Abuztuaren 2an, Senatuak eta Ordezkarien Ganberak onartu ondoren, Estatu Batuetako presidente den Barack Obamak zor estatubatuarra 2.4 bilioi dolar gehiago igoko duen  akordioa iragarri zuen. Horrela zorra 14.3etatik 16.7 bilioi dolar izatera pasa zen; gainera, gobernuaren gastu soziala 2.5 bilioi dolar murriztu zen datozen hamar urtetarako.

El acuerdo se consiguió después de ocho meses de discusión entre los partidos Demócrata y Republicano, para impedir que el gobierno norteamericano dejara de cumplir con el pago de sus responsabilidades. No obstante, ello no impidió que tres días después de la aprobación, la calificadora Standard & Poor’s (S&P) disminuyera la categoría de EEUU como el país con el mayor grado de solvencia crediticia del mundo (de AAA a AA). Esto porque, supuestamente, el recorte aprobado en el gasto del gobierno (2.5 billones de dólares) fue menor a los cuatro billones de dólares recomendados por la calificadora. Así que, si el gobierno norteamericano no toma otras medidas para incrementar el recorte de su gasto, S&P ha amenazado con volver a bajar la valoración de solvencia en un plazo de 12 a 18 meses.

                     

El problema de la deuda y el déficit fiscal de EEUU, que también enfrentan países como Irlanda, Grecia, Portugal, España e Italia y otros países del mundo, se debe en parte a la política de los gobiernos capitalistas que han venido socializando las pérdidas y privatizando los beneficios, destinando ingentes cantidades de recursos públicos para rescatar a los banqueros y empresarios de la crisis que ellos mismos generaron. Esta medida, por supuesto, lejos de haber resuelto la crisis económica, la ha profundizado; y sin haberse recuperado aún de la caída de 2007-2008, existe el riesgo latente de una nueva recesión mundial. En este sentido, el pasado 8 de agosto, la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico informaba ya sobre la desaceleración de las principales economías del planeta.

La posibilidad de una nueva recesión se hace más real si consideramos el menor ritmo de crecimiento de EEUU (siendo todavía la principal potencia económica mundial) durante el segundo trimestre del año, el cual fue del 1.3%, y el resultado del último trimestre de 2010 que fue revisado a la baja de 2.3% y no del 3.1% como se había reportado inicialmente. Ello producto de un crecimiento más lento de la actividad manufacturera, la cual representa aproximadamente el 12% del Producto Interno Bruto (PIB), y de un estancamiento del consumo que significa el 70% del PIB norteamericano; ambos factores, aparejados con una tasa de desempleo oficial del 9.1% en el mes de julio, pero si se considera a los 2.8 millones de estadounidenses que han perdido la esperanza de encontrar empleo y que no se reconocen como parte de la fuerza laboral, el desempleo se ubica realmente en el 10.7% (La Jornada, 04-06/08/11).

Lo anterior ratifica la explicación de los marxistas sobre que no podía aceptarse la supuesta recuperación económica proclamada por la burguesía y sus gobiernos a nivel internacional desde el año pasado. Decíamos que no se trataba de algo pasajero, sino de una crisis clásica de sobreproducción que ha puesto de manifiesto las contradicciones inherentes al sistema capitalista, la dictadura del capital financiero y el papel parasitario de la burguesía que sólo le interesa incrementar sus beneficios a costa de intensificar la explotación de la clase trabajadora.

A cuatro años de iniciada la crisis, se confirma que ésta ha sido más grande de lo pensado y que la recuperación no ha sido tal. Aunque las utilidades antes de impuestos de las empresas, por ejemplo, sí se incrementaron 264.9 mil millones de dólares a lo largo de los pasados tres años y las más prosperas han sido las del sector financiero. En EEUU el uno por ciento de la población capta ahora casi una cuarta parte del ingreso nacional y controla 40% de la riqueza, pues buena parte del crecimiento económico logrado en la década anterior se ha concentrado en el segmento más rico (La Jornada, 01/08/11).

En contraste, ahora con el incremento de la deuda norteamericana, los trabajadores enfrentaran mayores recortes al ya de por sí reducido gasto social (en el sistema de salud, por ejemplo) y mayores despidos en el sector público (en lo que va de este año se han despedido a 218 mil trabajadores del Estado). Pues aunque supuestamente el recorte aprobado será en el gasto discrecional del gobierno, los dos partidos de la burguesía imperialista (el Republicano y el Demócrata) continuarán defendiendo los privilegios fiscales que tienen los grandes empresarios e incrementarán los ataques hacia los trabajadores. Estos, por supuesto, han demostrado que no se quedaran con los brazos cruzados, sino que saldrán a las calles a defender sus derechos; las movilizaciones recientes en Wisconsin, Milwaukee, Atlanta, Georgia, Los Ángeles y demás, son un ejemplo de que la lucha de clases en EEUU se agudizará todavía más.

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