2009ko abenduaren 30ean Chavezek irrati eta telebista bidez pasa den urtearen balantzea eta 2010erako helburuak azaldu zituen. Beste behin, gogoratu zuen beharrezkoa dela sistema kapitalistarekin amaitzea eta sozialismoaren aldeko borroka bultzatzea.
Comenzó diciendo que a pesar de la crisis capitalista a nivel mundial, en Venezuela se estaba "culminando el año con una sonrisa", y agregó: "una muestra de que "estamos terminando bien el 2009" es que 15 millones 708 mil 250 personas se han movilizado a través de los puertos aéreos, terrestres y fluviales del país, lo cual representa un incremento de 10,2% en relación con el año 2008" (1). Luego se refirió a la crisis capitalista y la lucha que se debe realizar contra este sistema: "Debemos recordar que lo que está en crisis profunda, estructural y general es el sistema capitalista que nosotros estamos confrontando... Estamos viviendo el fracaso del capitalismo, lo cual tiene que dar mayor fuerza a nuestras convicciones, a nuestros razonamientos, porque no basta con pregonar el socialismo, hay que buscar las razones y profundizarlas para explicarlo a naciones enteras que todavía tienen rémoras del pasado y están sometidas a un continuo bombardeo de las fuerzas capitalistas a través de sus medios de comunicación y muchos otros instrumentos y estrategias...Todo esto está enmarcado en una lucha histórica que viene de hace siglos, desde que nació Jesús, que murió defendiendo a los pobres, luchando por una sociedad sin clases, y eso es el socialismo, con la igualdad como bandera cristiana, marxista y bolivariana... Tenemos que explicar con hechos contundentes cómo funciona el modelo capitalista y la lógica del capital, y cómo es que debe funcionar, porque estamos aún rumbo al socialismo, pero no vivimos en socialismo" (2). Alabó las decisiones que tomó el gobierno en materia económica y que permitieron que el país no entrara en crisis, "como reajustar el presupuesto nacional sobre la base de la renta petrolera a 40 dólares por barril, y un recorte de la producción del hidrocarburo de 4 millones 500 mil barriles de la Organización de Países Exportadores de Petróleo... Estas medidas demostraron la fortaleza económica venezolana, conseguida gracias a las políticas eficaces que, además de mejorar la calidad de vida de la población, lograron que el país no se sumergiera en una debacle monetaria como sí lo hicieron otras naciones" (3). Habló del aumento del salario mínimo en un 21% y del mantenimiento de la inamovilidad laboral y reconoció que había habido un descenso en el PIB. Más adelante felicitó a su gabinete de ministros y a los alcaldes y gobernadores "revolucionarios" y comentó que "la prioridad de este gobierno es la inversión social, porque nuestro objetivo supremo es darle al pueblo la mayor suma de felicidad posible. Que nadie tenga la menor duda de eso" (4), también dijo que "el país cierra este año 2009 con una disponibilidad de 25 días de reservas alimentarias" (5) y "aprovechó la oportunidad para felicitar a los ministros del Poder Popular para la Alimentación, Félix Osorio; para la Agricultura y Tierras, Elías Jaua; y para la Energía y Petróleo, Rafael Ramírez, así como a todos los productores nacionales, por el trabajo impulsado en pro de la seguridad y soberanía alimentaria" (5). Tocó el tema de la inseguridad e "informó que de acuerdo con una encuesta realizada por el Ejecutivo Nacional, 80% de los habitantes de Catia, en el oeste de Caracas, califica de positiva la acción de la recién creada Policía Nacional Bolivariana...destacó que esta nueva institución trabajará de la mano con la comunidad para luchar contra el hampa y contra las causas del terrible impacto de la descomposición de valores humanos, como consecuencia de la cultura egoísta del capitalismo" (6). Habló, igualmente, del peligro que significaría que la oposición retornara al gobierno, "la hipótesis de que la burguesía recupere el poder incluye que se desmonten todos los avances que hemos tenido, incluso en la Fuerza Armada Bolivariana, y vendrían llenos de odio a cobrar. Desmontarían todas las salas situacionales y además tendrían que cambiar la Fuerza Armada casi totalmente. Iniciaría una persecución contra sus líderes y tratarían de crear una Fuerza Armada como la de Honduras, represiva, para defender los intereses de la oligarquía y arremeter contra el pueblo" (7), para concluir en que es "una necesidad vital conservar la mayoría de los curules de la Asamblea Nacional (AN) con representantes verdaderamente revolucionarios, a fin de evitar que la oposición se apodere de los poderes públicos y así concrete su objetivo de sabotear la revolución bolivariana" (8), haciendo un llamado a "los movimientos populares y el pueblo venezolano deben velar porque se obtenga la mayoría en la Asamblea Nacional, pues "es una necesidad vital" (8) para que la contrarrevolución no acabe con todos los logros y beneficios sociales que ha traído el proceso revolucionario al país" y diciendo que "todo el país debe entender lo que significaría perder la mayoría en la AN, entraríamos en una fase de verdadera desestabilización del país, generada desde la AN para que la oposición pueda lograr su objetivo que es recuperar su puesto en los poderes del Estado para volver a ejecutar el régimen puntofijista" (8). Después se refirió a que ésta es "una revolución pacífica, de todas y todos, de la unidad. Pudiéramos decir que la revolución en estos días de Navidad, de