Otsaileko azken asteko masen mobilizazioaren ondoren, Boiko Borisov-en gobernuak dimisioa eman behar izan du, eta hauteskundeak aurreratu ditu maiatzaren 12rako. Mobilizazioak 30 hiri baino gehiagotan izan dira eta 150.000 pertsonatik gora atera dira kalera. Mobilizazio garrantzitsuenak Sofia hiriburuan eta kostako Vana hirian izan dira.
Las protestas son consecuencia de la subida de un 13 por ciento de las tarifas eléctricas a principios de año, ahogando económicamente a una población cuyo salario mínimo para este año será de 155 euros mensuales, la pensión mínima es de 75 euros mensuales, no en vano es el país más pobre de la UE. Esta subida de tarifas es la gota que ha colmado la paciencia de los trabajadores búlgaros que desde el colapso del bloque soviético y la adopción de medidas de libre mercado han visto como se reducían constante sus niveles de vida.
Las movilizaciones tienen las mismas características que las de países como Grecia, Portugal o el Estado Español, atenazados por la crisis financiera y las medidas de austeridad, en el caso búlgaro, el enorme malestar acumulado se ha expreasdo de manera violenta y espontánea sin la dirección de ninguna organización política o sindical. Los partidos socialdemócratas tradicionales, como el Partido Socialista Búlgaro (PSB), cuando estuvieron en el gobierno adoptaron medidas contra los trabajadores, como las privatizaciones, la congelación salarial, etc., así que ahora están muy desprestigiados, al igual que las confederaciones sindicales con más arraigo, como la KNSB (Confederación de Sindicatos Independientes de Bulgaria, el sucesor del antiguo sindicato estalinista) y el Podkrepa, sus dirigentes no han jugado ningún papel en estas movilizaciones, aunque una mayoría importante de sus afiliados sí ha participado, de momento, se conforman con el adelanto electoral sin ofrecer otra alternativa.
Estas protestas han sacado a la luz el verdadero drama que vive la mayoría de la población, que se ha expresado en las consignas más coreadas por los manifestantes: “convocatoria de una asamblea nacional para reformar la constitución”, “renacionalización de las empresas energéticas que están en manos de compañías checas y austriacas”, “desaparición de los monopolios”, “supresión del IVA de las facturas de la luz”, “moratorias sobre los recibos impagados”, y “auditorias sobre el dinero de la UE que ha acabado en manos de las mafias”.
Finalmente, debido a la presión de las movilizaciones, el gobierno ha tenido que dimitir y ha demostrado, por tanto, su gran debilidad. También han puesto de manifiesto el escaso apoyo que tenía el gobierno y sus medidas económicas, auspiciadas por el FMI y el BCE. En estas circunstancias, la dimisión del gobierno debido a la presión popular y a la movilización de masas contra la política de recortes y ajustes, también pone en una situación muy difícil para quien gane las elecciones, ya que desde el principio se encontrará con una fuerte oposición para seguir aplicando la política de ajustes.
La transición al capitalismo: recortes sin fin
Cuando el bloque soviético se desintegró, los dirigentes del partido estalinista búlgaro abrazaron la economía de mercado para hacerse con la mejor parte del tejido productivo búlgaro, reconvertidos en el PSB (Partido Socialista Búlgaro), ganaron las elecciones en junio de 1990 y adoptaron todas las medidas propuestas por el FMI para la transición hacia la economía de mercado. A mediados de 1996 se produce una profunda crisis financiera que arrasa la banca nacional y provoca hiperinflación, con una tasa de inflación que superó el 300 por ciento, las movilizaciones de masas acabaron también con el gobierno del PSB. En las elecciones de 1997 llegó al poder la Unión de Fuerzas Democráticas (UFD) que inmediatamente adoptaron medidas monetarias muy drásticas para acabar con la inflación, vincularon la moneda nacional, el lev, al marco alemán, las consecuencias para el conjunto de la población fueron brutales: aumento del desempleo, recorte total en sanidad y educación, descenso abrupto de los niveles salariales, fue el período de las grandes privatizaciones de la industria y la agricultura. Además, el PSB sufre un nuevo giro a la derecha, sin ninguna intención de oponerse ni echar atrás el proceso privatizador, no en vano todos sus altos dirigentes se habían convertido en importantes hombres de negocios, al mismo tiempo se produce el auge de las mafias que alcanza sus cotas máximas.
Es en este contexto de descrédito de los grandes partidos irrumpe el ex monarca Simeón de Bulgaria, prometiendo que en ochocientos días regeneraría el país a través de una política firmemente pro-occidental en todas las esferas de la economía y la política, su partido, el Movimiento Nacional Simeón II (NDSV), arrasó en las elecciones de 2001. En este partido el ahora dimitido Borisov empezó su carrera política como guardaespaldas de Simeón II, después se convirtió en alto funcionario del Ministerio de Interior y, posteriormente, en Alcalde de la capital.
En 2004 Bulgaria ingresa en la OTAN y en 2007 en la UE, desde entonces es un firme aliado del imperialismo norteamericano, el primer mandatario que recibe Obama cuando es reelegido en 2012 es a Borisov.
La crisis de 2008 rompe la coalición de gobierno formada por el PSB y el NDSV, Borisov aprovecha esta crisis para lanzar su partido, Ciudadanos por el Desarrollo Europeo de Bulgaria (GERB), que gana las elecciones en julio de 2009, justo cuando empiezan a hacerse notar en el país los efectos de las crisis. Desde el principio aplicó recortes del ya maltrecho gasto público, al mismo ritmo que descendían los ingresos del Estado, aunque la deuda pública no era muy elevada, los ajustes hundieron a la mayoría de la población en la pobreza, según Euroestat, el 49 por ciento de las búlgaros tiene riesgo de caer en la pobreza, muchos trabajadores no pueden jubilarse cuando alcanzan la edad de jubilación, otros han sido expulsados de la sanidad pública y las tasas de abandono escolar han alcanzado cotas muy altas. Los trabajadores búlgaros han tenido que aprender a través de la experiencia lo que representa el capitalismo. Después del rumano, es el segundo gobierno europeo que cae debido a la movilización en las calles y ha llenado de confianza a los jóvenes y trabajadores búlgaros.