Finantza krisia ekonomiako beste sektoreetara zabaltzen ari da. Herrialde ezberdinetako hainbat agintari politikok (tartean Ibarretxe) esaten ari zaizkigu ez gehiegi arduratzeko. Baina langile klaseak jasan beharko dituenak ez dira lasai hartzeko kontuak izango. 

 

Un año después de la crisis del crédito            

Ha pasado un año desde que comenzó la gran crisis global del crédito. El 6 de agosto de 2007 el segundo prestamista hipotecario más grande de EEUU, el American Home Mortgage Investment Corp, entró en bancarrota. Tres días después, el banco más grande Francia, el BNP-Paribas, anunció que congelaba la amortización de tres de sus fondos de inversión en hipotecas subprime. Inmediatamente, el Banco Central Europeo anunciaba una inyección de 75.000 millones de euros en el sistema financiero. Sólo unos días después, la Reserva Federal norteamericana anunciaba una reducción de 50 puntos base en los intereses de sus fondos e inyectaba liquidez extra al sistema. ¡La crisis del crédito había comenzado!

 

Ha pasado un año y este terremoto del sistema financiero global ha dejado bancos, aseguradoras, fondos de pensiones y municipales, fondos de alto riesgo y empresas de capital privado tambaleándose y cayendo. El daño colateral ha sido inmenso y las ondas sísmicas aún se dejan sentir.

 

¿Cómo se llegó a esa situación? El desencadenante (pero no el arma) fue el colapso del mercado inmobiliario norteamericano y la debacle del llamado mercado hipotecario subprime. Como en muchos países del mundo anglosajón (EEUU, Gran Bretaña, Australia, Irlanda, Escandinavia, los estados bálticos) e incluso partes de Europa (España, Hungría, etc.,) se había producido un masivo boom de los precios inmobiliarios, particularmente después de la suave recesión económica en los países de la OCDE en 2001. Los precios inmobiliarios nunca habían subido tanto y tan rápido.

 

El crédito barato de los bancos y prestamistas hipotecarios permitió a los propietarios de inmuebles pedir mucho dinero prestado respaldado con el valor de sus casas. En determinado momento, según el gran gurú de las finanzas norteamericanas, Alan Greenspan, los propietarios estadounidenses cada año dedicaban 1 billón de dólares del "valor" de sus casas para gastar. Este proceso alimentó el consumo y el crecimiento económico, así como a la bolsa.

 

Pero todo se basaba en una mentira. No se estaban creando valores reales. En realidad, los propietarios norteamericanos y británicos  no ahorraban nada. Las tasas de ahorro de las familias habían caído del 13 por ciento de los ingresos disponibles en los años noventa a tasas negativas en 2005.

 

La economía impulsada por el crédito se convirtió en una enorme burbuja que en algún momento tenía que estallar. Y lo hizo.

 

Finalmente los precios inmobiliarios llegaron a ser tan altos en EEUU que por primera vez los compradores ya no podían seguir el ritmo. Se les había animado y engatusado para que adquirieran hipotecas subprime, en realidad préstamos que no requerían depósitos, sin pruebas de ingresos ni pagos iniciales durante los primeros seis meses, etc., Estos préstamos se vendían a personas (con frecuencia con bajos ingresos en zonas pobres, mayoritariamente negros y hispanos) que pronto se dieron cuenta de que no podían hacer frente a los pagos. Al final, la burbuja inmobiliaria estalló, comenzó en 2006 y cobró ritmo hasta el colapso en el verano de 2007.

 

Fue entonces cuando los bancos y otras instituciones financieras se dieron cuenta de que tenían problemas. Habían cogido estos préstamos y los habían dividido para crear bonos o activos que se vendían una y otra vez alrededor del globo. El riesgo de impago de las hipotecas de este modo se extendió y "diversificó". En realidad, cuando estalló la burbuja inmobiliaria no sólo afectó a los prestadores de hipotecas sino también a todo tipo de inversores, grandes y pequeños.