amor, es una revolución de la armonía del amor" (9). Tocó el tema de los bancos intervenidos: "las instituciones venezolanas demostraron eficacia y transparencia al proteger los intereses de los ahorristas con su actuación ante las irregularidades en ocho entidades bancarias privadas... "nuestro Gobierno fue capaz de poner en marcha estrategias exitosas" que frenaron una posible crisis financiera... producto de estas acciones, 34 empresas han sido aseguradas por el Estado y están en proceso de convertirse en empresas de producción socialista... las irregularidades cometidas por los banqueros de esas ocho instituciones "es producto de la corrupción de valores de un grupo de personas y esos son los valores del capitalismo. Ellos cometieron estafa y allí está un grupo de ellos preso y no le hemos dado ni le vamos a dar ni un bolívar, sino cárcel y le quitaremos todo lo que tienen para resarcir los daños"" (10). Se refirió luego a la Misión Barrio Adentro: "La Misión Barrio Adentro mostró un proceso exitoso en la aplicación del proceso de rectificación revisión y reimpulso. Este año 2009 ha seguido creciendo la red de Barrio Adentro. Por ejemplo, en septiembre teníamos 358 consultorios sin médico en Barrio Adentro, 3142 consultorios a tiempo parcial, hoy no hay consultorios sin médicos, producto del proceso de las tres R "(11). También "hizo un reconocimiento al pueblo venezolano por la conciencia con la que ha asumido el tema del ahorro de agua y energía eléctrica" (12). Posteriormente, comentó que "la Misión Niño Jesús, registró durante su primera semana de labores, cifras sorprendentes con respecto a la inclusión de embarazadas, niños y niñas que recibirán los beneficios de esta nueva misión de carácter social" (13). Para finalizar hablando del tema internacional: "Durante este año hemos ocupado un modesto pero decisivo rol en el escenario internacional, nos ha tocado levantar nuestra voz con respeto pero con firmeza en foros como las Naciones Unidas y recientemente en Copenhague (...) Hemos sido pioneros en gestionar alianzas en la búsqueda de un mundo pluripolar" y "resaltó que Venezuela y los países de la Alianza Bolivariana para los pueblos de nuestra América (Alba) han tenido un papel protagónico, que se evidenció en coyunturas como el golpe de Estado en Honduras, contra Manuel Zelaya, y en la posición conjunta llevada por el bloque a la Cumbre sobre cambio climático" (14).
Analizando la intervención del presidente, y buscando en ella elementos positivos o pasos concretos, en la gestión del gobierno en este año 2009, para luchar contra el capitalismo y avanzar hacia esa sociedad sin clases que, como él mismo dijo, es el socialismo, no es mucho lo que se encuentra. Sí es justo reconocer que a pesar de la crisis económica se trató de afectar lo menos posible los programas sociales, se aumentó el salario básico, se prorrogó la inamovilidad laboral, se impulsó una nueva misión, se actuó con celeridad y priorizando a los pequeños ahorristas en el caso de los bancos intervenidos, etc., iniciativas todas detrás de las cuales se puede ver el compromiso que el presidente Chávez mantiene con su pueblo, pero sólo con estas reivindicaciones no avanzamos hacia el socialismo, son paliativos para las grandes injusticias que, como decíamos antes, el mismo sistema produce. Más allá de lo discursivo para condenar una vez más al sistema capitalista y hacer referencia al marxismo como parte de la ideología liberadora, además del llamado a conformar la V Internacional socialista, lo cual es una señal de que el presidente mantiene una clara orientación hacia la izquierda, no hay hechos contundentes que nos permitan afirmar que existe un impulso decidido y en la dirección de liquidar al viejo sistema capitalista y a construir un nuevo sistema socialista, independientemente de las buenas intenciones del presidente. El Estado burgués, que tanto se critica y que es el principal freno para avanzar hacia ese nuevo sistema socioeconómico, no sólo se mantiene intacto sino que pareciera reforzarse día a día con las acciones que se toman desde el mismo gobierno para combatir las lacras que el capitalismo genera, como la inseguridad, la inflación, el déficit habitacional, etc. Mientras, para las masas, esas mismas a las cuales se llaman a votar en las elecciones legislativas de 2010 para obtener la mayoría en la Asamblea Nacional, sus grandes problemas continúan sin resolverse: la inseguridad (en septiembre de este año el 57,2% de la población lo consideraba su principal problema, muy lejos del que ocupaba el segundo lugar: la inflación con un 8%), la vivienda (con un déficit de 2,2 millones de unidades, según el propio Chávez), la inflación (el IPC anualizado para el mes de noviembre, según el BCV, fue de 28,6%, la inflación más alta de Latinoamérica y la segunda del mundo, sólo superada por la de la República del Congo con 31,2% (15)), el desempleo, etc. Es evidente, como también el presidente, honestamente, lo reconoce, que el capitalismo continúa vivito y coleando en Venezuela, a pesar de las buenas intenciones que él ha tenido para combatirlo. El problema está en que las buenas intenciones no son la mejor arma para combatir al capitalismo. Al final, la sensación que le queda a uno en la boca es que la revolución bolivariana pareciera hallarse en un callejón sin salida, y que su principal dirigente se encuentra, igualmente, en un laberinto del que tampoco sabe cómo salir.
