Federiko Engels Fundazioak Ariel Dacal Diaz historialari marxista kubatarrari egindako elkarrizketa. Ariel Kubako Tailer iraultzaile honen bultzatzailea da “Revolución bolchevique, historia de la URSS y Cuba. Análisis crítico socialista desde el siglo XXI”.

Fundación Federico Engels.- Desde la enfermedad de Fidel se ha abierto en Cuba un debate importante sobre el futuro de la revolución. George Bush prometió a los cubanos "ayuda para lograr las bendiciones de la democracia". Pero, ¿cuál es el sentir mayoritario de los cubanos, y cómo se han desarrollado estas discusiones?

Ariel Dacal Díaz.- El debate sobre el futuro de Cuba no es un hecho lineal ni de contornos exactos, por tanto no se explica desde referencias maniqueas. Es cierto que en los últimos casi dos años se han sucedido discusiones amplias y diversas. Pero es bueno subrayar que casi ninguno de los puntos tratados, de los argumentos y de las propuestas surgen de reflexiones recientes. En espacios no públicos donde se opinaba sobre las cosas del país, salían ideas similares de manera dispersa y de poco alcance nacional, es decir, eran informaciones, propuestas y opiniones reducidas a círculos concretos y poco relacionados entre ellos. Lo diferente en esta ocasión es que las opiniones dejaron de ser vertidas en espacios privados para acceder a los espacios públicos. De ahí que el signo fundamental de estos debates es la amplia socialización de los asuntos de Cuba, de su presente y futuro. Y este es, a mi entender, un valor tremendamente significativo del que sale, como un punto de consenso, que la apertura para discutir todas las cosas que atañen a la Revolución Cubana no se cierre, nuevamente, a espacios no públicos. Este cambio esencial nos muestra un conjunto de asuntos no vistos antes en su integralidad, es ahí su impacto. Lo que cambió es la forma en que Cuba se piensa a sí misma de conjunto (tanto en temas disímiles como en voces de variados sectores y actores) y no exactamente la aparición de asuntos radicalmente nuevos. Hasta el momento de responder estas preguntas, el recién concluido Congreso de la UNEAC es, por su alcance, la muestra más esperanzadora de la eficacia en el tratamiento público de la discusión de asuntos nacionales con seriedad, rigor y compromiso.

Otro rasgo fundamental del debate en cuestión es que el socialismo no es una mala palabra ni un singular en mayúscula. Es decir, se habla claramente de socialismos, y la evocación del término no responde a formalismo como profesión de fe sino a una clara idea de que las soluciones de justicia social, de desarrollo y de independencia para Cuba serán posibles solo pensándonos desde el socialismo. Claro, este eje de discusión también es diverso, complejo y sobre todo inconexo porque no hay una discusión social sobre el socialismo como tema central. Las nociones de socialismos, a toda evidencia presentes en la escena propositiva cubana, no tienen todavía espacios para debatir entre sí. Una prueba de ello es que en la pasada Feria Internacional del Libro de la Habana no se presentó el útil texto del joven marxista cubano Julio César Guanche, En el borde de todo. El hoy y el mañana de la revolución en Cuba, que recoge una amplia muestra de opiniones de pensadores, académicos y activistas políticos de la Isla centrados en el socialismo y sus  potencialidades en diversos sectores y zonas de la realidad, con una sólida visión integradora del asunto. Dicho texto es una foto nada desdeñable de cómo anda el pensamiento social cubano en esta hora.

Esto no significa que no se discuta nada al respecto. Existen algunos espacios dispersos, mínimos y bastante gremiales todavía, es decir, en círculos intelectuales, donde el tema se asume como centro. Pero si entendemos el debate sobre socialismos como una cuestión de formación política para las prácticas políticas, falta ese necesario diálogo e intercambio entre las discusiones en ámbitos laborales realizadas por los trabajadores, las organizaciones políticas y los ciudadanos en general, y los debates en los círculos intelectuales sobre el socialismo. Estamos mucho más distantes de asumir esta relación como recurso para la participación en el diseño, aprobación y control de las decisiones políticas en distintos niveles. 

FFE.- En las discusiones que están teniendo lugar sobre la economía se insiste en la necesidad de mejorar la eficacia y la productividad. En este contexto algunos opinan que los mecanismos de mercado son los más eficaces para lograr estos objetivos. ¿Qué opinas tanto de objetivos como de medios para lograrlos?

