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Maiatzaren 25ean Ukrainan hauteskundeak izan ziren; inperialismoaren ordezkariek “demokraziaren” eredutzat hartu zituzten eta Lugansk eta Donestken martxoaren 11an egindako erreferendum “antidemokratikoei” kontrajarri zieten herritarren parte hartzea masiboa izan arren. Deigarria da Mendebaldeko telekomunikabideen informazio eskasa parte hartzeari, botoei, etab. dagokienez, kontuan izanda azken asteetan Ukraina egon dela titular guztietan. Hau ez da harritzekoa. Esperientziak erakusten duenez, inperialistek duten “justizia” eta “demokrazia” irizpidea estuki lotua dago hauteskundeak deitu dituen gobernuarekiko duen leialtasunarekin.

 

 

El gobierno de Kiev y los imperialistas lanzan una nueva ofensiva militar en el Este, pero el levantamiento popular resiste y nacionaliza la propiedad de los oligarcas

El domingo 25 de mayo se celebraron las elecciones en Ucrania, alabadas por los representantes del imperialismo como un ejemplo de “democracia” en contraposición a los “ilegítimos” y “antidemocráticos” referendos celebrados en Lugansk y Donestk el pasado 11 de marzo, pero que tuvieron una participación masiva de la población. Resulta llamativa la escasa información en los medios occidentales sobre datos de participación, votos, etc, después de meses en que Ucrania ha acaparado los titulares. Y no es de extrañar. Como la experiencia enseña, el criterio de “justicia” y “democracia” que tienen los imperialistas está relacionado con la lealtad que le muestra el gobierno que celebra las elecciones.

Basta con ver el doble rasero que utilizan con las elecciones en Venezuela, que sí son democráticas pero sobre las que lanzan toda su bilis para desacreditarlas, con los piropos hacia Ucrania o Egipto, donde son convocadas y organizadas de forma fraudulenta y sin ninguna garantía.

En el caso de Ucrania estas elecciones han sido una auténtica farsa para dar legitimidad al reaccionario gobierno de Kiev y justificar las maniobras imperialistas. Difícilmente se pueden considerar democráticas cuando millones de ucranianos no han acudido a votar; cuando la campaña electoral ha estado dominada por la violencia y la intimidación contra los candidatos incómodos al gobierno de Kiev, organizada por las bandas fascistas al amparo del gobierno: o cuando una buena parte del territorio se encuentra asediado por los tanques y la artillería del ejército ucraniano.

Las bandas fascistas no son un problema para los demócratas de occidente

Durante la campaña electoral los candidatos contrarios a la política del gobierno de Kiev han sufrido los ataques de las bandas fascistas, hasta el punto que el día de las elecciones de los 21 candidatos que se presentaron ni uno sólo representaba a la población ruso parlante, casi la mitad de la población. Oleg Tsarev, el candidato del Partido de las Regiones, el partido en el gobierno hasta la caída de Yanukovich, después de una aparición televisiva en Kiev en la que expresó su apoyo a la federalización fue atacado por una multitud de fascistas que le golpearon hasta el punto de ser hospitalizado en estado crítico. Tras este ataque el partido decidió retirar a su candidato e hizo un llamamiento a boicotear las elecciones.

Las agresiones son especialmente violentas contra los activistas de izquierdas, y los militantes y dirigentes del Partido Comunista de Ucrania. Muchos han tenido que esconderse y huir ante las amenazas de los fascistas, y en las zonas del país donde las bandas de matones de Sector Derecho actúan con total impunidad, asaltando sus locales, el Partido Comunista ha sido ilegalizado. Tras la matanza de Odesa el PCU decidió retirar a sus candidatos y pedir a sus seguidores que boicotearan las elecciones. El 16 de mayo, el secretario general del partido, Peter Simonenko, escapó por los pelos de un intento de asesinato: después de terminar una entrevista en la televisión de Kiev le esperaban 30 nazis que lanzaron una lluvia de cócteles molotov contra su automóvil. Los 36 parlamentarios del PCU en la Rada (parlamento) han sufrido ataques y amenazas. El pasado 5 de mayo tras un debate parlamentario donde defendieron la federalización, los miembros de Svoboda y Patria (los dos partidos ultraderechistas y nacionalistas con representación parlamentaria) prohibieron a los parlamentarios comunistas la entrada en la Rada, expulsión que se ha convertido en permanente. Ahora la fiscalía, a petición del Ministerio de Justicia, prepara la ilegalización del partido por “defender ideas separatistas”. Esta es la democracia avalada por la UE y Estados Unidos.