1.- El agotamiento del modelo reformista
El agotamiento del sistema capitalista es también el agotamiento del reformismo. Si el capitalismo desde hace ya mucho tiempo no satisface las necesidades de la humanidad y sólo traba el desarrollo de las fuerzas productivas, con lo cual cada día se hace más imprescindible su sustitución por otro sistema que permita continuar con ese desarrollo y acabe, de una buena vez, con las miserias que padece la sociedad humana, ¿qué se puede decir del reformismo, una farsa ideológica que se disfraza de revolucionaria y pretende llegar al socialismo a través de reformas paulatinas al sistema capitalista? Es el llevar al plano político el método de "tratar de matar un burro a pellizcos". Desgraciadamente, en su esencia, las políticas que se han venido implementando durante estos años desde el gobierno son políticas reformistas que, aunque han movilizado a las masas y han frenado, o cuanto menos obstaculizado, las estrategias que llevan a cabo los capitalistas en otros países como las privatizaciones de servicios públicos, los despidos masivos, etc., no son suficientes para impedir que las leyes del capitalismo sigan existiendo y golpeando las condiciones de vida de las masas. Es por ello que hoy, luego de casi 11 años de revolución y de todas las medidas y programas sociales que se han implementado desde el gobierno, las lacras capitalistas se mantienen en la sociedad venezolana. Se puede hablar en contra del capitalismo y denunciar diariamente su esencia perversa, se puede proclamar, igualmente, el socialismo en cada actividad que se realice, pero mientras las relaciones de producción continúen siendo relaciones capitalistas, así se diga lo contrario, continuaremos viviendo en una sociedad capitalista. Numerosos son los ejemplos que se pueden dar en este sentido, desde la tesis del socialismo petrolero mediante la cual se plantea que no es necesario expropiar a los capitalistas porque al Estado le ingresa suficiente dinero a través del petróleo como para desarrollar sus programas sociales y una infraestructura industrial paralela a la privada (uno de los problemas de esta teoría se presenta cuando, como ocurrió este año, caen los precios del petróleo), pasando por los innumerables y fallidos intentos de impulsar una economía mixta involucrando a unos supuestos "capitalistas nacionalistas" y "empresarios socialistas" en el desarrollo de los medios de producción (el programa de Fábrica Adentro llevado adelante por el extinto Milco ha sido el más emblemático de estos proyectos), programas que lo único que han dejado son empresas paralizadas o semiparalizadas, capitalistas más ricos y miles de trabajadores en la calle, estafados y desencantados con la revolución, o el tratar de implementar medidas económicas basadas en principios de socialismo utópico como el trueque y las monedas locales, impulsados por el ex ministro Haiman El Troudi, hasta el más reciente donde se crea Mercaso (Mercado socialista) a través del cual se plantea luchar contra el capitalismo compitiendo con los capitalistas en la comercialización de las mercancías (arepas, carros, etc.), una idea que parece extraída de los manuales de Heinz Dieterich y que se basa en la tesis antimarxista de que la explotación se encuentra en el intercambio de las mercancías y no en la producción de las mismas, cuando en la realidad es todo lo contrario. Las últimas medidas económicas tomadas este viernes 8 de enero, donde se devaluó el bolívar, en algunos casos en un 100%, y que, dígase lo que se diga, sólo van a incrementar una inflación que ya es demasiado alta y cuyas principales víctimas serán, como siempre, los que menos tienen, no hacen sino confirmar lo que hemos venido diciendo hasta aquí.
Como está a la vista después de 11 años, es imposible superar al capitalismo con un programa reformista, sólo se prolonga la agonía y se aumenta el riesgo de una derrota para la revolución. La única fórmula válida para acabar con el capitalismo y avanzar hacia el socialismo pasa, en primer lugar, por abandonar este programa fracasado y adoptar un programa verdaderamente revolucionario, un programa que contemple cambiar las actuales relaciones de producción, que son capitalistas, por relaciones de producción socialistas, lo cual sólo es posible expropiando a los capitalistas, socializando la propiedad de los medios de producción, de los bancos, de la tierra, entregando el control y la administración de los mismos a los trabajadores, a los campesinos, para entonces sí poder planificar la economía en función de las necesidades de todos y no de un puñado de privilegiados, para poder, también, desmontar al Estado burgués y construir el nuevo Estado socialista en torno a los consejos de trabajadores, comunales y campesinos. Sólo así se podrá acabar con la inseguridad, la inflación, la escasez de viviendas, y todas las demás lacras capitalistas. Como dijera Trotsky: las revoluciones triunfan, ante todo, gracias a su programa social.
2.- Una dirección burocrática al frente de la revolución
La revolución no sólo no cuenta con un programa revolucionario para avanzar hacia el socialismo, tampoco quienes actualmente se hallan al frente de ella han dado muestras de ser las persona más idóneas para conformar un equipo junto al presidente que pueda conducir la revolución hacia el socialismo. Cuando Chávez llegó al gobierno en 1998, lo hizo sin contar con un partido político compuesto por cuadros formados en la lucha revolucionaria. La composición de los cuadros dirigentes del movimiento era, y continúa siéndolo, muy heterogénea: profesionales universitarios, académicos, militares retirados, ex guerrilleros, estudiantes, muchos de ellos provenientes de una izquierda de clara formación estalinista, pero también con unos cuantos que venían de los partidos de la burguesía como Acción Democrática, Copei y sus derivados. No fueron pocos, igualmente, los oportunistas y arribistas que se sumaron buscando salir de abajo con la revolución. El sector civil de esta vanguardia, o núcleo inicial, había forjado su relación con Chávez, básicamente, cuando éste se encontraba detenido en Yare luego del 4F, aunque algunos también habían participado en dicho alzamiento militar, en tanto, el sector militar se componía por quienes habían acompañado a Chávez el 4F o luego se habían alzado el 27N. Una vez en el gobierno, a este grupo inicial se le unirían militares activos para cubrir plazas, a todo nivel, dentro del aparato burocrático del Estado, igualmente, también engrosaron este aparato personas que llegaban a través de las relaciones personales: familiares, amigos o conocidos de los que ya estaban en el gobierno. La ausencia, desde un comienzo, de un partido revolucionario al frente de la revolución, unida a la escasa o nula participación de la clase obrera organizada en esas primeras etapas del proceso, facilitaron que el vacío de la dirección fuera llenado por este conglomerado heterogéneo de personas provenientes, en su mayoría, de la pequeña burguesía y cuyo principal punto de unión era su relación con Chávez.