ADD.- Ciertamente, en algunas propuestas económicas se perciben aspectos de culto liberal, concretamente en alusión a las infalibles capacidades reguladoras del mercado. Este discurso es visible en un sector marcadamente tecnocrático, cuya evolución e impacto en los espacios decisores hay que tener seriamente en cuenta. En mi opinión, el problema está en que la fuente de esos criterios parte de ver la economía como un asunto desconectado del resto de los espacios de reproducción social, como un espacio autónomo sin repercusión en los espacios políticos, sociales, ideológicos, en las nociones cotidianas de desarrollo, en la conciencia del sujeto popular. No se asume el debate económico en su dimensión política y sistémica, distante, y crítico a la vez, de los acercamientos a la economía como asunto técnico, como una realidad independiente de la totalidad social. Esto no quiere decir que el socialismo posible en Cuba ahora pueda prescindir de los mecanismos de mercado y mucho menos de la urgente necesidad de, en primer lugar producir y además, hacerlo con eficiencia, reduciendo costos, diversificando los bienes y servicios. La soberanía nacional y la potenciación de una sociedad más justa en medio de la agresiva marea capitalista no serán posibles importando, solo por poner un ejemplo, más del 80% de los alimentos que consumimos. Pero está claro que la estricta selectividad del mercado no es la solución.

Añado que la oreja peluda del liberalismo no se reduce a algunas propuestas económicas de corte académico, sino a cómo se asuman las transformaciones que Cuba necesita. Si el grueso de estas se concentra en la eficiencia económica, en elevar la productividad, sin atender a la necesaria creación de otra conciencia con raíz en el trabajo colectivo y responsabilidad asumida con el impacto social de lo que hago, lo que implica tocar a fondo y en paralelo los asuntos políticos, democráticos y generadores de políticas públicas colectivas, es decir, el poder, los cambios serán constantemente tentados por el atajo capitalista. El liberalismo ha creado y modificado una madeja explicativa para el capitalismo como sistema. Por tanto, ningún intento de refundación socialista, como es el reto de Cuba, tendrá futuro si el planteamiento de los cambios no es sistémico e integral. La cosa no es empezar por la economía y después veremos. No. La cosa es crear las condiciones para la socialización de la producción, de la política y del saber, base imprescindible para la generación de una nueva conciencia anticapitalista en el sujeto popular.  

FFE.- En su discurso del 17 de Noviembre del 2005 Fidel Castro advertía que la revolución podría ser derrotada por errores internos y citaba la burocracia y la corrupción. En tu opinión, ¿existe tal peligro? ¿Cómo se puede combatir?

ADD.- En el proceso de modificaciones que se vive en la Isla, con base en ciertos consensos y con una progresiva legitimidad popular rescatada por Raúl, no es previsible una quiebra ni del poder, ni de la tradición política que este representa. Pero sí existe tal peligro en el largo plazo. Es por eso que resulta necesario, con el paso del tiempo, con la emergencia de los resultados que generen las transformaciones que comienzan a tener lugar en Cuba y con los cambios generacionales que se produzcan en la dirección política al más alto nivel, volver una y otra vez a esta pregunta. Esto no es lo que podemos hacer sino lo que tenemos que hacer desde el compromiso militante con referente en el proyecto de la Revolución Cubana. Y no es retórica alegar este asunto. Cuba no ha asumido, después de los primeros años del gobierno revolucionario, un reto tan grande que modifique las estructuras y mentalidades generadas por la comprensión y posibilidades de realizar el proyecto revolucionario cubano durante sus primeros 50 años. Los problemas esenciales de Cuba desbordan con creces el tema de la corrupción. Esta es la roncha en la piel que alerta sobre una enfermedad de fondo. El peligro de la burocracia es más central porque atañe a un ámbito determinante: el poder político.

FFE.- Tú has sido uno de los animadores del Taller Bolchevique. ¿Qué es? ¿Cómo surge? y ¿Qué importancia ha tenido?

