2013 urteak ez du hasiera onik izan venezuelar langileentzat, Chavez presidentearen osasun egoerak eragiten duen kezkaz gain, oinarrizko produktuen gabezia sistematikoa ere badago.
El año 2013 no ha tenido el mejor comienzo para los trabajadores venezolanos, a la preocupación compartida con todo el pueblo por el estado de salud del presidente Chávez, se le ha sumado una situación económica de escasez sistemática de los productos de primera necesidad, la cual con altibajos se mantuvo a lo largo del año 2012 y arreció en el mes de diciembre, con el agregado de una suba generalizada de los precios de los mismos, en algunos casos de más de un 50%. Esta es una realidad que golpea a diario el bolsillo del trabajador que ve impotente como cada vez le cuesta más llenar el carrito del mercado, tanto por la escasez como por el costo de los alimentos. El propio BCV ha debido reconocer en sus informes estadísticos referentes al Área Metropolitana de Caracas que “en diciembre de 2012 seis alimentos básicos [harina de maíz precocida, harina de trigo, aceite, azúcar, pollo, leche en polvo y café] cerraron el año con niveles de escasez grave, que superan el 40%”, contribuyendo, sin dudas, a la inflación de 5,7% que el rubro alimentos tuvo ese mismo mes. En estos informes también se señaló algo evidente: que quienes más han sufrido esta situación son los que menos ganan pues deben destinar el 45% de sus ingresos para comprar comida.
Lo más grave de esta historia de desabastecimiento, especulación e ineptitud es que ya lleva 14 años. Comenzó en 1999 y se ha mantenido inalterable hasta hoy con la regularidad de una gota de agua que golpea sobre una piedra, el problema es que un día la gota termina partiendo la piedra. Esa es la táctica de los capitalistas, incluso fue su principal arma cuando intentaron derrocar al gobierno en el golpe de 2002-2003, y es el peligro que la burocracia reformista parece no ver y que se mantiene como una espada de Damocles sobre la Revolución.
¿Cómo ven esta situación los capitalistas?
Para los capitalistas el problema del desabastecimiento de alimentos y el alza desmedida de sus precios tiene dos culpables: los trabajadores y el gobierno bolivariano. Los trabajadores porque “faltan regularmente al trabajo” (ausentismo) y generan “conflictividad laboral”, como declaró Pablo Baraybar, presidente del sindicato de los capitalistas de la industria alimenticia (CAVIDEA), el cual agregó que esto es lo que produce el aumento de precios. Y el gobierno bolivariano porque mantiene la inamovilidad laboral (impidiéndoles botar trabajadores a discreción), les fija los precios de sus mercancías (impidiéndoles ganar lo que ellos consideran que deben ganar) y porque no les da suficientes dólares (impidiéndoles importar a dólar regulado y vender a dólar libre). Un empresario automotriz decía al respecto: “Las empresas están atadas de manos para salir de aquellos trabajadores que afectan el ambiente de trabajo. Hay miles de calificaciones de despido en las Inspectorías del Trabajo, pero nunca toman la decisión”, al parecer este capitalista no estaba al tanto de la facilidad con que sus colegas de la Mitsubishi “salieron” de los dirigentes sindicales de SINGETRAM con la valiosa ayuda de la ministra del Trabajo. Por su parte, FEDECAMARAS resumía así el pensamiento de los capitalistas venezolanos: “La inseguridad, la inestabilidad, la incertidumbre y erradas políticas económicas son las verdaderas causas de la escasez y de la inflación, teniendo como principal afectado al pueblo venezolano”. Para los voceros de la clase explotadora la solución al problema del desabastecimiento y la especulación pasa por eliminar la estabilidad laboral, liberar los precios de los alimentos y otorgarles a los capitalistas más dólares baratos para continuar parasitando al Estado. Si lo anterior no ocurre se atreven entonces a lanzar una amenaza: “Sin ajuste de precios y sin entrega de divisas no se puede esperar otra cosa que escasez”.
¿Qué está haciendo la burocracia para solucionar el problema?
Mientras los capitalistas venezolanos se muestran claros y firmes en cuanto a lo que quieren y, en consecuencia, actúan saboteando los planes económicos del gobierno bolivariano, los funcionarios de éste último dudan y se contradicen entre lo que declaran y lo que hacen para solucionar el problema de la escasez. A mediados de enero el ministro de Industrias, Ricardo Menéndez, informaba que los capitalistas estaban utilizando una buena parte de los créditos que el gobierno les había otorgado para impulsar la producción nacional, para importar mercancías ya elaboradas. La respuesta de los empresarios fue que no están dadas las condiciones para producir porque no pueden ganar todo lo que ellos quisieran. Pocos días después sería el diputado psuvista, Alfredo Ureña, el que diría que “Algunos alimentos de la cesta básica están en las manos de pocas familias, quienes atentan contra la alimentación del pueblo… el producto existe en el mercado pero está acaparado, existe una escasez ficticia, provocada por sectores del comercio privado”. Comenzando febrero la ministra de Comercio, Edmée Betancourt, anunciaba que en 2 semanas de fiscalización a los capitalistas les habían decomisado 20.100 toneladas de alimentos acaparados dejando al descubierto la campaña de sabotaje económico por parte de éstos. Por ello no se entiende que, al mismo tiempo que está ocurriendo todo esto, el vicepresidente Maduro transmita un supuesto “mensaje de estímulo a los empresarios privados” de parte del presidente Chávez.
Finalmente, la realidad fue mas fuerte y Maduro también tuvo que reconocer el acaparamiento de los capitalistas y declarar que no tendría “contemplación con los que pretenden jugar con el hambre del pueblo”, además de advertirles que si mantenían su actitud “iría contra la oligarquía y radicalizaría aún más la revolución socialista”. Sin embargo, contradictoriamente, en la misma declaración el propio Maduro se encargaba de echarle agua a sus anteriores palabras haciendo por enésima vez un llamado a los empresarios para que “actúen de buena fe” y no sean tan ladrones. Para completar esta actitud condescendiente hacia los saboteadores, que no es la misma que se tiene con los trabajadores cuando reclaman un derecho en sus empresas, el ministro de Alimentación se encargaría de informar que se estaban reuniendo con los capitalistas para estudiar sus solicitudes de aumento de precios y así superar el actual desabastecimiento.
¿Qué debería hacer el Gobierno Bolivariano?
A esta altura de la historia está más que claro que los capitalistas no tienen la menor intención de producir otra cosa que cosa que no sea desabastecimiento, carestía y cualquier acción que vaya en contra de la Revolución. Hasta un niño es capaz de comprender esto que decimos, y por si alguien aún tiene dudas basta con oírlos proclamarlo descaradamente cada vez que tienen oportunidad. En ese sentido, la burocracia reformista debería dejar de estar apostando por estos parásitos contrarrevolucionarios, dándoles créditos, aceptándoles todas sus peticiones y tratando de ponerles controles estériles, y por el contrario debería comenzar a apostar por los trabajadores. Hacer buenas las palabras de Maduro de “radicalizar la Revolución”, expropiando a los capitalistas e impulsando un verdadero control obrero que permita la planificación socialista de la economía. Sólo así se acabará con el desabastecimiento y la escalada especulativa de los precios de los alimentos y demás bienes que necesita el pueblo.