Once años después, este sector que conformó las capas alta y media de la burocracia gubernamental se ha ido homogeneizando como casta a través del ejercicio del poder, con intereses y una agenda propios, estructurada esta última en función de mantener férreamente el control del Estado que ha sido la fuente de su ascenso social. En 1936, León Trotsky explicó un fenómeno similar que se había dado en la burocracia estalinista: "... Lenin, hablando al XI Congreso del partido como si le diera sus adioses, decía a los medios dirigentes: "La historia conoce transformaciones de todas clases; en política no es serio contar con las convicciones, la devoción y las bellas cualidades del alma..." La condición determina la conciencia. En unos quince años, el poder modificó la composición social de los medios dirigentes más profundamente que sus ideas. Como la burocracia es la capa social que ha resuelto mejor su propio problema social, está plenamente satisfecha de lo que sucede y, por eso mismo, no proporciona ninguna garantía moral en la orientación socialista de su política" (16). Así como la burocracia estalinista no estaba interesada en construir el socialismo en la URSS, tampoco la burocracia bolivariana se ha mostrado demasiado interesada en avanzar hacia el socialismo en Venezuela, porque ello va en contra de unos intereses que cada día se asemejan más a los de la burguesía.
Los recientes casos de quiebras de bancos, donde aparecieron involucrados sectores de la burocracia asociados con empresarios que han amasado fortunas incalculables en sus negocios con el Estado, sólo son la punta del iceberg de algo que todo el mundo sospecha y de lo cual hay ya demasiadas evidencias: una estructura podrida de corrupción y bandidaje que crece y se desarrolla al amparo del sector de la alta burocracia que ha acumulado más poder. Desgraciadamente, ese poder no se ha quedado circunscripto al aparato del Estado sino que, merced a esa característica tan pequeño burguesa de hacer política a través de las relaciones personales y el amiguismo, este sector burocrático intenta, también, incrementar su influencia dentro del PSUV. Frente al intento de la mayoría de los militantes y activistas del partido, y del propio Presidente Chávez, de hacer del PSUV una herramienta para defender y completar la revolución, esta casta hace todo lo posible para tratar de someter el partido a su control. El propio Müller Rojas ha criticado esta situación: "Yo creo que se cometió un error cuando se colocó paralelamente a los individuos que estaban en la burocracia pública como líderes del partido" (17). Marx decía que es la condición social del individuo la que determina su conciencia. Sólo alguien muy ingenuo puede pensar que personas que se han convertido en empresarios y banqueros, que manejan cifras fabulosas de dinero y mantienen estrechas relaciones con la burguesía, quieren y pueden impulsar el socialismo cuando lo fundamental de su accionar, por el contrario, está dirigido ha frenar la revolución y a consolidar al capitalismo. En definitiva, no es una cuestión sentimental sino de clase.
3.- La intensificación de la lucha de clases en 2009
Al comienzo decíamos que actualmente la sensación que uno tiene es que la revolución no se mueve, que ha entrado en una especie de parálisis, o peor aún, que se mueve en círculos. Sin embargo, ello no es así, todo está en un permanente cambio y movimiento, son las leyes infalibles de la dialéctica. Los grandes movimientos y cambios que no se ven en la superficie, como decía Trotsky refiriéndose a la Revolución Rusa, se están dando de una forma imperceptible por debajo, principalmente, en las conciencias de los factores enfrentados que cada día asumen con mayor claridad su papel en esta lucha de clases. Por un lado, la burguesía, la única que siempre ha estado clara y ha sido coherente entre lo que quiere y lo que hace, mantiene su estrategia de desgaste al gobierno a través del sabotaje económico, cerrando industrias, trabajando a media máquina, generando desabastecimiento y especulación, unido esto a una campaña permanente de desinformación mediática, magnificando la imposibilidad del gobierno para solucionar los problemas crónicos del capitalismo, con lo cual va preparando el terreno para las elecciones legislativas de 2010 como paso previo para su intención de asaltar el poder en las presidenciales de 2012. Por otro lado, la casta burocrática actuando como aliada de hecho de la burguesía al defender intereses comunes, que se aferra al poder político cerrando el paso a cualquier posible participación popular que haga peligrar dicho poder (la elección de los delegados al congreso del PSUV ha sido el último capítulo de esta historia), mientras se ha lanzado en una carrera desenfrenada y voraz por consolidar su poder económico a cualquier precio. Y, finalmente, los trabajadores, los campesinos, las masas, que se han convertido en las víctimas de la estrategia de la burguesía y de la ineptitud y rapacidad de la burocracia. Particularmente, los trabajadores son quienes han llevado la peor parte de esta ofensiva contrarrevolucionaria al ser los objetivos principales tanto de capitalistas como de burócratas, que ven en ellos al enemigo a vencer para terminar de derrotar a la revolución.