ADD.- Su nombre completo es Taller Permanente "Revolución bolchevique, historia de la URSS y Cuba. Análisis crítico socialista desde el siglo XXI".  Por esas leyes de la comunicación es conocido como el Taller Bolchevique. Pero en la selección misma del nombre largo se devela una metodología de análisis y un compromiso político. El taller surgió y se desarrolló siguiendo como principios ser una instancia que contribuya a fortalecer la hegemonía de las ideas socialistas en la sociedad cubana y buscar desde sus posibilidades específicas, contribuir a identificar, construir y desarrollar armas intelectuales de resistencia para la sociedad cubana en su lucha contra el capitalismo y por un socialismo revolucionario. Así quedó plasmado en nuestra presentación. Dos ideas centrales han presidido nuestro trabajo: 1- la necesidad de ampliar tanto el campo del conocimiento y del debate sobre las ideas revolucionarias como el número de personas que participan de él; 2- el derecho y el deber de debatir como problemas públicos los problemas que atañen al país. Así, este proyecto es una respuesta intelectual y revolucionaria al contexto. Resulta de la posibilidad pública de discutir. El Taller sesionó en tres ocasiones como espacio de discusión con tópicos referidos a la tradición del pensamiento socialista y se inició un pormenorizado análisis de la Revolución rusa y sus derivaciones.

Además, se realizaron dos actividades colaterales, una por el 90 aniversario de la Revolución de Octubre y otra por el 40 aniversario de la Revista Pensamiento Crítico y el Departamento de Filosofía de la Universidad de la Habana. La presencia de público y la participación en las discusiones se mantuvieron en constante aumento. A los animadores del proyecto nos causó un impacto positivo la asistencia a las dos actividades colaterales.

FFE.- ¿Podrías explicarnos más estos actos colaterales? ¿Cómo se convocaron, qué asistencia tuvieron, qué ambiente había, porqué son importantes o significativos?

ADD.- La convocatoria para ambas actividades se hizo de manera abierta. En el caso del 90 aniversario de la Revolución de Octubre, contamos con el apoyo de un grupo de compañeros de la FEU nacional, quienes asumieron con muchísimo interés la idea. Lo novedoso fue el lenguaje, la comunicación y las ideas desde las que hablamos sobre la Revolución. Es decir, le dimos voz a una parte sustancial del estallido de Octubre echada al olvido por el adoctrinamiento estalinista. De ahí la consigna era "90 aniversario de la Revolución silenciada". La invitación era para "celebrar la vitalidad de la Revolución de Octubre, una invitación socialista para la celebración libre, sincera y revolucionaria". Utilizamos un cartel que tuvo mucho impacto. Además, la convocatoria no se realizó por los "canales" acostumbrados de la FEU. Fue una invitación a la "auto convocatoria". Cerca de 500 jóvenes llegaron al lugar y escucharon otro discurso sobre lo que fue el hecho bolchevique. El acto tuvo un formato no acostumbrado, lo que también causó impacto. Además, se habló claramente de la necesidad de rescatar toda esa experiencia para plantearnos una discusión socialista sobre Cuba. Para mí, el significado esencial es que hay en la juventud cubana un sector con otro tipo de sensibilidad revolucionaria, convincente, crítica y potencialmente militante.

Celebrar el 40 aniversario de Pensamiento Crítico era una obligación si hablamos de rescatar zonas olvidadas del pensamiento revolucionario cubano para las horas actuales. Igual sucede con las discusiones y propuestas del Departamento de Filosofía de La Universidad de la Habana. Ambas experiencias sucumbieron en el llamado "quinquenio gris" en los años setenta. En este caso, por razones diversas, no pudimos hacer una convocatoria tan extendida, ni imprimir el cartel que se diseñó para la ocasión. Pero la asistencia, aun así, no impactó. El diseño del espacio también fue novedoso. Se realizó una suerte de entrevista a los protagonistas de aquellos espacios y a jóvenes que lo han estudiado. Además, el público participó también de las preguntas.  

Una cuestión importante de estas actividades es que no se reducen a discutir este u otro  temas, sino que parte de una concepción y metodología integral de conducta ante el saber. Todo el proyecto del Taller implica crear colectivamente desde la diversidad de lecturas, proyecciones y visones. Es cierto que nos queda mucho por hacer, el reto es grande porque entraña desmontar relaciones de poder manifiestas desde la manera de asumir el saber, que aun nosotros mismos, los animadores, reproducimos. Pero el camino nos queda bastante claro y eso es bastante.

El Taller cuenta con un sitio web cuya importancia es muy alta. Una de las pretensiones del proyecto es rescatar y poner a disposición de cubanas y cubanos textos, artículos, debates, principios que nutren la rica tradición del pensamiento socialista y comunista. Por muchos años esta bibliografía ha sido deficitaria en Cuba. Hoy se pueden encontrar en nuestro sito abundantes materiales con lecturas diversas, tanto en posiciones como en autores y actores políticos. Conocemos que esta fuente está siendo utilizada por varios profesores universitarios en su preparación y como referencia para sus estudiantes. Esperamos que su alcance sea cada vez más extendido.  