 

Tomemos un caso. Irvine, California, era una comunidad planificada entre Los Ángeles y San Diego. Hace un año Irvine albergaba a 18 prestamistas subprime, incluido New Century Financial. Irvine se había convertido casi por casualidad en el centro de la industria subprime. Como el negocio de conceder hipotecas a los prestatarios más arriesgados aumentó rápidamente a mediados de la década, muchos altos ejecutivos de las empresas subprime se establecieron por cuenta propia abriendo negocios relacionados.

 

Pero la industria explotó más rápidamente de lo que creció. New Century se había convertido en el segundo prestamista subprime de EEUU. El pasado mes de abril entró en bancarrota y esencialmente paralizó sus operaciones un mes después. "Sinceramente, algunas personas aún están aquí sentadas con las mandíbulas desencajadas diciendo: ‘¿Cómo ha podido suceder?' Y fue rápido!", esto es lo que decía Jacquie Ellies, alta ejecutiva de la Cámara de Comercio de Irvine. "Lo normal es que cuando tienes una caída sea un lento declive, pero no lo ocurrido aquí".

 

A finales de año casi 9.000 empleos subprime habían desaparecido en el Condado de Orange. Muchas de estas personas no han podido encontrar nuevos empleos. Los funcionarios económicos dicen que sólo es una parte del sufrimiento económico. Las empresas se suministros y servicios, restaurantes, imprentas y desarrolladores de software que dependían de los prestamistas para sus negocios también han tenido que recortar su personal.

 

Ellis contaba que un hotel de la ciudad había perdido un millón de dólares en sus reservas anuales debido al colapso subprime. Y las pequeñas empresas, como tiendas de trofeos locales que conseguían unas impresionantes ventas mensuales también han caído. "Todo el mundo estaba en la cumbre de la felicidad (...) Ahora de repente miras alrededor y piensas: ‘Joe, el del otro lado de la calle ha perdido su empleo' o ‘Dios mío, Sally de la puerta de al lado perdió su empleo'".

 

Los residentes quieren saber cómo su estrecha comunidad de 18.000 habitantes ha podido hipotecar su futuro, construido sobre los ingresos procedentes de una planta hidroeléctrica en un fiordo cercano, debido a las oscuras artes de invertir en lugares lejanos.

 

En 2004, Narvik y otras tres ciudades próximas adquirieron un gran préstamo utilizando como aval los futuros ingresos energéticos. Invirtieron dinero, a través de Terra Securities, que ofrecía un beneficio mejor que las inversiones tradicionales, es decir, adquirieron hipotecas subprime norteamericanas. En junio de 2007, cuando comenzaron los problemas en este tipo de valores, Narvik cambió el dinero a una inversión aún más compleja de nuevo mediante Terra Securities.

 

A las pocas semanas, cuando se deterioró el mercado subprime, esta inversión cayó de valor y Narvik recibió una carta de Terra Securities, exigiendo un pago adicional de 2,8 millones de dólares. El investigador jefe del regulador financiero de Noruega, Eystein Kleven, dijo que los folletos en noruego de Terra Securities no mencionaban los factores de riesgo de este tipo de productos.

 

Ahora estas ciudades están embarcadas en un proceso legal contra la empresa noruega de inversiones. Alegan que los brokers de la empresa les engañaron, que no les advirtieron que este tipo de valores eran arriesgados y que no estaban garantizados si los precios del mercado caían por debajo de un determinado nivel.

 

Terra Group, que además es propietaria de 78 bancos de ahorros y sigue en los negocios, ha rechazado la petición de compensación a estas ciudades. El ministro de economía noruego, Kristin Halvorsen, ha descartado una intervención estatal y Citigroup, cerró uno de las inversoras en quiebra que Narvik compró, dijo que no tenían ninguna obligación legal.

 

Las inversiones representaban una cuarta parte del presupuesto nacional de Narvik que asciende a 163 millones de dólares, para cubrir estas pérdidas necesitaría pedir un préstamos a largo plazo que la ciudad sólo podría pagar recortando servicios.