El caso de la empresa Mistubishi
No es casualidad que el año pasado comenzara con un ataque salvaje por parte de los capitalistas de la empresa Mitsubishi en contra de los trabajadores que habían tomado las instalaciones de la empresa para protestar por la política de tercerización que venía aplicando la patronal, y que dejó un saldo de dos trabajadores muertos y varios heridos. Para llevar a cabo su acción los capitalistas utilizaron el aparato represivo del Estado burgués, es decir, la policía, bajo la cobertura de la legalidad burguesa que aportaron los jueces que desde el poder judicial avalaron la acción. Tampoco fue casualidad que los capitalistas eligieran como blanco a los trabajadores de Mitsubishi, quienes ya para ese entonces se hallaban en el punto de mayor de avanzada del movimiento obrero venezolano. Esta lucha, que continuó desarrollándose a todo lo largo del año 2009, ejemplifica muy bien esa intensificación en la lucha de clases a la cual nos referíamos antes. Permite ver con claridad a los bandos que se están enfrentando y las banderas que cada uno defiende: capitalistas y burócratas aliados en contra de los trabajadores, estos últimos contando con el apoyo de sus hermanos de clase y, fundamentalmente, de las masas organizadas en los consejos comunales. Los primeros, defendiendo la propiedad privada de los medios de producción y con ello la libertad de los capitalistas para explotar a su conveniencia a los trabajadores, en una franca tarea contrarrevolucionaria y antisocialista. Los segundos, luchando desde abajo, y con todo el aparato del Estado burgués en su contra, por la defensa y el respeto a las conquistas básicas del movimiento obrero y de la revolución, y mostrando al resto del movimiento que la ocupación y toma de las empresas es el método de lucha para establecer el control obrero de la producción, único medio, a su vez, para combatir el sabotaje económico y avanzar hacia el socialismo.
Luego del asesinato de los trabajadores Pedro Suárez y Javier Marcano a las puertas de Mitsubishi en Barcelona, los empresarios tuvieron que dar momentáneamente marcha atrás y aceptar algunas de las reivindicaciones de los trabajadores, pero estaba claro que no iban a cejar en su intento por acabar con el sindicato revolucionario de MMC. Tras unos meses de tensa calma en los cuales los trabajadores de MMC, además de cumplir con sus tareas en la empresa, creaban patrullas laborales del PSUV para impulsar la revolución, siguiendo los lineamientos del presidente Chávez, los capitalistas preparaban su siguiente golpe. El 24 de agosto los empresarios cerraron de forma unilateral las puertas de la empresa alegando que se "suspendió sus operaciones debido al "bajísimo rendimiento" de las operaciones de ensamblaje, y "el alto nivel de ausentismo, indisciplina, agresividad y anarquía que impera en un grupo de trabajadores". Además, se habrían registrado "actos intencionales de sabotaje e intimidación dentro de un marco de impunidad""(18). Tres días después, la Inspectoría del Trabajo de Barcelona declaró ilegal el paro unilateral adoptado por los patronos y les ordenó la reapertura de las instalaciones y el reinicio de las actividades. Casi un mes más se tomaron los capitalistas para reabrir la empresa el 21 de septiembre. Unos días antes, el 18 de septiembre, la oficina de prensa del Ministerio de Ciencia y Tecnología daba la siguiente información: "La relación entre el Gobierno Nacional y las ensambladoras que operan en el país se ha estrechado, gracias al interés que manifiestan ambas partes por contribuir al desarrollo de Venezuela. En un ambiente cordial y de cooperación, el ministro del Poder Popular para Ciencia, Tecnología e Industrias Intermedias, Jesse Chacón, ha sostenido reuniones con representantes de estas empresas, cuya presencia en el país también imprime dinamismo al sector industrial. En esta ocasión el encuentro fue con el vicepresidente Ejecutivo de Sojitz Corporation, Yasuyuki Fujishima, empresa que posee el 93% de las acciones de Mitsubishi y el embajador de Japón en Venezuela, Sujih Shinokoji, quienes manifestaron su agradecimiento por este contacto con el ente rector en materia de Industrias Intermedias. Durante la reunión, se trató nuevamente el tema de la próxima apertura de la planta de Mitsubishi Motors ubicada en Barcelona, estado Anzoátegui, luego del cierre generado por conflictos laborales, situación en la que el MCTI actuó como mediador en conjunto con el Ministerio del Poder Popular para el Trabajo y la Seguridad Social. En este sentido, Fujishima reiteró su gratitud por haber contado con el apoyo del Gobierno Nacional" (19). Posiblemente, en esa reunión se terminó de sellar la suerte de los dirigentes del sindicato revolucionario de los trabajadores de Mitsubishi, ya que los capitalistas no habían terminado de abrir las puertas de la empresa cuando estaban introduciendo en el Ministerio del Trabajo una medida cautelar en contra de ellos, además de 156 calificaciones de despidos a trabajadores (Delgados de Prevención, Delegados Sindicales y enfermos ocupacionales). Con una celeridad poco vista, el Ministerio del Trabajo le dio curso en forma inmediata a la solicitud de los capitalistas, lo cual impidió a los dirigentes del sindicato a ingresar a la empresa a partir de ese momento. Este ataque descarado de la burocracia en contra de los trabajadores se completó el 27 de noviembre pasado cuando a través de un comunicado les informaron que estaban despedidos. "El Ministerio del Poder Popular para el Trabajo y Seguridad Social (Mintrass), ratificó el despido de 11 dirigentes del Sindicato Nueva Generación de Trabajadores (Singetram), de MMC Automotriz, entre ellos su secretario, Félix Martínez... A lugar fueron declaradas las correspondientes a "los 11 dirigentes sindicales que, de manera unilateral y sin cumplir con los procedimientos de Ley, mantuvieron paralizadas las actividades de dicha empresa durante dos semanas entre julio y agosto, arriesgando los derechos al salario y la estabilidad laboral de la totalidad de los trabajadores. Debe recordarse que esta empresa se mantuvo paralizada por acciones sindicales, durante el primer trimestre del año", explicó el comunicado"(20). Particularmente desgraciada ha sido la participación de la ministra María Cristina Iglesias en esta historia, sobre todo, después de haber tenido un papel positivo en su anterior gestión al frente de este mismo ministerio, cuando en el año 2005 apoyó el I Encuentro Latinoamericano de Empresas Recuperadas e hizo suya la consigna de "Empresa cerrada, empresa ocupada y puesta a funcionar por los trabajadores". Su actual rol, cuadrándose junto a los capitalistas en contra de los trabajadores, viene a confirmar las políticas erráticas y centristas, por no entrar en otras consideraciones, de esta dirección burocrática.
