Maiatzaren 24an Aita Santuaren maiordomoa atxilotu zuten, Paolo Gabriele, ustez Italiako komunikabideei Benedicto XVI.ari zuzendutako dokumentu eta gutunak filtratzeagatik. Dokumentu hauekin batera, Erlijio Ekintzetarako Institutuko presidente ohiari poliziak aurkitu zizkion dokumentuek erakusten dute elizaren hierarkiak dituen ustelkeria, azpijokoa eta mafia italiarrarekin harremana.
Corrupción en el Vaticano
Una de las cartas dirigidas a Benedicto XVI y filtradas a la prensa es la enviada por Carlos María Vigano, ex secretario general del Gobernatorato (departamento de licitaciones y abastecimientos del Vaticano). En ella Vigano —antes de su destitución fulminante por el secretario de Estado— denuncia diversas irregularidades en las operaciones comerciales del Vaticano, como por ejemplo que “las contrataciones son siempre con las mismas empresas y muchas veces a un coste que supera el doble de su valor real”. También explica que “los banqueros que integran el Comité de Finanzas y de Gestión de la Secretaría de Estado se preocupan más de sus intereses que de los nuestros”.
Otro de los negocios turbios del Vaticano es la gestión del IOR, investigado por la fiscalía italiana por operaciones de ocultamiento y blanqueo de dinero de la mafia, de empresas de armamento como Finmecánica y de políticos de la xenófoba Liga Norte. El registro realizado por la policía en el domicilio particular del también destituido presidente del Banco Vaticano, Ettore Gotti Tedeschi, descubrió un expediente relativo “a operaciones de lavado de dinero”, un informe que recoge su temor a ser asesinado y conversaciones del expresidente del Banco con el secretario de Estado de la Santa Sede, en la que Tedeschi muestra su disconformidad con las oscuras operaciones del IOR y la complicidad de la secretaría de Estado del Vaticano en las mismas.
Vínculos con la Mafia
La relación de la Santa Sede y la Mafia italiana ha sido también acreditada por la fiscalía de Trapani (Sicilia) que sostiene que capos como Mateo Messina Denaro, jefe de la Cosa Nostra, tendría su dinero a buen recaudo en el IOR a través de “hombres de paja”. Otro de los capos relacionados con la jerarquía eclesiástica es Enrico de Pedis, alias Renatino, que murió tiroteado en 1990. Renatino tuvo vínculos, según publica la prensa italiana, con gente relacionada con el Banco Ambrosiano, entidad filial del IOR, cuyo presidente Roberto Calvi fue condenado por blanqueo de dinero. El cuerpo de Enrico de Pedis descansa en la basílica de San Apolinar, donde comparte cripta con cardenales de la iglesia tras ser declarado por la dirección de la Conferencia Episcopal Italiana como un “gran benefactor de los pobres y colaborador en muchas iniciativas de bien”.
De la misma manera que el Banco Ambrosiano tuvo una relación muy íntima con grandes capitalistas y proporcionó fondos a partidos políticos de la derecha italiana o a la dictadura de Somoza en Nicaragua, es de dominio público que el IOR ha invertido capital en multinacionales como General Motors, Shell, Gull Oil, General Electric, etc., y mantiene lazos estrechos con multimillonarios como los Rothschild de Francia, Hambros de Inglaterra y Morgan de Estados Unidos.
La jerarquía de la Iglesia católica, lejos de predicar con el ejemplo y llevar una vida austera y humilde, está entregada a su pasión por el lujo y los placeres, reflejando la doble moral con la que actúan arzobispos y monseñores. Así describe el ambiente en las altas esferas el periodista de la Cadena SER, José Martí Gómez, visitante del Vaticano en varias ocasiones: “Algunos sienten debilidad por el whisky. Muchos juegan al golf y todos toman el sol y nadan en la playa vaticana de Puerta Oscura. Hay coleccionistas de cruces pectorales y amantes de los coches de gama alta. Monseñores y cardenales fanáticos de la fotografía, expertos en guisos de pescado o costillas a la florentina en sus magníficos áticos y coleccionistas de guías turísticas. También hay amantes de mujeres o de hombres. Gente que, estando al servicio de Dios, vive las pasiones terrenales”.
Los escándalos de pederastia
Uno de los asuntos que más ha afectado a la Iglesia católica en los últimos tiempos es la pederastia. De hecho, el domingo 10 de junio Benedicto XVI recibió una sonora pitada en su aparición pública en la plaza de San Pedro, algo sin precedentes, por todos los escándalos provocados por la iglesia, entre ellos el de Emanuela Orlandi, una niña de 15 años desaparecida del Vaticano en 1983, cuya familia ha pedido insistentemente al papa que le informe de todas las pistas que dispone. Sin embargo, mientras las cartas filtradas hablan por sí solas y conducen a la dirección de un supuesto cardenal pedófilo, en Boston, el Papa calla.
Son muchos los casos de pederastia que la Iglesia ocultó durante años. Uno de ellos es el de Marcel Maciel, fundador de la conservadora orden de Los Legionarios de Cristo, que abusó de niños, entre ellos de sus propios hijos, al tiempo que se drogaba con morfina. Ratzinger, antes de ser ordenado como Benedicto XVI, actuó en este asunto en calidad de Prefecto de la Congregación para la doctrina de la fe, archivando la investigación en 1999 y expresando al obispo Carlos Talavera, según recoge el diario mexicano La Jornada (9/10/2007), las siguientes palabras: “El caso de Maciel no se puede abrir porque es una persona muy querida por el Papa Juan Pablo II y ha hecho muchas cosas buenas para la iglesia. Lo lamento, no es posible”. Finalmente Ratzinger, tras la fuerte presión pública y una vez ordenado Sumo Pontífice, reabrió la investigación y admitió lo que ya eran hechos más que probados.
Crisis de sucesión
Según afirma el periodista e investigador Gianluigi Nuzzi, autor del libro Su Santidad, las cartas secretas de Benedicto XVI, es vox populi que la filtración de todos estos casos de corrupción y malas prácticas obedece a una pugna muy dura entre los miembros de la curia papal por el poder. Uno de los documentos trasladados a la prensa italiana recoge una carta del cardenal colombiano Darío Castrillón a Benedicto XVI en la que denuncia un complot para asesinarle y la oposición de varios cardenales a que el papa esté preparando su sucesión en la persona del arzobispo de Milán, Angelo Scola.
Todo esto está agudizando la ya fuerte crisis de feligreses que tiene la Iglesia católica. Su autoridad moral está muy dañada y todos estos escándalos no hacen más que azuzar la tendencia a un mayor desapego social hacia esta institución, afectando de lleno a un sector amplio de sus propios adeptos.
En cualquier caso la crisis en la que está inmersa la Iglesia católica no es un hecho aislado, sino que forma parte del descrédito cada vez mayor que tienen todas las instituciones que justifican el capitalismo y la explotación del ser humano. Hoy más que nunca es necesario acabar con el capitalismo y alcanzar el cielo en la tierra, una vida digna de ser vivida aquí y ahora. Para ello, tal como dice la letra de La Internacional, “Ni en dioses, reyes ni tribunos, está el supremo salvador, nosotros mismos realicemos el esfuerzo redentor”.