FFE.- ¿Cuál es la situación actual del Taller y su futuro?

ADD.- En estos momentos está pospuesta la continuidad de las sesiones del Taller y de las actividades colaterales que genera. En consecuencia con el contexto de discusión y espacio abierto para el debate de los asuntos concernientes a la realidad cubana, ratificado en el Congreso de la UNEAC y en las propias palabras de Raúl en ese encuentro de intelectuales comprometidos, las pequeñas discrepancias que obstaculizan la continuidad del Taller pensamos quedarán solucionadas felizmente para la prolongación de este espacio de raigal comprometimiento con el proyecto revolucionario cubano.

FFE.- Tú te has especializado en la historia de la degeneración burocrática de la URSS y la posterior restauración del capitalismo. ¿Qué lecciones principales se pueden sacar y qué relevancia tienen para Cuba?

ADD.- La lección principal es que no todo está dicho en Cuba. El discurso de Fidel en la Universidad en noviembre de 2005 mostró la claridad política del líder de la Revolución en este punto y esto desató indagaciones muy interesantes sobre el particular. Desafortunadamente, estas discusiones no tuvieron un cauce profundo en el país.  Por otra parte, hay una prueba concreta, verificable, de lo que puede suceder cuando se le hace el juego al capitalismo de manera tan cínica y con una miopía política colosal, como sucedió en Europa del Este y la URSS. No obstante, evocar el peligro no será suficiente para que algo similar no acontezca. De lo que se trata es de probar en la práctica, lo que implica llegar a la vida cotidiana de cubanos y cubanas, que otro orden social es posible con participación popular en la gestión de la producción, la política y el saber, sin tener que llenar nuestras oficinas políticas, económicas y bibliotecas públicas de manuales que expliquen como hacer un capitalismo eficiente y humano en Cuba.   

FFE.- Como sabes, la Fundación F. Engels presentó en la Feria del Libro de la Habana de este año el libro de Trotsky "La Revolución Traicionada". ¿Qué importancia crees que tiene el libro y el que se haya presentado en Cuba?

ADD.- La importancia de esta presentación la veo en dos niveles. De un lado el hecho simbólico de su presentación en Cuba pues La Revolución traicionada había estado proscrita por toda la carga ideológica contra el pensamiento de León Trotsky y sus derivaciones, heredadas del adoctrinamiento soviético en nombre del marxismo. De otro lado, es importante que un texto marxista de tanto impacto y poder explicativo sobre la usurpación de la Revolución de Octubre engrose los análisis del marxismo revolucionario que se incorporan progresivamente al pensamiento social cubano como referente.

La Fundación Engels no solo presenta y promueve en nuestras ferias del libro el ideario de Trotsky, también están en su catálogo Rosa, Preobrazhenski, Lenin, Marx, un texto sobre Gramsci, y textos de formación que retoman temas y acontecimientos históricos de los que casi no se habla. Esta variedad enriquece profundamente las lecturas y referentes sobre los proceso revolucionarios y son vitales para engrosar el acervo político revolucionario de los que, al interior de la Isla, vemos el desafío cubano conectado a las luchas y tradición del marxismo revolucionario, como uno de sus troncos fundacionales. Ojala el texto en cuestión, y otros muchos de su corte, sean asumidos en tiradas masivas por la industria del libro en Cuba y multiplicar así su impacto político formativo.

Aprovecho para destacar y agradecer el valor tremendo del trabajo persistente y sin grandes pretensiones de la Fundación Engels para colocar estos títulos entre nuestros lectores. Sé que el esfuerzo material para estar en la Habana con los libros es grande, lo que multiplica el valor de lo que hacen.

Anteriormente hablé del sitio web del Taller , para el cual también hemos contado con el apoyo total y desinteresado de la Fundación Engels desde donde hemos recibido materiales digitalizados que enriquecen el acumulado bibliográfico con el que contamos. Sabemos que continúan abiertas las puertas para el intercambio solidario.

FFE.- En nuestra opinión, el contexto internacional tiene mucha importancia en el futuro de la revolución cubana. ¿Qué efectos crees que pueda tener la revolución en Venezuela y en el resto de América Latina y la crisis económica en los EEUU sobre la revolución cubana?