Burócratas y capitalistas salieron raudos a respaldar la decisión de la ministra, empezando por el burócrata sindical y diputado, Oswaldo Vera, quien "señaló que los dirigentes sindicales que paralizaron la ensambladora Mitsubishi no cumplieron con los procesos establecidos en la LOT, lo que conllevó a que el Ministerio del Poder para el Trabajo y Seguridad Social declarara con lugar las calificaciones de despido de los 11 miembros del sindicato... Vera dijo que lo acontecido hasta los momentos no da pie para que el movimiento sindical se anarquice y comience a tomar acciones en contra del proceso revolucionario, y llamó en especial a los de la empresa Mitsubishi, para que tengan en cuenta que cualquier tipo de protesta que deseen realizar la hagan en el marco de la institucionalidad, de lo que son las leyes y lo que será la nueva Ley Orgánica del Trabajo (LOT)" (21). El "empresario socialista", presidente de Fedeindustria, Miguel Pérez Abad, también se sumó a este coro aplaudiendo la actitud de los burócratas sindicales: "El 27 de noviembre de este año, una información difundida por la Agencia Bolivariana de Noticias (ABN), señaló lo siguiente: "El Frente Socialista de Trabajadores y Trabajadoras del estado Anzoátegui (FST) exhortó a los directivos del Sindicato Nueva Generación de Trabajadores (Singetram) de la ensambladora MMC Automotriz (Mitsubishi) a no arriesgar los puestos de los cerca de 2 mil trabajadores, que hacen vida en la ensambladora de esta empresa en Barcelona". El pronunciamiento lo hizo el vocero del FST Anzoátegui, Carlos Itriago, durante una rueda de prensa celebrada en la sede del PSUV en Barcelona, con motivo de la movilización organizada por dirigentes laborales de MMC Automotriz el jueves, a raíz del despido de 11 sindicalistas. Este hecho demuestra un grado de elevadísima conciencia por parte de esta organización comprometida con la revolución, además de la valentía de hacer un pronunciamiento que muchas reacciones autómatas, no dudarán en calificar de contrarrevolucionario. No obstante, la seguridad, convicción, argumentos y certeza mostrada por el FST Anzoátegui en su planteamiento, los libra de cualquier cargo de conciencia" (22). Finalmente, el gobernador del Estado Anzoátegui, máxima autoridad de la policía que masacró a los 2 trabajadores en enero, tampoco quiso dejar de demostrar su solidaridad con la ministra: "El coordinador regional del Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv), Tarek William Saab, informó que el buró político regional de ese partido, apoya de forma irrestricta la decisión tomada por la Ministra de Poder Popular para el Trabajo y Seguridad Social, María Cristina Iglesias, en el caso Mitsubishi, por considerar que la misma está ajustada a la ley y defiende los derechos de la masa laboral. Acompañan a Tarek los miembros del buró político conformado por Rafael Vega, Jonathan Tavares, Pedro Contreras, Hilario Caraballo, José Figueroa, Guillermo Martínez, Irán Aguilera, Juan Guaramaima y Mel Gamez. "Nosotros nos hacemos solidarios con la decisión de la Ministra Iglesias porque consideramos que está ajustada a derecho y ayuda a la mantener la paz laboral en la región, preservando el empleo de casi siete mil hombres y mujeres" dijo Tarek... La intervención justa y socialista del gobierno revolucionario logró, que la empresa MMC Automotriz reabriera sus instalaciones, salvaguardando el puesto de empleo, entre directos e indirectos, de casi siete mil hombres y mujeres. Alertó el buró político que el movimiento sindical debe adaptar sus luchas a los principios socialistas y humanistas, para garantizar su permanencia en estos tiempos de cambios que vive el país" (23). Estos hechos hablan por sí solos y no necesitan mayor explicación, sin embargo, cabría hacerse una pregunta: ¿qué clase de socialismo es éste que defienden burócratas y capitalistas, que criminaliza y deja en la calle a los trabajadores para defender la propiedad privada de los medios de producción de los capitalistas?