 

Y no sólo pequeñas ciudades y ayuntamientos se han visto afectados. La gran burbuja de crédito estalló y con ella arrastró a algunos de los gigantes de las finanzas globales. En marzo, la Reserva Federal estadounidense tuvo que rescatar a la quinta inversora más grande Wall Street, Bear Stearns, cuando la empresa se enfrentaba a la bancarrota y con ella provocaría un colapso financiero importante. Como señaló Ben Bernanke, el responsable de la Fed: "Los efectos adversos no se habrían limitado al sistema financiero sino que se habrían dejado sentir ampliamente en la economía real a través de sus efectos en los valores de los activos y en la disponibilidad del crédito".

 

La Fed decidió proporcionar una financiación de emergencia Bear Stearns después de que las reservas en efectivo de la empresa se evaporaran en dos días. Al siguiente fin de semana la Fed convenció a JP Morgan que se hiciese cargo de la empresa pagando una fracción del valor de mercado de Bear Stearns.

 

 Esta acción está muy lejos de los pronósticos de Bernanke cuando estalló la crisis del crédito el verano pasado. Después dijo que el estallido de la burbuja no costaría más de 50.000 millones de dólares y que sólo se producirían algunas quiebras de pequeños bancos regionales que  habían invertido en valores inmobiliarios.

 

Cuando ahora revisamos el daño colateral, vemos que las perdidas bancarias globalmente (y no han terminado) ascienden a 500.000 millones de dólares, diez veces la previsión de Bernanke. Además, en EEUU más de 30 bancos regionales y prestamistas hipotecarios han quebrado, conocemos el caso de Northern Rock en Gran Bretaña, además del escándalo de 6.000 millones de dólares en la Societe Generale de Francia, y podríamos continuar.

 

Realmente, cualquier estimación razonable del daño financiero total pondría la cifra en más de 1 billón de dólares (datos del FMI) o incluso en 2 billones. Si se compara con el PIB mundial, aproximadamente 60 billones de dólares, hablamos del 3 por ciento del PIB mundial. Esa es una de las razones para que el próximo año se vea afectado el crecimiento global. Dado que el crecimiento económico global, incluidas economías que han crecido rápido como China e India, es de aproximadamente el 5 por ciento, eso significaría un crecimiento global inferior al 2,5 por ciento, cifra que según el FMI es necesaria para mantener el empleo y los ingresos en el mundo. Y en los países capitalistas más desarrollados: EEUU, Europa y Japón, el crecimiento económico probablemente será inferior al 1 por ciento o incluso negativo el año próximo.

 

Los datos de la economía de estas últimas semanas sugieren que las economías del G7 (el grupo de economías más desarrolladas y que incluye a EEUU, Gran Bretaña, Japón, Alemania, Francia, Italia y Canadá) están ya en recesión o muy cerca de ella. Otras economías desarrolladas o mercados emergentes (el resto de la zona euro, Nueva Zelanda, Islandia, Estonia, Letonia y algunas economías europeas del sureste) también están ya pisando el terreno de la recesión.

 

Y cuando este grupo de 20 economías entren en recesión, arrastrarán consigo a Brasil, Rusia, India y China, además de otras economías emergentes. Por ejemplo, un país como China, que incluso con una tasa de crecimiento del 10 por ciento y que ha tenido oficialmente miles de disturbios y protestas este año, necesita trasladar cada año a 15 millones de campesinos pobres al sector industrial moderno con salarios más altos para mantener la legitimidad de su régimen. Así que un crecimiento del 6 por ciento para China sería el equivalente a una recesión. Ahora parece que eso podría suceder para finales de este año o principios del próximo.

 

Al comienzo de este artículo dije que el colapso inmobiliarios y la debacle de las hipotecas subprime fue el desencadenante de la crisis crediticia. Pero no fue el detonante. El arma fue la naturaleza anárquica del sistema capitalista de producción. La munición fue el declive de la rentabilidad.

 

El capitalismo, contrariamente a las ideas de los apologistas capitalistas más tontos (normalmente al frente de gobiernos como George Bush o Gordon Brown, o al frente de los bancos centrales y financieras) no crece en una línea recta ascendente. La naturaleza de la producción para el beneficio privado con empresas, individuos o inversores compitiendo y jugando unos contra otros, lleva a un exceso de inversión ciega. El resultado es un despilfarro masivo de recursos y el perjuicio para la vida de las personas.

