Krisia langile familiengan izaten ari den eraginen artean, minberena norbere etxetik bidaltzea da. Urte honetako lehen hiru hilabeteetan, 15.491 familiak jasan behar izan dute esperientzia latz hau; Botere Judizialaren Batzorde Orokorraren arabera, etxetik bidaltzea %36 igo da estatu espainiarrean iazkoarekin alderatuta, batez bestekoa eginda familiako hiru kidek, 46.500 pertsonak (hautako asko haurrak), jasan dute beren azalean beren etxeetatik bidaltzearen esperientzia lazgarria lehen hiruhilekoan. Datozen hilabeteetan joera hau ez da geratuko, aurreikuspen ekonomikoak eta zorrak ordaintzeko berankortasuna ikusita, ziurrenik joerak goraka jarraituko du. 2008an 5.000 familia kanporatu zituztela kontuan izanda, erritmoa benetan izugarria da.
Pero estos datos se quedan incluso pequeños si se comparan con el número total de ejecuciones hipotecarias, ya que sólo se consideran desahucios cuando los habitantes de la vivienda son desalojados de ella mediante procedimiento judicial, pero antes de que llegue ese fatídico día, una gran cantidad de familias que no pueden seguir haciendo frente a los pagos, optan por abandonar “voluntariamente” su domicilio para evitarse el amargo trago de que les saque la policía; pero evidentemente no son abandonos voluntarios. En cambio sí son “abandonos voluntarios” los miles de pisos que en todas las ciudades permanecen vacíos, cerrados a cal y canto porque sus propietarios, sobre todo grandes constructoras y bancos, no los necesitan y los retienen esperando el mejor momento para lanzarlos a la especulación, sin embargo, esta infame práctica sigue sin estar penalizada por la ley. Por la moratoria Desde sectores de la izquierda, las asociaciones de consumidores y la Plataforma de Afectados por la Hipoteca plantean como solución la dación en pago de la vivienda; es decir, que se cancele la deuda hipotecaria a cambio de entregar la casa al banco. Aunque esta medida aquí es una excepción, en cambio sí es la práctica habitual en la mayoría de los países capitalistas desarrollados. De todas formas, aunque librarse de la deuda hipotecaria una vez entregada la vivienda al banco sería un gran alivio, eso no solucionaría el problema, porque además de perder todo el dinero invertido en la compra de la vivienda, las familias desahuciadas, en el mejor de los casos, tendrían que irse de alquiler o en el peor de los casos terminarían viviendo en la calle o de la caridad. Por eso la izquierda debería luchar y movilizarse para exigir una ley que obligase a los bancos a tener que aceptar una moratoria en el pago de la hipoteca en caso de que los habitantes del piso estén en situación de desempleo. La reciente medida del gobierno, el aumento de la cantidad de salario no embargable por deudas hipotecarias (de 641 a 960 euros y en caso de familias con 2 hijos a 1.350 euros), no va al problema de fondo del drama que están viviendo decenas de miles de familias y no cambia para nada el carácter de su política económica, totalmente alineada con los intereses de la banca.
La expropiación de la banca y las constructoras, clave para solucionar el problema Al calor del movimiento 15-M, en las últimas semanas hemos visto en distintas ciudades piquetes solidarios de jóvenes y trabajadores que han impedido con su presencia el desalojo de familias desahuciadas. Estas acciones demuestran la gran disposición de una capa importante de gente a luchar contra la injusticia que significa el desalojo de la vivienda, además de expresar un alto grado de solidaridad y la enorme valentía de quienes están dispuestos a enfrentarse cara a cara con la policía para defender los derechos más elementales (como el derecho a la vivienda) de sus vecinos. Estas acciones han tenido éxito en paralizar algunos desalojos, pueden animar a un número cada vez mayor de personas a participar en acciones de este tipo y son también una denuncia pública que tiene mucho impacto social aunque, lógicamente, para que estos logros sean definitivos y alcancen a todos los afectados la lucha debe continuar de forma más amplia, hasta llegar al fondo del problema.
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