresa bajo control obrero?
Si, y no sólo los trabajadores de una empresa bajo control obrero, todos los trabajadores deben estar sindicalizados porque el sindicato es la organización natural de la clase obrera, que solamente tiene la fuerza de su unión para enfrentar a sus explotadores. Un sector de la burocracia reformista plantea que los trabajadores de las nuevas empresas “socialistas”, ya sea que hayan sido nacionalizadas o creadas por el gobierno, así como de las que en un comienzo se organizaron bajo la figura de la cogestión, no deben tener sindicatos porque, supuestamente, en esas empresas no hay explotación de los trabajadores. Esta es una posición totalmente reaccionaria por parte de estos sectores contrarrevolucionarios de la burocracia. Los trabajadores sin sindicato quedan a merced del capricho del capitalista o del burócrata, que muchas veces es más déspota que el primero.
Otro de los argumentos que utilizan los burócratas para negarle el derecho de sindicalización a los trabajadores es que esa función, en las empresas “socialistas”, la cumple el consejo de trabajadores. Esto no es más que otra gran mentira para impedirles a los trabajadores que se organicen y puedan luchar por sus derechos. Como ya pudimos ver, la función del consejo de trabajadores no tiene nada que ver con la de un sindicato, por eso es que ambas instituciones obreras no se oponen sino que se complementan, son como las dos ruedas de una misma bicicleta. Repetimos, el sindicato es para unir y organizar a los trabajadores, el consejo de trabajadores es para dirigir la empresa que se encuentra bajo control obrero.
3.13.- ¿Para qué sirve el control obrero?
En lo inmediato, y enfocándolo en el plano reivindicativo, el control obrero debe servir para mejorar radicalmente las condiciones de vida de los trabajadores de la empresa a través de mejorar sus salarios, realizar jornadas laborales de menos horas, obtener beneficios para estudiar, para dotarlos de vivienda, etc. Sin embargo, la principal importancia del control obrero no está en estas reivindicaciones inmediatas, sino que hay que buscarla en el hecho que se trata de la expresión de una fase de la lucha de clases en la cual los trabajadores han dejado atrás la posición defensiva que estuvieron obligados a mantener durante el régimen de la burguesía, y han pasado a la ofensiva revolucionaria donde le están disputando el poder a esta última. Este es el marco en el cual debe ser analizada su real importancia. Implementar el control obrero a través de los consejos de trabajadores le permite a éstos iniciarse en la práctica concreta del ejercicio del poder, algo fundamental para una clase que siempre ha estado sometida, y que le va a dar la confianza y la experiencia necesarias para luego encarar la titánica tarea de construir un nuevo Estado que, necesariamente, se va a estructurar en torno a estos consejos, complementados además con los comunales y los campesinos, como ya ocurriera en la Rusia soviética. En ese sentido, como bien decía Gramsci, los consejos de trabajadores o consejos de fábrica deben convertirse en las células del Estado obrero que hay que construir lo antes posible. Pero para que todo esto pueda hacerse realidad, los trabajadores deben triunfar en la lucha de clases, derrotar a la burguesía, expropiándola y destruyendo su Estado represor, y ello sólo será posible si el control obrero se extiende a todos los medios de producción, a todas las industrias, a la banca, a la tierra a través del control campesino.
3.14.- ¿Cómo es posible impulsar y consolidar el control obrero?
Creando consejos de trabajadores sometidos al control de la asamblea de trabajadores que, actuando conjuntamente con los sindicatos revolucionarios, desarrollen la organización de la producción y administración de las empresas. Pero esto no es suficiente, es necesario que los trabajadores sean conscientes que la extensión del control obrero a otras empresas es una cuestión de vida o muerte para ellos mismos. Una empresa aislada es inevitable que, de diferentes formas, sucumba a la presión del Estado y del capitalismo. Hay que extender la toma y ocupación de fábricas. El control obrero en una sola empresa o en un puñado de empresas está condenado a fracasar, como ya se vio en empresas como Inveval, así como no pueden existir islas de socialismo en un mar capitalista, tampoco pueden existir islas de control obrero en ese mar. En definitiva, o el control obrero se extiende y evoluciona hacia una nueva instancia de poder que abarque a toda la sociedad y permita la construcción del Estado obrero, o más temprano que tarde esta ofensiva de los trabajadores será derrotada, algo que no debemos permitir bajo ningún concepto y menos cuando la correlación de fuerzas favorece ampliamente a la clase obrera, como dijera el héroe independentista José Félix Ribas, no podemos optar entre vencer o morir, necesario es vencer, y en ello debemos poner todo nuestro empeño porque sí es posible “tomar el cielo por asalto”.