 

Las burbujas de crédito y los consiguientes pinchazos no son algo nuevo. Ocurren cuando cualquiera de los sectores productivos del capitalismo empieza a experimentar una desaceleración, es decir, una caída de la rentabilidad (tasa de beneficio). Entonces los capitalistas y financieros intentan compensar esta caída de los beneficios invirtiendo más en sectores menos productivos pero donde pueden conseguir beneficios más rápidos (bienes raíces, bolsa, arte, oro, etc.,).

 

Lo diferente en esta crisis crediticia es que ha implicado nuevas formas de extender el crédito más allá de la capacidad productiva del capitalismo. El préstamo bancario tradicional dio paso a préstamos que se convertían en nuevas formas de bonos y valores que se vendías como inversiones "seguras y rentables". El mercado global del crédito (incluidos préstamos, bonos y derivados) se expandió tres veces más rápido que el PIB mundial, 12 veces en sólo diez años.

 

Esta burbuja crediticia (la expansión del capital ficticio como lo denominaba Marx) es diferente porque ha sido más grande y global. El impacto también será más grande y global.

 

Cuando explotó el boom del crédito, la rentabilidad de los sectores productivos comenzó a bajar, particularmente después de 2005 (según mis datos). La respuesta fue una mayor extensión de la burbuja de crédito, pero como si fuera un yoyo, el crecimiento del crédito alcanzó un límite y ahora ha regresado a su lugar como si fuera una venganza.

 

La contracción del crédito cada día la experimentan muchas personas que intentan pedir una hipoteca para una casa, cuando piden dinero prestado para invertir en nuevo equipamiento o ampliar sus negocios, o simplemente para poder llegar a final de mes. Los bancos no prestarán y si lo hacen será a tipos de interés exorbitantes. Mientras los bancos congelan el crédito, las familias deben ahorrar, no gastar y las empresas deben contraerse no expandirse.

 

La crisis crediticia del último año significa una recesión económica global. Supone desahucios, bancarrotas, aumento del desempleo, caída de los ingresos reales y menos capacidad productiva. Esta es la sombría realidad del sistema capitalista de producción

 

Ahora todo hablan en los pasillos de gobierno y en las altas finanzas de que han aprendido las lecciones de la crisis, dicen que "regularán" y vigilarán" para garantizar que no ocurre de nuevo. No será igual. Pero como la noche sigue al día, si el capitalismo continúa como el sistema de organización humana, habrá más crisis y contracciones, incluso si las mentiras y excusas de los apologistas adoptan una forma diferente.

 

Acabaré con un pronóstico. Esta última recesión económica global será la más severa, quizás iguale a la de 1980-1982. Finalmente, el capitalismo global se recuperará, quizá a partir de 2010. Pero esta recesión no será la última antes de 2020. Habrá otra, quizá aún peor, antes de que termine la próxima década.

 

 

La debacle financiera se profundiza         

 

En el momento de escribir este artículo, los mercados financieros en Wall Street (Nueva York), en la City londinense y en todo el mundo son presas del caos. En sólo 24 horas dos de los cuatro bancos de inversión más grandes de EEUU han desaparecido. Lehman Brothers, con unos 158 años de antigüedad, se ha declarado en bancarrota y han perdido sus empleos 25.000 trabajadores de todo el mundo.

 

Merrill Lynch, el banco de inversión más grande del mundo, ha sido adquirido por el banco con mayor cantidad de oficinas de EEUU, el Banco de América. Las autoridades financieras prácticamente ordenaron al Banco de América hacerse cargo de Merrill Lynch, pagando 50.000 millones de dólares. De no haber sido así, ese banco también habría caído dejando a miles de trabajadores sin empleo. Mucho peor para el capitalismo habría supuesto que Lehman y Merrill Lynch hubiesen incumplido sus contratos y obligaciones, eso habría significado la caída de otros muchos bancos (se rumore que 15 están en problemas).

 

Junto con Bear Stearns (desaparecido el pasado mes de marzo), tres de los cinco principales bancos de inversión de EEUU han desaparecido en una columna de humo financiera.