En cuanto a la participación en las elecciones, los Consejos Populares de Donetsk y Lugansk ya habían anunciado que en su territorio no se celebrarían por ser unas elecciones ilegítimas convocadas por un gobierno ilegítimo. En algunos pueblos ocupados por el ejército ucraniano se abrieron colegios electorales pero la propia Comisión Electoral Central reconoce que la participación no alcanzó el 3%. Un ejemplo es la región del Donestk en la que votaron 106.000 personas de un electorado de 3,7 millones. En Odesa y Járkov los colegios estaban vacíos, y muchos amanecieron con pintadas contra el gobierno de Kiev. El mismo día de las elecciones a las 6 de la tarde, la Comisión Electoral reconocía que la participación era baja incluso en las regiones controladas por el gobierno. Según datos oficiales en Donestk y Lugansk no superó el 10% y en el resto el país no llegó al 45%, lo que no impidió que dos días después el gobierno anunciase que la participación había sido del 60%. Pero la mentira ha sido la norma entre los reaccionarios que ocupan el poder en Kiev.

Un oligarca pro-occidental al frente del país

 

El vencedor de las elecciones ha sido Petro Poroshenko, con el 54,7% de los votos según los datos oficiales, evitando así tener que celebrar una segunda vuelta. Julia Timoshenko, la que fue primera ministra y liberada el pasado mes de febrero tras siete años en prisión por malversación de fondos públicos, sólo logró un 13%. Incluso estas elecciones tan antidemocráticas, han supuesto una gran derrota para los candidatos fascistas de Svoboda y Sector Derecho, que han conseguido un 1,3% y 1,1% respectivamente. Estos resultados demuestran la escasa base social que tienen y que su fuerza procede del apoyo que reciben de los imperialistas y los oligarcas. A pesar de su marginalidad electoral, no hay duda de que seguirán siendo elementos muy útiles como tropa de choque para la represión de la clase obrera ucraniana.

Petro Poroshenko es conocido como el “rey del chocolate”. Con una fortuna personal de 1.300 millones de dólares es el séptimo hombre más rico del país y, como el resto de oligarcas, amasó su fortuna con la privatización de las empresas públicas tras el colapso del régimen estalinista y la restauración del capitalismo. Su recorrido político es un ejemplo de su adaptación camaleónica al sector de la oligarquía que en cada momento ha estado al frente del país. A principios de los años noventa apoyó al Partido Socialdemócrata de Ucrania que en ese momento estaba en el gobierno; posteriormente fue uno de los fundadores del Partido de las Regiones y apoyó a su presidente Yushenko; también dio ayuda económica a la Revolución Naranja; más tarde apareció como seguidor de Yanukovich y, finalmente, se convirtió en uno de los defensores de la “integración europea” y de los líderes de las “movilizaciones” de la Plaza de Maidan a las que generosamente financió.

Después de sus primeras declaraciones, en las que se mostró “moderado” y dispuesto a dialogar con Rusia para estabilizar la situación, ha cambiado bruscamente el tono, llamando a aplastar la insurrección del este ucraniano tras comprobar que la resistencia popular es mucho mayor y tenaz. Como era de esperar ha manifestado, por supuesto, su voluntad de continuar con la política del actual gobierno interino y seguir adelante con las medidas de austeridad y recortes impuestos por el FMI a cambio de un préstamo de 17.000 millones de dólares.

Ofensiva militar contra el Este

Pocas horas después de anunciarse el resultado de las elecciones, el gobierno inició una nueva “ofensiva antiterrorista” en Donetsk en la que ya han muerto más de 120 personas. La inmediatez de esta ofensiva demuestra que estaba ya preparada de antemano y ratifica que uno de los objetivos de la celebración de las elecciones era establecer una base política que justificara este ataque militar. La razón no sólo es acabar con la insurgencia en las dos repúblicas; también pretende aterrorizar a toda la población, no sólo en Donestk y Lugansk, sino en el resto del país y es una advertencia para los que se atrevan a oponerse a la política de austeridad dictada por el FMI.

Pero la “operación antiterrorista” se ha encontrado, una vez más, con la resistencia organizada y armada de la población del Este. Las milicias de autodefensa han repelido los ataques provocando la muerte de algunos soldados ucranianos y han derribando otro helicóptero con ocho soldados. De nuevo se han podido ver imágenes de hombres y mujeres frente a los tanques impidiendo su avance. El 27 de mayo, los mineros del Donbass decidieron ir a la huelga como protesta hasta la retirada las tropas. Al mismo tiempo, el ejército ucraniano sigue desintegrándose, continúan las deserciones de soldados que se niegan a cumplir las órdenes del gobierno: el último ejemplo se dio el 29 de mayo en una base militar de Lugansk, en la que se rindieron los 80 soldados que albergaba y decidieron integrarse en las fuerzas de autodefensa.