Nos hemos detenido en la lucha que libraron los trabajadores de MMC durante el año 2009 porque es un fiel reflejo de todo lo que hemos venido diciendo y deja al descubierto esa perfecta y santa alianza que se ha ido fraguando entre la burocracia y los capitalistas en contra de la revolución bolivariana. "No existe crimen mayor que una coalición con la burguesía en un período de revolución socialista" (24). Pero ésta no ha sido la única batalla en la lucha de clases llevada a cabo el año pasado. En el Estado Bolívar los trabajadores de SIDOR, de las briqueteras, de ALCASA, etc. han llevado adelante una dura campaña a favor del control obrero de la producción, elemento fundamental para construir el socialismo, y en contra de las políticas reformistas de la burocracia. En Zulia, muchos trabajadores de las contratistas que trabajaban para PDVSA también tienen una dura pelea con la burocracia de PDVSA para no quedar desempleados y ser incorporados a la plantilla de la propia empresa estatal. Además, en casi todo el país se desarrollaron enfrentamientos contra el cierre de empresas, la explotación capitalista y a favor del socialismo. Ésta es la mejor demostración del alto nivel de conciencia que ha alcanzado la clase obrera venezolana, forjado en la lucha diaria, y que quedó reafirmado en el Congreso extraordinario de la UNETE celebrado el 5 de diciembre. Sin dudas, ésta será la clave para definir el futuro de la revolución. Esa conciencia, además, es la que le permite darse cuenta de lo que ocurre y del peligro que acecha a la revolución. Por eso trata de reorganizar la UNETE y de hacerse oír en el PSUV, donde, la batalla que se dio entre el aparato burocrático y los sectores populares para la elección de delegados al congreso, es otra demostración de que la lucha de clases también se está desarrollando con fuerza al interior del partido.
Mención aparte merece el presidente Chávez, del cual todavía se recuerda su intervención en Ciudad Guayana a finales de mayo, en el Taller de Transformación Socialista, nacionalizando empresas y haciendo un llamado a favor del control obrero. Desafortunadamente, como dice el refrán, una golondrina no hace verano, y el presidente cada día se ve más solo, como un Quijote, rodeado por una burocracia que lo aplaude y lisonjea por delante y por detrás parece cocinar la traición.
4.- Lo que nos trae el 2010
Este año que comienza, sin duda, augura ser más caliente que el que concluyó. En este enfrentamiento entre clases, además de la agudización que debería darse en la lucha por el control de los medios de producción, en la medida que la crisis capitalista no tiene perspectivas de mejoría a corto plazo y que la burguesía venezolana va a intensificar, o por lo menos mantener, su sabotaje económico en contra de la revolución, van a haber puntos álgidos como las elecciones legislativas. Con cada nueva elección, el riesgo de salir derrotado, o que las diferencias con la reacción se acorten, son mayores en la medida que, como hemos tratado de explicar a lo largo de este trabajo, las tareas pendientes de la revolución no terminan de realizarse y las masas continúan padeciendo muchas de las lacras capitalistas. Las revoluciones no son procesos eternos, no se puede mantener permanentemente movilizadas e ilusionadas a las masas en base a promesas de un futuro mejor que no se sabe cuándo llegará, y menos cuando se ve a diario a la burocracia que se dice "socialista" ostentando descaradamente su nuevo riquismo. Las masas no se vuelven reaccionarias o disminuyen su nivel de conciencia como tratan de explicarlo los burócratas, los sectarios y los teóricos del reformismo, las masas se cansan de no ver solucionados sus problemas más inmediatos, de continuar viviendo en los mismos ranchos en condiciones infrahumanas, de ser víctimas diaria del hampa, de que el dinero no les alcance porque la inflación, esa sífilis de la revolución como la llamaba Trotsky, corre más rápido que los aumentos de salario que decreta el presidente, de no conseguir los productos básicos por el saboteo económico de la burguesía. Los últimos procesos electorales, a partir del referéndum por la reforma constitucional, son una prueba de este cansancio que ya se empieza a notar en las masas. Por ello, no es descabellado decir que en las elecciones legislativas de este año existe el peligro real de no sacarse un buen resultado. Es cierto, también, que la dirigencia de la reacción es un rejuntado de corruptos ineptos y mediocres con unas agallas tan grandes que no les permiten ponerse de acuerdo y lograr su ansiada unidad, pero no se puede apostar siempre a esta fórmula, no hay que olvidar que en las elecciones regionales de 2008 varios de estos mediocres derrotaron a "connotados" dirigentes del PSUV como Aristóbulo Istúriz, Diosdado Cabello, Jesse Chacón, etc., e, inclusive, a un hombre honesto y popular como Mario Silva. Todavía no se sabe quiénes serán los abanderados del PSUV para estas elecciones pero uno ya se los imagina, seguramente, los actuales diputados, o su gran mayoría, querrán repetir y utilizarán el aparato del Estado para lograrlo, y eso es otro handicap, ya que buena parte de ellos han pasado estos años por la Asamblea Nacional sin pena ni gloria, más de una vez el propio presidente les ha tenido que llamar la atención y el pueblo lo sabe, porque, además, sufre por su ineptitud. En cualquier caso, existen dos probables escenarios que, a nuestro entender, son los que tienen mayores posibilidades: 1) una derrota ajustada del PSUV y sus aliados, o un empate, que en los hechos es más o menos lo mismo, y 2) un triunfo más amplio del PSUV y sus aliados, en cuyo caso, inclusive, es muy difícil que la reacción obtenga menos de un tercio de los votos. Si se da la primera opción, como bien ha dicho Chávez, la arremetida de la burguesía sería muy fuerte y lo tendría a él como principal objetivo. El latigazo que le propinaría la reacción a la revolución sería bastante duro y aunque, en un primer momento, se generaría un desconcierto entre las filas revolucionarias, esto no debería ser más que el inicio del reagrupamiento de las mismas y el comienzo de una contraofensiva ante el peligro, cierto e inmediato, de la pérdida de las conquistas populares logradas hasta hoy. Si hemos dicho que en este año veremos un aumento en la lucha de clases, con esta hipotética situación esa lucha alcanzaría picos altos. También sería un duro golpe para la burocracia y sus políticas reformistas que serían vistas, con razón, por las masas como la principal causante de lo ocurrido. En la segunda opción, la situación no sería tan crítica pero ya la reacción tendría una presencia nada despreciable en la Asamblea y la utilizaría para sabotear a la revolución y desgastar aún más al gobierno. Independientemente de lo que al final ocurra, como lo hemos dicho en más de una ocasión, el futuro de la revolución no se va resolver en un parlamento a través de unas elecciones, como no se ha resuelto hasta ahora, el destino de la revolución se va a resolver en las calles, en los campos, en las fábricas, en la lucha de clases diaria que libran las masas por conquistar un destino mejor.