 

Y finalmente, la mayor aseguradora de EEUU, AIG, anunció que necesitaba conseguir 40.000 millones de dólares en pocas horas, de no ser así, tendría que dejar de hacer frente a sus obligaciones y recurrió a la Reserva Federal para conseguir un préstamo ¡antes de que fuese demasiado tarde!

 

Todo esto tiene lugar sólo una semana después de que los mayores prestamistas semi-gubernamentales, Fannie Mae y Freddie Mac, fueran nacionalizados para proteger a los propietarios estadounidenses y evitar un crack de la industria hipotecaria. Estos dos prestamistas tenían más del 40 por ciento de todas las hipotecas de EEUU y el 85 por ciento de las recientes nuevas hipotecas. Habría significado el colapso total del mercado inmobiliario, así que a la administración Bush no le quedó más remedio que nacionalizarlos.

 

¿Cómo ha sucedido este terrible caos para el capitalismo?

 

Los capitalistas no tienen una idea real. Algunos dicen que es consecuencia de la avaricia desmedida de los grandes ejecutivos de los bancos que han invertido de modo imprudente y prestado demasiado dinero a personas que no podían devolverlo. Otros dicen que es un fallo de la Reserva Federal y otros bancos centrales que han mantenido demasiado bajos los tipos de interés y eso ha animado a muchas personas a pedir excesivos préstamos y muchos bancos han prestado en exceso. Otros dicen que el fracaso de los bancos centrales a la hora de "regular" los bancos e inversoras, y garantizar que éstas tenían dinero suficiente para hacer sus negocios normales en lugar de prestar dinero, etc.,

 

Pero quizás la historia de la agencia de viajes británica XL, que también colapsó esta semana, dejando a cientos sin empleos y decenas de miles de personas sin vacaciones, nos da muchas pistas interesantes de por qué este tsunami global está afectando a tantas grandes instituciones financieras.

 

El ejecutivo jefe de XL explicaba con lágrimas en los ojos a la prensa que esta empresa había caído debido a dos razones: el aumento del precio del petróleo que había incrementado dramáticamente los costes de combustible para la empresa y que cuando intentó conseguir más dinero para cubrir estos costes fue incapaz de lograr que los bancos le proporcionaran dinero a unos tipos e intereses que les permitiesen continuar funcionando. Y ahí lo tenemos. En esta crisis global del crédito significa que los bancos ya no estén dispuestos a prestar dinero a tipos de interés o en unas condiciones razonables a las empresas. Y aquellas más presionadas no les queda otro camino que la bancarrota, como mucho este año o el próximo.

 

¿Por qué los bancos no pueden prestar? Porque han perdido demasiado dinero con la depreciación de aquellos activos comprados durante los últimos cinco o seis años. Ahora deben reducir y dejar de prestar. Tienen que encontrar nuevo capital e inversores antes de poder volver a prestar dinero. Mientras tanto, están demasiado asustados o son reacios a prestar, incluso a otros bancos (por esa razón Bear Stearns, Lehma, Northern Rock y otros quebraron, nadie estaba dispuesto a prestarles dinero).

 

¿Cuáles son estos activos que han perdido tanto valor? Fundamentalmente son los llamados valores con respaldo hipotecario. Antes el mercado inmobiliario, los bancos o las sociedades inmobiliarias atraían depósitos en efectivo de ahorradores como tú y como yo, después utilizaban estos depósitos para prestar dinero a la gente que quería comprarse una casa. Del depósito a la hipoteca, muy sencillo.

 

Sin embargo, algunos banqueros comenzaron a ser más "innovadores" y así obtener más beneficios. Empezaron a pedir prestados fondos a otros bancos y después prestaban hipotecas. Este "financiación al por mayor" se popularizó particularmente entre los bancos norteamericanos y británicos, como Northern Rock, que hasta mediados de los años noventa había sido una sociedad inmobiliaria adormilada, después se convirtió en un "banco" con accionistas y una administración agresiva destinada a generar dinero para sus inversores (no para los ahorradores).