ADD.- Lo primero es que no sé qué sería de Cuba si no se hubiera desatado el proceso bolivariano; si no existieran gobiernos progresistas como el boliviano, el ecuatoriano y si la correlación de fuerzas políticas en la región no frenara la subordinación a la política exterior de Estados Unidos de algunos gobiernos latinoamericanos. Los precios del petróleo y de los alimentos y la hostilidad belicista de Bush presentaban un contexto con pocas posibilidades para la Isla. La lucha de Cuba, su resistencia durante décadas, tiene una sólida relación con los intereses que se defienden hoy en la región. Por tanto, la situación es ahora favorable. Pero este proceso pudiera clasificar en el ámbito de la geopolítica más pura. Es decir, el contexto continental no es hostil a Cuba y la hegemonía norteamericana está fuertemente cuestionada. Pero esta situación no reduce todo el valor agregado que el escenario brinda a una Cuba en transformación. Téngase en cuenta que a fines de los ochenta y principio de los noventa, frente a la imparable oleada neoliberal y la crisis ideológica devenida de la traición histórica de la burocracia soviética, la Isla revolucionaria persistía en el rumbo socialista cuando parecía una demencia con pocas posibilidades. Resistir durante estos años es la prueba de que el descalabro siempre previsible del neoliberalismo no era un invento. Hoy se pueden ver los costos reales de cambio de rumbo en Europa del Este. Cuando Cuba decide transformarse, el socialismo ya no es la peste bubónica. Su enunciación se vincula cada vez más como alternativa a la desastrosa encrucijada en que el sistema múltiple de dominación del capital coloca a la especie humana. De ahí que los procesos que acontecen en América Latina son referentes alentadores para los revolucionarios y revolucionarias en Cuba. No despiertan interés solo los referentes que vienen de algunos gobiernos, sino, y fundamentalmente, los que surgen de las luchas de los movimientos populares en la región. El conocimiento de estos últimos está muy limitado en Cuba, pero lo fundamental es que existen, producen alternativas que pueden ser fuente nutricia para la regeneración del socialismo cubano.

FFE.- ¿Por qué te consideras socialista, y para ti cual es la esencia del socialismo?

ADD.- Desde niño veía el socialismo como lo bueno y el capitalismo como lo malo. Partí de esa formulación maniquea como parte del proceso de adoctrinamiento que vivieron varias generaciones cubanas. Desde aquellos momentos he contado con un referente muy cercano que me traía lo valioso del socialismo a mi vida cotidiana: mi padre. Claro, solo mucho tiempo después comprendí que lo que él me trasmitía era  una ética, más poderosa que los encuentros y desencuentro en temas y opiniones concretas. Cuando comencé a tener alguna identidad política, es decir, cuando empecé a nutrir con razones más elaboradas esa formulación, llegaron procesos complejos y contradictorios y algunos casos casi de negación nihilista. Entrar en la universidad en la etapa de la crisis (periodo especial) me hacía sentir que aquel socialismo que se descalabraba tenía algo que no debía morir. En ese momento era más que nada instinto frente al que me sentía casi imposibilitado de argumentar o un mero orgullo que no me permitía ceder en lo que pensaba cierto. En ese proceso me conecté con pensadores cubanos que hablan de marxismo, socialismo y revolución con tonos críticos, novedosos y militantes. Los textos de Jorge Luís Acanda, Martínez Heredia, Juan Valdés Paz, Aurelio Alonso y otros, comenzaron a ser  leídos y cada vez me hacia más feliz poder, al menos, tomar prestado argumentos convincentes. Sus textos me reeducaron en el marxismo y fueron una guía para futuras lecturas de los clásicos y de otros y otras desconocidos para mí. Gracias a estos cubanos, fundamentalmente, me encontré con otro marxismo. Pero el hecho de que progresivamente conocí a estas personas personalmente fue determinante, porque todos son cubanos comunes, con los mismos problemas materiales y sin ningún beneficio de poder o privilegio por lo que escribían y decían, más bien todo lo contrario. A esto se sumaron otras personas que abordaban el tema y amigos jóvenes con los que compartía inquietudes y ansiedades revolucionarias, alguno de los cuales nos juntamos para desarrollar el Taller bolchevique. Encontré en mi camino la concepción y metodología para hacer prácticas las ideas en las que me he ido sembrando: la Educación Popular. Pensar desde la práctica, crear colectivamente, deshacer viejas relaciones que se reproducen en nombre de un nuevo poder. De ahí concluyo que ser socialista es un sentimiento que resume una ética de justicia social con base en valores emancipatorios y que no es un problema de conciencia si lo asumo en mi cotidianidad, en su integralidad que tiene de proyecto y de comportamiento, fundamentado en una tradición de pensamiento revolucionario que da cuenta de las luchas de los oprimidos contra todo tipo de dominación.