Se extienden las nacionalizaciones impuestas por la rebelión popular

 

Los Consejos de las Repúblicas Populares de Donestk y Lugansk continúan su camino para consolidar un estado independiente. El 23 de mayo 147 delegados de las dos repúblicas, de consejos y organizaciones de Dnepropetrovsk, Zaporozhie, Nikolayev, Odesa, Jarkov y Kersón celebraron una asamblea en la que decidieron la unificación de los dos territorios y proclamaron la República Popular de Nueva Rusia. Han formado un gobierno y se está discutiendo el modelo de constitución del nuevo Estado.

Los oligarcas ucranianos, los imperialistas de EEUU y la UE, y también el régimen capitalista y autoritario de Putin, intentan desesperadamente acabar con esta insurrección popular. Observan con auténtico terror cómo adquiere un carácter cada vez más anticapitalista. Los trabajadores opinan que los oligarcas son colaboradores de la “junta fascista” de Kiev y consideran que su riqueza debe beneficiar a la población de las nuevas repúblicas. La consigna de la nacionalización ha ido adquiriendo fuerza hasta que se ha convertido en una de las principales demandas que ha calado también entre los dirigentes del movimiento. Un ejemplo es Gubarev, el gobernador popular de Donetsk, que con relación a Nueva Rusia manifestó que “aquellos que robaron las empresas durante los años noventa, deben devolvérselas a la población, las grandes empresas serán nacionalizadas”. (nahnews. 29/5/14) En la ciudad de Sloviansk se ha decretado la nacionalización de la industria de la ciudad. El Consejo del Donestk ha nacionalizado los ferrocarriles: “La República Popular del Donetsk ha puesto bajo sus órdenes los Ferrocarriles del Donetsk en el marco del programa de nacionalizaciones de la República Popular”. (RIA Novosti 24/5/14) Dennis Pushilin, jefe del Presidium del Consejo Supremo del Donestk, en una rueda de prensa advirtió que: “Debido a la nula disposición de los oligarcas regionales a pagar impuestos al presupuesto regional se ha decidido comenzar el proceso de nacionalización”. (Nahnews. 29/5/14)

Este desarrollo de los acontecimientos revolucionarios en el Este ucranio, confirmado con  la amenaza a la propiedad privada de los oligarcas, han encendido todas las luces de alarma. Hasta ahora, los intentos y maniobras de Kiev, Washington, Berlín o Moscú de acabar con la rebelión y desarmar las milicias ha terminado en un rotundo fracaso. Lo último han sido las conversaciones entre Kiev, EEUU y Alemania que pretendían “aliviar” las tensiones. Estas negociaciones se concretaron en un “memorando sobre la paz y la conciliación” que propone el regreso de las tropas que ahora están en el Sur y Este del país, el desarme de las milicias populares, un referéndum sobre la unión con la UE y la entrada en la OTAN. El memorando quedó en papel mojado cuando el mismo día de su discusión en el parlamento, el gobierno inició la ofensiva militar en el Este.

Cuando se proclamaron las repúblicas populares de Donestk y Lugansk sus representantes pidieron públicamente ayuda a Putin, creyendo que éste respondería como en el caso de Crimea. Pero a lo largo de estas semanas han podido ver quién es realmente Putin y qué intereses defiende: su respuesta a las peticiones de ayuda ha sido abandonar a su suerte a la población las dos repúblicas. Putin ha dado legitimidad el memorando aprobado por Kiev y el imperialismo, ha reconocido los resultados de las elecciones del 25 de mayo y ha mostrado su disposición a colaborar con el nuevo presidente ucraniano. Como hemos explicado en anteriores artículos, Putin no es el “amigo” de los trabajadores ucranianos ni de los rusos. En Rusia está aplicando la misma política de recortes que el gobierno de Kiev y, como representante de los oligarcas rusos que quieren salvaguardar sus intereses económicos en Ucrania, no hará nada por estimular la revolución. Todo lo contrario,  teme, y con razón, que la explosión social del Este ucraniano se convierta en un ejemplo y punto de referencia para las futuras luchas de los trabajadores rusos contra su propia oligarquía.

El movimiento de masas en el Este de Ucrania demuestra el potencial que existe para un cambio revolucionario en la situación. El origen de este movimiento son las espantosas condiciones de vida de las masas ucranianas, empobrecidas y hartas de las consecuencias de la restauración capitalista. La chispa que encendió la mecha de la explosión fue el triunfo de un gobierno reaccionario, sostenido por bandas fascistas, junto al anuncio de los programas de austeridad auspiciados por el FMI. Pero este ambiente social no es exclusivo del Este, sino que afecta también a los trabajadores del resto de Ucrania y forma la base para extender la lucha de clases al resto del país.