 

Pero ahí no termina todo. Muchos bancos recurrieron a otro tipo de trucos. Cogieron sus hipotecas, las amontonaron en una cesta con hipotecas de distinta calidad y después las vendieron como bonos o activos a otros bancos o inversores financieros. Mediante la creación de estos valores y su venta "diversificaron" sus riesgos. También crearon empresas separadas que eliminaron de sus libros estos valores, eso significaba que podían ir y pedir más dinero prestado a empresas hipotecarias. Pronto muchos bancos que antes solían tener suficiente efectivo y acciones para cubrir por lo menos el 10 por ciento de los préstamos, ahora veían reducir esa cantidad al 5 por ciento o en el caso de los grandes bancos norteamericanos y prestamistas hipotecarios a sólo el 2 por ciento. El apalancamiento ahora era cincuenta veces mayor, realmente los bancos no tenían dinero para hacer frente a las pérdidas.

 

Pero no había problema, el mercado inmobiliario estadounidense seguía subiendo. Cuanto más rápidamente prestaban dinero los bancos, más influían en la subida de los precios inmobiliarios. Los propietarios de casas podían pagarlas y después pedir préstamos aún mayores. Los bancos podían prestar dinero a personas que no tenían suficientes ingresos porque contaban con que el valor de las viviendas seguiría subiendo para cubrir el valor de los préstamos.

 

Pero después todo empezó a ir terriblemente mal. Desde aproximadamente el año 2006, los precios inmobiliarios comenzaron a desacelerarse y después a caer. Cuando los precios iniciaron su espiral descendente, también lo hizo la capacidad de los propietarios de hipotecas para pagar sus préstamos. El mercado inmobiliario colapsó. Pronto los prestamistas hipotecarios empezaron a perder dinero y detrás de ellos los propietarios de todas las sociedades inmobiliarias hipotecarias que de repente vieron como sus "activos" no valían ya lo que pagaron por ellos. Y como eran muchos en el mundo financiero los que tenían este tipo de valores entonces el riesgo se diversificó.

 

¿Por qué cayó el mercado inmobiliario? ¿Por qué no siguió una línea recta ascendente como ha ocurrido durante casi 18 años? Me arriesgaré a responder. Primero, el capitalismo moderno tiene sus ciclos de movimiento. La ley más importante del movimiento bajo el capitalismo es la rentabilidad. Como demostró Marx, la tasa de beneficio es clave para la inversión y el crecimiento en un sistema capitalista: sin beneficio no hay inversión, ingresos ni empleos. Pero la rentabilidad se mueve a través de ciclos, durante un período subirá y después comenzará a caer. En artículos anteriores ya intenté explicar este proceso.

 

Pero el ciclo de beneficio no es el único ciclo que existe bajo el capitalismo. También está el ciclo de los precios inmobiliarios y de la construcción. El ciclo inmobiliario parece que ha durado 18 años.

 

Se nos presenta como un ciclo de aproximadamente 18 años basado en el movimiento de los precios inmobiliarios. El economista norteamericano Simon Kruznets estableció la existencia de este ciclo en los años treinta. Podemos medir el ciclo en EEUU mirando los precios inmobiliarios. El primer pico después de 1945 fue en 1951. Los precios cayeron hasta el año 1958. Después subieron hasta alcanzar un nuevo pico en 1969 antes de una nueva caída que duró hasta 1971. El siguiente pico fue en 1979-80 y una nueva depresión en 1991. El espacio entre cada uno de los picos varía considerablemente. Puede ser once o veintiséis años. Pero si nos remontamos al siglo XIX veremos que el ciclo medio es de aproximadamente 18 años.

 

El último pico de los precios inmobiliarios norteamericanos fue en 1988. Asumiendo un ciclo medio de 18 años, entonces los precios inmobiliarios tendrían que haber alcanzado su pico en 2006. La última depresión fue en 1991, así que si el ciclo es de 18 años la siguiente depresión deberían haber sido en 2009-2010.

 

El ciclo inmobiliario no sigue la misma línea que el ciclo de beneficios marxista. Este último es producto de las leyes de movimiento de la acumulación capitalista, funciona en el sector productivo de la economía ("productivo" en el sentido marxista es que contribuye a la producción de valor).