Antes de las elecciones legislativas va a tener lugar un evento de gran importancia para el movimiento obrero venezolano, como lo es la realización del III Congreso Nacional de la UNETE en el mes de febrero, ya que representa la posibilidad de que los trabajadores se vuelvan a unir en torno a un programa que plantee abiertamente la lucha por el poder por parte de la clase obrera para la construcción de la sociedad socialista. La mesa está servida, las condiciones están más que dadas, sólo falta que los actores estén a la altura y, por lo que se vio en el Congreso extraordinario de diciembre pasado, no deberían haber dudas que será así: una nueva capa de dirigentes sindicales, jóvenes y revolucionarios, impulsados por un movimiento obrero con un elevado nivel de conciencia y fogueado en la lucha de estos años, ha empezado a hacerse oír y va a ser muy difícil ignorarlos. Las tareas que deberían surgir de este congreso tendrían que apuntar a reunificar al movimiento, impulsando un sindicalismo de carácter revolucionario, para lograr que la participación de la clase obrera en la revolución se haga sentir con la fuerza que hasta ahora no ha tenido y que ha facilitado las grandes contradicciones que se están dando en la misma. La toma de empresas privadas cerradas o semiparalizadas, o que estén incursas en sabotaje económico, para exigir su expropiación y reactivación bajo control obrero, la constitución de consejos de trabajadores o de fábrica en las empresas del Estado para implementar en ellas el control obrero, crearían una base material y le darían a los trabajadores la confianza necesaria para disputarle el poder a capitalistas y burócratas. Conjuntamente con esto, los trabajadores también deben incrementar este año su participación en la construcción del PSUV a través de las patrullas laborales. Hasta ahora la burocracia se las ha ingeniado para minimizar esta participación, tal como ocurrió en la elección de los delegados al congreso del PSUV, cuando impidieron a las patrullas laborales elegir delegados. Es sumamente importante esta participación organizada de los trabajadores en el partido porque son los únicos que pueden aglutinar a los militantes honestos, que son la gran mayoría, en torno a un programa revolucionario para rescatar al PSUV de las manos de la burocracia y dotarlo del carácter de clase necesario para que se convierta en el partido de la revolución. Sólo así, cumpliendo con estas tareas, la clase obrera podrá comenzar a jugar el papel que le ha asignado la historia de enterrador del capitalismo y sólo así tendrá futuro la revolución venezolana.
Las masas venezolanas, con la dirección de Chávez, han traído la revolución hasta donde se halla actualmente, pero no es suficiente, la revolución no ha triunfado, la meta de una sociedad socialista aún se encuentra lejana y el tiempo se acaba. Lo peor es que se ha tocado techo, va a ser imposible continuar avanzando con este programa reformista y con el equipo burocrático que acompaña al presidente en la dirección. La correlación de fuerzas continúa siendo favorable a la revolución y las condiciones internas y externas, también. Internacionalmente, el capitalismo se encuentra sumergido en una de las peores crisis de su historia y no podrá salir de ella en el corto tiempo, con lo cual, también, le limita el margen de maniobra a su aparato militar, como ya se ha visto en el Medio Oriente y en la propia Latinoamérica, la crisis del capitalismo es también la crisis del imperialismo. Difícilmente se presenten unas condiciones tan buenas para la revolución socialista, como decía Trotsky, las condiciones están tan maduras que van a comenzar a podrirse. Ya no hay mucho margen, lo que no avanza, retrocede, o la clase obrera organizada construye una dirección revolucionaria para ponerse al frente de la revolución, con un programa verdaderamente revolucionario, socialista, o la revolución continuará dando vueltas, sin un rumbo fijo, desgastándose hasta que finalmente caiga.
La llave para salir del laberinto en que se halla el presidente y la revolución está, como siempre lo ha estado, en manos de la clase obrera, sólo ella, de una forma organizada y conciente puede señalar el rumbo para la victoria.