 

En cambio, el ciclo inmobiliario funciona en el sector improductivo de la economía capitalista. El nuevo valor creado y la plusvalía apropiada por los sectores productivos de la economía capitalista son desviados hacia los sectores improductivos cuando los propietarios de capital gastan sus beneficios y los trabajadores sus salarios. La vivienda es un gran receptor de ingresos al consumo. Así el ciclo de los precios inmobiliarios refleja el comportamiento del gasto de los capitalistas y los trabajadores, no la rentabilidad del capital.

 

Por estas razones, el ciclo inmobiliario tiene tempos diferentes en a los del ciclo de beneficio. Como he explicado antes, el ciclo de beneficios alcanzó una depresión en 1982 antes de que aumentara durante un período de 15-16 años hasta su pico de 1997. En cambio, el ciclo inmobiliario norteamericano estuvo deprimido unos nueve años hasta finales de 1991 y alcanzó su pico en 2006-2007. La siguiente depresión no debía llegar hasta 2009-2010.

 

Este gran aumento de los precios inmobiliarios, que se ha podido ver en muchas zonas del mundo además de en EEUU, representó una masiva desviación de recursos del capitalismo hacia los sectores no productivos que no generaban nuevo beneficio mediante la inversión en tecnología y trabajo productivo. Como resultado de esta situación, se redujo realmente la capacidad del capitalismo de invertir en nueva tecnología e impulsar el crecimiento económico. Fue un proceso de creación de capital ficticio. Eso se puede demostrar fácilmente. Se puede medir el movimiento de los precios inmobiliarios desde 1991 a 2006. En 1991 el índice de precios inmobiliarios norteamericano era de 100; en 2006 había alcanzado los 200 puntos, es decir, el precio se había doblado. Pero los costes de construcción de una casa incluida la compra del terreno no habían subido. Los precios inmobiliarios no acompañaron a la línea del valor de la producción real de una casa. El mercado inmobiliario cada vez era más una enorme especulación financiera. Cuando los precios inmobiliarios suben más que los ingresos de los que compraron las casas el mercado finalmente se derrumba.

 

El capitalismo no funciona ni avanza de una manera suave y continua. Su funcionamiento es violento, desequilibrado, en ciclos de boom y recesión. El camino del caos y la anarquía se aplica al ciclo de beneficios y también al ciclo de la construcción inmobiliaria.

 

¿Y ahora qué? Más bancos caerán. Habrá más miseria en los mercados financieros. El punto más importante es la clase obrera y no si los ricos inversores perderán dinero, lo principal son los empleos que desaparecerán a través de toda la industria de servicios financieros. Por supuesto no hablaremos de los causantes de este caos, ellos tendrán sus indemnizaciones y pensiones intactas. Hablamos de los decenas de miles de pusieron todos sus ahorros en las acciones de los bancos y que ahora no valen nada.

 

Más aún, el colapso del sector financiero provocará una seria recesión económica. Ya sucede en EEUU, Gran Bretaña, Europa y Japón que se encaminan hacia una recesión, donde la producción no crecerá, las empresas quebrarán y el desempleo y la inflación subirá abruptamente.

 

En todo esto los políticos andan perdidos. Ya sea la administración de derechas republicana o el nuevo laborismo, ninguno sabe qué hacer. En realidad, en muchos sentidos el nuevo laborista ha estado muy atado al modelo de capitalismo norteamericano con su "libertad de elección" y la "apertura de mercados desregulados", incluso más que los republicanos. En EEUU, han nacionalizado las casas hipotecarias. Gran Bretaña está sufriendo la "peor crisis en sesenta años".

 

Finalmente, el capitalismo se recuperará, a menos que lleguen al poder gobiernos con el mandato de poner fin al dominio del capital. Pero se recuperarán sólo cuando recuperen la rentabilidad. Para conseguirlo, deben desaparecer muchos empleos y los más ricos tragarán muchas empresas. Ese proceso ha comenzado en el sector financiero, continuará a través de toda la economía.